¿Realmente Dios espera que los homosexuales se mantengan castos?

Uno de los temas principales que la comunidad homosexual ha levantado contra la iglesia es que consideran injusto que ésta espere que los homosexuales lleven una vida de gozosa castidad.

Sucede que tengo algunas cosas en común con aquellos cristianos que luchan con deseos homosexuales. Tengo 43 años, nunca me he casado, soy virgen heterosexual. En otras palabras, también se me ha confinado a vivir en castidad.

Y el mundo ha continuado girando sobre su eje.

Como soltera con un poco de experiencia, permíteme compartir cinco reflexiones sobre cómo se vive una soltería cristiana:

1. Me mantengo casta porque sigo a Jesucristo.

En pleno año 2015, la castidad no es la norma. La mayoría de las personas no piensan que es natural y muchos podrían relacionar mi mal genio con mi decisión de permanecer casta: demasiada energía acumulada. ¿Quién sabe? Todo lo que sé es que soy seguidora de Jesús. Y esto significa que vivo para complacerlo a Él. Es a Él a Quien he rendido mi vida. Lo que Él dice, eso quiero hacer. Donde Él me dirija, quiero ir. Punto.

2. Me mantengo casta porque la Biblia me lo ordena.

Sí, aunque no lo creas, Dios tiene completa autoridad sobre mi vida, y Él me dice en Su Palabra exactamente lo que quiere de mí. ¿Obedezco siempre de manera perfecta? No, y Le agradezco por Su Gracia. ¿He fallado en el área de la lujuria? Puedes leer mi libro Thrive (sólo en inglés) y conocer la historia completa. Pero al final, me mantengo en castidad porque Dios me ordena, en Su Palabra, vivir así como una soltera seguidora de Jesús.

3. Me mantengo casta, y es un paso de obediencia costoso.

No creas ni por un segundo que mantenerme casta me resulta natural. No lo es. Sino que es una decisión que he tomado haciendo uso de mi voluntad no de mis emociones, porque he entregado mi vida a Alguien que demanda completa lealtad.  Si no entiendes la exigencia de Jesús de negarte a ti misma y tomar tu cruz, entonces debes reevaluar si eres una verdadera seguidora de Jesús.

4. Me mantengo casta, y puede que esta condición nunca cambie.

Entiendo completamente lo que puedes estar pensando: Mi situación es mejor que la del cristiano que lucha con deseos homosexuales porque en principio yo podría tener relaciones sexuales legítimas con alguien del sexo opuesto si llegara a casarme.  Si llegara a. O como diría Jen Hatmaker "Por el amor." “He estado comprometida dos veces, y créeme cuando te digo que hay más probabilidades de que un cristiano con atracción hacia el mismo sexo se case con alguien del sexo opuesto que las que yo pudiera tener en este punto de mi vida. Y mi padre coincide en esto”.

5. Me mantengo casta y esto glorifica a Dios muchísimo.

Hay algo más valioso que un orgasmo. Hay satisfacción más allá del plano físico. Hay un Tesoro que vale la pena tener que es más rico y más valioso que cualquier satisfacción inmediata.

Sí, lo mejor que te puede suceder es creer que Dios es glorificado cuando le das más valor a una relación con Él que a una experiencia sexual temporal.

Así que ahí lo tienes. ¿Qué piensas sobre la castidad y el plan de Dios para Sus seguidores? ¿Es justo?

----¡Déjanos tu comentario y únete a la conversación!----

Este artículo procede del Ministerio Aviva Nuestros Corazones ® www.avivanuestroscorazones.com

El material publicado en esta página se encuentra disponible para ser compartido gratuitamente, en cuyo caso, agradecemos su integridad al citar la fuente en respeto a nuestros derechos de autor.

Ayúdanos a llegar a otras

Como ministerio nos esforzamos por hacer publicaciones de calidad que te ayuden a caminar con Cristo. Si hoy la autora te ha ayudado o motivado, ¿considerarías hacer una donación para apoyar nuestro blog de Mujer Verdadera?

Donar $3

Sobre el autor

Lina Abujamra

Lina Abujamra

Lina es doctora pediatrica en sala de emergencias en Chicago y directora del ministerio de mujeres en su iglesia, Harvest Bible Chapel, Rolling Meadows Campus. Ella es la autora de LivingWithPower.org donde proporciona verdades bíblicas para la vida cotidiana.


Únete a la conversación