La recompensa de un siervo
Débora: La manera en que sirves a las personas puede tener más impacto de lo que piensas. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cuando sirves a otros, cuando extiendes bendiciones a otros, no solo tú experimentarás la bendición y la misericordia de Dios, sino que aquellos a quienes amas experimentarán la bendición y la misericordia de Dios, porque verán en ti una expresión del corazón misericordioso del Señor.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «En la quietud de Su presencia», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 22 de agosto de 2025.
Las cosas que haces hoy pueden llevarte a una gran recompensa o a un gran arrepentimiento. Nancy te dará una perspectiva a largo plazo sobre el servicio y la recompensa del servicio. Aquí está ella para concluir esta serie titulada, «Desarrolla un corazón …
Débora: La manera en que sirves a las personas puede tener más impacto de lo que piensas. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cuando sirves a otros, cuando extiendes bendiciones a otros, no solo tú experimentarás la bendición y la misericordia de Dios, sino que aquellos a quienes amas experimentarán la bendición y la misericordia de Dios, porque verán en ti una expresión del corazón misericordioso del Señor.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «En la quietud de Su presencia», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 22 de agosto de 2025.
Las cosas que haces hoy pueden llevarte a una gran recompensa o a un gran arrepentimiento. Nancy te dará una perspectiva a largo plazo sobre el servicio y la recompensa del servicio. Aquí está ella para concluir esta serie titulada, «Desarrolla un corazón de sierva».
Nancy: Durante los últimos días hemos estado hablando acerca de tener un corazón de sierva, tener el corazón de un Onesíforo, que es el hombre de Éfeso que ministró aliento y servicio al apóstol Pablo cuando estaba en prisión. Y hemos estado leyendo sobre él en 2.ª Timoteo capítulo 1.
Hicimos un paréntesis de un par de días en los últimos dos episodios para hablar de algunos de los peligros potenciales para aquellas personas que sirven. Pero quiero volver a algo en particular sobre este tema mientras concluimos esta serie sobre la vida de Onesíforo, y tiene que ver con la recompensa de un siervo. Creo que podríamos llamar a esta sesión el «Día de pago».
Día de pago, ¿Cuándo recibe su recompensa un siervo? ¿Cuándo es coronado un siervo? Bueno, déjame decirte que, en primer lugar, al examinar las Escrituras, podemos estar seguras de que hay un día de pago, un día en el que los siervos serán coronados.
Los siervos serán recompensados, y esto se ve en toda la Escritura. Puedes leerlo en Filipenses capítulo 2, allí podemos ver que Cristo se humilló a Sí mismo, tomando forma de siervo. Él vino a esta tierra para servir (ver vv. 6-8).
Y en el versículo 9 de Filipenses capítulo 2, dice: «Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre». Ese es el día de pago, la coronación de un siervo fiel. No es aquí. No es ahora. Es algún día, pero es seguro que vendrá.
Los que han sido siervos fieles serán recompensados. Y lees acerca de esto en cada versículo de Proverbios capítulo 31, donde habla acerca de la mujer virtuosa y todas las cosas que ella hace para cuidar de las necesidades de su esposo, de sus hijos, los pobres, los vecinos. Ella trabaja hasta el cansancio, y no es hasta el final de ese capítulo que encuentras la recompensa de esta mujer.
Es entonces cuando su esposo la alaba, cuando sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada, y creo que el modo en que funciona la vida es más o menos así: lo haces durante años sin que te den las gracias muchas veces, pero la recompensa llega al final de la historia. La recompensa llega al final del capítulo, pero es seguro que llegará.
La Palabra de Dios dice una y otra vez: «Humíllate ante los ojos del Señor, y Él te exaltará». Él te levantará. Él te coronará. Él te recompensará. Él te exaltará si has estado dispuesta a tomar el lugar de una sierva.
Y bueno, antes de regresar a la vida de Onesíforo para concluir esta serie, quiero llamar tu atención a un principio en las Escrituras, y es una de las recompensas por el servicio fiel. ¿Están listas para esto? Es más servicio y más servicio.
