¿Alguna vez has conocido a alguien cuya vida predicaba más fuerte que cualquier sermón?
Hay personas cuya sola existencia se vuelve una predicación constante. Personas cuya vida nos enseña lo que significa seguir a Cristo con todo el corazón. Yo tuve el privilegio de caminar a lado de alguien así.
Era alguien que no tenía compartimentos en su vida: no era una persona diferente en la iglesia, con amigos, con familia o en el trabajo. Era exactamente igual en la mesa comiendo con amigos que con su familia. Su integridad no era negociable (Prov. 10:9). No necesitaba ser vista para hacer lo «correcto»; lo hacía porque vivía con la conciencia de que Dios siempre está viendo.
Me mostró que vivir como cristiana no era un disfraz de domingo, sino una identidad que se llevaba con firmeza los siete días de la semana. Me enseñó que la fe auténtica no tiene dobleces.
«Señor quién habitará en Tu tabernáculo? ¿Quién morará en Tu santo monte? El que anda en integridad y obra justicia, y habla verdad en su corazón». -Salmos 15:1-2
También me modeló el servicio. Servir no como un deber, sino como una expresión de amor por Cristo. Recuerdo cómo dejaba de lado sus propios planes, cansancio o deseos personales para ayudar a otros (especialmente a su familia). No necesitaba micrófono ni aplausos; servía en lo secreto, donde solo Dios veía (tenía al mejor espectador). Nunca se quejaba, al contrario, parecía que su gozo aumentaba cuando podía poner a otros antes que así mismo.
«No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo». -Filipenses 2:3
Una de las enseñanzas más profundas fue sobre el amor. No el amor de novela, ese que es impulsivo y pasajero, sino el amor bíblico: una decisión diaria, intencional, persistente incluso cuando es incómodo. Aprendí que amar es dar no recibir, perdonar cuando te duele y permanecer cuando sería más fácil salir corriendo. Como dice 1 Corintios 13:4, 7: «El amor es paciente, es bondadoso. El amor no tiene envidia…Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta».
Ver el amor modelado de esa manera me enseñó que la fidelidad se demuestra en lo cotidiano, no solo en grandes gestos «románticos».
También aprendí de su deleite en Dios. Nunca olvidaré verle con su Biblia abierta, meditando, orando y luego corría a platicarme lo que aprendió y me hacía preguntas para qué yo también buscara una aplicación práctica para mi vida. No lo hacía para enseñar una clase, lo hacía porque lo disfrutaba. Amaba la Palabra, pero más importante aún, amaba al Dios de la Palabra. Yo podía ver desplegado Jeremías 15:16a: «Cuando se presentaban Tus palabras, yo las comía; tus palabras eran para mí el gozo y la alegría de mi corazón».
Hablar con esta persona era un regalo. No había un tema «prohibido», podríamos tocar cualquier asunto y filtrarlo a través de la Palabra. Y lo más hermoso: me enseñó a resolver problemas incluso si su compañía me llegaba a faltar. Plantó convicciones profundas, no dependencias emocionales. Básicamente me entrenó para buscar respuestas en Dios.
Vivía con gozo, incluso cuando las circunstancias no eran favorables. Si había enfermedad, problemas, retos; nada le robaba el gozo de conocer y servir a Cristo, Su sonrisa no dependía del clima de la vida, sino del Sol de justicia que habitaba en su corazón.
Me enseñó a elegir sabiamente a las personas que me rodean. Me decía: «Rodéate de personas que te impulsen a Cristo, no de aquellas que te distraigan de Él». Me mostró cómo mi familia en la fe no solo nos consuela, sino que también nos confronta, nos edifica y nos fortalece.
«Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras,no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca». -Hebreos 10:24-25
Pero sobre todo, me enseñó a hacer todo como para el Señor. A esforzarme en lo cotidiano, en lo sencillo, en lo que nadie ve, sabiendo que mi recompensa viene del cielo. Así lo dice Colosenses 3:23: «Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres».
Este gran personaje ya no está en esta tierra, era mi padre y partió a la presencia de Dios hace diez años. Aunque humanamente perdí una figura muy importante; mi autoridad, mi consejero, mi amigo, mi cómplice; descubrí algo más glorioso: el Dios que me lo dio, sigue aquí y es un Padre aún mejor, perfecto y eterno.
«Padre de los huérfanos y defensor de las viudas es Dios en Su santa morada». -Salmo 68:5
Dios me recordó que Él no tiene principio ni fin. Que mi relación con mi padre imperfecto podía ahora transformarse en una relación más profunda con mi Padre celestial, si yo buscaba Su rostro.
Hoy entiendo la importancia de rodearnos de personas que nos ayuden a construir sobre la Roca. Porque cuando esas personas ya no estén, lo que sembraron en nosotras permanecerá y nosotras también estamos sembrando algo.
Joven verdadera, te reto a que te sientes y te hagas las siguientes preguntas: ¿Sobre qué estás edificando tu vida? ¿Con quién estás caminando? ¿A quién estás formando con tu ejemplo?
Recuerdo las palabras de Mateo 7:24: «Por tanto, cualquiera que oye estas palabras Mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca».
Mi deseo es que, como mi papá lo hizo conmigo, tú también vivas de tal manera que inspires a otras a caminar con Cristo. Porque llegará el día en que nos reunamos con Dios en el cielo… mientras tanto, hay una generación que necesita nuestro legado.
Ayúdanos a llegar a otras
Como ministerio nos esforzamos por hacer publicaciones de calidad que te ayuden a caminar con Cristo. Si hoy la autora te ha ayudado o motivado, ¿considerarías hacer una donación para apoyar nuestro blog de Joven Verdadera?
Donar $3¡Hey chicas! Nos encanta escuchar de ustedes, pero nos sentimos limitadas por las formas en que podemos ayudarlas.
Si buscas consejo te animamos a hablar primero con tu pastor o una mujer piadosa en tu vida, ya que ellos sabrán más detalles de ti y te darán seguimiento y ayuda.Lo publicado en la sección de comentarios no necesariamente refleja el punto de vista de Aviva Nuestros Corazones.
Nos reservamos el derecho de remover opiniones que puedan no ser de ayuda o inapropiadas. Puede ser que editemos o removamos tu comentario si: * Requiere o contiene información personal como emails, direcciones, teléfonos. *Ataca a otras lectoras. * Utiliza lenguaje vulgar o profano.
Únete a la conversación