Jesús, nombre maravilloso

Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.

 

En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.

El estaba en el principio con Dios.

Todas las cosas fueron hechas por medio de El, y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En El estaba la vida, y la vida era la Luz de los hombres.

La Luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron.

El pueblo que andaba en tinieblas
 Ha visto gran luz; 
A los que habitaban en tierra de sombra de muerte,
La luz ha resplandecido sobre ellos.

Al sexto mes, el ángel Gabriell fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen comprometida para casarse con un hombre que se llamaba José, de los descendientes de David; y el nombre de la virgen era María….

Y el ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un Hijo, y Le pondrás por nombre Jesús . Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios Le dará el trono de Su padre David; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y Su reino no tendrá fin.”

Pero mientras pensaba en esto, se le apareció en sueños un ángel del Señor, diciéndole: “José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque el Niño que se ha engendrado en ella es del Espíritu Santo. Y dará a luz un Hijo, y Le pondrás por nombre Jesús, porque El salvará a Su pueblo de sus pecados.”

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había hablado por medio del profeta , diciendo: “He aqui, la virgen concebira y dara a luz un Hijo, y Le pondran por nombre Emmanuel,” que traducido significa: “Dios con nosotros.”

Aconteció en aquellos días que salió un edicto de César Augusto, para que se hiciera un censo de todo el mundo habitado Todos se dirigían a inscribirse en el censo, cada uno a su ciudad. También José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, por ser él de la casa y de la familia de David, para inscribirse junto con María, comprometida para casarse con él, la cual estaba encinta.

Sucedió que mientras estaban ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su Hijo primogénito; Lo envolvió en pañales y Lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. 

 

Porque un Niño nos ha nacido, un Hijo nos ha sido dado,
Y la soberanía reposará sobre Sus hombros.
Y se llamará Su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso,
Padre Eterno, Príncipe de Paz. 

 

El aumento de Su soberanía y de la paz no tendrán fin

Existía la Luz verdadera que, al venir al mundo, alumbra a todo hombre.

El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos Su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Pues de Su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, El Lo ha dado a conocer.

 

Al día siguiente Juan vio a Jesús que venía hacia él, y dijo: “Ahí está el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Sucedió que en aquellos días Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. Inmediatamente, al salir del agua, vio que los cielos se abrían, y que el Espíritu descendía sobre El como una paloma; y vino una voz de los cielos, que decía: “Tú eres Mi Hijo amado, en Ti Me he complacido.”

Enseguida el Espíritu Lo impulsó a ir al desierto. Y estuvo en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; y estaba entre las fieras, y los ángeles Le servían.

 

Jesús llegó a Nazaret, donde había sido criado, y según Su costumbre, entró en la sinagoga el día de reposo, y se levantó a leer. Le dieron el libro del profeta Isaías, y abriendo el libro, halló el lugar donde estaba escrito:

“El Espiritu del Señor esta sobre Mi,
porque Me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres.
Me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos,
y la recuperacion de la vista a los ciegos;
para poner en libertad a los oprimidos;

para proclamar el año favorable del Señor.”

Cerrando el libro (el rollo), lo devolvió al asistente y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en El. Y comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido esta Escritura que han oído.” Todos hablaban bien de El y se maravillaban de las palabras llenas de gracia que salían de Su boca..

Pasando de allí, entró en la sinagoga de ellos. Y allí estaba un hombre que tenía una mano seca Y para poder acusar a Jesús, le preguntaron: “¿Es lícito sanar en el día de reposo?”

Y El les respondió: “¿Qué hombre habrá de ustedes que tenga una sola oveja, si ésta se le cae en un hoyo en el día de reposo, no le echa mano y la saca? Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por tanto, es lícito hacer bien en el día de reposo.”

Entonces Jesús dijo al hombre: “Extiende tu mano.” Y él la extendió, y le fue restaurada, sana como la otra. Pero cuando los Fariseos salieron, hicieron planes contra El, para ver cómo Lo podrían destruir.