Si tienes tu Biblia contigo, quiero que me acompañes a Mateo capítulo 25. Jesús cuenta aquí una parábola que explica este punto. Él dice:
«Porque el reino de los cielos es como un hombre que al emprender un viaje, llamó a sus siervos y les encomendó sus bienes.
Y a uno le dio cinco talentos [y eso una unidad monetaria], a otro dos, y a otro uno [este amo no a todos se les confió la misma cantidad. Él le dio…], a cada uno conforme a su capacidad; y [el amo] se fue de viaje.
El que había recibido los cinco talentos enseguida fue y negoció con ellos y ganó otros cinco talentos, [mientras su amo estaba fuera]… Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos» (vv. 14-16, 19).
Permíteme detenerme aquí un momento. Nuestro Señor, nuestro Amo, nos ha confiado actos específicos de servicio, responsabilidades específicas, habilidades específicas y dones espirituales. Él nos dice: «Úsenlos para servir a los demás. Usa estos dones para ser una bendición para los demás. Usa estos dones para ser multiplicados en el reino de Dios».
Entonces, no podemos ver a nuestro Señor, a nuestro Amo. Él no viene a vernos todos los días de una manera que podamos ver u oír, pero tenemos aquí la promesa de que nuestro Amo volverá. Él ajustará cuentas, y averiguará lo que hemos hecho con lo que Él nos confió.
Mira los versículos 20 y 21, de Mateo capítulo 25:
«Y llegando el que había recibido los cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: “Señor, usted me entregó cinco talentos; mire, he ganado otros cinco talentos”. Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel”» (vv. 20-21)
Ahora es el momento de la recompensa. Aquí está el día de pago, ¿y cuál crees que es la recompensa? Por el resto de la eternidad, puedes sentarte en tu silla dorada con tus zapatillas doradas y tu abanico dorado. ¿Esa es la recompensa? Bueno, es una recompensa eterna, pero mira cuál es la recompensa.
«En lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré». Fuiste digno de confianza. Fuiste un siervo fiel con lo poco que te confié. Ahora puedo darte más responsabilidad. Por toda la eternidad, tendremos el privilegio de servir al Señor Jesús, pero el nivel de responsabilidad que tendremos en el cielo por toda la eternidad está siendo determinado ahora por cuán fieles somos con lo que Dios nos ha confiado.
¿Esto te hace querer tomar en serio la responsabilidad de servir aquí, sabiendo que parte de tu recompensa será el privilegio de servir al Señor Jesús por toda la eternidad? Cristo cerró este relato diciendo: «Entra en el gozo de tu Señor» (v. 21).
Servir a Cristo durante toda nuestra vida será un gozo grande, interminable y eterno. Y a veces es duro cuando servimos aquí. Es un servicio en el que no se nos agradece, pero podremos servir en Su presencia por toda la eternidad, y esa será la recompensa.
Ahora, permíteme pedirte que regreses a 2.ª Timoteo capítulo 1, y quiero cerrar esta sesión sobre Onesíforo mostrándote cómo él recibió una recompensa. El punto aquí es que el servicio que hacemos por otros será recompensado.
Y no lo hacemos por ese motivo. No lo hacemos con ese propósito, y no lo hacemos para obtener nuestra recompensa de las personas, sino sabiendo que en última instancia Cristo recompensará nuestro servicio fiel.
Pablo dice en el versículo 16 de 2 Timoteo capítulo 1:
«Conceda el Señor misericordia a la casa de Onesíforo, porque muchas veces me dio consuelo y no se avergonzó de mis cadenas. Antes bien, cuando estuvo en Roma, me buscó con afán y me halló.
El Señor le conceda que halle misericordia del Señor en aquel Día. Además, los servicios que prestó en Éfeso, tú lo sabes mejor» (vv. 16-18).
