Ayudando a la mujer cuyo esposo es adicto a la pornografía

Si eres una mujer que tiene algún tipo de liderazgo en un ministerio o en una iglesia local, es muy probable que si otras mujeres necesitan hablar con alguien durante un tiempo de crisis, piensen en ti. Como esposa de pastor, he atendido mujeres que vienen con todo tipo de problemas, desde preguntas para educar a los hijos, hasta a solicitar alguna recomendación para estudios bíblicos. Algunos de los momentos más desgarradores, han sido cuando las mujeres vienen desechas pidiendo ayuda, después de enterarse que su esposo tiene una adicción a la pornografía.

Escucho a estas mujeres, y mi corazón resuena con cada palabra que dicen. No solo me duelo por ellas, sino me duelo junto con ellas –porque yo también he estado en sus zapatos. Sé lo que es sacar el historial del navegador y quedar sentada y conmocionada ante el impacto de los sitios en la web que aparecen en el listado. Sé lo que es escuchar a mi esposo confesar que nuevamente ha cedido al pecado de lujuria. Sé lo que es mirarlo salir por el rabillo del ojo, y preguntarme si se siente atraído a las mujeres que pasan. Y sé lo que es sentir vergüenza de tu propio cuerpo, asumiendo que si fuera más delgada o más bonita, entonces él no se sentiría tentado a mirar hacia otros lados.

Al lidiar con esta batalla en mi propia vida, y al luchar tratando de ayudar a otras mientras sufren en privado, el Señor me ha ayudado a adquirir cierta percepción que puede resultar clave y útil, y que tú puedes usar si llegas a estar en la necesidad de asesorar a alguna esposa con este dolor, o si tú eres la esposa que se encuentra atravesando este dolor.  Cualquier tipo de asesoramiento implica tanto escuchar como hablar, así  es que aquí hay algunas maneras en que puedes escuchar bien a una esposa lastimada y algunas cosas que ella quizá necesite escuchar.

Cómo escuchar bien

1. Enfócate en su historia, no en la de alguien más.

La palabra pornografía inmediatamente trae imágenes a nuestra mente que pueden o pueden no ser verdad en todos los casos. Quizá conociste otros hombres adictos a la pornografía. Quizá tú misma estás casada con uno. Pero cada historia es diferente, y debes asegurarte de no interponer la historia de alguien más en la suya.

Quizá su esposo puede estar involucrado en alguna de las formas más explícitas de pornografía, o tal vez sus luchas, para algunos, ni siquiera podrían etiquetarse como pornografía. Algunos hombres necesitan terapia intensiva a largo plazo, y algunos solo necesitan un amigo o mentor a quien rendir cuentas. Quizá él lo haya confesado por su cuenta y está luchando activamente contra este pecado, o quizá fue sorprendido y no está arrepentido en absoluto. Es importante tratar de obtener un cuadro exacto de la situación, para que tu consejo sea efectivo. Para ser clara, no necesitas saber las cosas a detalle. Solo necesitas suficiente información general para poder proveer o captar la mejor ayuda para esa situación.

2. Sé ese lugar seguro en donde ella pueda hablar respecto a algo que es muy probable que ella encuentre muy difícil compartir.

Pasé años sin hablar con alguien porque sentía demasiada vergüenza de que alguien supiera por lo que estaba pasando. La pornografía es uno de esos pecados que resultan difíciles de traer a la luz porque conlleva un peso de vergüenza que otros pecados no tienen. Si una esposa viene a pedirte ayuda, es muy probable que se sienta apenada y necesite que respondas con amor y apoyo, no con asombro y horror.

Ella pudo haber luchado, pensando si está traicionando a su esposo al compartir contigo este asunto. Cuando finalmente compartí mi historia con algunas hermanas, tenía temor de que pensaran que mi esposo era una persona terrible. Puedes estar legítimamente sorprendida o incluso conmocionada de oír su historia, pero debes comunicar amor y gracia, si quieres ser de ayuda en absoluto para esta esposa y su familia.

3. Deja que te diga cómo se siente, que puede ser tal como anticipabas que se sentiría, o puede no serlo.

Muchas mujeres se sentirán devastadas, angustiadas, enojadas, temerosas, avergonzadas, o cualquier combinación de estas. Sin embargo, en una ocasión asesoré a una mujer que estaba en una relación con un hombre que batallaba con la pornografía. Ella preguntó, “¿Es algo malo que yo no me sienta herida por esto?”