Pero Jesús, sabiéndolo, se retiró de allí. Y muchos Lo siguieron, y los sanó a todos. Y les advirtió que no revelaran quién era El; para que se cumpliera lo que fue dicho por medio del profeta Isaías, cuando dijo:

 

“Este es Mi Siervo, a quien he escogido;
Mi Amado en quien se agrada Mi Alma;
sobre El pondre Mi Espiritu,
y a las naciones (los gentiles) proclamara justicia. 

 

No contendera, ni gritara,
ni habra quien en las calles oiga Su voz. 

 

No quebrara la caña cascada,
ni apagara la mecha que humea,
hasta que lleve a la victoria la justicia. 

 

Y en Su nombre las naciones pondran su esperanza.”

Entonces trajeron a Jesús un endemoniado ciego y mudo, y lo sanó, de manera que el mudo hablaba y veía. Y todas las multitudes estaban asombradas, y decían: ¿Acaso no es éste el Hijo de David? Pero cuando los fariseos lo oyeron, dijeron: Este no expulsa los demonios sino por Beelzebú, el príncipe de los demonios.

Y llegando a Su pueblo, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban y decían: “¿Dónde obtuvo Este tal sabiduría y estos poderes milagrosos? ¿No es Este el Hijo del carpintero? ¿No se llama Su madre María…. Y se escandalizaban a causa de El.

El estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de El, y el mundo no Lo conoció. A lo Suyo vino, y los Suyos no Lo recibieron.

Pero a todos los que Lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en Su nombre, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios.

 

Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a Sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” Y ellos respondieron: “Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; pero otros, Jeremías o alguno de los profetas.”

“Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?” les preguntó Jesús. Simón Pedro respondió: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” Entonces Jesús le dijo: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en los cielos…

Desde entonces Jesucristo comenzó a declarar a Sus discípulos que debía ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas de parte de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día.

Entonces Jesús dijo a Sus discípulos: “Si alguien quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y que Me siga. Porque el que quiera salvar su vida , la perderá; pero el que pierda su vida por causa de Mí, la hallará. Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma? Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de Su Padre con Sus ángeles, y entonces recompensara a cada uno segun su conducta.

¡Regocíjate sobremanera, hija de Sion!
¡Da voces de júbilo, hija de Jerusalén !
Tu Rey viene a ti,
Justo y dotado de salvación,
Humilde, montado en un asno, e
n un pollino, hijo de asna. 

 

…El hablará paz a las naciones,
Y Su dominio será de mar a mar,
Y desde el Río hasta los confines de la tierra.

Jesús entró en el templo y echó fuera a todos los que compraban y vendían en el templo. También volcó las mesas de los que cambiaban el dinero y los asientos de los que vendían las palomas. Y les dijo: “Escrito está, ‘Mi casa sera llamada casa de oracion,’ pero ustedes la están haciendo cueva de ladrones.”

En el templo se acercaron a El los ciegos y los cojos, y los sanó. Pero cuando los principales sacerdotes y los escribas vieron las maravillas que había hecho, y a los muchachos que gritaban en el templo y decían: “¡Hosanna al Hijo de David!” se indignaron…

Cuando Jesús terminó todas estas palabras, dijo a Sus discípulos: “Ustedes saben que dentro de dos días se celebra la Pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado.” Entonces los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote llamado Caifás, Y tramaron entre ellos prender a Jesús con engaño y matarle

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que Su hora había llegado para pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los Suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.

Y durante la cena, como ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, el que Lo entregara, Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todas las cosas en Sus manos, y que de Dios había salido y a Dios volvía, se levantó de la cena y se quitó el manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego echó agua en una vasija, y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía ceñida.

Entonces, cuando acabó de lavarles los pies, tomó Su manto, y sentándose a la mesa otra vez, les dijo: “¿Saben lo que les he hecho? Ustedes Me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque Lo soy. Pues si Yo, el Señor y el Maestro, les lavé los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Porque les he dado ejemplo, para que como Yo les he hecho, también ustedes lo hagan.

