Día 127 | 1 Crónicas 28 – 29
«Oh Señor, Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificarte una casa para Tu santo nombre procede de Tu mano, y todo es Tuyo». -1 Crónicas 29:16
Como hemos visto, David no solo tenía un corazón para Dios, sino que quería y buscaba intencionalmente que todos sus líderes, su pueblo y su familia también tuvieran un corazón para Dios. Por eso, levantó un reino cuyo arquitecto y constructor era Dios.
Veamos qué enseñanzas podemos nosotras también pasar a nuestros hijos y a nuestras familias mediante nuestras acciones y palabras:
- David no se aferró a los deseos de su corazón sino al de Dios. Él dijo: «Yo había pensado edificar una casa permanente para el arca del pacto del Señor y para estrado de nuestro Dios. Así que había hecho arreglos para edificarla. Pero Dios me dijo: “No edificarás casa a Mi nombre, …
«Oh Señor, Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificarte una casa para Tu santo nombre procede de Tu mano, y todo es Tuyo». -1 Crónicas 29:16
Como hemos visto, David no solo tenía un corazón para Dios, sino que quería y buscaba intencionalmente que todos sus líderes, su pueblo y su familia también tuvieran un corazón para Dios. Por eso, levantó un reino cuyo arquitecto y constructor era Dios.
Veamos qué enseñanzas podemos nosotras también pasar a nuestros hijos y a nuestras familias mediante nuestras acciones y palabras:
- David no se aferró a los deseos de su corazón sino al de Dios. Él dijo: «Yo había pensado edificar una casa permanente para el arca del pacto del Señor y para estrado de nuestro Dios. Así que había hecho arreglos para edificarla. Pero Dios me dijo: “No edificarás casa a Mi nombre, porque eres hombre de guerra y has derramado mucha sangre”».
¿Te identificas? ¿No es cierto que muchas veces nos aferramos más a nuestros deseos que a los de Dios?
- Es Dios quien elige, el hombre es su instrumento. David dijo: «Sin embargo, el Señor, Dios de Israel, me escogió de toda la casa de mi padre para ser rey de Israel para siempre».
- La obediencia a Dios es el camino a la verdadera bendición.
¿Cómo está tu obediencia? ¿Es con gozo y amor a Dios?
- David motivó a su hijo a valorar y a darle la debida importancia a su relación con Dios y a su misión. Él les instruyo de la siguiente manera:
- «En cuanto a ti, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele de todo corazón y con ánimo dispuesto».
- «Considera que el Señor te ha escogido para edificar una casa para el santuario; esfuérzate y hazla».
¡Prioridades, sobre todo! ¿Estás priorizando enseñar a tu hijo sobre esto? Si te es difícil, ¿con quién lo comentas? ¿De quién te apoyas?
David preparó a su hijo con instrucciones sobre la obra que Dios le había encomendado. Le dio a Salomón:
- Los planos para el templo y sus alrededores.
- Las instrucciones sobre el trabajo de las diferentes divisiones de sacerdotes y de levitas en el templo del Señor y dejó especificaciones para los artículos del templo.
- Instrucciones referentes a cuánto oro y cuánta plata debía usarse para hacer los artículos.
No basta con decir a nuestros hijos qué hacer, también necesitamos enseñarles el cómo hacerlo. Y déjame decirte que esto es más valioso.
- David también preparó el corazón de su hijo con palabras acerca de la fidelidad de Dios:
- «Esfuérzate, sé valiente y haz la obra; no temas ni te acobardes, porque el Señor Dios, mi Dios, está contigo. Él no te fallará ni te abandonará».
Esto me hace pensar en cuánto nosotras reconocemos la fidelidad de Dios para enseñarla a nuestros hijos. ¿La reconoces?
- El verdadero tesoro de David era Dios. Él expresó:
«Además, en mi amor por la casa de mi Dios, el tesoro que tengo de oro y de plata, lo doy a la casa de mi Dios».
David reconocía que todo lo que él era y tenía era de Dios. Muchas veces olvidamos esta gran verdad, ¿no te pasa que acumulamos tesoros en el mundo para ser felices, para estar seguras y tener tranquilidad en el futuro? ¡Qué importante es recordar que nuestro mayor tesoro es Dios, y por ello, cuidar nuestra relación con Él es prioridad.
David también alababa y adoraba a Dios en público. Reconocía que Dios es el dueño y Señor de todo. Él dijo:«Pero ¿quién soy yo y quién es mi pueblo para que podamos ofrecer tan generosamente todo esto? Porque de Ti proceden todas las cosas, y de lo recibido de Tu mano te damos».
Hermana querida, ¿cuánto reconoces que Dios es el proveedor de todo? Si ha provisto a Cristo para nuestra salvación, ¿cómo no ha de proveer con Él todas las cosas? Confía en Él.
- David reconocía su temporalidad:
- «Porque somos extranjeros y peregrinos delante de Ti, como lo fueron todos nuestros padres; como una sombra son nuestros días sobre la tierra, y no hay esperanza».
- Y, David clamaba por su pueblo y por sus hijos:
- «Oh Señor, Dios de nuestros padres Abraham, Isaac e Israel, preserva esto para siempre en las intenciones del corazón de Tu pueblo, y dirige su corazón hacia Ti. Dale a mi hijo Salomón un corazón perfecto para que guarde Tus mandamientos, Tus testimonios y Tus estatutos, para que los cumpla todos y edifique el templo».
Mis hermanas amadas, Dios ha entregado en nuestras manos un hogar para ser edificado en donde la Palabra de Dios sea el fundamento de vida; donde nuestros hijos sean alimentados con el Pan de Vida y fortalecidos con la leche pura de la Palabra, y donde nosotras y nuestros esposos amemos a Dios no solo con palabras sino con acciones.
- ¿Cómo puedes resumir con tus palabras de qué tratan estos capítulos?
- ¿Identificas alguna área de tu vida que necesitas rendir al Señor? Entrégala hoy al Señor.
Déjanos tus comentarios sobre tu reflexión personal de la lectura de hoy. ¡Seamos animadas las unas con las otras!
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