Cuando mi control anula a mi esposo
Débora: Shannon Popkin ha notado una tendencia pecaminosa en la que caen muchos esposos y esposas.
Shannon Popkin: Nuestros corazones están inclinados a tener, mantener y tomar el control, y la inclinación de nuestro esposo es a menudo la pasividad.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Rendición: El corazón en paz con Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 30 de julio de 2025.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Continuamos hoy nuestra conversación con Shannon Popkin, ella es esposa, madre y escritora.
Ella escribe para el blog de Mujer Verdadera. Si no has visitado nuestro blog, puedes hacerlo en AvivaNuestrosCorazones.com. Shannon y muchas de nuestras colaboradoras han escrito artículos maravillosos para las mujeres en todas las etapas de la vida, así que hay mucha sabiduría allí.
Y, Shannon, tú has sido parte de nuestro …
Débora: Shannon Popkin ha notado una tendencia pecaminosa en la que caen muchos esposos y esposas.
Shannon Popkin: Nuestros corazones están inclinados a tener, mantener y tomar el control, y la inclinación de nuestro esposo es a menudo la pasividad.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Rendición: El corazón en paz con Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 30 de julio de 2025.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Continuamos hoy nuestra conversación con Shannon Popkin, ella es esposa, madre y escritora.
Ella escribe para el blog de Mujer Verdadera. Si no has visitado nuestro blog, puedes hacerlo en AvivaNuestrosCorazones.com. Shannon y muchas de nuestras colaboradoras han escrito artículos maravillosos para las mujeres en todas las etapas de la vida, así que hay mucha sabiduría allí.
Y, Shannon, tú has sido parte de nuestro ministerio durante años al escribir para nuestro blog. También has escrito el libro del que hemos estado hablando esta semana y que pienso que toca un tema que es muy profundo, personal e importante para todas nosotras como mujeres, en particular.
El título de tu libro es ¡No seas una mujer controladora!: Siete mujeres de la Biblia que te enseñan a rendir el control a Dios. Aprecio lo vulnerable y honesta que eres sobre tu propia batalla con el control y cómo esa lucha, en esa área, te llevó a la Palabra de Dios, que es a donde deberían llevarnos todas nuestras batallas para encontrar respuestas.
Así que gracias por dejar que Dios trate contigo en esta área tan difícil. ¡Y gracias por escribir sobre esto! Es un mensaje que creo que todas necesitamos de diferentes maneras.
Imagino que las mujeres que han estado escuchando esta conversación quizás tengan algunas preguntas, o quizás alguna reacción de rechazo. Y nos encanta tener estas conversaciones para que nuestras oyentes se sientan involucradas, identificadas, como si estuvieran sentadas aquí con nosotras.
Creo que, a veces, pensamos: Si no voy a ser una mujer controladora (y tú mencionas que el antídoto es la rendición), eso significa que tengo que ser una mujer callada, tranquila, sin opiniones, tonta, o algo así. Pero eso no es lo que estamos diciendo.
Shannon: No, para nada. Dios no nos creó para ser así. No puedo ser esa persona, ¡aunque quisiera! Sin embargo, creo que es un cambio nuevo, en lugar de ser persistentemente obstinadas y testarudas en nuestros propios puntos de vista o nuestros propios ideales…
Nancy: Que, por cierto, es a lo que el mundo nos empuja. Incluso se considera una virtud hoy en día el defender, insistir, pelear y presionar. «¡Habla por ti!», es una frase popular. «¡Si no te defiendes, nadie lo hará!». Esos son los mensajes que recibimos constantemente. Pero lo que esos mensajes están diciendo es diferente al mensaje de Dios para nosotras.
Shannon: ¡Totalmente! Cuando tomamos esas actitudes que el mundo celebra, ese dogmatismo prepotente, cuando las llevamos a nuestros hogares, a nuestras familias, a nuestro lugar de trabajo, a nuestras relaciones y a nuestra iglesia, simplemente crean tensión. Crean distancia. ¡Las personas se alejan!, y no nos dicen lo que realmente piensan.
Nancy: Porque tienen miedo de hacerlo.
Shannon: Así es. No creamos el ambiente de paz que esperamos cuando intentamos tomar el control.
Nancy: Y el Señor comenzó a mostrarte mujeres de las Escrituras en cuanto a este tema. La primera fue Eva. Cuéntanos cómo fue que pensaste en ella en relación con el control.