¿Cuál es la recompensa? Pablo ora dos veces por Onesíforo en este pasaje: «Que el Señor conceda misericordia a la casa de Onesíforo» [versículo 16]. Versículo 18, «Que el Señor le conceda hallar misericordia del Señor en aquel Día».
Pablo dice que la misericordia de Dios va a ser la recompensa del siervo. Ahora, puede haber otras recompensas, pero en este pasaje, esta es la que se destaca.
Jesús dijo en el Sermón del Monte: «Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia» (Mt. 5:7). Es la ley de la siembra y la cosecha. Onesíforo había tenido misericordia de Pablo. Él había ayudado a aliviar la miseria y el sufrimiento de Pablo y le había ministrado con amabilidad, bondad y compasión.
Él le extendió misericordia, y ahora Pablo ora dos veces en un párrafo para que Dios extienda misericordia de vuelta a Onesíforo. Has sembrado misericordia, cosecharás misericordia. Has sembrado servicio, cosecharás bendición. Y nota que Pablo ora que Dios conceda misericordia a la casa de Onesíforo. Esa es una petición en tiempo presente.
Onesíforo y su familia vivían en Éfeso, y Pablo ora para que Onesíforo y su familia recibieran misericordia ahora. Luego en el versículo 18 vemos que él ora para que todos ellos reciban misericordia en el futuro. «El Señor le conceda que halle misericordia del Señor en aquel Día», con D mayúscula.
¿Y a qué se refiere Pablo cuando dice «en aquel Día»? Bueno, ese Día es el regreso de Cristo. Hay una parte de la recompensa que aún está por venir. Ahora mira la palabra «misericordia». Pablo dice: «Que tenga misericordia ahora. Que su familia tenga misericordia, y que tenga misericordia del Señor en ese Día».
Las Escrituras nos dicen que Dios es rico en misericordia, abundante en misericordia y que, puesto que Dios es misericordioso con nosotras, nosotras debemos mostrar misericordia a los demás. Este es el ciclo: Dios nos extiende misericordia y nosotras mostramos misericordia a los demás. Damos a los demás la misericordia que hemos recibido del Señor, y cuando mostramos misericordia a los demás, entonces recibimos más misericordia de Dios.
¿Quieres vivir bajo la misericordia de Dios? Te diré una cosa. No puedes permitirte no vivir bajo la misericordia de Dios. Tú y yo no podemos permitirnos ni por un momento, ahora o por toda la eternidad, estar sin la misericordia de Dios, porque si Dios no tuviera misericordia de nosotras, seríamos consumidas en Su ira.
¿Quieres librarte del juicio de Dios? ¿Quieres librarte de la ira de Dios? Por supuesto, Dios nos ha mostrado la máxima misericordia en el sacrificio de Cristo, y es a través de la fe en Cristo que recibimos la misericordia de Dios, pero demostramos que hemos recibido esa misericordia cuando mostramos misericordia a otros. Entonces, la prueba de que hemos mostrado misericordia a los demás es que recibimos más misericordia de Dios.
Esta recompensa, por cierto, se extendió más allá de Onesíforo a otros. ¿Quién era el que había consolado y refrescado a Pablo? Onesíforo. ¿Quién fue el que llegó a Roma y lo buscó con afán hasta encontrarlo? Onesíforo. ¿Quién fue el que ministró a Pablo en Éfeso? Fue Onesíforo. Pero, ¿por quién rogó Pablo la misericordia de Dios? Por la casa de Onesíforo.
Pablo dijo: «Conceda el Señor misericordia a la casa de Onesíforo». Eso me dice que cuando servimos a otros, cuando extendemos bendiciones a otros, no solo experimentaremos la bendición y la misericordia de Dios, sino que aquellos a quienes amamos experimentarán también la bendición y la misericordia de Dios porque verán en nosotras una expresión del corazón misericordioso de Dios.
Realmente creo que gran parte de la misericordia y la bendición de Dios en mi vida actual es fruto del servicio fiel de mis padres al Señor. Ahora yo sirvo a los demás, bendigo a los demás y cosecho bendiciones de eso. Pero gran parte de la bendición que cosecho en mi vida es el fruto de las semillas de servicio, misericordia y bendición que mis padres sembraron en las vidas de otras personas.
