
Jesús en Sus primeros años: la infancia de Cristo
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth tiene una sugerencia para los padres, es esta: pídele a Dios que te dé una visión para los años que tendrás con tus hijos.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Eso te ayudará a ser intencional durante la crianza, y a darte cuenta de que los patrones establecidos en la niñez, las semillas sembradas en la niñez, darán fruto en la edad adulta.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Incomparable», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 11 de marzo de 2025.
Nancy: Durante estas semanas previas a la Semana de la Pasión de Cristo y la celebración de la resurrección el Domingo de Pascua, algunos llaman a este período la Cuaresma, estamos aprovechando esta temporada para enfocarnos en Cristo: contemplarlo y considerar Su Persona, mirar diferentes aspectos de quién es Él, quién era, por qué vino a esta …
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth tiene una sugerencia para los padres, es esta: pídele a Dios que te dé una visión para los años que tendrás con tus hijos.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Eso te ayudará a ser intencional durante la crianza, y a darte cuenta de que los patrones establecidos en la niñez, las semillas sembradas en la niñez, darán fruto en la edad adulta.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Incomparable», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 11 de marzo de 2025.
Nancy: Durante estas semanas previas a la Semana de la Pasión de Cristo y la celebración de la resurrección el Domingo de Pascua, algunos llaman a este período la Cuaresma, estamos aprovechando esta temporada para enfocarnos en Cristo: contemplarlo y considerar Su Persona, mirar diferentes aspectos de quién es Él, quién era, por qué vino a esta tierra, y qué hizo en esta tierra.
Débora: A lo largo de esta serie estamos utilizando el libro más reciente de Nancy, un devocional titulado Incomparable. Aquí está Nancy.
Nancy: Algunas de ustedes están siguiendo esta serie junto con el libro. Y si es así, hoy veremos el capítulo 4 sobre la infancia de Cristo.
Aparte de un incidente ocurrido a la edad de doce años (que veremos mañana), no hay casi nada registrado en las Escrituras acerca de Cristo desde su nacimiento hasta la edad de aproximadamente treinta años de Cristo, cuando Él comenzó Su ministerio público. Entonces, a la luz de ese silencio, no debe sorprendernos que algunas personas a lo largo de los años hayan intentado especular sobre lo que ocurrió durante ese periodo.
Por ejemplo, ya en el siglo II d.C. se escribían libros sobre este tema, algunos de ellos conocidos como los evangélicos apócrifos. Uno llamado «El evangelio de la infancia, de Tomás» es muy especulativo y fantasioso sobre algunas de las cosas que este autor pensó que Jesús podría haber estado haciendo durante Su infancia.
Les diré que casi no existe correlación con los hechos. Estos son casi en su totalidad ficción. No son palabra inspirada de Dios. Y permítanme leerles algunos extractos de este Evangelio de la infancia, de Tomás, escrito alrededor del siglo II D.C.:
«Este niño Jesús, cuando tenía cinco años, estaba jugando en la orilla de un arroyo, y juntó en estanques las aguas que allí corrían, y luego los limpió, y lo hizo solo con su palabra.
Y habiendo hecho barro blando, formó doce gorriones. Y era sábado cuando hizo estas cosas. Y también había muchos otros niños pequeños jugando con él.
Y un judío, al ver lo que Jesús hacía, jugando en el día de reposo, fue luego y le dijo a su padre José: He aquí, tu hijo está junto al arroyo, y ha hecho barro, y ha moldeado doce pajaritos, y ha contaminado el día sábado.
Y José llegó al lugar y vio, y le gritó, diciendo: “¿Por qué haces en sábado estas cosas que no te es lícito hacer?” Pero Jesús, batiendo las palmas, gritó a los gorriones y les dijo: “¡Váyanse!”. Y los gorriones emprendieron el vuelo y se fueron cantando.
Y cuando los judíos vieron esto, quedaron asombrados, y fueron y contaron a sus principales lo que habían visto hacer a Jesús. (II 1-5)».
