¿Le importa a Dios lo que me pongo? Tu ropa no define tu valor, pero sí revela tu corazón.

Quizás tú también te lo hayas preguntado: ¿De verdad le importa a Dios lo que me ponga este verano?

Antes de sumergirnos en la respuesta a esa pregunta, podría ser útil que consideremos otra: ¿Realmente quiero conocer el corazón de Dios sobre este tema o simplemente busco la confirmación a mis opiniones?

En otras palabras, ¿qué quiero más? ¿Una respuesta a la pregunta: a Dios realmente le importa lo que me pongo? ¿O estoy más preocupada por qué tan cerca puedo llegar a la línea percibida de inmodestia sin pasarme?

¿Puedo mostrar algo de abdomen?
¿Cuánto?
¿Qué tal media pulgada?
¿Una pulgada?
¿Dos pulgadas?
¿Puedo usar un bikini?
¿Pantalones cortos muy cortos?
¿Qué tal un crop top?

Algunas de nosotras quizás no estemos tan interesadas en esos detalles cuando hablamos de nosotras mismas (te aseguro que una madre de seis hijos, con cuarenta y tantos años, no va a lucir un bikini o un crop top), pero cuando se trata de lo que usan otras, no podemos evitar notarlo... y a veces comentarlo: «¿Viste lo corto de su falda? Una jóven cristiana no tiene por qué usar eso en público, ni en ningún otro lugar».

Sabemos que no nos corresponde juzgar... pero ¿no tenemos el derecho o la obligación incluso, de ser un poco críticas? Eso depende: ¿estamos interesadas en discernir el corazón de Dios y llevar a otras junto con nosotras a parecerse más a Cristo? O, ¿estamos más interesadas en tener la razón, en justificar nuestras propias decisiones sintiendo que estamos en el camino correcto?

En este y en todos los aspectos, necesitamos poner nuestro «por qué» antes del «qué». La respuesta en tu corazón (y en el mío) hace toda la diferencia del mundo.

Una propuesta modesta por Kevin DeYoung

El pastor Kevin DeYoung abordó el tema de la modestia en un artículo titulado «Cuidando lo que vestimos: una propuesta modesta para los debates cristianos sobre la modestia». Él planteó el debate sobre la modestia de esta manera:

Parece que al menos una vez al año, probablemente alrededor de la primavera y el verano, los cristianos comienzan a discutir sobre la modestia. Como pastor y padre, sé que éste es un problema real que no podemos evitar. Los mandamientos bíblicos sobre la modestia son algo a lo que prestamos atención, aunque sea de manera imperfecta, o simplemente los ignoramos. Deberíamos optar por lo primero. Sin duda, estas discusiones están siempre condicionadas por la cultura y están llenas de zonas grises. La Biblia no nos da un catálogo que incluya prendas aceptables y trajes de baño aprobados por Dios. La modestia no se verá exactamente igual en todo momento, en todo lugar y en todo contexto. Pero la modestia en el vestir (y ese es el tipo de modestia en el que estoy pensando en este artículo) sí significa algo, y podemos llegar a ese algo si tenemos en cuenta tres simples verdades. 1

Sus tres puntos son útiles, por lo que los enumeraré y resumiré a continuación:

1. «La modestia puede aplicarse con demasiada rigidez y con demasiada insensibilidad».

Aquí reconoce las difíciles experiencias que muchas mujeres han tenido con los estándares de modestia aplicados de maneras poco amables, con una actitud equivocada y casos en los que la comunicación sobre la ropa y los cuerpos de las mujeres por parte de hombres en posiciones de liderazgo ha sido «vergonzosa en el mejor de los casos, y totalmente inapropiada en el peor». Él reconoce que «mujeres jóvenes realmente han sido lastimadas por cosas tontas y, a veces pecaminosas, que se han comunicado dentro de una cultura de modestia excesiva».

2. «La falta de modestia en las mujeres no es excusa para la falta de piedad en los hombres».

El pastor DeYoung se esfuerza por ser claro: «Cuando pecamos, somos responsables. Nadie peca por nosotros. El hecho de que una persona se vista de manera provocativa no significa que otra persona esté justificada a mirar con lujuria, codicia o algo peor». Entonces, él señala correctamente que el hecho de que una mujer se vista de manera inmodesta no significa que se lo merezca, ni que deba ser acosada, deseada o agredida.