Shannon: ¡Es algo que no se me olvida! Estaba pintando el área de lavado de mi casa mientras escuchaba un sermón de John Piper. Él estaba hablando acerca de la maldición en Génesis 3. Mencionó esta pequeña frase que está en el versículo 16: «Tu deseo será para tu marido». La Nueva Traducción Viviente lo dice así: «Desearás controlar a tu marido...».
¡Para mí fue como si me hubieran diagnosticado una enfermedad degenerativa! El pastor John Piper estaba explicando que existe un deseo que hemos heredado de Eva, este deseo de tomar el control. Yo no había entendido eso antes ni lo había comprendido.
Ahora ya no me extraña por qué había sido una esposa y una madre tan horrible al intentar controlarlo todo.
Tampoco es de extrañar que no pudiera soltar el control. Y con razón, cuando ese deseo brotaba dentro de mí, ¡me convertía en la persona que no quería ser! Y precisamente porque heredé ese deseo como resultado de la Caída, no es un buen deseo.
Nancy: De hecho, Eva no se propuso tener este desorden disfuncional que ella transmitiría a toda la raza humana. Cuando vio por primera vez el fruto, se veía bien, era atractivo, apetecible y parecía que ofrecía algo que ella no tenía, que era ser como Dios.
¿Y no es eso una batalla por el control? ¿No comenzó el pecado original con una batalla por el control? Dios dice, en efecto, con la maldición: «¿Quieres tener el control? Vas a pasar el resto de tu vida tratando de gobernar a tu esposo, a tu familia, tus circunstancias, el mundo. Vas a intentar ser como Dios».
Así que, la maldición que hemos heredado es la maldición del pecado, que es un impulso de querer ser nuestro propio dios, y ser «dios» sobre todo y sobre todos los demás que nos rodean.
Shannon: Absolutamente. Es como si Dios dijera: «¿Quieres tomar el control? Voy a dejar que seas tú quien controle». Si retrocedemos en el tiempo hasta antes de que Adán y Eva comieran del fruto, es interesante que Dios pusiera este árbol en medio del jardín.
Cuando no quiero que mis hijos tengan algo, no lo pongo en medio de la encimera o de la mesa. ¿Por qué Dios hizo eso? Pienso que probablemente el árbol planteaba una pregunta que Dios les hacía mientras ellos, diariamente, pasaban por el árbol: «¿Vivirás en tierna entrega a Mí mientras ves este árbol, mientras disfrutas del resto del jardín?».
Esta era la única regla que Él tenía para ellos: «¡No coman de este fruto!». Pero Dios no puso la fruta a tres metros de altura y cubierta de espinas, sino que la dejó colgando, hermosa, a la luz del sol.
Era como si Dios les estuviera preguntando: «¿Tendrán contentamiento en que Yo sea Dios y vivirán rendidos a Mí?». Y bueno, ya conocemos el resto de la historia. Eva no se contentó con eso, sino que tomó el fruto. Y recibió la consecuencia de Dios.
Ahora, ese deseo, esta inclinación de nuestros corazones a querer el control, es algo con lo que vivimos hoy. Es el resultado de la Caída, es la consecuencia de la maldición.
Nancy: Y muchas veces, ese anhelo, ese impulso en nosotras de tener el control, es la sensación de que tal vez Dios nos está ocultando algo. A veces, cuando sentimos que Dios nos está quitando u ocultando algo, en realidad está tratando de protegernos de algo que no podemos ver ni imaginar.
Shannon: Correcto. Hace años, mi esposo recibió una oferta de trabajo y estábamos muy entusiasmados con eso. Íbamos a mudarnos a este nuevo lugar, e incluso teníamos nuestra casa en venta. Pero entonces, el empleador retiró la oferta.
Esto frustró a mi esposo porque estaba muy insatisfecho con su trabajo en ese momento. Yo traté de levantarle el ánimo, le cité versículos de la Biblia y traté de controlar sus sentimientos. Me sentía como: «¡No voy a ser capaz de lidiar con esta situación!».
Nancy: «¡Mis hombros no son lo suficientemente grandes para cargar con esto!».
Shannon: No lo son. La pregunta en mi mente era: «¿Por qué, Dios? ¿Por qué permitiste esto? ¿Por qué primero nos das algo que parecía tan bueno, y luego nos lo quitas?».
Años más tarde, una amiga me llamó. El esposo de esta amiga había organizado la entrevista entre mi esposo y este nuevo empleador. Ella me llamó y me dijo: «¡Shannon, Dios los protegió!». Algunas cosas habían salido a la luz con este empleador.