Mis padres recibían personas en nuestra casa todo el tiempo. Y ahora que tengo un hogar y sé lo que cuesta, no puedo creer todo lo que hizo mi madre para permitir que mi padre trajera toda su compañía a casa una y otra vez. Ella extendió la misericordia. Ella era hospitalaria. Era la mejor anfitriona, y aún lo sigue siendo.
Ahora estoy cosechando en mi vida: más personas me han recibido en sus casas, me han preparado comidas, me han bendecido de maneras prácticas, relacionales y espirituales. Mis padres sembraron durante años y mi madre sigue sembrando semillas de servicio, bendiciendo a otros, y yo soy parte de su hogar. Dios me ha concedido misericordia como un desbordamiento, una extensión del ministerio de mis padres en las vidas de otros.
Y madres, esa es una de las herencias más grandes que pueden dejarle a sus hijos, saber que, al servir a los demás, no solo ustedes serán bendecidas y cosecharán la misericordia de Dios, sino que sus hijos serán bendecidos. Serán bendecidos porque Dios los bendecirá, y serán bendecidos por el simple hecho de ver en ustedes un ejemplo del corazón y el espíritu de Cristo. Las recompensas se extienden más allá de nosotras a los demás.
Entonces, ya lo hemos señalado, pero permíteme resaltarlo una vez más: la recompensa completa para un siervo no será experimentada hasta ese día. Parte de la recompensa viene ahora, pero parte de ella no viene hasta más tarde.
Ahora, permíteme decir que lo que es cierto de la recompensa por el servicio también es cierto de las consecuencias a largo plazo de no servir, o de oponerse a la obra de Dios. Esto también se ve en 2.ª Timoteo. En el capítulo 4, versículo 14, Pablo dice: «El Señor pagará a Alejandro según sus obras. Me causó muchos problemas» (parafraseado).
Él no cosecharía todas las consecuencias en ese momento. Pero, en ese Día (con «D» mayúscula), él cosecharía esas consecuencias. Así que ya sea bendición o juicio, hay un Día por venir cuando cosecharemos las recompensas o las consecuencias de las elecciones que hayamos hecho en esta vida.
Y ese Día es el regreso de Cristo. Y lees acerca de ese Día en 1.ª Corintios 3 y 2.ª Corintios 1, y hay tres referencias a ese Día en la carta de 2 Timoteo.
Es el gran día del juicio de Dios. Es un Día para ser temido, si no has estado caminando con el Señor, cuando todas las obras hechas en la carne serán recompensadas, y ¿qué vamos a necesitar en ese Día? Misericordia.
Misericordia. Necesitamos la misericordia de Dios hoy y la necesitaremos más en ese Día, y por eso Santiago capítulo 2 dice: «Porque el juicio será sin misericordia para el que no ha mostrado misericordia» (v. 13).
¿Quieres estar en esa posición en ese Día? Yo no quiero estarlo. Seremos juzgadas sin misericordia si no hemos mostrado misericordia a otros.
Es por eso que, cuando estamos sirviendo aquí, necesitamos mantener nuestros ojos en la pelota, mantener nuestros ojos en el final, en ese Día. Y en ese Día, se nos mostrará misericordia si hemos extendido misericordia a otros como Dios nos ha extendido misericordia.
Hay una historia sobre una pareja de ancianos misioneros que en el año 1910 regresaban a Estados Unidos en un barco tras varias décadas de servicio fiel en África. Ellos sirvieron al Señor durante años, y ahora volvían a casa.
Y en ese mismo barco viajaba Theodore Roosevelt, el presidente de Estados Unidos. Él regresaba de su famosa cacería en África. Y quizás hayas escuchado la historia del día cuando el barco atracó en el puerto de Nueva York y Roosevelt fue recibido como un héroe.
