Día 250 | Daniel 1 – 2
Nuestro mundo dista mucho del ideal divino. Nos rodean tragedias, crisis, guerras, desastres naturales, y, por supuesto, la inevitable maldad del corazón del hombre. Estas cosas producen desesperanza.
Sin embargo, Dios ha dejado en Su Palabra un legado de esperanza por medio de Sus promesas, de Cristo y de ejemplos de personas como tú y yo, los cuales vivieron a la luz de esta verdad: «Que el Altísimo gobierna el reino de los hombres».
El libro de Daniel es un tratado acerca de la soberanía divina. Dios ejerce Su santa voluntad en toda Su creación, desplegándola según le place, y sin que nada ni nadie pueda obstaculizarla.
El cautiverio babilónico sucedió por la soberana voluntad de Dios. En el pasaje de Daniel 1:2 vemos que «el Señor entregó» a Joacim en manos del rey y permitió que …
Nuestro mundo dista mucho del ideal divino. Nos rodean tragedias, crisis, guerras, desastres naturales, y, por supuesto, la inevitable maldad del corazón del hombre. Estas cosas producen desesperanza.
Sin embargo, Dios ha dejado en Su Palabra un legado de esperanza por medio de Sus promesas, de Cristo y de ejemplos de personas como tú y yo, los cuales vivieron a la luz de esta verdad: «Que el Altísimo gobierna el reino de los hombres».
El libro de Daniel es un tratado acerca de la soberanía divina. Dios ejerce Su santa voluntad en toda Su creación, desplegándola según le place, y sin que nada ni nadie pueda obstaculizarla.
El cautiverio babilónico sucedió por la soberana voluntad de Dios. En el pasaje de Daniel 1:2 vemos que «el Señor entregó» a Joacim en manos del rey y permitió que Daniel, cuyo nombre significa «Dios es mi juez», junto a sus tres amigos: Ananías, Misael y Azarías, fueran parte del primer grupo de nobles deportados.
Un carácter determinado
Estos inmediatamente fueron llevados al palacio real para ser instruidos en la cultura babilónica. También serían alimentados con una dieta especial, que incluía alimentos a los cuales Dios había declarado «inmundos».
Daniel «propuso en su corazón» no contaminarse con ellos. Con respeto y valentía, se lo comunica al jefe encargado. Nuevamente, vemos la soberanía divina en acción: «Dios concedió a Daniel hallar favor y gracia ante el jefe de oficiales».
La palabra «proponer» contiene la idea de afirmar, determinar, decidir, reflexionar o dar orden.
Daniel, «el varón muy amado» por Dios, le conocía y le temía. Su Palabra era su tesoro y su guía. Por eso, ante todas las disyuntivas que enfrentó, dio «órdenes a su corazón» de jamás contaminarse o traicionar a su Señor.
Como Dios honra a los que le honran, a Daniel y sus amigos se les concedió «sabiduría e inteligencia», por lo que fueron hallados «diez veces superiores a todos los magos y encantadores que había en todo su reino».
Un momento crucial
El poder, si no es usado adecuadamente, corrompe y hasta conduce a la irracionalidad. Cuando los magos no pudieron descifrar el sueño de Nabucodonosor, él se enoja y manda a dar muerte a todos los magos, astrólogos y encantadores. Estos paganos reconocieron que un asunto tan difícil, solo los «dioses cuya morada no está entre los hombres», podían explicarlo.
Cuando Daniel conoce el edicto de la sentencia de muerte, «con discreción y sensatez» habla con Airoc y le pide audiencia ante el rey; a este le pide tiempo para darle la explicación deseada.
Daniel, junto con sus amigos, piden misericordias al Dios del cielo para descifrar el misterio, el cual le es revelado en sueños.
El fiel e íntegro Daniel, sin atisbo de jactancia, adora a Dios en oración, reconociendo los atributos que solo le corresponden al Soberano. Cuando se presenta ante el rey, hace lo mismo, reconoce que: «hay un Dios en el cielo que revela los misterios». Dicho sueño representaba cuatro reinos: el Babilónico, el Medo Persa, el Griego, y el Romano.
Luego de estos reinos, «el Dios del cielo levantará un reino que jamás será destruido». Ante dicha explicación, Nabucodonosor exclama: «En verdad que su Dios es Dios de dioses, Señor de reyes y revelador de misterios, ya que tú has podido revelar este misterio».
Tú y yo formamos parte de ese reino inaugurado por el Mesías. Entonces, a la luz de lo aprendido:
- ¿Reconoces y aceptas la soberanía de Dios en cada aspecto de tu vida?
- ¿Vives una vida determinada a ser íntegra y fiel ante Él?
- ¿Das gloria a Dios por tus dones o buscas tu gloria?
- ¿Hay algo en ti del espíritu de Nabucodonosor?
- ¿Cómo hablas de Dios ante los que no le conocen?
Te invitamos a escuchar el pódcast Una caminata por la historia bíblica del ministerio Abre la Biblia, del pastor Collin Smith.
«Sea el nombre de Dios bendito por los siglos de los siglos, porque la sabiduría y el poder son de Él». -Daniel 2:20
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