3. «La Biblia le manda al cristiano a vestirse modestamente y a evitar llamar la atención hacia nuestros cuerpos de manera sexual».

Con este punto, el pastor DeYoung llega al meollo de su argumento: que la belleza y la sensualidad no son lo mismo, que «el Señor no mira con agrado a las mujeres orgullosas que caminan con el cuello erguido, y con ojos seductores» (Is. 3:16-26), y que, como dice Pablo en 1 Timoteo 2:9-10, hay ropa apropiada que las mujeres cristianas deben usar, «entonces es lógico pensar que alguna vestimenta es inapropiada».

El pastor DeYoung concluye su artículo diciendo:

A menudo escuchamos que cualquier insistencia en la modestia femenina es otro intento de controlar los cuerpos de las mujeres y avergonzarlas por ser seres sexuales. Esa lógica puede sonar poderosa en el clima cultural actual, pero carece de coherencia bíblica. Como cristianos, sabemos que nuestros cuerpos no nos pertenecen y que estos no están destinados, en última instancia, para la autoexpresión o la autorrealización, sino a la gloria de Dios (1 Cor. 6:19-20).

Entonces, para responder a la pregunta del título, sí, a Dios realmente le importa cómo nos vestimos. Le importa nuestra ropa porque le importa nuestro cuerpo, así como a nosotros nos debería importar, ya que nuestro cuerpo es la morada de su Espíritu (1 Cor. 6:19-20), pero a Dios también le importa lo que vestimos porque le importa nuestro corazón.

Tres verdades y una mentira sobre tus outfits

1. Tu traje de baño (o cualquier cosa que te pongas) no dice todo sobre ti, pero sí dice algo de ti.

Tanto cristianos como no cristianos les encanta decir: «No juzguen para que no sean juzgados» (Mt. 7:1) cuando se les cuestiona sobre sus elecciones de estilo de vida, y es verdad: Dios es el juez supremo tanto de nuestras elecciones de vestimenta externa como las de nuestro corazón. Nuestras elecciones al vestir, no deberían ser una prueba de nuestra posición ante el Señor ni de nuestra fidelidad a Él, pero nuestra vestimenta habla cuando permanecemos en silencio. Considera si la tuya dice: «Este cuerpo es un regalo precioso que pertenece al Señor» o está diciendo: «Este cuerpo es mío y haré lo que quiera con él».

2. Establecer estándares (ya sean familiares, institucionales o personales) está bien y no equivale a legalismo.

Un pariente cercano trabajó para Disney hace unos años y me quedé atónita cuando vi sus estándares corporativos en cuanto a apariencia física. Desde los peinados hasta la ropa, tatuajes, barbas y bigotes, la empresa no dudó en establecer estándares estrictos, y sin disculparse. Su manual contenía página tras página una lista de «esto sí, aquello no», con fotos que mostraban lo que era ideal y lo que era inaceptable en la oficina y en los parques. No estaban juzgando si sus empleados eran buenas personas... simplemente se reservaban el derecho de determinar lo que era aceptable para el entorno de trabajo que querían crear de acuerdo con sus valores. Nosotras no deberíamos tener miedo de definir «esto sí, aquello no» cuando se trata de lo que vestimos. Eso no es legalismo (siempre y cuando no estés vinculando tus estándares a tu posición ante Dios); es vivir en fidelidad a lo que crees que enseña Su Palabra.

3. Tu ropa (sí, incluso tu traje de baño) tiene el potencial de contar la historia del evangelio.

En un artículo publicado en mytruegirl.com, la co-presentadora de Revive Our Hearts, Dannah Gresh, comienza citando al teólogo holandés Abraham Kuyper, que dijo: «No hay un centímetro cuadrado en todo el dominio de la existencia humana sobre el cual Cristo, que es Señor de todo, no exclame: “¡Mío!”». Ella dice que su antigua resistencia a darle autoridad a Dios sobre cómo se vestía se esfumó cuando le pidieron que escribiera sobre la modestia. Ella se preguntó: «¿Qué es lo que creo sobre la ropa y cómo se supone que debemos usarla?». 