Mientras comían, Jesús tomó pan, y habiéndolo bendecido, lo partió, y dándoselo a los discípulos, dijo: “Tomen, coman; esto es Mi cuerpo.” Y tomando una copa, y habiendo dado gracias, se la dio, diciendo: “Beban todos de ella; porque esto es Mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados.. 

Y era el día de la preparación para la Pascua; eran como las seis de la mañana. Y Pilato dijo a los Judíos: “Aquí está su Rey.” “¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícalo!” gritaron ellos. “¿He de crucificar a su Rey?” les dijo Pilato. Los principales sacerdotes respondieron: “No tenemos más rey que el César.” Así que entonces Pilato Lo entregó a ellos para que fuera crucificado.

 

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor? 

 

Dios mío, de día clamo y no respondes;
Y de noche, pero no hay para mí reposo. 

 

Sin embargo, Tú eres santo,
Que habitas entre las alabanzas de Israel. 

 

En Ti confiaron nuestros padres;
Confiaron, y Tú los libraste. 

 

A Ti clamaron, y fueron librados; 
En Ti confiaron, y no fueron decepcionados.

 

Pero yo soy gusano, y no hombre; 
Oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo. 

 

Todos los que me ven, de mí se burlan;
Hacen muecas con los labios, menean la cabeza, diciendo: 

 

Que se encomiende al Señor; que El lo libre;
Que El lo rescate, puesto que en El se deleita.

 

No estés lejos de mí, porque la angustia está cerca,
Pues no hay nadie que ayude. 

 

Soy derramado como agua,
Y todos mis huesos están descoyuntados;
Mi corazón es como cera;
Se derrite en medio de mis entrañas. 

 

Como un tiesto se ha secado mi vigor, Y la lengua se me pega al paladar: Me has puesto en el polvo de la muerte. 

 

Porque perros me han rodeado; 
Me ha cercado cuadrilla de malhechores; 
Me horadaron las manos y los pies. 

 

Puedo contar todos mis huesos; 
Ellos me miran, me observan. 

 

Se reparten entre sí mis vestidos,
Y sobre mi ropa echan suertes.

 

Pero Tú, oh Señor, no estés lejos: Fuerza mía, apresúrate a socorrerme. 

 

Libra mi alma de la espada ,Mi única vida de las garras del perro. 

 

Sálvame de la boca del león.

Creció delante de El como renuevo tierno[,
Como raíz de tierra seca.
No tiene aspecto hermoso ni majestad
Para que Lo miremos,
Ni apariencia para que Lo deseemos. 

 

Fue despreciado y desechado de los hombres,
Varón de dolores y experimentado en aflicción;
Y como uno de quien los hombres esconden el rostro,
Fue despreciado, y no Lo estimamos.

 

Ciertamente El llevó nuestras enfermedades,
Y cargó con nuestros dolores.
Con todo, nosotros Lo tuvimos por azotado,
Por herido de Dios y afligido.  

 

Pero El fue herido por nuestras transgresiones,
 Molido por nuestras iniquidades.
El castigo, por nuestra paz cayó sobre El,
Y por Sus heridas hemos sido sanados. 

 

Todos nosotros nos descarriamos como ovejas,
 nos apartamos cada cual por su camino;
Pero el Señor hizo que cayera sobre El
 La iniquidad de todos nosotros.

 

Fue oprimido y afligido,
pero no abrió Su boca.
Como cordero que es llevado al matadero,
Y como oveja que ante sus trasquiladores permanece muda,
El no abrió Su boca. 

 

Por opresión y juicio fue quitado;
Y en cuanto a Su generación, ¿quién tuvo en cuenta
 que El fuera cortado de la tierra de los vivientes
Por la transgresión de mi pueblo, a quien correspondía la herida? 

