El consejo que las mamás jóvenes realmente necesitan

Escrito por Laura Booz

Recientemente una querida amiga conoció a nuestro nuevo bebé por primera vez. Fue un momento dulce porque ella ha sido una mentora para mí a lo largo de los años. Ha amado y criado a cuatro hijos y ahora disfruta de sus nietos. Regresó a la escuela para obtener un segundo título y así poder ayudar a mejorar la cultura del cuidado infantil. A lo largo de los años, ella me ha dado sabios consejos sobre la feminidad, el matrimonio, el estudio de la Biblia, la oración, la comida, los hijos y todo lo demás que surge entre los veinte y los treinta.

Mientras se inclinaba y admiraba a nuestro recién llegado, me miró y me dijo: «Sabes que solo hay una palabra: disfrutar». Me reí y le dije que acababa de encontrar ese consejo en una lista de Las diez cosas principales que NO se deben decir a una madre de niños pequeños. Se sorprendió y preguntó: «¿Por qué las madres no quieren que les digan que disfruten a sus bebés?».

Le hablé de una tendencia que había notado: las madres jóvenes están rechazando este consejo específico de las generaciones mayores. Durante los últimos años, las redes sociales han estado alborotadas a medida que las madres jóvenes se desahogan sobre las mujeres mayores que dicen: «Disfruta cada minuto». No quieren escuchar esto de las mujeres mayores que pasan por sus carritos llenos de niños en el supermercado.

Es posible que sonrían por fuera, pero por dentro se preguntan: «¿Cómo puedo disfrutar cada momento cuando el bebé llora en el asiento del coche que se tambalea en la parte delantera del carrito de compras, el niño pequeño se niega a sentarse en la parte de atrás y mi cerebro está abrumado con precios, información nutricional, cupones y planes de menú?».

¿Acaso es posible?

El consejo parece tan descabellado, tan alejado de la realidad. Obviamente se olvidan de lo que es vivir en un estado de privación de sueño, navegando por el cuidado y la crianza de niños necesitados y obstinados. Ser madre es un trabajo agotador, a menudo solitario y poco afirmado.

Cuando estas madres jóvenes llegan a casa del supermercado, bajan a los bebés de sus asientos, llevan las bolsas adentro, meten a los pequeños en la cama y se preguntan en voz alta: «¿Cómo se supone que debo “disfrutar” estos momentos? ¿Me convierte en una mala madre si “sobrevivir” es un verbo más exacto?». 

Estoy de acuerdo: la maternidad es difícil y «disfrutar» es la última palabra que me viene a la mente cuando estoy en medio de las demandas diarias de la crianza de los niños.

Sin embargo, ese día, mientras sostenía a mi bebé y miraba a los ojos a mi amiga, supe que debía tomarla en serio. Simplemente no podía ignorar o argumentar en contra de sus sabios y experimentados consejos. Lo dijo con toda la convicción del mundo. «Solo hay una palabra: “disfrutar”».

¿Estamos dispuestas a escuchar?

En lugar de quejarme por dentro, decidí tomarme en serio sus palabras. Lo medité durante mucho tiempo, me pregunté si quizás a todas las mamás jóvenes les falta algo. Después de todo, «disfrutar» es el consejo número uno, a menudo, es el único consejo que escuchamos de todas las mujeres mayores que se cruzan en nuestro camino. La mayoría de nosotras queremos que las mujeres mayores hablen a nuestras vidas. Me pregunto, ¿estamos dispuestas a escuchar lo que dicen?

Cuando las mujeres mayores nos dicen que «disfrutemos» a nuestros hijos. . . 

  • Tal vez debamos dejar de quejarnos y de ignorarlo, y dar marcha atrás a esas actitudes.
  • Tal vez debamos honrar la voz colectiva de las mujeres que han vivido la maternidad que están de acuerdo en esto.
  • Quizás sepan algo que nosotras aún no sabemos.
  • Tal vez ellas sepan que necesitamos escucharlo dondequiera que vayamos (reuniones familiares, la iglesia, el supermercado) porque escucharlo una y otra vez es la única manera de superar el olor de los pañales sucios, el ruido de los lloriqueos y el zumbido de las tareas mundanas.

Las insultamos cuando decimos que han olvidado cómo es esta etapa. Por supuesto que recuerdan las dificultades, llevan el costo de la maternidad en sus frentes arrugadas, sus manos ásperas, sus sueños sacrificados y sus cuentas bancarias. Y, sin embargo, no abandonan el cántico: «Disfrútalo, disfrútalo, disfrútalo».

Quizás este mensaje persistente y aparentemente imposible sea un regalo de Dios para nosotras. Tal vez sea la sabiduría que anhelamos escuchar. ¿Realmente queremos decirles a estas mujeres mayores generosas y apasionadas que dejen de animarnos? He descubierto que no es así.

Aprendiendo a disfrutar cada minuto

Por eso, la próxima vez que una mujer mayor me detenga en la tienda, cuando todos tengamos hambre y estemos de mal humor, y yo esté luchando para llevar a mi niño pequeño al baño a tiempo, y el bebé llore, y a la niña de seis años le aparezca una ampolla en el talón, y la niña de nueve años mueva su diente con tal fervor… intentaré hacer una pausa y escuchar lo que dice esa sabia mujer mayor: «Disfruta cada minuto. Disfrútalo».

Intentaré ser humilde y decir: «Gracias por ese sabio consejo. Haré mi mejor esfuerzo».

Tal vez podríamos comenzar pidiéndole a Dios todos los días que cambie nuestro corazón para que podamos disfrutar este regalo milagroso de la maternidad. Pidámosle que nos recuerde que debemos prestar atención a nuestros hijos, abrazarlos, conectarnos con ellos y aprovechar cada oportunidad para llevarlos a Jesús.

Gracias, Dios, por mis hijos pequeños. Gracias por el noble trabajo de la maternidad. Y gracias por las mujeres mayores que cantan la misma canción: ¡disfrútalo! 

Voy a intentarlo. ¿Y tú?

«Los hijos son una herencia del Señor, los frutos del vientre son una recompensa. Como flechas en las manos del guerrero son los hijos de la juventud. Dichosos los que llenan su aljaba con esta clase de flechas. No serán avergonzados por sus enemigos cuando litiguen con ellos en los tribunales» (Sal. 127:3–5).

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