3 verdades que te ayudarán a ser más diligente

¿Has sentido esa convicción de hacer un mejor uso de tu tiempo? Yo he estado ahí. En nuestra búsqueda de ser libres de la vagancia y ser diligentes, podemos sentirnos frustradas, pues, aunque compremos los dispositivos más eficientes y adoptemos los mejores consejos de organización y productividad; nada parece funcionar. Todo hace sentido cuando entendemos que la vagancia no es una simple deficiencia que necesitamos superar, es parte de las consecuencias de nuestra condición pecaminosa; por eso, por más que lo intentemos en nuestras fuerzas, nuestra única esperanza se encuentra en Dios. Solo Él puede liberarnos.

Vale la pena aclarar que la vagancia no es descansar cuando lo necesitas. La vagancia es la pereza y ociosidad, todo lo contrario a la diligencia. Un buen síntoma de la vagancia sería no cumplir con tus responsabilidades ya sea como hija de Dios, como hija de tus padres terrenales, como estudiante o como empleada.

Si has encontrado evidencias de vagancia en tu manera de vivir y quieres combatirlas correctamente; quiero compartirte tres verdades que me han ayudado a caminar en victoria. 

Verdad #1: Vivir una vida de vagancia puede ser el resultado de olvidar una verdad crucial: ¡hemos sido perdonadas!

La vagancia y el olvido van de la mano. Pedro, en su segunda carta, animó a los creyentes a crecer en la gracia y el verdadero conocimiento de Dios. Te animo a leer la epístola completa pero hoy nos enfocaremos en el capítulo 1 versículos del 1 al 10. En esa porción observamos que al ir creciendo en las virtudes mencionadas, ellas mismas son las que no nos permitirán vivir en vagancia, todo por el poder de Dios en nosotras. El crecimiento en esas virtudes empieza por la fe, pero ¿fe en qué? Pienso que el último versículo nos da la pista: el evangelio.

La fe sin obras está muerta. Creer y recordar constantemente el evangelio nos llevará a responder en diligencia y con la motivación correcta, no por culpa ni egoísmo, sino por amor. Porque cuando nuestros ojos están abiertos a la gloria de Dios en el evangelio es imposible quedarnos sin hacer nada, pues vemos quién es Dios, lo que ha hecho por nosotras y lo que somos ahora en Cristo.

Hoy tenemos el privilegio de admirar Su obra completa. La diligencia y todas las demás virtudes son perfectamente modeladas por nuestro Señor Jesucristo. Disfrutamos de la paz que produce el saber que, unidas a Jesucristo, ya no tenemos faltas o deudas delante de Dios. En Jesús somos justificadas y reconciliadas con Dios, ¡todo por gracia! Y también en Él somos adoptadas y amadas por el Padre celestial y recibimos toda bendición espiritual. Así mismo, hoy el Espíritu Santo habita en nosotras, Su Iglesia, y está más que dispuesto a ayudarnos, consolarnos y fortalecernos para que juntas lleguemos a la meta; para que con fe y perseverancia sigamos haciendo la voluntad de Dios y esperemos en Sus promesas, las cuales son más que ciertas porque descansan en Su fidelidad.

Si has olvidado esta verdad o puedes ver que tus ojos están cegados a la gloria y hermosura de Dios en el evangelio, hoy es un buen día para meditar y acercarte a Dios clamando por verlo en Su Palabra. Es tentador buscar la diligencia en nuestras fuerzas y recursos, pero amada joven, eso no tiene poder ni sentido fuera del evangelio.

Verdad #2: Seremos conformadas a la imagen de Cristo mientras mientras crecemos en la gracia y en el conocimiento de Dios. De esta manera nuestras vidas reflejarán Sus virtudes [y Su diligencia].

Cuando nuestros ojos son abiertos a la gloria de Dios en el evangelio, somos impulsadas a buscar a Dios y desear conocerlo más. Cuando vemos un destello de Su persona y nos deleitamos en Él, nuestra alma pedirá por más de Él. Así como cuando pruebas una comida o un postre que te encanta y quieres más, así desearás más a tu Dios, quien es mucho mejor que cualquier deleite terrenal. Una simple mirada al hermoso y perfecto Dios te hará desear conocerlo más. 

Conforme vayamos creciendo en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo y «los ojos de nuestro corazón sean iluminados» (Ef. 1:18), veremos cómo nuestro corazón, deseos y decisiones van cambiando para bien, todo por gracia. La paz, el amor y la gracia junto con el orden y nuestra obediencia irán en aumento.

Es también el conocimiento del Señor que nos ayuda a ser diligentes en las cosas correctas. Porque nos ayuda a darle el lugar correcto a Él como Dios Creador y Señor, y de quién depende todo; y nos ayuda a nosotras a tomar el lugar que Él nos ha dado y para el cual nos ha diseñado. Vamos aprendiendo en Su palabra el orden de prioridades de acuerdo a Su diseño divino y eso a su vez nos simplifica la vida. Nos ayuda a saber qué cosas son importantes para la eternidad y nos libra de desperdiciar nuestra vida.

Verdad #3: La diligencia en el Señor no es exigente, ni produce ansiedad; descansa en la providencia de Dios, en la capacidad dada por Él, y actúa en humildad.

El Señor nos ama con amor eterno y Su llamado (y nuestro privilegio) a seguirle, implica que no andaremos solas. Él ha prometido estar con nosotras siempre. Y como parte de las bendiciones que recibimos en Cristo, está el gozar de una vida de servicio diligente de acuerdo a las capacidades que Él nos ha dado.

No nos hace bien comparar o juzgar, sino considerar que todos los creyentes recibieron su llamado y sus talentos de acuerdo a la sabiduría de Dios. Al estar unidas a Cristo, todas tenemos el mismo propósito de glorificarlo, pero Él es quien decide cómo eso lucirá en la vida de cada uno de sus siervos. También, muchas de nosotras podemos padecer enfermedades que roban nuestra energía y consumen nuestro tiempo; y el Señor no es ajeno a esa realidad. Él entiende (mucho mejor que nosotras) la condición de nuestro cuerpo. Él nos va a pedir cuentas conforme a lo que recibimos, porque se trata de ser fieles con lo que tenemos, aun sea poco. Así que, podemos esforzarnos en honrar y servir al Señor con lo que tenemos, porque Él no mira ni juzga como el hombre.

Por último, amada hermana, mi deseo es que estas verdades te animen a crecer en tu diligencia porque servir a Dios con diligencia de acuerdo a nuestra capacidad y en dependencia de Su ayuda es un regalo. Compartimos Su vida al ser diligentes en lo que Él nos ha mandado y de la manera que a Él le agrada (en amor) mientras confiamos en Él para los resultados y dependemos de Sus fuerzas; con nuestra mirada puesta en la esperanza de la vida eterna.


 

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Sobre el autor

Adriana Salinas

Adriana Salinas

Adriana es plenamente amada por Dios, es Su hija adoptada y hoy disfruta de la gracia abundante que viene solo por medio de Jesucristo, su Señor y Salvador. Vive luchando por contemplar la hermosura de Dios cada día y por … leer más …

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