Cuando era pequeña mi día ideal en la temporada de fin de año, era el tan esperado “día de los aguinaldos”, con emoción deseaba poder abrir junto a mis hermanas los obsequios soñados durante todo el año. Mientras avanzaba en edad y me hacia una adolescente, mi motivación dejó de centrarse en los juguetes para centrarse en mi atuendo, y la preocupación de esos días giraba alrededor de la pregunta: ¿Qué vestuario usaré? En mi cabeza iniciaba un plan estratégico para lograr vestirme a la moda, con ropa de marca y lucir agradable a los demás, que gran experiencia era escuchar: ¡Qué bien te ves! ¿Dónde compraste tu ropa? (hoy recordarlo me causa risa).
Por la misericordia asombrosa de Dios, al alcanzarme y acercarme más a Él por medio de la exposición clara de las Escrituras, pude entender que, en este caso específico, nada de lo que haga o use, tiene valor o me hace más valiosa sino glorifica y magnifica el nombre de nuestro Señor Jesucristo. La Palabra de Dios dice en 1 Corintios 10:31 Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.
Hoy por gracia comprendo que el propósito de esta vida no es agradarse a sí mismo ni agradar a los demás (Gálatas 1:10), pues no nos pertenecemos, hemos sido comprados por un alto precio, la sangre de Jesús (1 Corintios 6:20), y reconociendo que no he alcanzado la meta en este tema, sé que la motivación de nuestros corazones en esta y todas las temporadas, debe ser exaltar a Cristo, propósito para lo cual fuimos creadas. Con esto no quiero que piensen que es pecado planear ir de compras y lucir bien (siempre y cuando se cuenten con los recursos), lo pecaminoso es hacerlo con la motivación equivocada: Para que otros me vean; para ostentar mi posición económica y/o competir con nuestros familiares, vecinos, amigos y hermanos de la iglesia.
Dios a través de su Hijo Jesucristo nos ha vestido de justicia y vestidas así nos exhorta a que nuestro atavío sean las buenas obras (1 Timoteo 2:9-10), aquellas que Él mismo preparó para que caminemos por ellas para gloria y alabanza de Su nombre (Efesios 2:10).
Pidamos a Dios sabiduría y guía para que en esta temporada nuestro engañoso corazón no se incline a cambiar la gloria de Dios por buscar la propia.
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Mateo 5:16
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