¿Alguna vez has considerado que Dios te ha dotado con dones únicos para edificar tu hogar, tu comunidad y la iglesia?El Señor en Su Palabra nos enseña que cada don proviene de Él y que debemos usarlo con amor y humildad para Su gloria.
Dice Romanos 12:6-8: «Pero teniendo diferentes dones, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe; si el de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que da, con liberalidad; el que dirige, con diligencia; el que muestra misericordia, con alegría».
Las fortalezas con que Dios nos ha dotado son parte del diseño divino para nosotras, sin embargo, la sociedad y el mundo que nos rodea nos ha bombardeado con ideologías que intentan desvalorizar esas fortalezas que tenemos como mujeres, haciendo que incluso las mujeres cristianas las desdeñen y les den poco o ningún valor.
Primeramente, recordemos que todo lo que tenemos y todo lo que somos es por Él. Nos ha creado con un propósito, y no somos mujeres por azar, sino porque Él nos pensó así. Nos formó desde el vientre de nuestra madre y nos dotó con ciertas características. Además, al redimirnos, nos dio dones que restauran ese diseño original como ayudadoras y dadoras de vida.
Hermana: «Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación» (Stg. 1:17). Nosotras somos sensibles para cuidar del desvalido, pero también contamos con una fortaleza implacable cuando enfrentamos la adversidad.
Tenemos ejemplos en la Biblia como Débora, que lideró con valentía en tiempos de guerra (Jueces 4-5). En Hechos 18 leemos que Priscila discipuló con sabiduría junto a su esposo. Podemos también recordar ejemplos de mujeres cristianas como Amy Carmichael, que dedicó su vida a servir en la India y cuidar de muchos niños huérfanos, o Elisabet Elliot que fue a la tribu de los Aucas, que habían asesinado a su esposo misionero, para seguir la obra de evangelización en aquel lugar.
Dios nos ha llamado a usar nuestras fortalezas con propósito. Dios nos ha hecho delicadas, pero no débiles. Nos ha dado sensibilidad, pero también fortaleza. Nos ha hecho bellas, pero resistentes, como una magnolia de acero. Todo esto tiene un propósito: edificar el cuerpo de Cristo.
Nuestro diseño como ayuda idónea nos capacita para fortalecer, alentar y complementar a quienes nos rodean. Si eres casada, puedes sostener y edificar a tu esposo. Si eres soltera, puedes animar a tu padre, hermanos o hermanos en la fe, alentándolos a llevar a cabo su ministerio y sosteniéndolos en oración.
«La mujer sabia edifica su casa, pero la necia la derriba con sus manos». -Proverbios 14:1
La sabiduría en una mujer es una fortaleza; el amor también lo es, así como el discernimiento para diferenciar lo bueno de lo malo y lo edificante de lo inútil; pero esta sabiduría solo puede provenir de una relación íntima con Dios a través de Cristo. Esta relación nos dará la fortaleza para ayudar a otros cuando se sientan desalentados, y nos guiará para dirigir a otros a Cristo con paciencia y fe.
Como mujeres cristianas, tenemos la responsabilidad de modelar la feminidad bíblica, siendo testigos vivientes de la belleza del diseño divino. La iglesia, como la novia de Cristo, debe ser adornada con santidad y amor, y nosotras podemos ser maestras del bien, enseñando a otras mujeres a amar a sus familias y a servir en la iglesia con gozo.
Así que, pregúntate: ¿Cuál es el don que Dios te ha dado para edificar a otros? ¿Será la sabiduría y el discernimiento para guiar a otros a la justicia de Cristo? ¿Será la compasión para consolar al afligido? ¿Tu fe podrá fortalecer a los débiles en la fe? ¿O quizá puedas enseñar y discipular a jóvenes en tu iglesia?
Tal vez tienes habilidades de administración y organización que pueden ser útiles en tu hogar o en la iglesia. Si es así, podrías ofrecerte para facilitar el trabajo en algún ministerio en tu iglesia.
El Señor nos ha diseñado como mujeres y nos capacita para ser virtuosas. Solo Él puede darnos amor por servirle en medio de Su iglesia. Hagámoslo con amor, pero también con temor de Dios, sabiendo que servir a Su iglesia es un privilegio y una responsabilidad seria.
Busquemos ser mujeres con un corazón rendido a Dios y con un espíritu de servicio. Que nuestros dones sean regalos usados para edificar la iglesia y exaltar Su nombre, reflejando el amor que Él tiene por nosotros.
Cuando las mujeres usamos nuestras fortalezas y dones en lo cotidiano, pero también en la adversidad, en el hogar y en la iglesia, nos convertimos en las amorosas manos de nuestro Señor y en testimonio vivo del poder transformador de Cristo.
Usemos estos dones, poderosas herramientas con las que Dios nos ha dotado, para edificar hogares, iglesias y comunidades, haciendo de ellos refugios amorosos para las almas necesitadas de conocer a un Dios vivo.
Reflexiona:
¿Cómo puedes usar tus dones hoy para edificar a alguien en tu iglesia o en tu hogar?
¿De qué manera puedes cultivar la fortaleza y sabiduría que Dios ha puesto en ti?
Medita en los siguientes pasajes:
«Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndose los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios». -1 Pedro 4:10
«Así brille la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen a su Padre que está en los cielos». -Mateo 5:16
Ayúdanos a llegar a otras
Como ministerio nos esforzamos por hacer publicaciones de calidad que te ayuden a caminar con Cristo. Si hoy la autora te ha ayudado o motivado, ¿considerarías hacer una donación para apoyar nuestro blog de Mujer Verdadera?
Donar $3
Únete a la conversación