Mamá: tu hogar no es el plan «B» de Dios
Cuando te preguntan en qué trabajas, ¿respondes de manera tímida, como si te disculparas: «Soy solo una madre que se queda en casa»? Hoy queremos recordarte que tu labor como madre no es inferior ni menos valiosa que los trabajos fuera de tu casa, sino un privilegio y una ofrenda para el Señor.
Frases destacadas del episodio de hoy:
Cuando otras hablan de sus carreras, cuentan todos sus logros:
- La enfermera que cuenta con orgullo cuántos años lleva ayudando a personas.
- La abogada que habla de sus casos retantes y su labor tan importante, y dice: «Siempre quise luchar por la justicia».
- Quizás tu amiga, la doctora en medicina, que desde niña quería ser doctora y que ahora lo es.
- O tal vez es una mujer que trabaja fuera de su hogar, tiene un trabajo que la hace sentir independiente y donde gana …
Cuando te preguntan en qué trabajas, ¿respondes de manera tímida, como si te disculparas: «Soy solo una madre que se queda en casa»? Hoy queremos recordarte que tu labor como madre no es inferior ni menos valiosa que los trabajos fuera de tu casa, sino un privilegio y una ofrenda para el Señor.
Frases destacadas del episodio de hoy:
Cuando otras hablan de sus carreras, cuentan todos sus logros:
- La enfermera que cuenta con orgullo cuántos años lleva ayudando a personas.
- La abogada que habla de sus casos retantes y su labor tan importante, y dice: «Siempre quise luchar por la justicia».
- Quizás tu amiga, la doctora en medicina, que desde niña quería ser doctora y que ahora lo es.
- O tal vez es una mujer que trabaja fuera de su hogar, tiene un trabajo que la hace sentir independiente y donde gana mucho dinero.
- Cuando te hacen la pregunta: «¿Y tú, en qué trabajas?», y respondes que eres solo una mamá que se queda en casa, muchas veces sientes una punzada en el corazón, porque nuestra cultura mide el valor del trabajo en dinero, estatus y logros visibles.
- Por esto, parecería que el trabajo de maternidad no tiene valor, porque no te hace ganar dinero, no te da ningún estatus y no hay logros rápidos o recompensas rápidas.
- Cuando te hacen esa pregunta y dices que solamente trabajas en tu casa, parecería que estás confesando una derrota. Como si tu talento se hubiera desperdiciado. Como si tus estudios no sirvieron de nada. Como si tu trabajo, en el cual estás involucrada en tu hogar, no aportara nada «productivo» a la sociedad.
Y no solo escuchamos esto de afuera, muchas veces lo llevamos dentro:
- Cuando vemos a otras mamás emprendiendo negocios, y pensamos: «¿Será que yo debería estar haciendo algo más, algo para ganar más dinero?».
- Cuando alguien en la iglesia pide voluntarias, y te sientes que no puedes más ni con lo que tienes en casa, y te sientes culpable por decir que no.
- Cuando tu propia familia, que no conoce a Dios, ni su Palabra, ni Sus prioridades, te pregunta: «¿Y tú qué haces todo el día?», porque no estás trabajando en un trabajo fuera del hogar.
- Quizás tú también has sentido ese peso de culpa o inferioridad, y por eso respondes a esa pregunta con timidez. Y para compensar ese sentimiento de inferioridad, quizás terminas recargándote con más y más actividades: voluntariado, cursos, proyectos paralelos, ministerios, hasta quedar exhaustas. Pero aun así, al final del día sigues escuchando la vocecita que te dice que solo eres una mamá que se queda en casa.
Verdad liberadora
- Ese «solo» de «solo eres una mamá que se queda en casa», es una mentira.
- Dorothy Sayers, una escritora cristiana de hace 80 años, habló sobre el valor del trabajo. Ella decía que la gente odiaba su empleo porque lo veía solo como un medio para ganar dinero. Y dijo algo revolucionario: «El trabajo es valioso en sí mismo, porque fuimos creados a la imagen de un Dios que trabaja y se deleita en Su obra».
- Eso significa que tu trabajo como mamá no vale menos porque no produce dinero. Tu labor tiene un valor inmenso porque estás participando con Dios en el cuidado y la formación de personas que llevan Su imagen. Esto cambia la perspectiva:
Tu trabajo paga económicamente? No.
¿Pero es bueno? ¡Mil veces sí!
¿Ganas un salario? No.
¿Pero cuál es el valor de tu trabajo? El precio eterno de un alma.
- Cuando empiezas a ver tu trabajo solo como «producir resultados»: niños perfectos, obedientes, que sean «trofeos» de nuestra crianza…caes en otra trampa, porque tus hijos no son proyectos para presumir, son personas para amar.
- El valor de lo que haces no está en mostrar logros visibles, sino en el simple y profundo hecho de obedecer a Dios en tu llamado.
- La Biblia nos recuerda en 1 Pedro 2:9 que somos «real sacerdocio». Eso significa que ya no existe esa división entre «trabajo espiritual» y un «trabajo secular». Como cristianas, todo lo que hacemos puede ser santo si lo hacemos para la gloria de Dios; se convierte en una ofrenda a Él: cambiar pañales, lavar platos, contar historias antes de dormir. ¡Todo eso es un acto de adoración a Dios!
- Jesús mismo dignificó las tareas humildes. El Salvador del mundo lavó pies sucios, Él sirvió a los niños, Él caminó con paciencia con discípulos tercos. Cuando tú sirves a tus hijos, puedes recordar que estás reflejando a Jesús.
¿Cómo puedes vivir esto en lo cotidiano?
Cambia tu manera de responder:
- La próxima vez que alguien te pregunte: «¿Y tú, en qué trabajas?», en lugar de bajar la mirada y decir «solo soy mamá», respóndele con convicción: «Tengo el privilegio de ser mamá y de quedarme en casa con mis hijos. Ese es mi llamado, y es un trabajo con valor eterno».
- Responder así no es orgullo humano, es afirmar que tu vocación es un regalo de Dios.
Enfócate en el llamado principal:
- No tienes que añadir mil cosas al llamado de ser mamá para sentirte más valiosa. Sí, puedes servir en la iglesia o en proyectos, pero nunca a costa de descuidar tu llamado principal. Recuerda: tu trabajo como mamá ya es un ministerio cristiano. Tu hogar es tu primer campo misionero.
- Tu valor no está en un salario, ni en un título, ni en tu independencia o autonomía, ni en la aprobación de otros. Está en Cristo, y tu vocación como madre en casa es gloriosa.
- La próxima vez que escuches esa vocecita interior que dice «solo eres una mamá», respóndele con la verdad: «Soy una hija de Dios, llamada a criar y amar a mis hijos para Su gloria».
Pasajes bíblicos para ser alentada:
«Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios…». — 1 Pedro 2:9
Recursos recomendados:
Episodio, La maternidad es una ofrenda al Señor
Episodio, Maternidad: un llamado sacrificial
Episodio, Tienes un tiempo de oportunidad…¡Aprovéchalo bien!
¡Te invitamos a unirte al canal oficial de QAASH en Instagram aquí!
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la series de podcast.
Únete a la conversación