Sabiduría para los padres
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth dice que la sabiduría es algo que debemos transmitir de manera proactiva a nuestros hijos.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si quieres encontrar sabiduría, tienes que perseguirla. Tienes que ser intencional al respecto. Tienes que dar prioridad a buscarla, a encontrarla. La sabiduría no se obtiene simplemente dejándose llevar por la vida, siguiendo la corriente, porque la corriente suele ir en una dirección incorrecta. Si sigues la corriente, probablemente vas en la dirección equivocada.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, coautora de «En busca de Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 15 de julio de 2025.
Nancy nos ha estado guiando a través de una valiosa serie titulada El camino de la sabiduría. Amada, la sabiduría divina es muy práctica e impacta todo, desde el uso del tiempo hasta la crianza de tus hijos. Escucharemos …
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth dice que la sabiduría es algo que debemos transmitir de manera proactiva a nuestros hijos.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si quieres encontrar sabiduría, tienes que perseguirla. Tienes que ser intencional al respecto. Tienes que dar prioridad a buscarla, a encontrarla. La sabiduría no se obtiene simplemente dejándose llevar por la vida, siguiendo la corriente, porque la corriente suele ir en una dirección incorrecta. Si sigues la corriente, probablemente vas en la dirección equivocada.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, coautora de «En busca de Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 15 de julio de 2025.
Nancy nos ha estado guiando a través de una valiosa serie titulada El camino de la sabiduría. Amada, la sabiduría divina es muy práctica e impacta todo, desde el uso del tiempo hasta la crianza de tus hijos. Escucharemos a Nancy hablar sobre esto en un momento.
Pero primero una de nuestras oyentes nos comparte su necesidad de sabiduría bíblica como madre.
Anna: Educo a mis hijos en casa. Este último año escolar reestructuré mi día, particularmente en las primeras horas de la mañana. Soy fanática del ejercicio. Me encanta hacer ejercicio. Es el único tiempo que tengo solo para mí.
Pero ahora que mis hijos están en la edad de la escuela secundaria, sentí que necesitaba concentrarme en ayudar a mis hijos a crecer espiritualmente. Entonces, al comienzo del año escolar, decidí comenzar a reunirme con mis hijos temprano por la mañana y tener una cita con el Señor para hablar de Su Palabra y simplemente contar historias. Quiero ver lo que Dios tiene para nosotros en la Palabra y orar con ellos cada mañana.
Ha sido un año difícil porque he echado de menos mi tiempo de ejercitarme. Esta es la primera vez en años que no hago ejercicio tan consistentemente como antes. Pero ha sido tan bueno porque Dios ha usado ese tiempo para plantear problemas y cosas que suceden de manera regular en sus vidas, cosas que están sucediendo en mi vida y una oportunidad para que nos conectemos con el Señor.
Esta serie sobre la sabiduría ha sido un estímulo para mí porque siento que dejar los ejercicios ha sido un gran sacrificio personal, pero Dios lo está honrando en nuestra familia.
Nancy: Anna probablemente todavía no has visto ni la mitad de cómo Dios honrará eso. No hay nada de malo en hacer ejercicio, pero puede que no sea la etapa de tu vida en la que prestes tanta atención a eso, o a algún otro pasatiempo, o a alguna otra cosa buena que disfrutarías, si Dios tiene algo diferente para ti en esta temporada de tu vida.
¡La inversión que estás haciendo en tus hijos no tiene precio! Y no tienes mucho tiempo para hacerlo.
Y permíteme repetir esto y volver a decir esto, hemos estado hablando de la crianza y los hijos, pero no existen fórmulas mágicas. Si dedicas seis horas al día para hacerlo, no hay garantía de que tus hijos tengan un corazón y un hambre por el Señor.
Por eso, el padre sabio es un padre que ora, porque necesita la gracia de Dios y Su intervención soberana en las vidas de tus hijos para que lo vean, para que entiendan. No lo puedes hacer tú. No se puede hacer todo bien, y aunque pudieras hacer todo bien, no lograrías que funcionara. Dios es quien puede transformar el corazón de tus hijos.
Y como madre quieres asegurarte de que estás invirtiendo en sus vidas de la manera que Dios quiere que lo hagas. No permitas que la forma en que Dios ha guiado a otra madre a hacerlo te ponga en esclavitud. Puede que haya otro momento del día, o una forma diferente de hacer lo que Dios te ha puesto en el corazón como madre.