Miles de personas se reunieron para darle la bienvenida. La prensa acudió en masa. Era un héroe que volvía a casa.
Pero, en cambio, no había ni una sola persona para recibir a los misioneros. No hubo una multitud que les diera la bienvenida, ni celebraciones, ni aplausos, ni cámaras, ni entrevistas. Nadie se percató siquiera de que bajaban del barco sin hacer ruido, ni de que llamaban a un taxi para que los llevara a un hotel.
Y he visto un par de versiones diferentes de esta historia, pero parecen estar de acuerdo en esto: que la pareja luchó inicialmente con la situación, y te los puedes imaginar. Ellos habían dedicado cuarenta años de sus vidas al servicio sacrificado, compartiendo el evangelio, entregando sus vidas por los demás. Y así llegan a casa y nadie se da cuenta. A nadie le importa, ni le dan un simple «gracias».
El presidente, en cambio, había estado matando animales, y todo el país se dio cuenta y lo aclamó como a un héroe. No parecía justo, y esta pareja tuvo la tentación de sentirse desanimada, incluso resentida.
Y aquella noche, mientras oraban juntos antes de acostarse, Dios les dio a sus corazones el pensamiento que era justo lo que necesitaban. Él les dio algo que los animó, y fue este pensamiento: «Aún no están en casa».
Aún no están en casa. Has tenido este largo viaje en barco. Has llegado a Nueva York, pero aún no están en casa.
Y cuando lleguemos a casa, podemos estar seguras de que, para aquellas que han sido siervas fieles, habrá una recompensa. Habrá la misericordia de Dios. «El Señor le conceda que halle misericordia del Señor en ese día». Si esa es toda la recompensa que tenemos, ¿no sería suficiente la misericordia de Dios?
Y hay más que eso. Jesús dijo que, en ese Día, si hemos sido una sierva buena y fiel, le escucharemos decir: «Bien hecho. Bien hecho».
Y aquellas que son madres y que día tras día están dando, sirviendo, y algunas de ustedes son madres solteras que están derramando sus vidas tratando de ser mamá y papá de ese niño, o de esos niños, apenas llegando a fin de mes. Están siendo fieles. Están trabajando, y el trabajo es arduo y es duro. Te derramas, y te derramas, y te derramas. No hay cámaras, no hay entrevistas, no hay aplausos, no hay bandas sonoras y nadie cantándote alabanzas.
Y algunas de ustedes han servido en la guardería de la iglesia durante años. Esos niños ya son grandes, ¿y quién les ha dado las gracias? Es muy poco por lo que han hecho.
Otras de ustedes en su lugar de trabajo han sido fieles siervas del Señor, fieles al lugar donde sirven, y algunas aquí sirven en el ministerio. Hay fieles servidoras en nuestro ministerio que no reciben un «gracias». No reciben muchos aumentos y no se les paga lo que valen. Valen mucho más de lo que ganan, y, aun así, están sirviendo fielmente.
Y sería fácil desanimarse, y pensar que algunas personas, como las celebridades, hacen tan poco y reciben tantos elogios. Pero recuerda, no estamos en casa todavía, y en ese día, cuando escuches al Señor decir: «Bien hecho, buena sierva y fiel. Entra en el gozo de nuestro Señor», tendrás tu recompensa.
En ese momento, ¿crees que importará que no hayamos recibido todos los elogios aquí en la tierra? ¿Crees que importará que nadie nos cantó alabanzas, o escribió libros sobre nosotras, o escribió artículos, o escribió nuestro nombre en el periódico, o nos dio las gracias?
Cuando Jesús te da las gracias, ¿qué más necesitas? ¿Qué más necesitas? No estamos en casa todavía, casi, aunque no del todo.
Yo quiero servir hoy de tal manera que, cuando ponga el pie en esa orilla, tenga la seguridad de que escucharé esas palabras: «Bien, buena sierva y fiel. Entra en el gozo de tu Señor».
