Lo que el Día de las Madres significa cuando ya no está

Mi mamá partió con el Señor en un Día de las Madres, en 2013. Desde entonces han pasado 4,344 días… días en los que he llorado, recordado, sanado y, sobre todo, he sido sostenida por el amor fiel de mi Dios. No ha habido uno solo en el que Su presencia haya estado ausente.

En el mes de mayo se celebra el Día de las Madres en varios países. En la República Dominicana, donde vivo, la celebración fue hace 3 días. Sin embargo, para mí, en lugar de ser un día de festejo, este se tiñe de gris. Es un día lleno de emociones mezcladas. Hay dolor al recordarla, pero también paz… una paz profunda que solo Dios puede dar. Porque, aunque mi corazón sigue sintiendo la ausencia, puedo decir con certeza: ¡Dios ha sido bueno! Su amor nunca me ha dejado, ni me dejará.

No está mal llorar

Uno de los mayores aprendizajes en estos nueve años ha sido aceptar que no está mal expresar mi dolor. Extraño a mi mamá. Muchísimo. Todavía lloro cuando la recuerdo. Aún deseo poder abrazarla una vez más, decirle cuánto la amo, compartir con ella mis alegrías, mis luchas, mis logros.

Pero también he aprendido algo aún más valioso: Dios no es ajeno a mi dolor. Y el evangelio —esa verdad gloriosa de que Cristo vino a redimirnos— es la única esperanza que sostiene verdaderamente el alma herida.

Su bondad me ha acompañado cada uno de los más de dos mil días sin ella. He podido experimentar lo que Pablo dice en 2 Corintios 1:3-4:

«Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción, dándoles el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios».

Del consuelo recibido, al consuelo compartido

Este versículo se ha hecho vida para mí. Mi dolor no ha sido en vano. Dios lo ha usado para consolar a otras. Hoy puedo mirar a una mujer que sufre una pérdida y decirle: «Yo también he pasado por ahí». Pero más allá de eso, puedo apuntarle al Único que realmente consuela, el que sigue secando mis lágrimas cada Día de las Madres.

Confieso que a veces pienso que este año no lloraré… pero vuelvo a hacerlo. No son lágrimas de amargura ni de quejas, sino de una profunda añoranza. Aun así, también son lágrimas con esperanza.

Doy gracias a Dios por las mujeres que Él ha puesto en mi camino, aquellas que han sido como madres espirituales para mí. Ellas son una muestra viva del cuidado de un Dios que nunca deja huérfano a ninguno de los suyos.

Un Dios que ve y sostiene

Hay dos versículos que han sido un ancla para mi corazón:

«El Señor guarda a los extranjeros; sostiene al huérfano y a la viuda». -Salmo 146:9
«Él hace justicia al huérfano y a la viuda, y muestra su amor al extranjero dándole pan y vestido». -Deuteronomio 10:18

He sido ambas cosas: extranjera y huérfana. Y en esa condición, he visto la fidelidad de Dios. Él ha sido mi sustento, mi consuelo, mi todo.

No quiero minimizar tu dolor si tú también vives el Día de las Madres con tristeza. Si prefieres no celebrarlo, lo entiendo. Solo deseo recordarte una verdad firme: Dios es cercano a los quebrantados de corazón. Él no es indiferente a tu aflicción, y es el único que puede transformar el dolor en gozo.

Quiero compartir contigo el salmo que me sostuvo en las horas más oscuras, que fue uno de los pasajes que le leía a ella en sus últimos días y que sigue siendo mi refugio:

«Oh, Dios, Tú eres mi Dios; Te buscaré con afán. Porque Tu misericordia es mejor que la vida, mis labios Te alabarán. Así te bendeciré mientras viva, en Tu nombre alzaré mis manos. Como con médula y grasa está saciada mi alma; y con labios jubilosos te alaba mi boca. Cuando en mi lecho me acuerdo de Ti, en Ti medito durante las vigilias de la noche. Porque Tú has sido mi ayuda, y a la sombra de Tus alas canto gozoso. A Ti se aferra mi alma; Tu diestra me sostiene. Pero los que buscan mi vida para destruirla,
caerán a las profundidades de la tierra. Serán entregados al poder de la espada;
presa serán de las zorras. Pero el rey se regocijará en Dios; y todo el que por Él jura se gloriará, porque la boca de los que dicen mentiras será cerrada».
(Salmo 63, NBLA)

Solo en Dios hay consuelo verdadero

Hermana, si hay un vacío en tu corazón hoy, recuerda esto: solo en Dios encontrarás el consuelo que tu alma necesita. Solo Él puede llenar ese espacio con Su presencia, con Su amor, con Su fidelidad.

Mi historia no es única, pero mi Dios sí lo es. Él ha sido fiel. Él me sostiene. Y también lo hará contigo.

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Sobre el autor

Yamell de Jaramillo

Yamell es originaria de la República Dominicana. Ama la Palabra de Dios, es firme en sus convicciones y vive apasionadamente la vida cristiana teniendo el deseo genuino en su corazón de poder vivir el señorío de Cristo. Tiene un especial … leer más …


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