Hay diferentes etapas en la vida. Tus hijos son diferentes; tú eres diferente. Así que pregúntale al Señor: «Aquí estoy; aquí están estos niños. ¿Cómo quieres que yo, como madre, invierta en sus vidas?».
Y lo que Anna compartió también sacó a relucir algo que una persona me dijo que quiero compartirles. Una abuela me dijo: «La lucha hoy en día, cuando hablamos de enseñar a los niños, es que los niños de hoy te dicen: “No me sermonees”».
Bueno, creo que es importante que le pidas a Dios que te muestre cómo enseñar a tus hijos de maneras que no parezcan sermones, que te enseñe a cómo utilizar circunstancias y situaciones cotidianas de la vida real para ayudar a establecer conexiones.
Es por eso que Proverbios usa tantas imágenes. Por eso Jesús enseñó en parábolas, en historias. Él decía: «¿Ves la hierba del campo? ¿Ves a aquel sembrador allí sembrando semillas? Hay una enseñanza aquí».
Entonces, mientras vives la vida con tus hijos, mientras experimentan la vida juntos, escuchas algo en las noticias o algo le sucede a un amigo, pídele a Dios que te ayude a conectar los puntos. ¿Dónde vemos la sabiduría o la necedad aquí? Y también, pídele que te ayude a señalarles esas conexiones a tus hijos, especialmente en los momentos propicios para instruir, quiero decir, cuando tus hijos están abiertos a escuchar, cuando están dispuestos o están más sensibles.
Pídele a Dios que te muestre cómo entrelazar la verdad con el contexto de la vida cotidiana, para que tus hijos no sientan que la vida cristiana es solo una categoría más, que no solo es algo que hacemos el domingo por la mañana o durante los devocionales. Tú quieres que ellos sientan que todo es parte del día a día, de la vida cotidiana.
Y habiendo dicho eso y tratando de tejer una comprensión de cómo se ve tu fe en la vida diaria, todavía habrá momentos en que tus hijos te dirán: «No me sermonees». Y cuando llegue ese momento, Dios te mostrará que puede haber algunas ocasiones en las que simplemente no dices nada y te retiras.
Hay diferentes edades y diferentes etapas de desarrollo. Pero probablemente habrá ocasiones en las que necesitarás el valor para decirles: «Voy a sermonearte, quieras escucharlo o no».
En Proverbios 16, versículo 21, la Palabra dice: «…la dulzura de palabras aumenta la persuasión». Así que cuida tu tono, cuida tu actitud. Asegúrate de que no estás solo desahogándote.
Y sé que tendrás esos días, pero la mejor enseñanza, la enseñanza más persuasiva vendrá cuando ejerzas dominio de tu espíritu y no solo los estés regañando por regañar, sino que puedas hacerlo porque Dios puso algo en tu corazón para decirles por qué has estado orando, buscando al Señor y pidiéndole un momento oportuno, un momento clave para hablar a la vida de ese hijo. Cuando llegue el momento y creas que es correcto, háblale.
No esperes necesariamente ser su mejor amiga en esta etapa, eso tomará un tiempo. Tus hijos se levantarán y te llamarán bienaventurada, pero tal vez no de inmediato.
Permíteme decirte algo más: la edad de 14 años no es el momento de empezar. Si tú has estado hablando a la vida de tus hijos con amor, afirmación, aliento, instrucción, reprensión, advertencia, y todo el equilibrio de este tipo de enseñanzas, si lo has estado haciendo desde que eran bebés y han cultivado la relación, probablemente descubrirás que a medida que lleguen a la adolescencia no será tan difícil conseguir su oído, su atención.
Y es posible que a veces la situación siga siendo difícil. Tus hijos están madurando y avanzando hacia la independencia, así que habrá momentos en los que su lucha no va a ser realmente contigo, aunque actuarán como si lo fuera.
Ellos tienen luchas consigo mismos, luchas con Dios, entonces solo tienes que acudir al Señor y decirle: «Señor, dame sabiduría con este hijo, para saber si es hora de apartarme y soltar a en esta etapa de su vida, o si es hora de decir: “Sé que no entiendes esto. Sé que no crees que necesitas escuchar esto, pero te amo demasiado como para dejarte seguir tu propio camino. Voy a decírtelo; no tienes que recibirlo, pero voy a apelar a tu conciencia”».