Ahora, las personas que escribieron esto afirmaron que estas cosas eran ciertas. Sabemos que no lo son. Déjenme leerles un poco más:
«Y el hijo del escriba Anás estaba allí con José, y tomó una rama de sauce, y dispersó las aguas que Jesús había recogido. Y cuando Jesús vio lo que había sucedido, se enojó y le dijo: “Oh malvado, impío y necio, ¿qué daño te hicieron los estanques de aguas? He aquí, también tú te secarás como un árbol y no echarás hojas, ni raíz, ni fruto”. Y en seguida ese muchacho se marchitó por completo. Jesús salió y subió a casa de José. Entonces los padres del que estaba seco lo recogieron, lamentando su juventud, y lo llevaron a José, y lo acusaron: “Tienes un hijo que hace tales cosas”.
Después de eso, volvió a atravesar el pueblo y el niño corrió y se estrelló contra su hombro. Jesús se enojó y le dijo: “No terminarás tu carrera”. Inmediatamente cayó y murió. Pero algunos, al ver lo que había sucedido, dijeron: “¿De dónde nació este niño, para que cada palabra suya sea una obra consumada?”. Los padres del que había muerto vinieron a José y lo culparon diciendo: “Tú, que tienes un hijo así, no puedes habitar con nosotros en la aldea, o le enseñas a bendecir y no a maldecir, porque él mata a nuestros hijos”.
Al cabo de cierto número de días, estaba un joven cortando leña en la vecindad y el hacha le cayó y le partió la planta del pie, y perdiendo mucha sangre estuvo a punto de morir. Cuando hubo alboroto y concurrencia, también el niño Jesús corrió hacia allí y atravesó por la fuerza a través de la multitud y agarró el pie del joven que estaba herido y al instante fue sanado.
Le dijo al joven: “Levántate ahora, corta la leña y acuérdate de mí». Pero cuando la multitud vio lo que había sucedido, adoraron al niño diciendo: «En verdad, el espíritu de Dios habita en este niño”».
Y solo una más aquí. Hay muchas de estas. Y hay algunas sobre Él yendo a la escuela y cómo critica a los maestros cuando cometen errores porque Él lo sabe todo. Aquí hay una más:
«Nuevamente en el tiempo de la siembra, el niño salió con su padre a sembrar trigo en la tierra. Mientras su padre sembraba, el niño Jesús también sembró un grano de trigo. Lo cosechó, lo trilló y alcanzó cien medidas. Llamó a la era a todos los pobres del pueblo y les dio trigo. José tomó el resto del trigo y tenía ocho años cuando hizo esta señal».
Bueno, ese es el Evangelio de la infancia, de Tomás. Y como dije, es completamente ficticio. Tenemos la Palabra de Dios que nos dice lo que necesitamos saber acerca de Cristo, y hay muy poco en las Escrituras sobre la niñez de Cristo, casi nada. Lo cual, por cierto, es muy interesante a la luz de este mundo en el que vivimos que está tan centrado en los niños, donde todo gira alrededor de los niños. Piensan que, como son niños, el mundo gira en torno a ellos. Algunos padres piensan que el mundo gira alrededor a sus hijos.
Y no quiero decir que los niños no sean importantes. Lo son. Jesús amaba a los niños. Pero creo que es instructivo que las Escrituras nos digan tan poco sobre estos años. Fueron años de oscuridad. Y no es que Jesús no tuviera familia y amigos que lo conocieran, pero Él no estaba haciendo cosas espectaculares. En primer lugar, recuerda que cuando Él vino a esta tierra, restringió el uso de esos atributos de Dios. Se vistió de nuestra humanidad. Era importante que Él creciera y se desarrollara como un niño, como deben hacerlo los seres humanos.
