Agradecida de Dios… ¡y de ustedes!
Al aproximarnos al fin de este año, no puedo más que dar gracias a nuestro Dios por todas Sus dádivas para nosotros, y por lo que ha hecho a través de este ministerio.
Nunca imaginamos, ni en nuestros más increíbles sueños, que algún día Aviva Nuestros Corazones alcanzaría a tantas mujeres en tan poco tiempo. Hoy podemos decir, “hasta aquí nos ha ayudado el Señor” (1 Sam 7:12).
No quería dejar pasar este tiempo en el que recordamos de manera especial el asombroso hecho de la encarnación, de que Dios viniera hasta nosotros, y nos preparamos para el comienzo de un nuevo año, para darle las gracias a Dios y a ustedes.
Gracias a Dios por el privilegio de incluirnos en Su obra de redención y por permitirnos aportar con la obra de nuestras manos para que muchas hoy puedan conocer la verdad que las hace libres, para que puedan vivir vidas plenas, abundantes y fructíferas en Él.
Gracias a cada una de nuestras voluntarias. Sin su ayuda hubiera sido imposible hacer este sueño realidad. Nuestra oración inicial era que Dios trajera a su obra “a toda persona hábil en quien el SEÑOR había puesto sabiduría, y a todo aquel cuyo corazón le impulsaba a venir a la obra para hacerla" (Ex 36:2). Y Él ha sido fiel en responder nuestras oraciones.
Gracias al equipo de trabajo de ANC, una verdadera familia en Él. Alabo a Dios por el amor que Dios ha derramado en Sus corazones a través de Su Espíritu y por el amor que ha puesto entre nosotros y por este ministerio. Solo Él es capaz de hacer esto.
Gracias a ustedes, nuestras fieles oyentes y seguidoras de todos los lugares del mundo. Gracias por su apoyo, por sus aportes y por sus oraciones. Estas oraciones han llegado como olor fragante ante Su trono.
Que Dios bendiga de forma muy especial todos los hogares en este tiempo y que Cristo reine en cada corazón. Que Su fragancia se esparza en nuestros hogares mientras ponemos nuestra mirada en Él y anticipamos Su glorioso regreso. ¡Feliz Navidad!
“…no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo mención de vosotros en mis oraciones; pidiendo que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en un mejor conocimiento de El. Mi oración es que los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál es la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la eficacia de la fuerza de su poder, el cual obró en Cristo cuando le resucitó de entre los muertos y le sentó a su diestra en los lugares celestiales, muy por encima de todo principado, autoridad, poder, dominio y de todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo sino también en el venidero…. a Él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén.” (Ef 1:16-21; 3;21)
Laura González De Chávez
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