La guerra silenciosa de las mamás: orgullo y comparación
En nuestra maternidad podemos caer fácilmente en la comparación que roba nuestro gozo y convierte nuestro llamado en una competencia sin sentido. Esto hace que olvidemos que en Cristo ya somos aceptadas y amadas. Hoy queremos animarte a que puedas examinar tu corazón y abraces el llamado a vivir en humildad, gratitud y amor.
Frases destacadas del episodio de hoy:
- Nuestra idolatría nos hace egoístas, nos hace comportarnos como si tuviéramos sentido de lo que hacemos, y nunca es suficiente lo que hacemos para obtener lo que nosotras queremos o lo que creemos que debemos tener por derecho.
- Todas hemos caído en el pecado de compararnos. La comparación solo es el resultado de lo que hay en nuestro corazón: orgullo. Es un orgullo que apunta a la necesidad de ser aceptada, aplaudida y valorada por lo que haces.
Consecuencias de la idolatría:
- …
En nuestra maternidad podemos caer fácilmente en la comparación que roba nuestro gozo y convierte nuestro llamado en una competencia sin sentido. Esto hace que olvidemos que en Cristo ya somos aceptadas y amadas. Hoy queremos animarte a que puedas examinar tu corazón y abraces el llamado a vivir en humildad, gratitud y amor.
Frases destacadas del episodio de hoy:
- Nuestra idolatría nos hace egoístas, nos hace comportarnos como si tuviéramos sentido de lo que hacemos, y nunca es suficiente lo que hacemos para obtener lo que nosotras queremos o lo que creemos que debemos tener por derecho.
- Todas hemos caído en el pecado de compararnos. La comparación solo es el resultado de lo que hay en nuestro corazón: orgullo. Es un orgullo que apunta a la necesidad de ser aceptada, aplaudida y valorada por lo que haces.
Consecuencias de la idolatría:
- Nos nubla de regocijarnos por lo que tenemos.
- Nos evita ser humildes ante la gracia de Dios en salvarnos y hacernos madres.
- Nos deja desesperanzadas porque compara mi progreso con el de otra, a mis hijos con los de la otra mamá.
- Nos lleva a buscar culpables de por qué no somos como las otras mamás, de por qué nuestros hijos no se comportan como deberían o de por qué nuestro esposo no gana lo suficiente para que podamos disfrutar nuestra maternidad y ser mejores que otras mamás.
- Toma la comunidad entre mamás y la torna en un evento de competencia nacional; toma la amistad entre mamás y la torna en una vara para medirse. Lentamente, nos lleva a amargarnos y a querer ser como ellas, y no como Cristo, que, al final, es nuestra encomienda.
¿Estás practicando la idolatría?
Revisa tu corazón y cómo te estás comportando:
- ¿Criticas?
- ¿Sientes el impulso de responder o justificar algo que no tienes o no haces?
- ¿Te unes al chisme sobre la maternidad de alguien más que no está presente?
- ¿Mientes de que tus hijos no incurren en ello o te justificas porque sí lo hacen?
- Cuando otra mamá está contando lo que hace y tú sabes que no lo haces, ¿empiezas a pensar en las maneras en las que tú lo harías mejor?
- ¿Fabricas dones que no te han sido dados para verte como otra mamá?
- ¿Evitas ir a esa reunión porque temes no llegar al estándar de las otras mamás?
- ¿Menosprecias a otras mamás porque no tienen el mismo desempeño que tú?
Si te has visto en esta «guerra de mamás», una guerra algunas veces silenciosa o de apariencias, entonces:
- Pide perdón a Dios por buscar la aceptación en otros.
- Pide perdón a tus hijos si es que los has forzado a ser o parecer algo frente a otros.
- Renueva tu mente con Su Palabra, de que Cristo es suficiente para ti en los días que tienes la tendencia a compararte o a quejarte por lo que quisieras tener y no tienes.
- Renueva tu mente con Su Palabra para recordar que ya eres aprobada por Cristo y eso es suficiente.
- Recuerda que es por Su fidelidad que estás caminando cada día, por lo tanto, solo te pide ser fiel a Él, no perfecta.
- Medita en que tu actitud humilde puede verse en apreciar lo que Dios da a otras, y qué puedes aprender de ellas.
- En vez de compararte, lucha contra esa comparación y dile a esa mamá: «¿Me dejas aprender de lo que tú estás haciendo?».
- Si es otra mamá la que se compara contigo, no te enaltezcas sobre ella. Más bien, ora por ella, y piensa en las maneras que puedes ayudarla. Ámala y ayúdala cuando puedas. Somos responsables de cómo amar a nuestras hermanas, de hablar la verdad en amor y alentarlas a ver a Cristo.
- Si somos parte de una misma familia, la familia de la fe, no solo nos debemos ver y ser diferentes, sino tratarnos diferentes a las comunidades del mundo. Sin embargo, como el pecado es el mismo, cuando caemos en esto, recordemos que tenemos algo diferente: Cristo.
- Así que, ¡nada de guerra de mamás! Más bien, vivamos en paz, amor, consejo, risas, ayuda, exhortación y apoyo. Esa es la verdadera feminidad bíblica y una forma de mostrar a otros que amamos a nuestros hijos, ya que ellos todo lo observan e imitan.
Pasajes bíblicos para ser alentada:
«Entonces, ustedes como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia, soportándose unos a otros y perdonándose unos a otros, si alguien tiene queja contra otro. Como Cristo los perdonó, así también háganlo ustedes. Sobre todas estas cosas, vístanse de amor, que es el vínculo de la unidad. Que la paz de Cristo reine en sus corazones, a la cual en verdad fueron llamados en un solo cuerpo; y sean agradecidos. Que la palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes, con toda sabiduría enseñándose y amonestándose unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando a Dios con acción de gracias en sus corazones». —Colosenses 3:12-16
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