Entonces, vamos a echar un vistazo basado en las Escrituras, no en un informe ficticio. ¿Qué sabemos acerca de Cristo durante este período de tanto silencio? Bueno, en primer lugar, sabemos que tuvo una infancia. Puede que te preguntes: «Pero, ¿y qué es lo grandioso de eso?». Bueno, ese es un gran contraste que no habría pasado desapercibido para los griegos del primer siglo, con todo el tema de los dioses griegos de quienes se decía que habían venido a la tierra completamente crecidos y bien armados. Jesús no vino a la tierra como un adulto maduro, sino como un bebé recién nacido pequeño, débil e indefenso.
Qué dependiente, qué pequeño, qué débil, y pensar que en eso se convirtió Jesús cuando se hizo carne. Él no llegó como estos dioses griegos, listos para golpear el mundo y dominarlo. Él vino al mundo de la misma manera que nosotros venimos al mundo: débiles, pequeños, indefensos y dependientes. Él era un niño.
Y de nuevo, cuando lo comparas con los dioses griegos, Él es el Cristo incomparable. No hay nadie como Él, ningún otro líder religioso como Él. En este mundo pluralista donde la gente intenta decirnos que Él es solo uno de muchos y que todos los dioses son iguales y están en el mismo nivel de igualdad, no lo crean. No es verdad. Jesús es el único Cristo incomparable. Y lo vemos en este pequeño detalle, en el hecho de que nació siendo un bebé y tuvo una infancia.
También sabemos por las Escrituras que Jesús nació en un hogar aquí en esta tierra con padres devotos y piadosos: María, su madre, y José, su padre terrenal. Sabemos que Sus padres eran fieles adoradores y que estaban comprometidos con criar a Jesús de acuerdo con los mandamientos de las Escrituras.
En Lucas capítulo 2 se nos dice que cuando Jesús nació, ellos habían «cumplido con todo conforme a la Ley del Señor» (v. 39). Todos los rituales, las visitas al templo y la ofrenda del sacrificio, todo lo hacían según los mandamientos de Dios.
Luego leemos en Lucas 2:41: «Los padres de Jesús acostumbraban ir a Jerusalén todos los años a la fiesta de la Pascua». Eso no se debía solo a que les gustara ir a Jerusalén o celebrar la Pascua (aunque supongo que sí les gustaba), sino que Dios había ordenado a los judíos fieles que hicieran precisamente eso. Entonces Jesús tuvo padres aquí en la tierra que fueron obedientes a la ley de Dios. Y Él creció en ese tipo de hogar.
Y, sin embargo, su infancia no estuvo libre de problemas. Solo porque era Dios, no se libró de la adversidad ni de los desafíos de vivir la vida en un mundo caído. Piensa en algunas de estas cosas. Por ejemplo, su madre tuvo un embarazo inesperado que estuvo rodeado de rumores y malentendidos. No hay razón para creer que cuando Jesús nació, de repente todos creyeron que este era el Hijo de Dios nacido de una virgen. Estoy segura de que había personas que todavía consideraban a María deshonrada y marginada, y Jesús entonces creció en un hogar rodeado de sospechas, rumores y malentendidos acerca de su madre.
Su madre se vio obligada a dar a luz a unos 78 kilómetros de distancia de su casa, un trayecto caminando, en un ambiente inhóspito. No fue en un centro de maternidad o en un hospital moderno, sino en un establo de vacas. Entonces, desde el principio, su vida tuvo desafíos.
Nació en una época en la que había un gobierno romano totalitario y represivo. No era una época fácil. Cuando aún era un niño pequeño, su vida fue amenazada por un rey celoso, por lo que sus padres tuvieron que huir a Egipto. De por sí ya se encontraban lejos de su hogar; y tuvieron que ir más lejos, huir a Egipto a más de 400 kilómetros de distancia y permanecer allí por un período de tal vez hasta un par de años hasta que la amenaza pasó.
Luego regresaron a Nazaret. Y pensamos muy bien de Nazaret, pero en aquellos días el nombre Nazaret era una especie de refrán: «¿Puede salir algo bueno de Nazaret?». No te gustaría decir que eras de ese lugar. No era una ciudad popular. No era una zona comercial. Era un pueblo pequeño, y despreciado. No era un lugar prestigioso de origen.
