¡Déjame adivinar! Te mueres porque tus padres dejen de opinar e intervenir en tus cosas. Me sentía de la misma forma cuando tenia tu edad.
Sin embargo, no me daba cuenta de que esto de la autoridad nunca termina:
- Vas a la universidad, tienes a los profesores como figuras de autoridad
- Obtienes un empleo, tu jefe te dice lo que tienes que hacer
- Te casas, tu esposo te lidera (Ef. 5:23-24)
- Hay reglas de tráfico y consecuencias si no se obedecen.
«Todos deben someterse a las autoridades públicas, pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él. Por lo tanto, todo el que se opone a la autoridad se rebela contra lo que Dios ha instituido. Los que así proceden recibirán castigo.» Rom. 13:1-2
¿Alguna otra persona que se sienta poco contenta con todo esto de la autoridad? ¡Claro que sí! Desde aquel día, siglos atrás, cuando Adán y Eva decidieron que Dios no podía decirles que hacer, todos hemos estado evadiendo a las autoridades. Me incluyo en ese grupo también.
Hace varios meses fui invitada a dar una charla a la Semana de la Pureza en una escuela cristiana en Brasil. Le envié mi invitación a mis supervisores en el trabajo y esperé y esperé y esperé… Cuando finalmente recibí una respuesta, no estaba satisfecha. Estaban muy emocionados por la oportunidad, pero no querían dejarme viajar sola; (¡como si no fuera lo suficientemente grande para hacerlo, gracias!)
Intenté cambiar esa decisión, explicando que los anfitriones me recogerían en el aeropuerto, pero mis empleadores seguían negados a dejarme ir. Pareciera como si me fuese a ser imposible viajar a Brasil. Mis anfitriones me informaron que pagarían por otro boleto aéreo, solamente si me comprometía a llevar a otro charlista.
Hice todo lo posible, y no pude encontrar a nadie, hasta que un día pensé en la persona ideal, oré, y esta persona accedió a viajar conmigo.
Desde ese momento, todo tuvo sentido. Dios trabajó a través de mis figuras de autoridad para enviarme a Brasil, no solamente a mí, sino también a otro charlista lleno del Espíritu. Como resultado, el trabajo para Su reino fue duplicado.
Durante el proceso, me fue recordada una lección importante: La autoridad no es algo por lo cual incomodarse, no es una mala palabra. Con Dios por encima de todo, la autoridad es otra forma de manifestar Su providencia y protección. De hecho, Él lleva a cabo todos sus propósitos utilizando las autoridades.
¿Y tú? Te incomodas por las autoridades, o confías en Dios lo suficiente como para someterte a las autoridades que Él ha puesto en tu vida hasta este momento? ¿Cómo puedes activamente someterte a tus autoridades hoy?
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