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado poniendo en perspectiva el servicio. Cuando se te pida que te enfrentes a un proyecto rutinario, difícil o sin recompensa, recuerda la eternidad y la recompensa que te espera de parte de Dios, que todo lo ve. Nancy volverá enseguida para orar.
El episodio de hoy es la última parte de la serie «Desarrolla un corazón de sierva». Si te perdiste alguna parte de la serie o quieres volver a escucharla, puedes encontrarla en la aplicación Aviva Nuestros Corazones, o en AvivaNuestrosCorazones.com.
Espero que esta serie te haya estado retando en la mejor manera de servir como nuestro Salvador. Y eso es lo que queremos hacer, no solo a través de esta serie, sino a través de Aviva Nuestros Corazones como ministerio.
Nos encanta servirte y, a su vez, esperamos equiparte para que sirvas a los demás. Una de las formas en que lo hacemos es produciendo podcasts y mensajes bíblicos gracias a tu apoyo financiero. Y aunque a menudo no llegamos a conocer el impacto, es una bendición cuando vislumbramos lo que Dios está haciendo. Escucha esto que nos escribió una oyente:
«Soy una fiel oyente de Aviva Nuestros Corazones. Arde en mi corazón el deseo de escribir ese mensaje para expresar mi gratitud en primer lugar a Dios por permitirme tener contacto con este ministerio (a través de una compañera de trabajo), y luego a ustedes por dejarse usar por nuestro Padre. Han sido un estímulo para mi fe, me han confrontado y confortado grandemente.
Lo que estoy aprendiendo no se ha quedado conmigo, porque lo he compartido con otras mujeres de mi congregación y otras hermanas de otras iglesias. Mi cosmovisión ha sido moldeada, mi amor por la Palabra ha aumentado y también mi deseo de ser hacedora de la Palabra.
Estoy comprometida con mi iglesia y con mi llamado a enseñar a las más jóvenes. El Señor en Su gran misericordia, ha provisto jóvenes dispuestas a ser discipuladas por mí (una indigna pecadora que por Su gracia puede trabajar para la edificación del cuerpo). Gracias por enseñarme tanto y motivarme.
Las quiero animar a seguir trabajando y a seguir invirtiendo en nuestras vidas porque ese trabajo que hacen no tiene precio. ¡Muchas gracias!».
Bueno, estamos tan agradecidas de escuchar cómo el Señor ha estado trabajando en la vida de esta mujer. Y no seríamos capaces de producir estos podcasts y otros recursos sin la ayuda de amigas como tú.
Si este ministerio te ha bendecido y ha sido de aliento en tu caminar con el Señor, si te ha animado y fortalecido, ¿considerarías unirte al grupo de personas que donan para el ministerio, de modo que podamos continuar avanzando en lo que Dios está haciendo, mientras continuamos alcanzando a mujeres en necesidad alrededor del mundo? Tus oraciones y apoyo financiero hacen la diferencia en la vida de muchas mujeres.
Nancy regresa con nosotras para cerrar en oración.
Nancy: Gracias, Señor, porque nos has concedido misericordia por medio de Jesucristo, nuestro Señor. Tú has derramado sobre nosotras, misericordia y gracia inmerecidas. Y gracias porque, al extender misericordia a otros, podemos saber que recibiremos aún más misericordia. Y al servir a los demás, podemos saber que nuestra recompensa está por llegar.
Aún no estamos en casa, pero vamos en esa dirección, y queremos vivir y servir hoy como siervas fieles. Danos el corazón de Onesíforo. Y oro, Señor, por estas mujeres que están escuchando, por algunas de estas mamás, mamás solteras, mujeres en la vida laboral, mujeres solteras que te están sirviendo en nuestro ministerio y en otros ministerios. Te doy gracias por ellas, Señor.
Gracias por su corazón. Gracias por su fidelidad. Te ruego que les concedas Tu misericordia en ese Día, y Señor, que la promesa de esa recompensa por venir sea suficiente para sostenernos y animarnos a través del servicio de este día. Te lo ruego en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Adornando el evangelio juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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