Dios te mostrará cuándo serán esos tiempos. Incluso si sientes que no han recibido el mensaje, si has sido sensible al Señor, entonces esas son semillas que estás plantando y que, con oración, en el tiempo de Dios, recogerás la cosecha.
Dorothy: Cuando ellos no quieren escucharlo, todo lo que dices es muy cierto, Nancy. Sin embargo, siempre me consuelo con ese versículo que dice: «Agradó a Dios mediante la necedad de la predicación salvar a los que creen» (1 Cor. 1:21).
Nancy: Y muchas veces nosotras pensamos: «No quiero escuchar la predicación, pero Dios sabe que la predicación es un medio para llevar a Cristo a nuestros corazones». Es cierto que la predicación a veces puede parecer tontería o locura, especialmente a los que están perdidos, y a veces a nuestros hijos; pero es la sabiduría de Dios. Y es la sabiduría de Dios, porque apunta a las personas hacia Cristo.
Asegúrate de guiar a tus hijos hacia Cristo, no solo hacia las reglas, los preceptos y los principios, sino hacia Cristo. No quieres que tus hijos simplemente hagan lo correcto, sino que amen a Cristo, que amen a Dios con todo su corazón.
Y lo repito, no puedes obligarlos a hacer eso, pero «puedes poner un poco de sal en su avena». Puedes darles algunas cosas que les generen sed al ver el ejemplo de tu vida; no el ejemplo perfecto, sino tu ejemplo de humildad cuando tienes que reconocer que te equivocaste.
Tus hijos te ven enseñando a partir del mensaje de tu propia vida. Te ven tomando decisiones sabias y arrepintiéndote cuando tomas decisiones necias. Estas cosas resultan en un poderoso mensaje en las vidas de sus hijos.
Y recuerda, el último capítulo no ha sido escrito. Todavía Dios es capaz de cambiar sus corazones.
Puede ser que se vayan de casa; puede ser que tomen algunas decisiones necias, así como el hijo pródigo que se marchó lejos de casa, muy lejos, y tuvo que caer muy en el fondo del pozo antes de que volviera en sí. Y ese padre, con el corazón roto, estaba esperando el regreso de su hijo.
¿Había fracasado ese padre? Bueno, todos fracasamos, todos somos pecadores. Pero si ese padre es una imagen de Dios en esa historia, entonces no fue un fracaso. Ese joven necesitaba tiempo para que Dios fuera el dueño de su corazón. Y cuando sucedió, ¡sucedió!
Así que no dejes de orar; no te rindas. No dejes de clamar al Señor, por muy lejos que se hayan ido tus hijos. Mi padre, que se alejó muchísimo de Dios antes de volver en sí y de llegar a la fe en Cristo, solía decir: «No hay nueces demasiado difíciles de romper para Dios», y él creía eso porque había sido un hueso duro de roer, pero Dios penetró y traspasó su corazón a Su manera y en Su tiempo.
Por eso, mi papá nunca perdió la esperanza de que todos nosotros, sus hijos y otras personas por las que tenía una carga, creerían en Dios para salvación.
Débora: Ella es Nancy DeMoss Wolgemuth hablando sobre cómo enseñar sabiduría a nuestros hijos. Ella volverá enseguida. Quiero compartir contigo una manera en la que puedes obtener gran sabiduría divina que luego podrás transmitir a tus hijos.
Nancy es coautora del libro de estudio llamado «En Busca de Dios». Y creo que este libro te dará sabiduría divina sobre temas prácticos. Aprenderás a perdonar, obtendrás una conciencia tranquila ante Dios y ante los demás y también aprenderás a tomar decisiones puras.
Este libro es un estudio práctico para aprender a caminar en sabiduría. Si estás interesada en obtener una copia, visita AvivaNuestrosCorazones.com.
Aquí está Nancy para continuar el episodio de hoy.
Nancy: Hace varios años vi en una biografía que estaba leyendo una imagen de una pintura. Era una pintura que mostraba a una de mis heroínas espirituales de la fe, alguien que probablemente no conoces, ella vivió hace mucho tiempo. Pero me encantó la imagen en el cuadro y pensé: «Me encantaría tener una copia de esa pintura».
Así que me puse a buscar. Todo lo que sabía era el nombre de la pintura y el nombre del artista y algún museo en Estocolmo o Copenhague o algo así. Comencé a investigar y a buscar la pintura (eso fue antes de que tuviéramos Google).
