¿Por qué ellas sí y yo no?

El inicio de una nueva etapa

Inició el año escolar y tenía toda la emoción del mundo: útiles escolares, uniformes, mochila, cuadernos, todo nuevo y del estilo que me gustaba. Empecé a caminar por la puerta de una nueva escuela y fue ahí cuando también me dio un poco de temor: la sensación extraña de conocer nuevos compañeros de clase, nuevos maestros, nueva metodología de enseñanza, nuevas reglas, entre muchas otras cosas. ¿Alguna vez te has sentido así, con la incertidumbre de qué sucederá en un ambiente desconocido?

La primera comparación

En ese primer día de clases fue donde comencé a experimentar lo que realmente era la competitividad. Al entrar a mi salón, una compañera me mostró el cuadro de méritos con los nombres de los estudiantes con mejores calificaciones. Me dijo los nombres de todas las personas que yo debía alcanzar para llegar a estar también en ese cuadro meritorio. Esa joven ni siquiera me conocía; su bienvenida no fue enfocada en tener una amistad conmigo, ella solo me hizo una invitación al mundo de la comparación.

Cuando la comparación invade otras áreas

Desde entonces comencé a luchar más con esto en mi vida. Empezó por el área de las calificaciones, pero fue afectando otras áreas: me daba cuenta de si me aceptaban o no en algún grupo, si no me invitaban a algún cumpleaños o actividad, y estaba más atenta a las cosas que estaban de moda. Recuerdo que en un momento todas las chicas de cabello liso se hicieron un flequillo similar debido a una serie de televisión que estaba muy de moda. La protagonista así lo usaba, pero yo tengo el cabello muy rizado; si me hacía ese flequillo iba a parecer todo menos aquella famosa actriz. Ahora lo pienso y me da mucha risa. Hoy en día amo mi cabello y cómo Dios me ha hecho, pero no siempre fue así.

¿Por qué ellas sí y yo no?

Si lees el título de este blog, te darás cuenta de que lo que pasaba por mi mente era: «¿Por qué ellas sí y yo no?». Al meditar en ello me di cuenta de que siempre hay razones para compararnos. A veces sucede con las calificaciones: queremos sobresalir. Otras veces se trata de nuestro aspecto físico: queremos lucir hermosas frente a los demás. En otras ocasiones puede ser la parte espiritual: buscamos ser reconocidas por vivir vidas ejemplares y piadosas, o queremos tener amistades con personas influyentes para demostrar que somos importantes o valiosas. Esos son solo ejemplos, pero hay muchas otras áreas que nos pueden llevar al círculo de la comparación, un lugar donde podemos dar vueltas y vueltas.

Una experiencia difícil

Hubo un momento en mi vida en el que atravesé una situación muy difícil. Me sentía vulnerable, cansada y con una gran necesidad de apoyo. Pero, en lugar de abrir mi corazón con humildad, me encontré mirando hacia afuera: observaba lo que otros recibían, cómo eran acompañados, y me preguntaba: «¿Por qué a ellas sí y a mí no?».

Esa comparación se volvió una carga para mí. En lugar de darme consuelo, me robó la paz. Al final decidí compartir lo que sentía con un par de personas muy importantes para mí, pero les pedí ayuda desde un lugar equivocado: desde la crítica, la queja y la comparación.

Luego de esa situación, entendí que ellos no eran responsables de resolver mis problemas o llenar mis vacíos. Yo me había centrado tanto en lo que me faltaba que no pude ver lo que ya tenía.

El apoyo de los demás es valioso, pero nunca una obligación. Cada persona acompaña desde sus propios recursos, tiempos y maneras. Debemos tener cuidado de no pedir ayuda desde la crítica; al contrario, debemos compartir nuestras luchas con humildad y sin comparar.

Nuestra verdadera identidad en Cristo

Al meditar en la Palabra de Dios, podemos darnos cuenta de que nuestra identidad está basada en que somos hijas de Dios. Fuimos compradas a precio de sangre por Jesús; Él dio Su vida por nosotras para que hoy tengamos salvación y vida eterna. Esa obra preciosa es la que nos da la libertad de caminar con gozo: libres de buscar la aceptación de los demás, libres de compararnos con otros, libres para vivir una vida plena y llena de valor y propósito.

Nosotras fuimos escogidas desde antes de la fundación del mundo, fuimos formadas de una manera maravillosa y única, fuimos creadas con características irrepetibles, y eso es hermoso: un diseño firmado por las manos de Dios, nuestro Creador.

Mira cómo lo expresó el salmista en Salmos 139:13-14:

«Porque Tú formaste mis entrañas; me hiciste en el seno de mi madre. Te daré gracias, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho; maravillosas son Tus obras, y mi alma lo sabe muy bien».

Vivir en gratitud

Así que, en resumen, este blog es para animarte a ser agradecida, a huir de la queja y la comparación, y a recordar todas las bondades de Dios en tu vida. La comparación me hizo vivir desde la carencia y no desde la gratitud. Es como ponerse una venda: aunque haya amor alrededor, uno no lo percibe. Así que te animo: vive en gratitud, para que puedas apreciar todo lo que eres, lo que tienes, y aproveches el llamado hermoso que Dios tiene para ti.

Un recordatorio para el corazón

«Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús». -Filipenses 4:6-7

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Sobre el autor

Albelina Reyes de Hinojosa

Albelina Reyes nació en la República Dominicana y actualmente vive en México junto a su esposo Santiago Hinojosa desde el 2023 con quién disfruta compartir la Palabra de Dios y servir juntos para la expansión de Su reino. Disfruta de … leer más …

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