Jesús, además, nació en una familia pobre. Y lo sabemos por la clase de sacrificios que sus padres llevaron al templo cuando Él nació. Así que no vino a este mundo en medio de la riqueza, o de «pompa». Él no nació con una «cuchara de plata» en la boca. Ahora, Él creó toda la plata del mundo. Él fue el Creador del mundo, pero cuando vino a este mundo, llegó a un lugar humilde.
El solo hecho de nacer como hombre ya era bastante humillante, pero la Escritura dice que, «siendo rico, sin embargo, por amor a nosotros se hizo pobre, para que por medio de Su pobreza nosotros llegáramos a ser ricos» (2 Cor. 8:9).
Así que nació en una familia pobre, y eso significa que tenían el desafío de «llegar a fin de mes». Basta pensar en lo que significa ser pobre hoy en día, vivir en la pobreza, luchar para tener lo suficiente para alimentar a la familia.
Y hablando de familia, Él nació en lo que se convirtió en una familia numerosa, según nuestros estándares, sin duda. En Marcos 6, en el versículo 3, se nombran cuatro hermanos de Jesús y al menos dos hermanas que nacieron de José y María después del nacimiento de Jesús. Entonces lo vemos como el primogénito de estos medio hermanos y hermanas: al menos siete hijos en esa familia.
Eran pobres y no tenían una casa de ocho habitaciones para seis niños, porque estamos hablando de hogares pequeños, familias numerosas, familias pobres. Él creció así.
Y creo que nos ayuda imaginar cómo fue Su niñez. Pensamos en Él como el Rey (y lo es), y Señor del universo (y lo es), y el Señor de los ejércitos (y lo es). Pero Él también vino, nació y creció como un niño en circunstancias modestas, oscuras y pobres.
Hay un versículo en las Escrituras, Lucas 2:40, que resume los años de infancia de Jesús. Quiero que veamos ese versículo durante los próximos minutos. Lucas 2:40 dice: «Y el Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él». Ese versículo, con la excepción del incidente que veremos en la sesión de mañana, es todo lo que se nos dice acerca de Jesús cuando era niño.
Las Escrituras dicen que el niño creció. No saltes esa declaración demasiado rápido, porque eso es parte de lo que significó para Jesús convertirse en hombre y asumir una naturaleza humana. Es parte de la humillación de la Encarnación. Él no solo tomó un cuerpo humano, sino que tomó para sí la naturaleza humana completa, incluyendo un alma humana con mente, voluntad, emociones, capacidades de razonamiento, etc. Él tuvo que pasar por las mismas etapas de desarrollo (física, intelectual, social y psicológica) por las que todos nosotros hemos tenido que pasar.
Hablamos de los niños pequeños y de cómo son pensadores concretos, y luego aprenden a pensar de forma más abstracta, porque son etapas de desarrollo. Jesús pasó por esas etapas como un niño humano: física, intelectual, social y psicológicamente. Él tenía que pasar por ellas para poder representarnos plena y verdaderamente como nuestro Salvador.
Al pensar en el crecimiento del Señor Jesús cuando era niño, permítanme hacer algunas observaciones. En primer lugar, fue un crecimiento equilibrado. Fue un crecimiento en todas las áreas, en todos los ámbitos: mente, alma, espíritu, cuerpo, porque hoy en día se ven algunos niños que son «súper niños» en ciertas áreas.
Tenemos algunos niños que son atletas increíbles. Pueden hacer cualquier cosa atlética, pero no saben leer ni escribir. Son impresionantes en algunas áreas, pero en otras no. Luego tenemos algunos niños que son cerebritos: pueden hablar cinco idiomas, pero son distraídos, o descoordinados o poco sociables, inadaptados. (Y no me refiero a tu hijo, ¿de acuerdo?) O tienes algunos niños que tienen grandes habilidades sociales. Son muy relacionales, pero son débiles en otras áreas y pueden aislarse a lo que sucede a su alrededor, porque están muy orientados a las personas.