Busqué por todas partes y finalmente mi mamá supo que yo estaba interesada en esto, y ella también se puso a buscar. Y encontró dónde estaba ubicada esa pintura. Esto fue después de meses o tal vez incluso más de un año de búsqueda. Finalmente la encontramos y mi madre me dio una copia, una copia de ese cuadro, que ahora está colgada en mi casa.
¡Y me encanta! Estoy muy agradecida de tenerla y estoy agradecida de que hicimos una búsqueda intensa para encontrarla. Valió la pena la búsqueda para encontrar esta pintura que realmente disfruto.
Y mientras hablamos y pensamos sobre el tema de la sabiduría, pienso en esa búsqueda de esa pintura tan particular. No es algo que probablemente sea significativo para ti, pero es algo que realmente disfruté porque realmente la quería y valió la pena para mí buscarla.
La búsqueda fue necesaria. Requirió esfuerzo. Me tomó tiempo encontrar esa pintura. De la misma manera, se necesita búsqueda, tiempo y esfuerzo para encontrar la sabiduría.
La sabiduría no se obtiene simplemente dejándose llevar por la vida o dejándose llevar por la corriente. Si sigues la corriente, probablemente vas a ir en la dirección equivocada.
El libro de Proverbios nos reta una y otra vez a obtener sabiduría. ¡Búscala! ¡Encuéntrala! ¡Ve por ella!
Proverbios 23 dice: «Compra la verdad y no la vendas, adquiere sabiduría, instrucción e inteligencia» (v. 23). Si la encuentras no la vendas.
Probablemente, yo no esté dispuesta a venderte mi cuadro. Bueno, quizás lo haría si me dan el precio adecuado. ¡Pero no voy a venderlo! Voy a aferrarme a esa pintura, porque es valiosa para mí.
Y comprar sabiduría, comprar la verdad, sugiere gastar energía o recursos financieros necesarios para obtener la verdad, para obtener sabiduría. Estás dispuesta a gastar; estás dispuesta a ponerle un precio.
Proverbios 7, dice que debemos cultivar una relación cercana con la sabiduría: «Di a la sabiduría: “Tú eres mi hermana”, y llama a la inteligencia tu mejor amiga» (v. 4). Trabaja en esa relación. Cultívala. Acércate a la sabiduría.
Y para hacer eso se requiere intencionalidad. Requiere seriedad. Requiere que la persigas.
Escucha estas palabras en el capítulo 2 de Proverbios; y de hecho, es posible que desees volver allí. Escucha la forma en que este padre, Salomón, le dice a su hijo que necesita buscar la sabiduría y necesita ser intencional al respecto. Proverbios 2, versículos 1 al 4:
«Hijo mío, si recibes mis palabras
y atesoras mis mandamientos dentro de ti,
da oído a la sabiduría,
inclina tu corazón al entendimiento.
Porque si clamas a la inteligencia,
alza tu voz por entendimiento;
si la buscas como a la plata,
y la procuras como a tesoros escondidos…».
Detengámonos aquí por un momento antes de continuar. ¿Percibes la seriedad aquí? Si deseas esto, si recibes esto, si atesoras esto, que tu oído esté atento. Afina tu oído como si estuvieras escuchando el sonido más débil. Inclina tu corazón. Establece tu corazón. No te detengas ahí. Pídelo; alza tu voz por ello; búscala como a la plata; búscala como si fuera un tesoro escondido.
Todos hemos tenido la experiencia de perder algo en nuestra casa, incluso puedo perder cosas en mi bolso y no encontrarlas durante meses. Ahora llevo un bolso más pequeño para que no me suceda eso. Pero estoy segura de que sabes lo que es revisar tu casa en busca de un cheque, una factura o algo valioso que se te haya perdido.
Y sé lo que es pasar largos períodos de tiempo intentando localizar algún dato o cita en Internet. Busco y busco. Estoy en una misión. ¡Tengo que encontrar eso! Necesito esta cita; necesito esta estadística. Necesito ese cheque. Necesito encontrar eso.
Estamos en una misión. Nos volvemos intencionales al respecto y decimos: «¡Apártate de mi camino! ¡Apártate de mi camino, porque voy a encontrar lo que estoy buscando!».
Esa es la imagen aquí. Estoy en una misión. Estoy en una persecución. No hay nada casual en esta búsqueda. Estoy buscando la sabiduría. Y déjame decirte que no es necesario ser anciana para buscar sabiduría. ¡Es mucho mejor que empieces cuando eres joven!
