Meditando sobre lo que las Escrituras dicen acerca de ser una ayuda adecuada (o ayuda idónea), Dios me ha mostrado que muchas veces en mi vida diaria no soy una ayuda para mi esposo. Al hablar con otras mujeres he descubierto que no soy la única. Si me preguntas: «¿Qué es ser una ayuda adecuada?», podría darte una respuesta basada en la Biblia y señalar lo que debe ser; sin embargo, el verdadero desafío surge cuando el pecado que aún habita en mí me ciega, y ya sea de manera consciente o no, actúo de manera opuesta a lo que Dios espera de mí como esposa.
¿Te ha pasado que conoces la teoría, pero a veces fallas al ponerla en práctica?
Sé que esto nos ocurre a muchas, aunque a veces cueste admitirlo. Pensamos que nuestros esposos deberían estar satisfechos con lo que ya hacemos: lavar su ropa, cuidar a los niños, mantener la casa en orden, preparar la comida, etc. ¿Qué más podrían pedir? ¡Eso es una gran ayuda! Y aunque, evidentemente lo es, olvidamos que ser ayuda es mucho más que todo eso.
Este tipo de pensamiento suele llevarnos a la frustración, especialmente en aquellos días en los que el pecado nos lleva a enfocarnos más en las debilidades de nuestros esposos, viéndonos a nosotras mismas como «súper esposas» que hacen mucho más de lo que deberían; sin embargo, este enfoque refleja una visión centrada en nosotras mismas, en lugar de en el propósito para el cual Dios nos creó.
Creo que nos hemos familiarizado tanto con los capítulos 1 y 2 del libro de Génesis que, en ocasiones, no nos detenemos a meditar profundamente sobre todo lo que Dios hizo durante los seis días de la creación, ni a pensar con calma en el propósito detrás de todo. Dios preparó un hogar hermoso y perfecto para aquellos que serían Su pueblo: Adán y Eva.
Adán fue designado por Dios como la autoridad y proveedor del hogar, mientras que Eva fue creada por Dios para ser la compañera adecuada, quien ayudaría a su esposo a cumplir el propósito y el llamado de Dios para su vida.
Sin embargo, como se menciona en el capítulo 2 del libro «Mujer Verdadera, El maravilloso diseño de Dios para ti»: «El diseño de ser ayuda es extraño en nuestra época, y estar bajo autoridad es ofensivo en un mundo caído y relativista».
Por eso es necesario que nos detengamos un momento y meditemos juntas: ¿De quién fue la idea de crear a Eva? ¿Con qué propósito fue creada por Dios? ¿Para quién fue creada Eva?
Vayamos a la Biblia para encontrar las respuestas:
«Entonces el Señor Dios dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; leharé una ayuda adecuada”. Y el Señor Dios formó de la tierra todo animal del campo y toda ave del cielo, y los trajo al hombre para ver cómo los llamaría. Como el hombre llamó a cada ser viviente, ese fue su nombre. El hombre puso nombre a todo ganado y a las aves del cielo y a todo animal del campo, pero para Adán no se encontró una ayuda que fuera adecuada para él. Entonces el Señor Dios hizo caer un sueño profundo sobre el hombre, y este se durmió. Y Dios tomó una de sus costillas, y cerró la carne en ese lugar. De la costilla que el Señor Dios había tomado del hombre, formó una mujer y la trajo al hombre». -Génesis. 2:18-22 (énfasis añadido).
- Fue idea de Dios crear a Eva. Después de crear al hombre, fue Dios mismo quien identificó que algo no estaba bien y, en Su sabiduría, decidió crear a Eva a partir de una de las costillas de Adán, proporcionando así la ayuda que él necesitaba. Ambos fueron creados a Su imagen (Gn.1:27), con el mismo valor y dignidad, pero con roles diferentes. Tan detallista fue, que primero creó un hermoso jardín, con todo lo que necesitaban para vivir en paz, en una relación armoniosa con Él y con Adán.
- Eva fue creada para ser una ayuda adecuada (ayuda idónea). Aunque, en la actualidad, este concepto pueda resultar chocante e incluso ofensivo para muchas mujeres, la realidad es que Dios creó a Eva para ser una ayuda idónea para Adán, apoyándolo en el llamado de llenar y gobernar la tierra. Dios te ha creado a ti, hermana, con el propósito de ser ayuda. Te diseñó con la capacidad de extender tus manos para sostener, asistir, apoyar, socorrer, acompañar y auxiliar a los demás, especialmente a tu esposo, si estás casada. ¡Ser ayuda es don de Dios!
Dios puso a Eva al lado de Adán para que juntos cumplieran Su voluntad. Eva fue diseñada para ser su ayuda y complemento, sometida a su autoridad y respetando su liderazgo (Gn. 1:28; 2:16-17).
Has sido llamada por Dios para ser la ayuda de tu esposo, apoyándolo en su liderazgo tanto en el hogar como en cualquier lugar donde Dios lo coloque. Debes estimularlo con amor y respeto para que cumpla la voluntad de Dios, tal como está revelado en Su Palabra. Esto no significa consentir su pecado, sino aconsejar y exhortar con verdad y amor siempre que sea necesario.
¿Te diste cuenta de algo importante? No fue Adán quien asignó a Eva como su ayudante; esa tarea fue encomendada directamente por Dios. Este propósito divino debe ser recibido con gozo y agradecimiento en nuestro corazón, ya que, por Su gracia, nos permite a las mujeres (tanto solteras como casadas) reflejar uno de Sus atributos: el de ser Ayudador.