Bueno, Jesús mostró la importancia del crecimiento en cada área, como una persona completa, integrada: cuerpo, alma y espíritu. Así es como se supone que debemos crecer. Así es como habríamos crecido si no hubiera sido por la caída. Entonces Él vino aquí para vivir nuestra vida, pero para modelarnos lo que la verdadera humanidad debía ser: un crecimiento integrado, un crecimiento físico, crecimiento racional e intelectual.
Ahora, es difícil entender cómo Jesús pudo haber tenido que crecer intelectualmente. Como Dios, Él era omnisciente; Él lo sabía todo. Pero como hombre,tuvo que crecer en conocimiento. Él tuvo que ir a la escuela. A diferencia del Evangelio de la infancia de Tomás, que habla de Él yendo y gritando a los maestros porque se equivocaron en algo, Jesús tuvo que ir y aprender Su alfabeto. Tuvo que aprender a juntar las letras y a aprender a leer y escribir. Tenía que crecer intelectualmente, en conocimiento. Eso es un misterio, pero es cierto.
Él creció también moralmente. El versículo 52 de Lucas 2 nos dice que Él «crecía [o avanzaba] en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres». Aunque Él era Dios, en cierto sentido tenía que crecer en Su capacidad moral, en Sus funciones morales; y no es que alguna vez pecara (porque no lo hizo). Pero tuvo que crecer en la toma de decisiones sabias y piadosas. Tuvo un crecimiento balanceado en todas las áreas, y así debería ser con nosotros.
Su crecimiento fue gradual. ¡No hubo atajos! No se saltó ningún grado que sepamos. No saltó ninguna etapa de la vida. Él no pasó de los dos a los doce. Pasó por esas etapas en un período gradual de crecimiento. Le llevó doce años llegar a los doce años de edad. Y dirás: «Bueno, es obvio». Pero creo que es importante darnos cuenta de que cuando Él asumió nuestra humanidad, ¡tomó nuestra humanidad!
Tuvo que crecer gradualmente como lo hacemos nosotras. Hay paciencia en eso. No hay prisa. No es como: «Date prisa para poder llegar a los treinta y empezar el trabajo de mi vida». No, hay que pasar por etapas para llegar allí. Es el proceso de crecimiento. Para nosotras, esto no sucede de la noche a la mañana. Y no sucede de la noche a la mañana para tus hijos, y no sucedió de la noche a la mañana para Jesús.
Requirió tiempo y entrenamiento y una familia, con disciplinas. Adquirió conocimientos de la misma manera que nosotras lo hacemos: observando, haciendo preguntas y recibiendo enseñanza. ¿No muestra esto la humildad de Cristo? El Cristo incomparable, que sería reducido a esto sin sacrificar nada de Su Divinidad. Hubo un crecimiento gradual como hombre; un crecimiento equilibrado.
Entonces tuvo un crecimiento fructífero y con propósito. Fue un crecimiento con objetivo. Se dirigía a una meta. Hubo un resultado, y el resultado fue la madurez. Ahora bien, se supone que ese es el resultado de todo crecimiento, pero, lamentablemente, hoy en día muchas personas pueden crecer físicamente, pero no intelectual, moral, psicológica o relacionalmente. Se atrofian en su crecimiento. Jesús no quedó atrofiado. Él avanzó hacia ese punto de madurez: madurez física, madurez espiritual. Dice que «se hizo fuerte, lleno de sabiduría». No sucedió de la noche a la mañana, pero sucedió. Avanzó hacia la madurez.