Esto es lo que ella encontró:

«Decidí examinar las Escrituras, pero solo encontré unos pocos versículos que abordaban directamente el tema de la modestia. Sin embargo, noté que la Biblia tenía mucho que decir sobre la vestimenta comenzando desde Génesis. Cuando Adán y Eva pecaron, se dieron cuenta de su desnudez y experimentaron vergüenza. Dios «los vistió» con la piel de un animal (Gén. 3:21). Esto ocurre muy cerca de un versículo bíblico que los teólogos llaman el protoevangelio, que significa «el primer evangelio» (Gén. 3:15). He llegado a creer que el regalo de Dios de la vestimenta representa la forma en que Dios nos encuentra en nuestra condición vergonzosa y pecaminosa y nos cubre a través de una muerte sacrificial. Nuestro vestuario tiene el potencial de mostrar la presencia de la obra salvadora de Jesucristo».

La ropa tiene el potencial de declarar: «El evangelio está aquí».

Y eso, dice Dannah, es «lo más importante que podemos decirnos sobre lo que llevamos puesto. Si nuestras vidas van a agradar a Dios, tienen que ajustarse a Su autoridad en todo. Eso incluye lo que vestimos».

  1. Por último, la mentira: ¿A Dios realmente le importa cómo te vistas, ya sea en la playa o en cualquier otro lugar? Sí, pero no te dejes engañar por la mentira de que el estilo de tu traje de baño, el escote o el largo de tus pantalones te hacen automáticamente modesta o que hacen que Dios te ame un poco más o un poco menos.

Al igual que la belleza, la verdadera modestia tiene menos que ver con el adorno exterior, «sino que sea lo que procede de lo íntimo del corazón, con el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios» (1 Pd. 3:4). Tus condiciones externas dan alguna indicación de tu pronóstico espiritual, pero el verdadero termómetro de tu condición espiritual está en lo profundo de tu corazón.

Eres suficiente. Probablemente hayas visto esas dos palabras en un cuadro de arte sobre alguna pared. Es un mensaje que aparece por todas partes en las redes sociales, y probablemente lo hayas escuchado también de algunos líderes cristianos ¿Es cierto que si comienzas a verte a ti misma como «suficiente» y aprendes a amarte, tendrás éxito, seguridad y plenitud?

No. «Esa promesa no se cumple», dice Allie Beth Stuckey, en su libro titulado: «You’re Not Enough (And That’s Okay)», Allie Beth Stuckey comparte cómo Cristo proporciona una salida de la cultura tóxica del amor propio y nos guía hacia una vida llena de gozo, confiando en Él para obtener sabiduría, satisfacción y propósito.

1 Kevin DeYoung, “Watching What We Wear,” WORLD, June 19, 2023, https://wng.org/opinions/watching-what-we-wear-1687175340.

Ayúdanos a llegar a otras

Como ministerio nos esforzamos por hacer publicaciones de calidad que te ayuden a caminar con Cristo. Si hoy la autora te ha ayudado o motivado, ¿considerarías hacer una donación para apoyar nuestro blog de Joven Verdadera?

Donar $3

Sobre el autor

Laura Elliot

Laura Elliott y su esposo, Michael, son nativas de la hermosa Upper Peninsula de Michigan. Se esfuerzan por servir al Señor con alegría en Minnesota mientras crían a cinco hijos y una hija, mientras ministran en Chisago Lakes Baptist Church … leer más …

¡Hey chicas! Nos encanta escuchar de ustedes, pero nos sentimos limitadas por las formas en que podemos ayudarlas.

Si buscas consejo te animamos a hablar primero con tu pastor o una mujer piadosa en tu vida, ya que ellos sabrán más detalles de ti y te darán seguimiento y ayuda.Lo publicado en la sección de comentarios no necesariamente refleja el punto de vista de Aviva Nuestros Corazones.

Nos reservamos el derecho de remover opiniones que puedan no ser de ayuda o inapropiadas. Puede ser que editemos o removamos tu comentario si: * Requiere o contiene información personal como emails, direcciones, teléfonos. *Ataca a otras lectoras. * Utiliza lenguaje vulgar o profano.


Únete a la conversación