¿Y sabes qué? Las mujeres mayores que me escuchan ahora dirían, sin excepción: «Ojalá hubiera sido más diligente en la búsqueda de la sabiduría cuando era más joven».
Y sé que muchas de ustedes están asintiendo ahora mismo. «Ojalá hubiera sido más diligente. Ojalá hubiera clamado por sabiduría. Desearía no haber esperado hasta estar casada con una persona que no era la voluntad de Dios para mi vida, antes de empezar a buscar sabiduría; incluso antes de criar a mis hijos y no hacerlo a la manera de Dios, desearía haber buscado la sabiduría».
Estamos leyendo en Proverbios sobre la búsqueda seria, intencional y desesperada de la sabiduría. Y en Proverbios 2 versículo 5 continúa diciendo que si buscas la sabiduría de esta manera: «entonces entenderás el temor del Señor y descubrirás el conocimiento de Dios».
Dios no está jugando al escondite. Él quiere que lo encuentres. Él quiere que conozcas Su sabiduría. Él quiere darte Su sabiduría. Él está esperando que la desees. Y Él quiere saber si realmente la quieres y si vas a buscarla.
El versículo 6 de Proverbios 2, dice: «Porque el Señor da la sabiduría; de Su boca vienen el conocimiento y la inteligencia».
- ¿Qué estás haciendo para convertirte en una mujer sabia?
- ¿Qué estás haciendo con tu tiempo?
- ¿Qué estás haciendo en tu agenda?
Y puede que digas: «Estoy muy ocupada». Bueno, si estás demasiado ocupada para buscar sabiduría, entonces estás demasiado ocupada.
Puedes buscar sabiduría en el curso de la vida cotidiana, siendo madre, yendo a la escuela, o en tu lugar de trabajo. Así que inclina tu corazón hacia el Señor, hacia Sus caminos, y busca escuchar lo que Dios está diciendo en esa situación.
- ¿Qué estás haciendo para buscar la sabiduría?
- ¿Eres intencional al respecto?
- ¿Vas en serio con la búsqueda de la sabiduría?
¿O estás simplemente vagando por la vida, sin pensar en qué tipo de persona te estás convirtiendo, o qué tipo de carácter estás desarrollando, qué tipo de corazón estás cultivando? Si no estás pensando en ello, ¿sabes lo qué va a pasar? Te convertirás en una persona necia.
En Proverbios 8, vemos que la sabiduría habla aquí y dice: «Amo a los que me aman, y los que me buscan con diligencia me hallarán» (v. 17).
Mira los versículos del 32 al 34 de Proverbios 8:
«Y ahora, pues hijos míos, escúchenme,
porque bienaventurados son los que guardan mis
caminos.
Escuchen la instrucción y sean sabios,
y no la desperdicien.
Bienaventurado el hombre que me escucha [a la sabiduría],
velando a mis puertas día a día,
aguardando en los postes de mi entrada».
La mayoría de las personas que conozco consultan las noticias todos los días de alguna manera. Las ven por la televisión; las escuchan en la radio. Se suben a su carro y encienden su estación favorita; quieren escuchar las noticias. Encienden la Internet. Queremos estar sintonizadas y no hay nada malo en eso. No hay nada de malo en mantenerse actualizada y mantener el oído atento a las noticias.
Pero me pregunto, ¿cuántas cristianas son tan serias en mantener sus oídos atentos a lo que Dios está haciendo? Escuchando y observando diariamente.
«Bienaventurado el que me escucha», dice la sabiduría, «vigilando cada día a mis puertas, esperando junto a mis puertas».
¿Observas? ¿Miras? ¿Escuchas? ¿Esperas diariamente para obtener sabiduría de Dios? ¿Esperas en el Señor cada día, con Su Palabra abierta frente a ti, diciéndole: «Señor, enséñame, muéstrame, dame sabiduría, muéstrame Tus caminos, enséñame Tus sendas»?
Y déjame decirte esto: si pasas más tiempo escuchando, esperando y observando la sabiduría del mundo que la sabiduría de Dios, si recibes más aportes del mundo en tu mente y en tu corazón que los aportes que recibes de Dios y Sus caminos, entonces no esperes ser una persona sabia.