Esos años de niñez fueron años de preparación para su llamado en la vida: aprender la Ley, aprender la Palabra de Dios, aprender los caminos de Dios. Él asumió nuestras limitaciones, nuestra humanidad. Él fue a la escuela hebrea. Le enseñaron las Escrituras hebreas. Él aprendió estas cosas. Él aprendió obediencia. Cada paso de crecimiento lo estaba preparando para cumplir la misión eterna de Su Padre para Su vida. Un crecimiento equilibrado, un crecimiento gradual, un crecimiento fructífero o con propósito que avanzaba hacia un resultado de madurez.
Vemos paciencia a lo largo de los años de la infancia. Creo que el hecho de que las Escrituras no nos digan mucho, apenas nos dicen algo sobre esos años de la niñez de Jesús, es muy significativo. Son años lentos. Sucedieron en el proceso en el que sucedieron y no podemos saltarlos.
Dice que durante este tiempo el favor y la gracia de Dios estuvo sobre Él. Eso es esencial para el crecimiento. No puedes crecer de la manera que Dios quiere que crezcas sin el favor y la gracia de Dios. Ves en Jesús, como hombre, una dependencia de la gracia de Dios. A pesar de sus circunstancias, algunas adversas como fueron, a pesar de las disfunciones, algunas a su alrededor y otras en el mundo en el que vivió, y a pesar de los desafíos que enfrentó en esa época, el favor y la gracia de Dios estaban sobre él.
Él era el Hijo de Dios. El favor de Dios estaba sobre Él, y Dios lo estaba haciendo crecer incluso en medio de un pueblo corrupto como Nazaret, nacido de padres humanos pecadores, y nacido en un mundo y una era decadente y pecaminosa.
Algunas de ustedes están intentando criar hijos en este tipo de mundo. ¿No te desanimas a veces? Y piensas: ¿Cómo lo van a lograr estos niños? ¿Vivir en este mundo? La atracción de este mundo es muy fuerte. Recuerda que Jesús creció en ese tipo de mundo. Y el favor y la gracia de Dios fueron sobre él. El favor y la gracia de Dios pueden estar sobre tus hijos y sobre ti mientras buscas crecer en este mundo caído y quebrantado.
Su niñez fue consistente tanto con Su humanidad como con Su deidad.
- Él pasó por etapas ordinarias de la infancia.
- Tenía que aprender, crecer y desarrollarse.
- Él era humano.
- Él tenía nuestras limitaciones. Tenía nuestras debilidades.
- Pero Él también era Dios. ¡Él nunca, jamás pecó!
Entonces, la infancia de Jesús demuestra algunas de las cosas que deberían ser ciertas en nuestras vidas. Tener como objetivo un crecimiento equilibrado, gradual y con propósito, con la meta de volverse fuerte y sabio. ¡Una gran meta para nuestras vidas! Jesús se volvió fuerte, sabio y espiritualmente maduro, y también en todos los sentidos: dependiendo de la gracia de Dios.
Independientemente de lo que leas en el Evangelio de la infancia, de Tomás, Jesús no usó Sus poderes sobrenaturales para crear pájaros y destruir a personas que no estaban de acuerdo con Él. Él dejó eso a un lado y creció como nosotras tenemos que crecer: dependiendo de la gracia de Dios.
Y para aquellos de ustedes que son padres cristianos y que buscan criar hijos para la gloria de Dios, no subestimen la importancia, la necesidad y el valor de esos años de la niñez. No intentes que tu hijo tenga doce años cuando tiene tres. Hay un proceso. Hay crecimiento. Se necesita tiempo, se necesita paciencia. Disfruta cada temporada. Disfruta el momento. Algunas de ustedes tienen nietos. Recuerda eso.
Pídele a Dios que te dé una visión, un sentido de propósito para la infancia de tus hijos y nietos. Eso te ayudará a ser intencional y a darte cuenta de que los patrones que se establecen en la niñez, las semillas sembradas en la niñez, darán frutos en su edad adulta.
Lo que hacen sus hijos cuando tienen dos, tres, seis, ocho y diez años es importante. Es importante que estén creciendo, que tú seas intencional al ayudar a dirigir y moldear su crecimiento en dependencia de la gracia de Dios, porque están siendo moldeados en la persona y el hombre o la mujer que serán en la edad adulta.