Con el tiempo nos enteramos de que era un hombre deshonesto y tiene acusaciones de agresión sexual en su contra. En aquel momento, cuando tuvimos la oferta de trabajo, me pareció el empleador perfecto para mi esposo porque parecía un hombre piadoso.
Pensé que había sido la respuesta a mi oración y que mi esposo tendría este mentor piadoso. A mí me parecía perfecto, pero Dios tenía una perspectiva mucho más amplia. Creo que Él nos llevó justo a esa situación para que yo pudiera aprender algo acerca de lo limitada que es mi perspectiva.
Pude aprender a confiar en un Dios que tiene el control de las situaciones. Yo ni siquiera puedo ver más allá del próximo obstáculo pequeño, ¡pero Dios ve más allá de las montañas más altas! Él ve todo el panorama de lo que está haciendo en mi vida y en todas las vidas que nos rodean.
Nancy: Y eso nos lleva de nuevo a la fe, a la confianza, de creer que Dios está a cargo.
Shannon: Absolutamente.
Nancy: Él es bueno. Él sabe lo que hace. Él no comete errores. Yo no tengo que arreglarlo todo, o nada, o hacer las cosas como yo creo que deben hacerse.
Ahora, cuando hablamos especialmente en el contexto del matrimonio, de rendirnos a la voluntad de Dios, de confiar y esperar en Él, creo que una pregunta que invariablemente surge es: «¿Qué pasa si mi esposo no está dando un paso adelante? ¿Y si está haciendo lo que hizo Adán en Génesis 3, que es, más o menos, nada?».
Pienso que quizás muchas mujeres son más extrovertidas, quizás toman más pronto la iniciativa que sus esposos, en dar un paso al frente (y no hay pecado en ello). Ahora, he hablado con muchas mujeres que me dicen: «¡Sí, sí, sí! ¡Esa es mi frustración!».
Lo primero que probablemente he escuchado de las esposas a lo largo de los años es: «Desearía que mi esposo fuera líder, o un líder espiritual», porque no sienten que él está haciendo eso, ¿qué pasa? Entran en el vacío. Toman la iniciativa y dicen: «¡Alguien tiene que tomar el control aquí! ¡Alguien tiene que estar a cargo!».
Entonces, Shannon, como esposa, ¿cómo procesas y animas a otras mujeres a pensar en todo esto? Cuando piensas en Adán y Eva, y piensas en tu propio matrimonio, ¿qué haces cuando tu esposo no toma la iniciativa?
Shannon: Creo que resulta interesante que, en el escenario del Jardín del Edén, la serpiente hablara primero con Eva. Dios había puesto el orden, Dios había establecido el orden: Adán fue creado primero. Dios le dio a Adán las instrucciones sobre el árbol antes de que Eva fuera creada. Y así, cuando la serpiente entra en escena, uno pensaría que lo natural sería que se dirigiera a Adán y le dijera: «Escucha, con respecto a la regla sobre árbol…». Pero en lugar de eso, se dirigió a Eva.
Nancy: Y lo hizo intencionalmente.
Shannon: Así es. Todo lo que Dios pone en su lugar, el enemigo tratará de voltearlo, de destruirlo y derribarlo. Entonces, el hecho de que Dios le ha dado al esposo el papel de dirigir a su familia, es lo que nuestro enemigo quiere destrozar y destruir.
Satanás nos dice: «¡Tienes que tomar el control! Es bueno y correcto que tú tomes el control», y luego, a menudo, tienta a nuestros esposos a la pasividad. Adán estaba allí en el jardín, pero: ¿Dónde estaba Adán en esta escena?
En un punto, el pasaje dice que Eva le dio el fruto a Adán, que estaba con ella. Entonces, si él estaba allí, ¿por qué no se interpuso entre la serpiente y Eva, y le dijo a ella: «¡No! No lo hagas. Morirás».
Hay pasividad, y en consecuencia, ambos roles tienden a hacer exactamente lo contrario de lo que Dios diseñó para nosotros.
Creo que si vamos a ser mujeres que se rinden a Dios, debemos comenzar a rendir lo que Él diseñó para nosotras en la relación matrimonial.
Nancy: Si insistimos en tomar las riendas nosotras mismas, en toda circunstancia y en toda situación, nuestros esposos probablemente no lo harán.
Shannon: No, no lo harán. No van a luchar contra nosotras por eso. Mi esposo ya tiene suficientes batallas en el trabajo, y encima un largo día de trabajo. Cuando él entra por la puerta, y comienzo a discutir con él porque pone los zapatos o su abrigo donde no debería, él no tiene energía para eso, y me dejará tomar el control si yo lo tomo.
