El llamado de una Mujer Verdadera

Escrito por: Yeimy de Robainas

«Acercándose Jesús, les dijo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra.Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado; y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”». -Mateo 28:18-20

En este texto, conocido como la Gran Comisión, está muy claro el mandamiento de Cristo de hacer discípulos de todas las naciones. Aquí encontramos la esencia del discipulado: vivir y enseñar a otros a guardar todas las cosas que el Señor Jesús nos ha mandado. Es acompañarnos y caminar juntas en el peregrinaje por este mundo hacia casa, a la ciudad celestial. Es seguir unidas a nuestro Señor Jesucristo sin volver atrás.

Pero, ¿cómo llevamos a cabo ese discipulado? ¿Cómo podemos ser intencionales en cumplir con la gran comisión de Jesús? Según Tito 2, para nosotras, como mujeres, el discipulado se da en el contexto de una relación de mujeres que discipulan a otras mujeres. Las mujeres mayores están llamadas a mentorear y enseñar en la fe a mujeres más jóvenes.

«Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su conducta, no calumniadoras ni esclavas de mucho vino. Que enseñen lo bueno, para que puedan instruir a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, aquesean prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada». -Tito 2:3-5

Este discipulado en Tito 2 es una de las enseñanzas que Aviva Nuestros Corazones nos ha transmitido con pasión. A lo largo de los años y por la gracia de Dios, este ministerio ha sido fiel en enseñar el corazón del Señor en el discipulado de mujer a mujer: entregar el legado de la feminidad bíblica a las próximas generaciones. 

Las mujeres creyentes estamos llamadas a ser esa discípula o mujer mayor para otra hermana. Por lo tanto, tenemos la responsabilidad de ser intencionales en cumplir nuestra parte, dentro de la Gran Comisión. En medio de las numerosas actividades y responsabilidades de cada día, necesitamos estar atentas a las oportunidades; buscar formas de discipularlas y entrenarlas en su caminar con Cristo. Este discipulado va a requerir esfuerzo, sacrificio y constancia de nuestra parte para llevarlo a cabo. No es un llamado fácil. Así como el centro mismo del discipulado, implica morir a nosotras mismas para servir a nuestro Señor Jesús y a nuestras hermanas. Sin embargo, las bendiciones que resultarán de nuestra obediencia, los frutos que podrán ser cosechados de la siembra de la Palabra de Dios en sus corazones, sobrepasarán eternamente todos nuestros trabajos y sacrificios. 

A continuación, quisiera compartirte algunos consejos prácticos con el propósito de ser intencionales en este llamado. Deseo que estas ideas te ayuden a acercarte a tus hermanas y acompañarlas con amor, instrucción, gracia, consuelo y paciencia, apuntándolas siempre a Jesús con nuestras enseñanzas y vidas.

1. Recuerda y ora

Como mujeres, y de acuerdo a la etapa de vida en la que nos encontremos, tendremos diferentes prioridades establecidas por Dios. Ten presente y recuerda que el discipulado a tus hermanas es una prioridad dentro del ministerio de la iglesia de Cristo. Así que, agéndalo en tu horario; que esté presente en tu calendario, que sea parte de tu día y de tu vida. Ora a Dios. No puedes hacerlo sola. ¡Y no estás sola! Cristo dijo que estará con nosotras todos los días hasta el fin del mundo. 

Necesitas depender del poder de Su Espíritu Santo y de Su Palabra. Solo Dios te puede dar las fuerzas y la gracia que requieres para esta misión, y desea dártelas. Sé fiel y diligente en acudir a Él cada día. Recuerda que tú siembras o riegas, pero es el Señor quien da el crecimiento (1 Cor. 3:6). El único que transforma corazones es Dios. 

Ruégale que abra tus ojos para ver sus necesidades y las oportunidades que hay para acompañarlas; que te permita crear diferentes formas de llegar a ellas, enseñarlas y guiarlas a Jesús. Ora por ellas y con ellas. Esos tiempos crearán una conexión profunda entre ustedes, un conocimiento mayor de ambas, y el compañerismo y amor como cuerpo de Cristo que tanto necesitamos para crecer y madurar en la vida cristiana (Ef. 5:11-16).

2. Planifica y comparte

Busca formas de compartirles la Palabra del Señor, así como recursos de sana doctrina. Puedes hacer un plan de contenido para organizar los recursos que desees estudiar y hacer uso de los conocidos grupos de WhatsApp

En Aviva Nuestros Corazones encontrás artículos y audioblogs de diferentes temas, en los blogs de Mujer Verdadera, Maestra Verdadera y Joven Verdadera. También, puedes acceder al pódcast diario y al pódcast Que amen a sus hijos , donde madres ancianas enseñan a mamás más jóvenes a vivir con gozo el llamado de la maternidad. 

3. Lean juntas la Palabra de Dios

Para esto, puedes usar los planes de lectura bíblica Mujer Verdadera 365. Este año lo estoy compartiendo con mis hermanas tanto de mi iglesia local como con otras mujeres de otras provincias y países. ¡Qué hermoso y reconfortante es poder animarnos unas a otras! 

