Agradecida por lo que aprendí de Ana

«E hizo voto y dijo: Oh Señor de los ejércitos, si tú te dignas mirar la aflicción de tu sierva, te acuerdas de mí y no te olvidas de tu sierva, sino que das un hijo a tu sierva, yo lo dedicaré al Señor por todos los días de su vida y nunca pasará navaja sobre su cabeza» 1ª Samuel 1:11.

Durante los últimos 6 años trabajé como coordinadora de seguridad y salud en el trabajo, y una de mis actividades más frecuentes era el hacer observaciones positivas cuando todo estaba bien y negativas cuando algo andaba mal. Todo esto demandaba de mí ser un ejemplo de lo bueno, lo cual no es tan fácil, y aprendí que «el ejemplo práctico habla más que nuestras palabras».

Por providencia de Dios nací en una familia disfuncional y en mi círculo familiar tuve pocos ejemplos de mujeres que influenciadas por la Palabra de Dios, abrazaran su llamado a ser madres. Cuando por Su gracia mi alma se rindió a los pies de Jesucristo, y llegué a la iglesia local no tenía idea de lo que eso significaba, ni mucho menos del propósito para el cual yo había sido creada.

Pero, Dios es tan bueno, que no nos deja en la ignorancia para siempre, y así con la sana doctrina expuesta en las predicaciones de mis pastores, llegó a mi vida el ministerio de Aviva Nuestros Corazones y ambos por el poder del Espíritu Santo abrieron mis ojos a una realidad que desconocía: mi rol como mujer en la familia, en la iglesia y en la comunidad.

Quedé embarazada un mes después de la boda y Dios me llevó al primer libro de Samuel, donde una hermana llamada Ana me enseñó, no solo la teoría sino la práctica de cómo luce una madre que vive a la luz de la eternidad. Ana se convirtió en un buen ejemplo para mí.

Hoy doy gracias a Dios por enseñarme a través de los consejos de las «Anas» de mi iglesia local, y por las que he conocido gracias al ministerio de Aviva Nuestros Corazones, quienes en su mayoría no se encuentran cerca de mí para tomar mi mano, pero cuyos testimonios, llamadas y mensajes han sido de aliento y ánimo para afrontar los retos de la maternidad. Muy especialmente doy gracias por el consejo recibido de las mismas Escrituras (Sal. 119:105; 2ª Tim. 3:16-17) y, en este caso, aquél recibido a través de la vida de Ana, la mamá de Samuel (1ª Sam. 1:20).

Doy gracias a Dios porque Ana:

  • Me motivó a orar por mi hijo desde antes de nacer. Por ejemplo, a pedirle al Señor que vea a mi hijo con ojos de misericordia y lo llame a Sus pies.
  • Me motiva a seguir orando aun cuando no obtengo respuesta a mis deseos. Como cuando mi esposo no alcanzó estar conmigo las horas antes de entrar a la sala de parto.
  • Me anima a confiar en que Dios escucha nuestra oración y responde. Dios tiene el poder para responder a tu oración, así tu oración sea tener un parto natural y/o poder brindarles a tus hijos lactancia materna.
  • Me enseñó que soy madre de Samuel no porque lo merezca sino por GRACIA.
  • Me enseñó que mi hijo no me pertenece, es del Señor, para Su servicio.
  • Me enseñó a no soñar con ver a mi hijo convertido en un «doctor importante» sino en un siervo de Dios.
  • Me abrió los ojos a una de las tareas más importantes de mi vida, la que realizaré desde mi hogar con mi hijo (nutrirlo de la Palabra) y que el momento de empezar a hacerlo, es desde que se escucha su primer llanto.

Ana no solo me enseñó y me dejó ejemplo de todas estas cosas, también me dejó un reto contracultural por el cual también estoy agradecida:

A permanecer con la mirada tan fija en el cielo, en lo eterno, que cuando llegue el tiempo de ver a mi hijo partir rumbo al llamado de Dios para su vida, no se me olvide que como ella oré al Señor diciendo que Samuel le serviría todos los días de su vida. Que mi egoísmo no me haga olvidar que mi hijo le pertenece al Señor.

Aunque no cuentes con una Ana cerca de ti y tampoco estés rodeada de mujeres que abracen la maternidad bíblicamente, no te desanimes, ve a las Escrituras, son suficientes para enseñarnos lo que necesitamos saber. La gracia del Señor es suficiente y está disponible para ayudarnos en cada etapa de nuestras vidas.

¿Podrías contar por quién estás agradecida? ¿Tienes ejemplos de mujeres que como Ana te hayan motivado en tu maternidad? ¿Qué opinas del reto que nos deja el ejemplo de Ana?

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Sobre el autor

Yuliana Fragozo Bermúdez

Yuliana Fragozo Bermúdez

La gracia y la misericordia de Dios la alcanzó cuando se encontraba sedienta buscando agua en un pozo. Esa misma gracia inmerecida le permitió casarse con Andrés Aguilar, quien es uno de los pastores fundadores de la Iglesia Cristiana Vida … leer más …


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