Creo que nuestros corazones están inclinados a tener, mantener y tomar el control, y la inclinación de nuestro esposo es a menudo la pasividad.Creo que, tanto los hombres como las mujeres, tenemos que luchar contra nuestra inclinación natural.
Me ayuda recordarme a mí misma que cuanto más tomo el control, menos querrá tomarlo mi esposo. Él se contenta con dejar que yo lo tome.
Pero si acepto lo que Dios ha puesto soberanamente en su lugar, si invito a mi esposo a dirigir, le pido su opinión y recibo sus instrucciones sobre las cosas, esto lo invita a asumir el papel de líder, y él está mucho más dispuesto a aceptarlo.
Tengo una amiga que tenía cierta tensión en su matrimonio. Su esposo estaba descuidando su rol de padre. Siempre estaba dedicado a sus pasatiempos, y mi amiga se sentía como si estuviera tratando de arreglar sola el desorden de la casa.
Su relación era tensa, así que le di unas palabras de ánimo. Le dije: «Comienza invitándolo a dirigir y a dar alguna dirección a la familia». Ella me dijo que en ese momento tenían un niño pequeño de dos años que no estaba ganando peso, y el médico estaba preocupado por esto.
Normalmente, ella habría investigado y decidido por su cuenta cómo abordar el problema. Pero decidió invitar a su esposo a liderar y le dijo: «Cariño, ¿qué crees que deberíamos hacer al respecto?».
Y la sugerencia de él fue: «¿Por qué no pruebas dándole leche?». Su hijo mayor había tenido problemas para digerir la leche, así que nunca había probado darle leche a este niño. Él le dijo: «¿Por qué no lo intentas?».
Y mi amiga le respondió: «Está bien, intentaré darle leche».
Su bebé empezó a ganar peso. Entonces le dijo a su esposo: «Ha sido una muy buena idea. Muchas gracias».
Entonces, lo que ella empezó a descubrir fue que, cuanto más lo invitaba a tomar pequeñas decisiones y a asumir el liderazgo de la casa, él tenía un mayor deseo por ser parte de ella, y más dejaba de dedicarse a sus pasatiempos. Al final él se involucró y se dio cuenta del trabajo que implica cuidar de los niños.
Nancy: Él se sentía necesitado y realmente lo necesitaban.
Shannon: Se sentía necesitado y quería involucrarse.
Nancy: Pienso que, el que un esposo sepa que puede involucrarse y ser un líder en su familia, activa su corazón como hombre.
Shannon: Y eso es lo que anhelamos. Queremos que él sea el líder, pero si solo tratamos de hacerlo todo nosotras mismas y nos hacemos las víctimas, no vamos a ayudar a que surja el liderazgo en nuestros esposos.
Nancy: Correcto. Rendirnos a Dios y al liderazgo de nuestro esposo no es algo que se haga de una vez por todas y seremos «felices para siempre». Creo que es una tentación constante de querer volver a tomar las riendas, tener el control, sobrepasar los límites que Dios ha puesto a nuestro alrededor, y hacer un campo de batalla donde Dios quiere que tengamos relaciones íntimas, cercanas, mutuamente satisfactorias y de servicio el uno con el otro.
Dios no le está diciendo al esposo: «Gobierna despóticamente a tu esposa». Ese no es el significado de liderar.
Sin embargo, Dios nos está diciendo a nosotras: «¡No debes gobernar a tu esposo!». Y tengo que decir que, después de todos estos años de matrimonio con Robert, eso sigue siendo un proceso continuo de aprendizaje y crecimiento.
Shannon: Y lo es. A menudo, cuando veo las debilidades de mi esposo, cuando veo algo que me frustra, me surge el deseo de controlarlo, de controlar a nuestra familia y de controlar la situación.
Nancy: Y, por cierto, deberíamos estar agradecidas de que nuestros esposos no nos hagan eso a nosotras, a veces, de la manera en que nosotras se lo hacemos a ellos. Lo que necesitamos son relaciones llenas de gracia, tanto en el matrimonio como en otros ámbitos.
Shannon: Totalmente. Hubo una vez, cuando mis hijos eran pequeños, que entramos en la sala de estar y había un murciélago, un murciélago peludo y espantoso.
Nancy: ¡No quieres eso en tu casa!
