Definamos «estorbo». El diccionario RAE dice: «es un sustantivo masculino que se refiere a una persona o cosa que impide o dificulta algo. Sus sinónimos son: impedimento, obstáculo, inconveniente, molestia, dificultad». Al leer esta definición, seguramente, como madre, jamás afirmarías de labios para afuera que tus hijos son un estorbo; sin embargo, ¿qué dicen tus acciones? ¿Y de dónde viene esta frase que lentamente da forma a pensamientos de queja?
Empecemos con la cultura
El feminismo se ha encargado de adoctrinar a las mujeres con la creencia de que serán más felices si viven para ellas; por lo tanto, sus carreras y su futuro debe ser su enfoque aún si debes pasar por encima de quien sea y atentando con las leyes divinas. A las jóvenes que han quedado embarazadas a una temprana edad sin planearlo, les dicen: ese bebé será un estorbo para tu carrera, tu futuro, tu vida. O bien, la madre joven que, al compararse con mujeres solteras, siente que no ha hecho algo valioso con su vida y que perdió buenas oportunidades de «ser alguien» o ser verdaderamente feliz.
Por estas y otras razones, la cultura les grita a las jóvenes que tener hijos es una carga y un estorbo para su libertad e individualismo. Lo primero son ellas y sus deseos para vivir conforme a su corazón o hacia estándares que les han enseñado. Pero, ¿será verdad? ¿Será que esas mujeres que viven para sí mismas son verdaderamente felices? El feminismo ha dictaminado que los hijos son un impedimento que fácilmente se puede eliminar por medio del aborto o las píldoras.
Te quiero compartir algunos pensamientos feministas sobre este tema que la cultura aplaude:
- «Los hijos son un estorbo a la economía familiar. Hay que vestirlos y darles de comer, ya no alcanza para tus gustos».
- «Los hijos son una carga emocional insoportable. Todo el tiempo estás preocupada o molesta».
- «Cuando tienes hijos, tu cama ya no es tuya; tus momentos de soledad tampoco; no duermes bien y tienes que postergar reuniones con amigas porque te llaman del colegio».
- «Tus hijos son un estorbo para tu paz mental, tu estatus social y tu futuro exitoso».
- «No quiero tener hijos porque tengo un llamado más grande».
Muchos de estos comentarios proceden de mamás que han encontrado en su maternidad un pretexto para la inconformidad, una justificación para protestar y unirse a la trompeta de la sociedad que alienta a las mujeres a vivir para ellas. Es lamentable, porque la fuente de esas mentiras es Satanás, quien ha sido el padre de la mentira desde el principio (Jn. 8:44).
Hijos, un regalo de Dios
Contrario a la mentalidad egoísta de la cultura feminista, la Biblia expresa que los hijos son un regalo de Dios, ¡son una bendición! Sí, hay sacrificios en la crianza, pero ¿acaso no fue Jesús quien dijo: «Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar»? (Mt. 11:28). ¿Sobre qué base dice eso? El texto sigue: «Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas» (v. 29). Mira a Jesús, ¡no a ti misma! Solo así puedes apreciar la verdad del don de la maternidad y vivirlo en Cristo.
Si los argumentos para decir que los hijos son un estorbo es porque te frenan de hacer tu voluntad, entonces no querrás saber de Dios ni de Su Palabra porque, ciertamente, la Biblia te frena de hacer tu voluntad; pero a través de la sangre preciosa de Su Hijo te ha comprado para aprender y desear hacer Su voluntad, que es buena, agradable y perfecta.
Seguramente piensas que esto solo les ocurre a las mujeres no creyentes, pero quiero decirte que no es así. Muchas mujeres cristianas que están viviendo circunstancias difíciles en este mundo caído, ceden a estos pensamientos: «Y si no hubiera quedado embarazada, quizá no estaría pasando por esta situación y mi hijo tampoco sufriría», «Lo dichosas que son las solteras, no tienen freno y pueden hacer lo que quieran, en cambio yo, aquí en casa haciendo lo mismo», «De haber sabido lo que difícil que sería…», «yo no quería hijos; no los pedí».
Hermanas, la Biblia dice: «Un don del Señor son los hijos, y recompensa es el fruto del vientre» (Sal. 127:3). El fruto de recibir ese don con gozo a pesar de las circunstancias, es obediencia al Señor que te salvó. Aun cuando la vida te sorprende con escenarios que no esperabas, que quizá no deseabas, Dios no fue sorprendido, Él está allí contigo. Corre en arrepentimiento a Él por lo que has pensado y ponte manos a la obra a criar hijos a partir de Su Palabra, para que tus generaciones sean rescatadas de la corriente de este mundo y comprueben que Cristo es mejor.
Ánimo, mamá
Si tu anhelo es vivir para la gloria de Dios, entonces nada en este mundo caído será fácil. Nadie niega la realidad de un contexto complicado para criar, pero si Dios envió a Su hijo, también envía Su consuelo, Su provisión, Su amor, Su fortaleza y Su sabiduría para que lleves a cabo esa misión todos los días. Hermana, no somos de este mundo, nuestra recompensa está en los cielos y nuestros logros solo tienen valor eterno cuando van acompañados de hacer la voluntad de Dios.
En el proceso de santificación en el que toda mamá creyente se encuentra, hay esperanza, hay perdón si en algún momento has pensado, has dicho y has actuado como si tus hijos en realidad son un estorbo para ti. Despójate de esos pensamientos, arrepiéntete de tu pecado y ven a Dios quien te recibe y limpia de toda maldad. No dejes que esos pensamientos te desvíen de atesorar lo que Dios te ha dado, ya sea un hijo biológico o espiritual; renueva tu mente con Su verdad para vivir como Cristo en la cotidianidad.
En este sentido, las palabras de José cobran vida: «Ahora pues, no fueron ustedes los que me enviaron aquí, sino Dios» (Gn. 45:8). Nada sucede en este mundo sin que Dios lo permita ¡Hasta los cabellos de tu cabeza están contados! (Lc. 12:7). Tus hijos no fueron plan B, no fueron una equivocación, por eso no son un estorbo o una incomodidad o una molestia para tu vida. Al contrario, esos hijos te fueron enviados para invertir tu vida en ellos y presentarles a Cristo.
¡Ánimo mamá! Él te da la fortaleza y la abundante gracia para criar a tus hijos en tiempos de felicidad y adversidad porque, al final, estás criando con una mentalidad eterna, con Sus fuerzas para que tú y tus hijos se vean cara a cara con el Padre celestial y Él te reciba diciendo: «Buena sierva fiel».
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