Es grato ver sus rostros, oírlas y leer en sus mensajes su perseverancia y su deseo de seguir conociendo a Dios, aclarar las dudas que presenten, compartir lo que el Señor nos enseña, y cómo Su Palabra viva y eficaz en verdad aviva nuestros corazones (Heb. 4:12). Luego, en la iglesia, conversamos y tenemos oportunidades de poner en práctica lo que el Señor nos va enseñando.

4. Crea grupos de estudio bíblico

Crear grupos para estudiar un libro de la Biblia e interactuar con otras hermanas en persona es un espacio perfecto para el discipulado de mujer a mujer. En mi iglesia local nos reunimos una vez al mes para tener estos tiempos. Este recurso ha sido un maravilloso medio de gracia de parte de Dios. Me ha permitido conocer mejor a mis hermanas, ser vulnerable y conocida por ellas, compartirles mis propias luchas y áreas débiles, disponerme a escucharlas y estar atenta a sus corazones. 

Juntas nos colocamos bajo la autoridad de la Palabra y vamos todas a Jesús. Oramos a nuestro Padre y crecemos en Su gracia y conocimiento. Exponemos nuestras cargas y temores e intercedemos unas por otras, por la iglesia y por las necesidades de otros. Pero también, celebramos los momentos de crecimiento y progreso en la fe. Somos confrontadas y retadas a continuar corriendo la carrera de la fe con paciencia, y somos edificadas en el amor y la esperanza del evangelio de Cristo. De aquí salen también oportunidades especiales para conversaciones posteriores más profundas. 

Aviva Nuestros Corazones tiene estudios bíblicos muy completos que puedes seleccionar para usar.

5. Organiza clubs de lectura y lean libros de diferentes temas

Me encantan los clubs de lectura. Éstos pueden ser de libros de feminidad bíblica o de diferentes temas sobre vida cristiana y crecimiento espiritual. Puedes crear un plan para leer cada capítulo, y en sus encuentros, compartir los puntos principales y sus aplicaciones para ustedes. 

En mi iglesia estamos leyendo el libro: «Atrévete a ser una mujer conforme al plan de Dios», este libro fue escrito por varias autoras y editado por Nancy DeMoss Wolgemuth. Habla de nuestra feminidad, según el propósito de Dios y para Su gloria, e incluye temas sobre la mujer como ayuda idónea, la soltería, el rol de la maternidad, la sumisión bíblica, nuestra relación con Dios como Padre y nuestro llamado de Tito 2 de mentorear a otras mujeres. Si no lo has leído aún, te lo recomiendo; te equipará para nutrirte y alimentar a otras con estos mensajes contraculturales, repletos de la verdad que está en Jesús (Jn. 14:6).

6. Conecta con ellas de forma cercana y personal

Acércate a ellas, no solo para tratar temas de estudio teológico, sino para conocer sus corazones, escuchar sus pensamientos, saber sus anhelos y preocupaciones. Pregunta sus necesidades de oración. Cultiva una relación cercana con ellas. Aprovecha los tiempos de comunión en la iglesia para conversar y compartir un café o un té después de los servicios. Hablen de su día a día y de sus retos en lo cotidiano, con sencillez y humildad. Préstales atención y muestra comprensión. En la semana, envía mensajes de texto o de voz que te ayuden a seguir presente y conectada con ellas.

7. Ayúdense de forma práctica

Una forma oportuna de practicar lo que van aprendiendo juntas es ayudarse unas a otras. El discipulado intencional busca maneras de vivir las enseñanzas y la vida de Jesús de forma palpable y real. Si hay hermanas con alguna necesidad de salud o económica en la que puedas servir, hazlo (Heb. 13:16). Convoca a tus discípulas a servir también y a ayudar a los más necesitados. Estimúlense al amor y a las buenas obras (Heb. 10:24). Invítalas a visitar a otras. Preparen una bolsa, y en ella lleven lo que cada una pueda aportar (Heb. 2:42-46). Aun en medio de la escasez, el Señor siempre bendice estos esfuerzos para Su gloria y multiplicará Su provisión (2 Cor. 9:8). Que nuestros corazones no se endurezcan, ni sean estrechos, sino que sean sensibles y ensanchados ante la maravillosa gracia que hemos recibido en Cristo para amar y servir a otros (2 Cor. 5: 14-15; 6:10-13).

8. Sé un ejemplo para otras de una vida como discípula de Cristo

Modela la obediencia a Cristo. Sigue a Jesús como Su discípula. Busca y recibe el discipulado de otras hermanas piadosas hacia ti. Aprende de estas mujeres. Que tus discípulas puedan ver el modelo de Tito 2 reflejado en tu vida. De nada vale discipular a otras mujeres con tus palabras si tu vida no es un ejemplo de seguir a Jesús (Stg. 1:22-25). En primer lugar, necesitamos estar dispuestas a negarnos a nosotras mismas, tomar nuestra cruz cada día y morir, para que la vida de Cristo pueda manifestarse en y a través de nosotras (Lc. 9:23-24).

Nuestras agendas siempre están llenas, pero no esperes a que se desocupen para discipular a otras. Recuerda que este es el deseo y el propósito del Señor. Sé intencional y construye esos momentos, ya sea de forma más creativa o de manera muy sencilla. ¡Ánimo! Jesús está con nosotras y nuestras hermanas hasta el fin. ¡Que el Señor nos ayude! 
 

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