Shannon: ¡Para nada! Estaba atrapado entre la puerta corrediza de cristal y la puerta de malla con su fea cara, mirándonos fijamente. Así que grité y llevé a los niños a la otra habitación, y le dije a mi esposo: «¡Ocúpate de ese murciélago!».
Al día siguiente, estábamos sentados en la terraza tomando limonada y los niños estaban jugando en el jardín. Le dije a mi esposo: «¿Y qué hiciste con ese murciélago?».
Y él dijo: «Creo que tenía un ala lastimada. Simplemente lo recogí y lo llevé al patio».
Y yo le dije: «¿Entonces qué hiciste?». Yo me imaginaba que le había dado un martillazo en la cabeza con una pala y lo había enterrado a dos metros bajo tierra. Pero no...
Nancy: Lo que quisiste decir fue: «¡Deshazte del murciélago!».
Shannon: ¡Deshazte del murciélago! Pero no lo hizo, sino que lo dejó allí. Y justo en ese momento, mi hijo pequeño se inclinó y trató de recoger algo en el patio. Fui al patio y grité: «¡Niños! ¡Entren a la casa!» (probablemente fui un poco exagerada).
Luego, les estaba lavando los dedos de las manos y de los pies a mis hijos, y mi esposo entró a la cocina y le pregunté: «¿Encontraste ese murciélago?».
Y él me dijo: «Shannon, el murciélago se fue. No lo voy a encontrar».
Y yo le dije: «Bueno, ¿lo viste salir volando? ¿Lo viste, lo viste?». Y me acerqué a su cara, señalando con el dedo. Otra vez, otra horrible escena de mi vida.
Le dije: «¡Quiero que salgas y revises cada centímetro cuadrado de nuestra propiedad hasta que me asegures de que no hay ningún murciélago en el área de juegos de mis hijos!».
Pienso que esta ansia de control por la seguridad, la limpieza y el deseo de controlar todas las cosas, es algo con lo que muchas esposas y madres luchan. Para mí, ese no era el problema, porque estoy segura de que si mis hijos hubieran encontrado ese murciélago en el jardín, habrían corrido hacia mí inmediatamente. Para mí, el problema realmente fue: «Mi esposo no está siendo el padre protector que yo quiero que sea, y voy a echarle en cara mi actitud y a agitar el dedo. Voy a darle el mensaje de que será mejor que se convierta en el padre protector que espero, deseo y necesito que sea».
Sin embargo, cuanto más me muevo con agresividad, más se retrae él, y más caos y tensión hay en nuestro hogar. Aprovechamos el hermoso día soleado, donde los niños estaban jugando y estábamos bebiendo limonada, ¡y simplemente lo eché a perder! Los niños gritaban, yo gritaba y mi esposo estaba frustrado.
Creo que este deseo de control no produce el tipo de matrimonios que esperamos, ni produce el tipo de crianza que queremos para nuestros hijos. Tampoco produce el tipo de personas en las que queremos convertirnos.
El control nos lleva en la dirección opuesta a la que queremos ir. Y por eso creo que si no queremos ser más y más controladoras, tendremos que contrarrestar esta tendencia que tenemos, esta inclinación pecaminosa en nuestros corazones, de tomar el control.
Nancy: Y lo que me encanta de Génesis capítulo 3, donde se describe por primera vez la Caída, es que la hermosa imagen que vemos en Génesis capítulos 1 y 2 se convierte en un feo y horrible desastre: disfunción, dolor, culpa, vergüenza, miedo, y todo esto. Pero lo que me encanta es que en Génesis 3 es también donde encontramos la primera narración del evangelio. ¡La promesa del evangelio!
No se dice en tonos o colores totalmente claros, pero Dios le dice al hombre, a la serpiente, y a la mujer: «Estas van a ser las consecuencias de su elección». Pero luego le dice a la serpiente: «Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y su simiente...» (v. 15). Ahí está hablando del Mesías venidero. Ahora, ella no sabía de quién estaba hablando en ese momento.
Pero entonces Dios le habla a la serpiente sobre Cristo: «Él te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el talón». Este Mesías sufrirá a causa de nuestros pecados, pero ¿quién le dará el golpe mortal final a la cabeza de la serpiente? Será Cristo, ¡el Vencedor sobre Satanás!
¿Y cómo entraría Cristo en este mundo para ocuparse de este problema como nuestro Salvador y Mesías? A través del vientre de una mujer que, a diferencia de Eva, que dijo: «¡Lo haré a mi manera!», esta otra mujer iba a decir: «Dios, hazlo a Tu manera».