 

Se dispuso con los impíos Su sepultura,
Pero con el rico fue en Su muerte,
Aunque no había hecho violencia,
Ni había engaño en Su boca.

Pero quiso el Señor

quebrantarle, sometiéndole a padecimiento.

Cuando El se entregue a sí mismo como ofrenda de expiación,

verá a su descendencia,

prolongará sus días,

y la voluntad del Señor en su mano prosperará.

Debido a la angustia de su alma,

El lo verá y quedará satisfecho.

Por su conocimiento, el Justo,

mi Siervo, justificará a muchos,

y cargará las iniquidades de ellos.

Por tanto, yo le daré parte con los grandes

y con los fuertes repartirá despojos,

porque derramó su alma hasta la muerte

y con los transgresores fue contado

llevando El el pecado de muchos,

e intercediendo por los transgresores.

Al que no conoció pecado, Lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en El.

Porque conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, sin embargo por amor a ustedes se hizo pobre, para que por medio de Su pobreza ustedes llegaran a ser ricos.

El cual no cometio pecado, ni engaño alguno se hallo en Su boca; y quien cuando Lo ultrajaban, no respondía ultrajando. Cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a Aquél que juzga con justicia.

El mismo llevó nuestros pecados en Su cuerpo sobre la cruz, a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia, porque por Sus heridas[ fueron ustedes sanados Pues ustedes andaban descarriados como ovejas, pero ahora han vuelto al Pastor y Guardián de sus almas…

Porque yo les entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; 

de los cuernos de los búfalos; respóndeme. 

 

Hablaré de Tu nombre a mis hermanos;
En medio de la congregación Te alabaré. 

 

Los que temen al Señor, alábenlo;
Descendencia toda de Jacob, glorifíquenlo,
Témanlo, descendencia toda de Israel. 

 

Porque El no ha despreciado ni aborrecido la aflicción del angustiado,
Ni le ha escondido Su rostro;
Sino que cuando clamó al Señor, lo escuchó.

 

De Ti viene mi alabanza en la gran congregación;
Mis votos cumpliré delante de los que Le temen. 

 

Los pobres comerán y se saciarán;
Los que buscan al Señor, Lo alabarán.
¡Viva para siempre el corazón de ustedes! 

 

Todos los términos de la tierra se acordarán y se volverán al Señor,
Y todas las familias de las naciones adorarán delante de Ti. 

 

Porque del Señor es el reino,
Y El gobierna las naciones… 

 

La posteridad Le servirá;
 Esto se dirá del Señor hasta la generación venidera. 

 

Vendrán y anunciarán Su justicia;
 A un pueblo por nacer, anunciarán que El ha hecho esto.

Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por Su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo también el universo. El es el resplandor de Su gloria y la expresión exacta de Su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la palabra de Su poder. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, el Hijo se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,

Porque El nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de Su Hijo amado, en quien tenemos redención: el perdón de los pecados. El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.

Porque en El fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de El y para El. Y El es antes de todas las cosas, y en El todas las cosas permanecen.

El es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia. El es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que El tenga en todo la primacía. Porque agradó al Padre que en El habitara toda la plenitud (de la Deidad), y por medio de El reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de Su cruz, por medio de El, repito, ya sean las que están en la tierra o las que están en los cielos.

Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que Se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló El mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

Por lo cual Dios también Lo exaltó hasta lo sumo, y Le confirió el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Gracia y paz a ustedes, de parte de Aquél que es y que era y que ha de venir, y de parte de los siete Espíritus que están delante de Su trono, y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el soberano de los reyes de la tierra.

Al que nos ama y nos libertó de nuestros pecados con Su sangre, e hizo de nosotros un reino, sacerdotes para Dios, Su Padre, a El sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén. El viene con las nubes, y todo ojo Lo verá, aun los que Lo traspasaron; y todas las tribus de la tierra harán lamentación por El. Sí. Amén.