Mientras oras por tus hijos, no ores solo por su seguridad y protección. Quieres eso, pero también ora y confía en Dios para que crezcan en cada área de sus vidas, desde la infancia hasta la niñez y la madurez, todo para la gloria de Dios.
Gracias Señor, porque viniste a este mundo como un bebé y creciste como un niño. Creciste hasta convertirte en un hombre para mostrarnos cómo debemos crecer. Oro para que hagas una obra de gracia, que Tu favor y gracia estén sobre nosotras mientras buscamos crecer, y que esté sobre los niños representados en nuestros hogares y familias y sobre aquellos que amamos.
Oh Señor, que veamos a los niños hoy crecer y ser sabios y fuertes como lo fue Jesús. Que también nosotras lleguemos a ser sabias y fuertes. Oro en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Ella es Nancy DeMoss Wolgemuth, dándonos entendimiento sobre la infancia de Cristo y una perspectiva para los padres y abuelos. Este mensaje forma parte de la serie «Incomparable». Si te has perdido alguno de los mensajes hasta ahora, puedes escucharlos en AvivaNuestrosCorazones.com o mediante la aplicación de Aviva Nuestros Corazones.
¿Cómo empezaste a escuchar Aviva Nuestros Corazones? Nancy está de vuelta para hablar sobre la forma en que algunas mujeres descubrieron este programa.
Nancy: Escuchamos a muchas mujeres que nos cuentan cómo «casualmente» se topan con el programa mientras escuchan la radio. Luego nos cuentan los cambios que ocurren en sus vidas. Eso es exactamente lo que le pasó a una mujer que nos escribió. Ella nos escribió:
«En mi familia pasamos por la experiencia de lidiar con un familiar que tenía una condición difícil de salud mental, al punto que nos agotó las fuerzas a todos. Yo no encontraba ánimo ni aliento en ningún parte. Incluso leía la Biblia, pero no encontraba respuestas; ni siquiera sabía que había caído en depresión. Oré al Señor y le pedí que me ayudara porque ya no podía más. Al día siguiente me llegó una notificación de Aviva Nuestros Corazones, pero la verdad es que yo no recuerdo haberme suscrito al canal en YouTube.
Sin embargo, empecé a escuchar los programas y no podía creer que existiera algo así: mujeres alrededor del mundo con situaciones más difíciles que las mías, ¡y aun así estaban felices! Y yo decía: “¿¡Pero qué es esto?!”.
Ahora me maravillo de los cambios que Dios empezó a hacer comenzando en mi interior. Solté todos los problemas y le dije al Señor: “Yo no sé qué es lo va a pasar aquí, pero Tú estás en control, y yo solo quiero soportar esto con Tus fuerzas y seguirte”. ¡Gracias por tanto Aviva Nuestros Corazones!».
Cuando apoyas este ministerio con tu donación, nos estás ayudando a alcanzar a otras mujeres en el mundo con el mensaje de libertad, plenitud y abundancia en Cristo y a continuar trayendo estos programas para conectarnos con más mujeres quienes «casualmente» sintonizan Aviva Nuestros Corazones, tal vez mientras lidian con problemas serios en sus vidas.
Débora: Así es. Si aún no has adquirido «Incomparable», el nuevo libro de Nancy, puedes obtenerlo visitando avivanuestroscorazones.com. Este libro te ayudará a apreciar la vida y la obra de Cristo de una manera completamente nueva. Incluimos con el libro, la guía de lectura que acompaña a Incomparable. Este es un plan de lectura que te ayuda a leer el libro de Nancy durante la temporada de Pascua.
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Ahora. ¿Cómo se imparte sabiduría a una adolescente? Nancy DeMoss Wolgemuth te mostrará cómo, mirando la vida de Jesús. Eso será mañana en Aviva Nuestros Corazones.
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Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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