Eva dijo: «¡Yo tengo el control!». Pero, en cambio, María, María de Nazaret, dijo: «Dios, me entrego a Ti», y Dios puso dentro de ella la vida de Su Hijo Jesucristo, prometido en el capítulo 3 de Génesis, para redimirnos y rescatarnos de las consecuencias de la Caída, de ese afán de control.
Cristo dice: «Estoy aquí para controlar. Te amo. Estoy aquí para arreglar lo que está roto, para sanar, para redimir, para hacer nuevas todas las cosas». Él revirtió la iniquidad en nuestros corazones y en nuestras relaciones. Eso es lo que Él vino a hacer, eso es lo que Él quiere hacer, ¡y eso es lo que Él promete hacer!
Esto me dice que hay esperanza y ayuda para todas aquellas personas que luchan por tener el control.
Shannon: Sí, absolutamente. Cristo vino a revertir esta maldición y a guiarnos en una nueva dirección.
Así que, cuando miramos el Jardín del Edén y cómo la maldición entró en juego allí, y anhelamos la reversión de eso, un buen lugar para verlo es otro jardín: El Jardín de Getsemaní.
Jesús es la imagen máxima de la rendición, ¿no? Él estaba enfrentando la cruz; Él sabía lo que venía y les dijo a sus discípulos: «Está justo al otro lado». Él pudo haber evitado la cruz, y sabemos que pudo haber evitado la muerte. Incluso pudo haber llamado a los ángeles para que lo rescataran.
Sin embargo, ante la cruz, Él dijo: «No se haga mi voluntad, sino la Tuya. Ojalá pasara de mí esta copa. Pero no se haga mi voluntad, sino la Tuya» (Lc. 22:42 parafraseado).
Nancy: Y eso es exactamente lo que Adán y Eva debieron haber dicho en el capítulo 3 de Génesis, pero no lo hicieron. Pero entonces, vino Cristo, el Segundo Adán, el Adán Perfecto, Aquel que obedeció perfectamente la voluntad del Padre. Y Él no es solo un modelo de obediencia y rendición para nosotras, sino que es Aquel que vino a salvarnos de nuestra desobediencia y a vivir dentro de nosotras por Su Espíritu Santo, para que pudiéramos vivir vidas rendidas a Él.
Shannon: Me encanta que Él fuera el primero en este proceso de rendición. Cuando me imagino rindiéndome, me imagino con las manos levantadas, adorando serenamente, y una hermosa canción sonando. No me imagino la dura batalla.
Creo que Cristo, estando allí de rodillas en el Jardín de Getsemaní, refleja una imagen muy grande de la rendición: arrodillado y agotado en este duro proceso, sudando gotas de sangre, y el estrés y la agonía de enfrentarse a la cruz, pero, aun así, diciendo: «No se haga mi voluntad, sino la Tuya».
Él nos invita a ser libres de la iniquidad, a una verdadera libertad. No es un camino fácil y es cuesta abajo. Es una batalla ardua y cuesta arriba luchar contra nuestro propio deseo de control. Pero, en medio de tu lucha, trata de decir: «Poco a poco, poco a poco, sigo a Cristo paso a paso».
Gálatas capítulo 5, versículo 16, dice: «Anden por el Espíritu», esto quiere decir que debemos ir paso a paso, mientras decimos: «No se haga mi voluntad, sino la Tuya; no se haga mi voluntad, sino la Tuya». Eso es lo que nos transforma. Eso es lo que nos transforma de ser mujeres controladoras a ser mujeres de Cristo cuando lo seguimos de esta manera.
Débora: Shannon Popkin ha estado conversando con Nancy DeMoss Wolgemuth acerca de renunciar al control en nuestros matrimonios y relaciones, y, en cambio, confiar en Dios. Esperamos que esta serie haya sido de bendición para tu vida.
Y, ¿habías notado que las personas están desesperadas por tener una familia? Están desesperadas por conectarse con otras personas. Están desesperadas por pertenecer. Y Jesús vino a redimir a las personas alienadas y aisladas, y a ponerlas en familias. El día de mañana escucharemos una enseñanza que Nancy dió a un grupo de líderes del ministerio femenil. Ella enseñó acerca de la forma en que Jesús interactuó con las multitudes. Espero, que después de escuchar el programa puedas crecer en compasión por aquellos que el Señor te ha llamado a servir. Te esperamos mañana en Aviva Nuestros Corazones.
Invitándote a decir: «Sí, Señor», Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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