Y puede que estés diciendo: «Pero voy a la iglesia; voy a la escuela dominical; estoy en un grupo pequeño». Escúchame, no puedes en 60 o 90 minutos a la semana contrarrestar todas las otras cosas que puedes estar poniendo en tu mente y en tu corazón, la sabiduría del mundo, que es necedad comparada con la sabiduría de Dios.
Si quieres ser sabia, necesitas observar diariamente. Necesitas escuchar. No puedes descuidarte con esto. No puedes dejarlo pasar. ¿Y sabes qué? Nunca puedes dejar de aprender. Nunca dejas de crecer. Nunca dejas de buscar.
He estado estudiando la Palabra de Dios durante más de 40 años y siempre está viva, fresca y activa. He leído el libro de Proverbios muchas, muchas, muchas veces a lo largo de los años, y varias veces, mientras me preparaba para esta serie, he estado leyendo el libro de Proverbios.
Es fresco, es nuevo, está activo, está vivo, me alimenta. Y es por eso que quiero escucharlo, quiero observar diariamente a las puertas de la sabiduría y esperar para escuchar lo que Dios tiene que decir.
De hecho, permíteme decir que, de la misma manera, necesitas ser intencional en la búsqueda de la sabiduría; las personas generalmente no tropiezan o caen inesperadamente en grandes pecados como el adulterio o la malversación de fondos. Por lo general, no caen de repente en tener una familia destruida, rota. No puedes decir: «¡Tenía las manos atadas sobre este asunto! Yo no tuve nada que ver con esto; no pude hacer nada al respecto».
Lo más probable es que en algún momento hayan abandonado el camino de la sabiduría. ¿Y qué pasó después? Perdiste la protección de Dios. Tomaste decisiones cada vez peores, e hiciste concesiones para descuidar la sabiduría. Fue una fuga lenta, no una explosión repentina.
Y luego miran hacia atrás en sus vidas y ven: «¡Esto es un desastre!». Después acudes a tu consejero, a tu pastor, o escribes a Aviva Nuestros Corazones, y dicen: «¿Puedes ayudarme a recomponer mi vida?».
Y debo decir que amamos a las personas en cualquier situación y circunstancia de la vida, y haremos todo lo que podamos para orar, servir y ayudar. Pero puedo decir que en muchos casos no era necesario llegar a ese punto si no hubieran abandonado el camino de la sabiduría hace ya mucho tiempo.
Por eso es que debes ser intencional. Si no tienes la intención de buscar la sabiduría, inevitablemente pagarás el precio. Tarde o temprano querrás sabiduría, pero entonces quizás descubras que es demasiado tarde para obtener la sabiduría que despreciaste en el camino.
Entonces la pregunta es: ¿Qué estás haciendo para buscar la sabiduría? No me importa si tienes 14, 44 u 84 años de edad; y sé que algunas de nuestras oyentes se encuentran en esas edades. Te repito la pregunta: ¿qué estás haciendo ahora para buscar la sabiduría?
Sé que algunas de ustedes son estudiantes de secundaria, están de vacaciones y es posible que no estén pensando en buscar la sabiduría durante sus vacaciones. Déjame decirte que nunca puedes dejar de buscar la sabiduría. Persíguela con todo tu corazón. Serás bendecida; estarás agradecida y serás rica en lo que realmente importa. Y te ahorrará muchas, muchas consecuencias negativas en el futuro.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado dando algunas advertencias contra las terribles consecuencias de las decisiones necias. Ese mensaje es parte de esta serie titulada El camino de la sabiduría.
Durante esta serie, hemos estado mencionando el libro de estudio de Nancy En Busca de Dios. Y déjame agregar que las personas que hacen este estudio obtienen dos beneficios: primero, son guiados a un estudio sobre el comportamiento sabio para que puedas evitar algunas de las consecuencias negativas de las que hemos estado escuchando, y segundo aprenden a apoyarse en el poder y la sabiduría de Dios para tomar decisiones humildes, honestas y puras, día tras día.
En Busca de Dios también te ayuda a lidiar con las decisiones necias del pasado. Si adquieres este recurso, aprenderás a ser libre mediante la humildad, la confesión, el perdón y la restauración. Puedes obtener una copia visitando AvivaNuestrosCorazones.com
Cuando eras niña, ¿te gustaba jugar a conectar los puntos? Es posible que Dios quiera guiarte a una versión adulta de ese juego. Descubre por qué en el próximo episodio aquí, en Aviva Nuestros Corazones. ¡Te esperamos!
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Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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