Entonces me volví para ver de quién era la voz que hablaba conmigo, y al volverme, vi siete candelabros de oro. En medio de los candelabros, vi a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido con una túnica que Le llegaba hasta los pies y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y Sus cabellos eran blancos como la blanca lana, como la nieve. Sus ojos eran como una llama de fuego. Sus pies se parecían al bronce bruñido cuando se le ha hecho refulgir en el horno, y Su voz como el ruido de muchas aguas. En Su mano derecha tenía siete estrellas, y de Su boca salía una espada aguda de dos filos. Su rostro era como el sol cuando brilla con toda su fuerza.

Cuando Lo vi, caí como muerto a Sus pies. Y El puso Su mano derecha sobre mí, diciendo: “No temas, Yo soy el Primero y el Ultimo, y el que vive, y estuve muerto. Pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del Hades.

En la mano derecha de Aquél que estaba sentado en el trono vi un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos. Vi también a un ángel poderoso que anunciaba a gran voz: “¿Quién es digno de abrir el libro y de desatar sus sellos?” Y nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro ni mirar su contenido. Yo lloraba mucho, porque nadie había sido hallado digno de abrir el libro ni de mirar su contenido.

Entonces uno de los ancianos me dijo: “No llores; mira, el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido para abrir el libro y sus siete sellos.” Miré, y vi entre el trono (con los cuatro seres vivientes) y los ancianos, a un Cordero, de pie, como inmolado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra. El vino y tomó el libro de la mano derecha de Aquél que estaba sentado en el trono. Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos. Y cantaban un cántico nuevo, diciendo:

“Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque Tú fuiste inmolado, y con Tu sangre compraste para Dios a gente de toda tribt, lengua, pueblo y nación.

Y los has hecho un reino y sacerdotes para nuestro Dios; y reinarán sobre la tierra.”

Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono y de los seres vivientes y de los ancianos. El número de ellos era miríadas de miríadas, y millares de millares, que decían a gran voz:

“El Cordero que fue inmolado es digno de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza.”

Y oí decir a toda cosa creada que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay:

“Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el dominio por los siglos de los siglos.”

Los cuatro seres vivientes decían: “Amén,” y los ancianos se postraron y adoraron.

Vi el cielo abierto, y apareció un caballo blanco. El que lo montaba se llama Fiel y Verdadero. Con justicia juzga y hace la guerra. Sus ojos son una llama de fuego, y sobre Su cabeza hay muchas diademas. Tiene un nombre escrito que nadie conoce sino El. Está vestido de un manto empapado en sangre, y Su nombre es: El Verbo (La Palabra) de Dios.

Los ejércitos que están en los cielos, vestidos de lino fino, blanco y limpio, Lo seguían sobre caballos blancos. De Su boca sale una espada afilada para herir con ella a las naciones y las regirá con vara de hierro. El mismo pisa el lagar del vino del furor de la ira de Dios Todopoderoso. En Su manto y en Su muslo tiene un nombre escrito: “REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.”

“Por tanto, Yo vengo pronto, y Mi recompensa está conmigo para recompensar a cada uno según sea su obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo, el Principio y el Fin.”

Bienaventurados los que lavan sus vestiduras para tener derecho al árbol de la vida y para entrar por las puertas a la ciudad. Afuera están los perros, los hechiceros, los inmorales, los asesinos, los idólatras, y todo el que ama y practica la mentira.

“Yo, Jesús, he enviado a Mi ángel a fin de darles a ustedes testimonio de estas cosas para las iglesias. Yo soy la raíz y la descendencia de David, el lucero resplandeciente de la mañana.”

El Espíritu y la esposa dicen: “Ven.” Y el que oye, diga: “Ven.” Y el que tiene sed, venga; y el que desee, que tome gratuitamente del agua de la vida.

El que testifica de estas cosas dice: “Sí, vengo pronto.” Amén. Ven, Señor Jesús.

La gracia del Señor Jesús sea con todos. Amén.