Ella pudo ver su pecado como independiente de sí misma y no lo estaba tomando personal. Sin embargo, muchas personas con quienes ella había hablado esperaban que se sintiera desconsolada, y había comenzado a pensar que algo debía estar mal con ella. Necesitamos realmente escuchar lo que una mujer está sintiendo y pensando sin asumir que ya lo sabemos. Ella necesita poder comunicarte esas emociones. Solo entonces podrás encontrarte con ella y comenzar a ayudarla.

Ya escuchaste. ¿Ahora qué le vas a decir?

1. Predícale el Evangelio.

Más que ayuda práctica, o un oído atento, lo que ella necesita escuchar es cómo se aplica el evangelio a su situación. Si su esposo es un creyente, recuérdale que incluso este pecado está cubierto por la sangre de Cristo. Ayúdale a recordar que Cristo murió para romper las cadenas más fuertes (aún las cadenas de adicción) y que con la ayuda del Espíritu Santo, hay esperanza de que su esposo camine en victoria. Si él no es un creyente, recuérdale que su mayor necesidad es Cristo, aún mayor que la necesidad de dejar de mirar pornografía. Muéstrale que su valor e identidad están arraigados en Cristo y Su amor por ella, no en algo que su esposo haga.

2. Recuérdale la gracia.

Recuérdale que ella también es una pecadora en necesidad de gracia. Cuando me di cuenta que había pecados en mi propia vida que seguían el patrón de tentación, indulgencia, vergüenza y remordimiento, realmente me ayudó a comenzar a ver a mi esposo con ojos de compasión, en lugar de sentirme lastimada.

De pronto podía sentir empatía con su batalla. Si él es un creyente, ayuda a su esposa a recordar que él también es un hermano en Cristo y está batallando con el pecado y necesita tanta gracia como ella.  También, ayúdale a ver la gracia de Dios trabajando en la situación. ¿Su esposo está arrepentido? ¿Él confesó por su cuenta? Eso es gracia. ¿Dios lo ha protegido de llegar más lejos con este pecado? Eso es gracia. ¿Está dispuesto a pelear este pecado? Eso es gracia. Aun en las situaciones más desesperadas se puede encontrar gracia. Ayúdala a encontrarla.

3. Ayúdala a respetar a su esposo

Aun cuando él ha pecado contra ella en esto, su llamado es a seguirlo respetando. Al procesar sus emociones, ella puede hablar de él con falta de respeto o revelar alguna manera en que ella ha estado tratándolo con falta de respeto.

He hablado con mujeres que respondieron a la confesión de su esposo quitándoles el teléfono y negándose a permitirle el acceso a alguno de los medios o de sus computadoras. Puede haber algunos pasos similares que deben tomarse. Mi esposo ha utilizado software con filtro y responsabilidad, y tenemos un código de acceso a Netflix que solo yo sé. Sin embargo, hay pasos que necesitan tomarse en pareja.

Ayúdale a recordar que ella es su esposa, no su madre, y que es una falta de respeto tratarlo como un hijo desobediente. Si ella se está expresando con falta de respeto hacia él, quizá también necesite una exhortación amable. Es muy fácil atacar verbalmente a alguien que nos ha lastimado, pero ella debe tener mucho cuidado en no pecar contra él como respuesta a su pecado.

4. Dile que el pecado de él, no tiene que ver con ella.

Mi esposo fue expuesto a la pornografía en la preparatoria, y ya era un adicto aún antes de que lo conociera. Para cuando éramos recién casados, cuando apenas me estaba enterando, ya llevaba más de una década profundamente arraigado. Pero yo seguía pensando que debía ser mi culpa. Si yo fuera más bonita, más delgada, y pudiera satisfacerlo más completamente, él no batallaría.

Estas eran mentiras, pero yo las creía. Y casi todas las otras mujeres con quienes he hablado también las han creído. Mi esposo me dijo una y otra vez que su pecado no tenía que ver conmigo, pero me negaba a creerle. Insisto, no fue sino hasta que vi que el patrón de su pecado era tan similar al patrón de pecado en mi propia vida, que comencé a darme cuenta que me estaba diciendo la verdad. Este pecado lo tenía subyugado y no tenía nada que ver con cuánto pesara yo.

