
Día 141 | Esdras 8 – 10
«Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios acerca de esto, y Él escuchó nuestra súplica… y la mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros, y nos libró de mano del enemigo y de las emboscadas en el camino». –Esdras 8:23
¿Notaste que el capítulo 8 comienza con una lista de parte del grupo que regresó con Esdras? Son muchos nombres que representan familias. Junto con las mujeres y los niños, eran unas siete mil u ocho mil personas. ¡Imagina cuántas personas eran! Sin embargo, muchos judíos se quedaron en Babilonia y no regresaron porque después de 70 años se habían acomodado a la vida allá.
No nos acomodemos a este mundo
Esto me llevó a orar a Dios, que nos libre de acomodarnos entre las costumbres y prácticas de nuestra cultura, que no nos amoldemos a este mundo y sigamos renovando nuestra mente con la …
«Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios acerca de esto, y Él escuchó nuestra súplica… y la mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros, y nos libró de mano del enemigo y de las emboscadas en el camino». –Esdras 8:23
¿Notaste que el capítulo 8 comienza con una lista de parte del grupo que regresó con Esdras? Son muchos nombres que representan familias. Junto con las mujeres y los niños, eran unas siete mil u ocho mil personas. ¡Imagina cuántas personas eran! Sin embargo, muchos judíos se quedaron en Babilonia y no regresaron porque después de 70 años se habían acomodado a la vida allá.
No nos acomodemos a este mundo
Esto me llevó a orar a Dios, que nos libre de acomodarnos entre las costumbres y prácticas de nuestra cultura, que no nos amoldemos a este mundo y sigamos renovando nuestra mente con la Palabra para comprobar cuál es la voluntad de Dios buena, agradable y perfecta. Él nos manda a ser un pueblo apartado, diferente. Recordemos Romanos 12:2:
«Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto».
Dios es nuestro Ayudador
Me confronta y a la vez me encanta cómo Esdras, a punto de emprender el viaje que era peligroso, decide que todos juntos clamen a Dios en ayuno y oración por protección. Hubiera sido fácil pedir ayuda al rey, pero si tenemos al Ayudador con A mayúscula, ¿por qué muchas veces acudimos a la ayuda del hombre? Leamos lo que dice Esdras:
«Porque tuve vergüenza de pedir al rey tropas y hombres de a caballo para protegernos del enemigo en el camino, pues habíamos dicho al rey: “La mano de nuestro Dios es propicia para con todos los que lo buscan, pero Su poder y Su ira contra todos los que lo abandonan”». –Esdras 8: 22
La Escritura nos recuerda que, si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? Es vana la ayuda del hombre en momentos que apremia la ayuda poderosa del Señor.
«Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios acerca de esto, y Él escuchó nuestra súplica… y la mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros, y nos libró de mano del enemigo y de las emboscadas en el camino». –Esdras 8:23, 31
- Hermana, ¿pides ayuda a los hombres o a los que crees que están en posiciones de influencia y autoridad confiando que ellos son los que te ayudan?
- Necesitamos recordar: ¿De dónde viene nuestra ayuda?
«Mi ayuda viene del Señor,
Que hizo los cielos y la tierra.
No permitirá que tu pie resbale;
No se adormecerá el que te guarda.
Jamás se adormecerá ni dormirá
El que guarda a Israel.El Señor es tu guardador;
El Señor es tu sombra a tu mano derecha.
El sol no te herirá de día,
Ni la luna de noche.El Señor te protegerá de todo mal;
Él guardará tu alma.
El Señor guardará tu salida y tu entrada
Desde ahora y para siempre». –Salmos 121
¿Alguna vez has pensado que te acuestas y duermes y despiertas porque el que te guarda no duerme? Es maravilloso descansar en un Dios así, por eso somos dichosas, porque nuestro Ayudador es el Señor.
¡Ojo! Nuestros corazones tienden a desviarse
Los capítulos 9 y 10 de Esdras son una nota de advertencia. Este pueblo que había experimentado tantas consecuencias por su desobediencia, ya había comenzado a caminar por las mismas sendas que los habían llevado a 70 años de cautiverio más todas las consecuencias devastadoras.
¿Y no es esa la tendencia de nuestros corazones? Estas cosas se escribieron para nosotras como ejemplo. Cuántas veces ignoramos la disciplina de Dios, y una vez que Él retira Su mano, volvemos a nuestros caminos.
Pero Esdras se angustia y se duele con el reporte del pecado del pueblo:
«Cuando oí de este asunto, rasgué mi vestido y mi manto, y arranqué pelo de mi cabeza y de mi barba, y me senté atónito…Pero a la hora de la ofrenda de la tarde, me levanté de mi humillación con mi vestido y mi manto rasgados, y caí de rodillas y extendí mis manos al Señor mi Dios». –Esdras 9:3, 5
Y no solo se angustió, sino que mostró visiblemente su dolor y preocupación, y se arrodilló en humillación delante de Dios. Él no había pecado como el pueblo lo había hecho, pero su alma se afligía. El pecado de algunos era el pecado de todos en contra de la majestad y la santidad de Dios. Quizás venía a su memoria el pecado de Acán en Josué 7 con todas sus consecuencias.
Convocaron a todo el pueblo, y en Su misericordia Dios les dio convicción:
«Mientras Esdras oraba y hacía confesión, llorando y postrándose delante de la casa de Dios, una gran asamblea de Israel, hombres, mujeres y niños se juntó a él; y el pueblo lloraba amargamente». –Esdras 10:1
El pecado tiene consecuencias, y en este caso fue tan serio que tomó tres meses dilucidar cada caso. El proceso para limpiar al pueblo y restaurar la santidad no se hizo a la ligera. Esto implicaba matrimonios y familias con los pueblos que Dios había prohibido que se juntaran y las consecuencias iban a ser muy dolorosas. El pecado destruye nuestras vidas y no debemos tomarlo a la ligera. Dice Romanos 6:1-2:
«¿Qué diremos, entonces? ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde?¡De ningún modo! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?».
Debemos pedirle a Dios que nos dé corazones sensibles a Su voz para dolernos por el pecado y anhelar vivir vidas obedientes a Él y Su Palabra; no para obrar salvación sino para andar en esas buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas y que evidencian que tenemos un nuevo corazón.
Recordemos Proverbios 28:13: «El que encubre sus pecados no prosperará, Pero el que los confiesa y los abandona hallará misericordia».
En Dios tenemos perdón, Él perdona todos nuestros pecados: pasados, presentes y futuros, pero cuando le damos la espalda y nos apartamos, mostramos que nuestra confesión procede de un corazón verdaderamente arrepentido.
Como Dios sabe que vamos a pecar, Él nos provee un abogado:
«Hijitos míos, les escribo estas cosas para que no pequen. Y si alguien peca, tenemos Abogadopara con el Padre, a Jesucristo el Justo». –1 Juan 2:1
Gracias a Dios por Jesucristo, quien nos extiende una invitación a confesar nuestros pecados sabiendo que en Su Trono hay gracia y misericordia. En Él hay abundante redención. Él está ahora sentado a la diestra de Dios intercediendo por nosotros, y no solo se compadece como nuestro Sumo Sacerdote sino que toda su justicia está puesta a nuestra cuenta. Podemos regocijarnos en nuestra redención y en la verdad de que no hay condenación para los que están en Cristo.
- ¿Qué enseñanzas te dejan estos capítulos?
- ¿Cómo puedes aplicarlas en tu comunidad de fe o en tu familia?
Déjanos tus comentarios sobre tu reflexión personal de la lectura de hoy. ¡Seamos animadas las unas con las otras!
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