Creo… pero me cuesta creer. Cuando ya no puedes fingir más

Escritora invitada: Lore Ferguson Wilbert

Yo siempre estoy buscando la salida fácil. Soy, por naturaleza, perezosa, de vista corta, impaciente, pasiva… o agrégale cualquier otro defecto. No me gusta caminar en tensión por nada, y si hay una opción más cómoda, la tomaré sin dudarlo. Tengo miedo de lo desconocido, especialmente cuando lo desconocido no solo está a mi alrededor, sino también dentro de mí.

Fui creada del polvo y de fragmentos de hueso, así que no sé por qué creería que la perfección es posible antes del regreso de Cristo, pero aún así la busco, amigas. La busco.

Uno de mis pasajes favoritos de toda la Escritura —al que regreso una y otra y otra vez— está en Marcos 9. Jesús acababa de pasar por la transfiguración y había bajado del monte, encontrándose con el padre de un niño poseído por un demonio. El padre clama a Jesús: «Si Tú puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos». Y el dulce Jesús responde, casi con asombro: «¿Cómo “si Tú puedes?” Todas las cosas son posibles para el que cree». Y entonces viene mi línea favorita en toda la Biblia, la respuesta del padre: «Creo; ayúdame en mi incredulidad».

Habla verdad

Vengo de un trasfondo carismático, no de esos que proclaman y reclaman salud, riqueza y prosperidad, pero sí de un lado que cree firmemente que las palabras tienen poder de vida o de muerte. Que si hablamos muerte, corremos el riesgo de experimentarla, y si hablamos vida, las probabilidades aumentan de vivirla.

Hoy, al mirar hacia atrás, puedo ver las formas en que malentendí e interioricé teología sin analizarla por mí misma —alimentándome de las palabras que me daban en lugar de dejar que la Escritura las informara. El resultado fue que me convertí en un manojo de miedo: temerosa de decir lo que realmente era cierto sobre mí, sobre mi pecado, mis temores, mis ansiedades, y dispuesta solo a declarar lo que no era cierto: que tenía seguridad, gozo, paz, fe.

No sabía cómo vivir en la tensión de decir lo que no era del todo cierto pero deseaba que lo fuera, y decir lo que era cierto pero deseaba que no lo fuera. No podía haber dicho: «Ayuda mi incredulidad», porque confesar incredulidad parecía el camino hacia la destrucción, pero me sentía como una mentirosa cada vez que decía: «Yo creo».

Todo cambió a principios del 2010, cuando ya no pude seguir viviendo la mentira de una fe fingida. Golpeé con mis puños la alfombra beige de mi casa y lloré como nunca antes, y le dije a Dios, por primera vez en mi vida: «¡No creo en Ti!». Nunca he escuchado la voz audible de Dios, pero jamás olvidaré la fuerte impresión de que el Padre corría hacia mí, diciendo: «Por fin. Ahora sí podemos comenzar».

Dos tentaciones

Creo que hay dos tentaciones para el cristiano que duda. La primera es declarar solamente lo que aún no es verdad («yo creo»), y la segunda es declarar únicamente lo que sí es verdad («tengo incredulidad»).

Si vienes de un contexto como el mío, donde expresar palabras de incredulidad significa que amigos bien intencionados te silencian diciendo que solo estás pasando por un mal momento y que «ya se te pasará», probablemente quedarás atrapado en vivir la mentira de la fe fingida. Como dice Jeremías 17:6: «No verá cuando venga el bien». Por otro lado, si vienes de un entorno donde está bien tener luchas y batallar con la verdad y la fe, quizás temas decir «yo creo», porque no quieres mentir sobre poseer algo que no tienes por completo.

Entonces, ¿qué debe hacer el cristiano que duda?

Por eso el pasaje de Marcos 9 es tan útil para mí. Este padre nos muestra que es posible decir dos cosas que se oponen entre sí, ninguna es completamente cierta y ambas absolutamente ciertas a la vez: «Creo, ayúdame con mi incredulidad». Ambas son ciertas, ambas no del todo ciertas, ambas parecen estar en conflicto.

Una fe complicada

He conocido a algunos cristianos con una fe sencilla. Creen que la Biblia es absolutamente verdadera, creen que Jesús resucitó de entre los muertos, creen que son salvos; nunca forcejean con las Escrituras de una manera que genere confusión, tensión o preguntas. Simplemente creen.

Conozco a muy pocos así, la gran mayoría de los cristianos que conozco tienen creencias complejas, todos tienen una historia diferente que influye en su lectura y estudio de las Escrituras, todos tienen distintos niveles de escolaridad; tienen personalidades, inclinaciones y deseos diferentes y todo esto influye de alguna manera en su creencia, y en cierta medida en su incredulidad.

El cristiano que puede decir: «Creo, ayuda mi incredulidad», es el cristiano que sabe con absoluta certeza que es posible tener una fe plena e inquebrantable, y también que no la tiene, al menos no del todo. Saben que están progresando, yendo, como dijo Pablo: «de gloria en gloria» y «la justicia de Dios se revela por fe y para fe». Pablo decía que todavía no hemos llegado a ese punto; aún nos queda camino por recorrer hasta llegar a la eternidad.

Si te cuesta creer plenamente en todo lo que crees que los cristianos creen plenamente, solo quiero decirte que estoy contigo. Me cuesta creer.

Una diferencia gradual

Mis luchas con la fe no cesaron en el momento en que entendí el evangelio, la diferencia fue gradual: antes veía con poca claridad, ahora con más claridad, y mañana veré aún mejor.

Hay tantas cosas sobre la fe y la Biblia que me resultan confusas, a veces aún más conforme sigo estudiando y leyendo. Noto inconsistencias en otros cristianos, en el mundo en el que vivimos; no entiendo del todo cómo funcionan la justificación, la santificación, la mortificación o la vivificación. No siempre sé qué debo hacer y qué solo Dios puede hacer. Sí sé esto, se orar: «Señor creo, ayuda a mi incredulidad».

Estoy orando por ti hoy, para que puedas orar, creyendo que Él escucha, sana y termina lo que tú no puedes con simples palabras y una fe débil.

Algunos recursos útiles

No existe una fórmula mágica para fortalecer tu fe, compartiré algunas cosas que han fortalecido la mía, pero podría ser algo completamente diferente para ti, no te preocupes:

Ayúdanos a llegar a otras

Como ministerio nos esforzamos por hacer publicaciones de calidad que te ayuden a caminar con Cristo. Si hoy la autora te ha ayudado o motivado, ¿considerarías hacer una donación para apoyar nuestro blog de Joven Verdadera?

Donar $3

Sobre el autor

No Photo Avaible for Escritora Invitada

Escritora Invitada

En Aviva Nuestros Corazones contamos con algunos invitados especiales para compartir sobre temas de la vida cristiana y lo que Dios está haciendo en sus vidas.

¡Hey chicas! Nos encanta escuchar de ustedes, pero nos sentimos limitadas por las formas en que podemos ayudarlas.

Si buscas consejo te animamos a hablar primero con tu pastor o una mujer piadosa en tu vida, ya que ellos sabrán más detalles de ti y te darán seguimiento y ayuda.Lo publicado en la sección de comentarios no necesariamente refleja el punto de vista de Aviva Nuestros Corazones.

Nos reservamos el derecho de remover opiniones que puedan no ser de ayuda o inapropiadas. Puede ser que editemos o removamos tu comentario si: * Requiere o contiene información personal como emails, direcciones, teléfonos. *Ataca a otras lectoras. * Utiliza lenguaje vulgar o profano.


Únete a la conversación