Repítele la verdad una y otra vez –su pecado no tiene que ver con ella. Desafortunadamente, algunas veces él puede decirle a su esposa que es culpa de ella. No le permitas que crea esto. Él es responsable por su propio cuerpo y su propio pecado. Nada de lo que ella ha hecho en su relación le da una excusa para pecar de esta manera. Su pecado no tiene que ver con ella.

5. Al mismo tiempo anímala a no negarse a tener intimidad con él.

Esta es una conversación muy delicada. Es muy probable que una esposa que se siente traicionada y dolida por un esposo que ha sido infiel, aunque solo lo haya sido con sus ojos, no sienta deseos de tener intimidad. Él  necesita ser paciente y comprensivo con ella en su dolor, y en algunos casos, puede ser sabio un tiempo de abstinencia más largo.

Sin embargo, Dios creó tanto hombres como mujeres con un deseo por intimidad sexual, y Él creó el matrimonio en parte para proveer un lugar santo y seguro para que esos deseos fuesen satisfechos. Si ella se está negando a satisfacer esa necesidad de su esposo, bondadosamente ayúdala a ver que no lo está amando bien, y que muy probablemente está haciendo más difícil su lucha por pureza. No es saludable ni amoroso el usar la intimidad sexual como un castigo o recompensa por el nivel de victoria en que se encuentre.

Ayúdala a ver que Dios puede darle la gracia para tener intimidad con su esposo, aun cuando no sienta deseos de hacerlo. Ella necesita ver que la intimidad sexual es una fuente para ministrar y consolar en el matrimonio.  Une a una esposa con su esposo como ninguna otra cosa puede hacerlo. Este acto que ella puede sentir que nunca más quiere hacer, puede ser justamente lo que comience el proceso de sanidad. Anímala a pedirle a Dios que la ayuda a tener intimidad con su esposo, y recuérdale que Dios puede redimir un matrimonio devastado por la pornografía.

6. Finalmente ora con ella.

Permítele escucharte interceder a favor de su corazón y su matrimonio. Permítele escuchar tu afirmación del poder de Dios para sanar y restaurar lo que se ha roto. Agradece a Dios por su esposo y su matrimonio y por el trabajo que Él está haciendo. Ora que su esposo tenga la victoria sobre su pecado y camine en pureza, y que pueda desear a Cristo por encima de todos sus deseos carnales. Ora que ella pueda ser la ayuda sabia y amorosa para su esposo y que Dios sane sus heridas y le ayude a hablar verdad consigo misma. Ora por protección del enemigo. Agradécele por la cruz,  que rompe todos los yugos del pecado en el corazón de un creyente. Permítele que te escuche orar estas oraciones de esperanza sobre su vida.

Quizá ella no esté lista para oír todas estas cosas en una sola vez. Puede tomar mucho tiempo y paciencia. Pero si recibe compasión de ti y sabe que es amada por ti, entonces Dios puede usar eso para mantener la puerta abierta para que continúes ayudándola.

Mantén tus ojos en Cristo

La trágica realidad es que la pornografía se está convirtiendo en algo cada vez más fácil de accesar en edades cada vez más jóvenes. Conforme más y más jóvenes e incluso niños están siendo expuestos, puede ser que termines usando muchas de estas herramientas para ayudar a aconsejar a la madre de un hijo adicto a la pornografía. Las estadísticas son alarmantes, y algo que podemos suponer es que buscarán a las líderes de mujeres con cada vez más historias como éstas. Nuestros corazones se romperán y puedes sentirte tentada a la desesperación, pero permíteme dejarte con ánimo de la Escritura.

Al final de una larga lista en 1Corintios 6, de aquellos que no heredarán el reino de Dios, incluyendo al adúltero y a los sexualmente inmorales, Pablo dice:“Y esto erais algunos de vosotros; pero fuisteis lavados, pero fuisteis santificados, pero fuisteis justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.” (1Co 6:11)

Al ministrar a estas mujeres heridas, no desesperes. Su esperanza, la esperanza de su esposo, tu esperanza y nuestra esperanza está en Cristo, y Él solamente tiene el poder para transformar. Yo puedo testificar de Su fidelidad para conmigo al paso de los años, y Su poder para ayudar a mi esposo a finalmente caminar en victoria. Mantén tus ojos en Cristo, y apunta a las mujeres heridas a hacer lo mismo.

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