Día 232 | Lamentaciones 1 – 2
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«El Señor ha hecho lo que se propuso, ha cumplido Su palabra que había ordenado desde tiempos antiguos». - Lamentaciones 2:17
Hermanas, hoy iniciamos el segundo libro que escribió el profeta Jeremías. El libro de Lamentaciones, que es un poema formado de acrósticos, que expresa el dolor profundo del profeta ante la devastación y destrucción de la gran Jerusalén.
Con este poema, Jeremías expresa el sufrimiento de Judá tras la destrucción de Jerusalén a manos de Babilonia, que es una muestra del juicio de Dios provocado por la constante rebelión y desobediencia de Su pueblo ante un Dios justo y santo. Judá confió en dioses falsos y cerró sus oídos y corazón al verdadero Dios y Su Palabra. Aun así, Dios fue paciente.
Leemos mucho acerca de que Dios es temible, y lo es, pero Judá no lo …
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«El Señor ha hecho lo que se propuso, ha cumplido Su palabra que había ordenado desde tiempos antiguos». - Lamentaciones 2:17
Hermanas, hoy iniciamos el segundo libro que escribió el profeta Jeremías. El libro de Lamentaciones, que es un poema formado de acrósticos, que expresa el dolor profundo del profeta ante la devastación y destrucción de la gran Jerusalén.
Con este poema, Jeremías expresa el sufrimiento de Judá tras la destrucción de Jerusalén a manos de Babilonia, que es una muestra del juicio de Dios provocado por la constante rebelión y desobediencia de Su pueblo ante un Dios justo y santo. Judá confió en dioses falsos y cerró sus oídos y corazón al verdadero Dios y Su Palabra. Aun así, Dios fue paciente.
Leemos mucho acerca de que Dios es temible, y lo es, pero Judá no lo creyó. Ahora bien, ¿lo crees tú? ¿Temes a Dios, como dice Mateo 10:28, que debemos temer a Aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno?No esperes a que haga justicia, abre tus oídos y tu corazón a Su palabra mientras hay esperanza.
Jeremías tuvo un ministerio de 40 años durante el cual el profeta se dedicó a amonestar al pueblo por su desobediencia e infidelidad al Señor. Jeremías se lamentaba ahora pensando que su ministerio había sido infructífero, pues el pueblo no respondía ante su mensaje.
Judá tenía tres ídolos en los que depositó su confianza: la dinastía de David, el templo en Jerusalén y la ayuda que vendría de Egipto. Todo esto los llevó a olvidarse de su Dios y de que su único socorro vendría de Él. Ahora, Dios usaría a su enemigo para humillarlos.
La fidelidad de Jeremías al abrazar su difícil llamado nos deja ver la bondad, misericordia y paciencia de Dios para con Su pueblo, mientras Jeremías esperaba en Él. A pesar de su fe, también el profeta se lamenta y llega a preguntarse si Dios se ha olvidado de Su pueblo. ¿Por qué tanta ira sobre Judá, acaso ya no lo amaba? Sin embargo, reconocía que Dios había hecho lo que tenía determinado.
- ¿Estás creyendo en la soberanía de Dios sobre tu historia a pesar de las circunstancias que puedas estar enfrentando? Si es así, te animo a recordar las maravillas que el Señor ha hecho contigo y no olvides como lo hizo Judá. (Te invito a leer el Salmo 103:2.)
Jeremías sufrió en su ministerio, siendo rechazado, burlado y maltratado; igual que Cristo sufrió el suyo. Jeremías fue desterrado, pero Jesucristo fue crucificado, cumpliendo las promesas en las que Jeremías esperó. Ambos sufrieron oprobio por amor al pueblo al que amaron, pero solamente en Uno hay verdadera salvación.
Estos poemas contienen detalles que describen una destrucción total de la ciudad y sus corazones. El dolor es más grande para el pueblo que aquel que sus enemigos le causaron; sin embargo, el Señor ha hecho lo que se propuso: ha cumplido Su Palabra que había ordenado desde tiempos antiguos.
En estos poemas, Jeremías nos guía a la esperanza que tenemos en Cristo sin importar lo desesperanzadora que pueda ser nuestra situación. ¿Cómo? Porque Jeremías pregunta: «Mira, oh Señor, y observa: ¿A quién has tratado así?». Este no es el final del pueblo, y en una situación difícil, tampoco es tu final, porque Cristo vino a deshacer las obras del maligno y vencer el pecado en tu corazón para que puedas obedecer y adorar verdaderamente al Señor.
Te invito a que leas Apocalipsis 1:4-8 y medites:
¿Cuál es la esperanza más grande que tenemos frente a nosotros?
¿Qué pasaje te invita a ver la necesidad de la obra de Cristo, de Su vida, muerte y resurrección para vivir según Sus mandamientos?
¿En qué meditas al terminar de leer estos capítulos?
Ve a la sección de comentarios al final de la página y escríbenos cuál fue tu reflexión de la lectura de hoy. ¡Nos encantará leerte!
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