¡Al mundo paz!

Mientras la versión instrumental progresiva de «Al mundo paz» sonaba en alto, observé empleadas de la tienda quejándose, niños cansados gritando con gusto, parejas discutiendo, y compradores exigentes empujándose. No, no era un día de ventas especiales; este era un día de compras normal durante la época festiva. «Al mundo paz» se perdió en medio del caos navideño. Por la desesperación de traer a Cristo en el escenario, unos años atrás empecé mi propia tradición de compras.

No reservo esta actividad para las épocas festivas únicamente, me resulta conveniente durante todo el año. Al cruzar el estacionamiento para entrar al complejo de compras, empiezo a orar por aquellos con quienes me encontraré. Le pido al Señor que me dé una oportunidad de bendecirlos. Le pido que permita que la fragancia de Cristo impregne y sea evidente a otros (2 Corintios 2:14-16). Deseo que ellos puedan verlo y sean dirigidos a su realidad durante nuestros breves encuentros.

Por favor, no te lleves la idea de que cuando llego a una tienda estoy cargando mi «Biblia familiar» de diez libras y que empiezo cada conversación con un mensaje de «conviértete hoy». Para nada. Puede que ni siquiera tenga la oportunidad de mencionar Su nombre, pero siempre estoy lista si Él abre un camino para eso.

No, mi enfoque es un poco más indirecto. Es como un tipo de «juego de bendición». Si estás interesada en intentarlo, aquí hay algunas cosas que puedes hacer:

• Mira a las personas a los ojos y sonríe (a veces hasta te retornan la sonrisa).
• Busca por oportunidades de contrarrestar una atmósfera fría con calidez.
• Menciona qué bendición es ver una familia numerosa cuando te encuentres con una joven mamá cargada de bebés y compras.
• Inicia una conversación con la cajera y hazle saber que es apreciada.
• Ofrece tu ayuda amablemente a los ancianos o minusválidos si aparentan necesitar ayuda.
• Sonríe y agradece a aquellos que se ofrecen o te dan asistencia (¡las sonrisas tienen mucho valor en estos días!).

Desde que empecé esta práctica, he tenido numerosas oportunidades para ministrar a personas. Me he encontrado con muchas amistades que no había visto por mucho tiempo, y al contarme de los eventos de sus vidas, he tenido momentos breves de oración por ellos y les he ofrecido palabras de esperanza y aliento.

Es emocionante para mí pensar en todas ustedes, mujeres verdaderas, que se encuentran por el mundo visitando los centros comerciales en esta época, armadas con el propósito de esparcir el aroma de Cristo al hacer sus compras. ¡Me encantaría escuchar cómo estás llevando contigo el mensaje de «Al mundo paz» a través de tus paseos por las tiendas!