Recuerda, fue Dios quien eligió a tu esposo como tu autoridad, y a ti te eligió para ser su ayuda.
- Eva fue creada para Adán, así de simple. Dios la tomó y se la entregó a él, estableciendo así el primer matrimonio (Gn. 2:24). Tú también fuiste creada para tu esposo, quien es el único con quien eres una sola carne. Disfruta de esa unión, respétalo, sométete a su liderazgo y sé su complemento. ¿Reflejan tus decisiones y tu dedicación hacia tu esposo el hecho de que has abrazado esta verdad en tu corazón? ¿Qué opina tu esposo?
Todo era tan hermoso: un Dios cercano que tenía comunión con el hombre, que les proveyó todo lo necesario para vivir y ser felices, un esposo líder y una esposa como ayuda idónea, pero todas sabemos que llegó un día oscuro, donde todo lo perfecto y bueno se vio empañado por el pecado. Eva decidió socavar la autoridad de su esposo al tomar una decisión terrible para su familia, al no creerle a Dios, siendo engañada por la serpiente. Por su parte, Adán decidió no ejercer su liderazgo piadoso, eligiendo escuchar la voz de su esposa e ignorar la de Dios. Desde entonces, toda relación armoniosa terminó: la del hombre con Dios y la del hombre con la mujer (lee Gn. 3).
Hasta el día de hoy seguimos viviendo las consecuencias de esa decisión, cuando Eva, en lugar de ser la ayuda que Dios había diseñado, se convirtió en un obstáculo para que su esposo cumpliera la voluntad de Dios. Desde entonces, ejercer el rol de ayuda se complicó, no por el llamado en sí, sino por el pecado que afecta nuestras vidas; sin embargo, es importante recordar que en Génesis 3:15 Dios nos abrió una gran puerta de esperanza.
¿Qué estuvo mal? El pecado.
¿Qué hizo Dios? Prometió y envió a la Simiente que nacería de la mujer y que heriría la cabeza de la simiente de la serpiente. Jesucristo, nuestro Salvador, puso fin a la enemistad que existía entre Dios y el hombre pecador arrepentido. Además, envió a Su Espíritu, quien aplica la salvación y también es nuestro Consolador y Ayudador. Él es nuestra guía y apoyo en el desempeño de esta tarea tan especial: ser una ayuda adecuada para nuestros esposos. El Espíritu nos capacita para obedecer a Dios, incluso cuando nos cuesta.
Formas prácticas para ser una buena ayuda
En Génesis 3, Eva nos dejó un mal ejemplo a seguir, y claramente no debemos repetir sus pasos. A continuación te comparto algunas maneras en las que puedes honrar a Dios siendo una buena ayuda para tu esposo.
- Sé una buena influencia para tu esposo, ayudándolo a cumplir la voluntad de Dios. Sé una mujer de la Palabra, que lo aconseja con la verdad de Su Palabra.
- No te dejes engañar por aquellos que susurran a tus oídos y te llevan a desconfiar de Su Palabra. Sé fiel a Dios, aunque no recibas los aplausos del mundo.
- No te dejes engañar por tu corazón en los momentos de frustración, cuando pienses que tu trabajo como ayuda no es importante. Pon tu mirada en Aquel que te dio el don de ser ayuda. Él es también tu Ayudador.
- Busca el bien de tu esposo, sométete a él y respétalo. Cuando abrazas tu diseño como ayuda, unida al hombre, muestran al mundo una imagen más completa de cómo es Dios.
- Piensa en el llamado que Dios le ha hecho a tu esposo (por ejemplo, ser pastor, en mi caso), apóyalo y colabora con él en la tarea que Dios le ha asignado.
- Afirma el liderazgo de tu esposo. Pídele consejo y ponlo en práctica.
- Antes de tomar decisiones, pide su opinión y no le informes sobre lo que ya has decidido hacer. Procura con diligencia escuchar lo que él piensa antes de comprometerte con algo.
- Ofrécele tu consejo y ora para que Dios lo guíe.
- Evita quejarte de él frente a los demás y no lo cuestiones en público.
- Guarda silencio y ora. A veces, la mejor manera de ser su ayuda es permaneciendo en silencio y orando por él. Pide sabiduría a Dios para discernir cuándo es apropiado hablar. Te daré una pista: si estás enojada, no lo digas, ora.
- Estudia a tu esposo, reconoce sus debilidades y sugiérele de manera creativa formas de fortalecerse en el Señor.
- Decide perdonarlo siempre que peque contra ti, extendiéndole la gracia que Dios te ha extendido a ti.
Sé que lo que Dios nos manda puede ser difícil, especialmente cuando se trata de un esposo no creyente que no tiene interés en obedecer a Dios; sin embargo, Dios nos da instrucciones y esperanza a través de Su Palabra (1 Pd. 3:1-5). Obedece a Dios y deja que Él obre en la vida de tu esposo. No intentes cambiarlo, porque eso no funcionará.
Hermana soltera, tú también fuiste creada para ser ayuda. Extiende tus manos a todos aquellos que te rodean, siendo una ayuda (con prudencia) en las diferentes relaciones con los hombres en esta etapa de tu vida.
Hermana casada, te invito a acercarte a tu esposo y preguntarle si realmente estás siendo la ayuda que él necesita, y luego pregúntale cómo podrías hacerlo mejor.
¡Que Su gracia nos ayude a abrazar con gozo y un corazón obediente este llamado divino!
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