Combatiendo el desánimo en la mentoría

La mentoría es un honor y un privilegio que el Señor nos ha dado para enseñar y caminar al lado de una creyente más joven. Sin embargo, al mismo tiempo, tiene sus retos. Uno de ellos es el desánimo.

Al igual que en muchas cosas, nos gusta ver los resultados de nuestro trabajo, pues validan lo que hacemos. Aunque sí hay momentos maravillosos cuando vemos crecer espiritualmente a la joven o la mujer que estamos guiando, también hay otros en que el desánimo se apodera de nuestro corazón, porque no vemos ningún resultado tangible del tiempo y energía que invertimos en la vida de esas mujeres.

Como maestra de ministerio en mi iglesia, estoy constantemente luchando contra el desaliento y es un área en la que el Señor está trabajando en mi corazón. Un pasaje que el Señor ha traído a mi memoria es 1ª Corintios 3:6: «Yo planté, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento» de donde estoy aprendiendo las tres lecciones que comparto:

1. No tratemos de hacer el trabajo de Dios. Este versículo nos recuerda que no somos el único instrumento que Dios usa para transformar a una persona; solo somos una parte de Su plan, y en última instancia, es Él quien hace que la persona crezca, no nosotras. Así que, parte de la razón por la cual nos desanimamos se debe a que llevamos una carga que no es nuestra; pensamos que debemos ocuparnos de todo: sembrar, regar y hacer crecer. Pero ese no es nuestro trabajo. Dejémosle a Dios el crecimiento. 

2. Recordemos el crecimiento debajo de la tierra. En la jardinería o la agricultura, antes de que algo verde salga de la tierra, primero la semilla debe echar raíces, y por desgracia, ese es un proceso que no podemos ver. Así, en la mentoría, no siempre vemos lo que está sucediendo en el corazón de una persona. Así que, hay que luchar contra esos pensamientos de desaliento recordando que el Señor puede estar haciendo una obra poderosa en el corazón de alguien sin que lo veamos.

3. Enfoquémonos en servir a Dios. Debemos tratar de estar en paz con la posibilidad de que tal vez no veremos el crecimiento de aquellas de quienes hemos sido mentoras, sino que, será otra persona quien lo vea. Con la ayuda del Señor, podemos dirigir nuestros pensamientos y no centrarnos en ver el crecimiento, sino en serle fiel en guiar a las jóvenes y mujeres que el Señor ha puesto en nuestro camino, porque Él nos ha llamado a hacerlo. Y recordemos que «Porque por esto trabajamos y nos esforzamos, porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres, especialmente de los creyentes» (1 Timoteo 4:10 ).

Este es un llamado a todas nosotras para no hundirnos en el desánimo, sino alegrarnos y deleitarnos en ser mentoras de mujeres más jóvenes.

¿Cómo puedes aplicar la verdad de Dios a tus relaciones de mentoría para luchar contra el desánimo?

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Sobre el autor

Alejandra Minton

Alejandra Minton

Salvada por gracia, hija del Rey de reyes, recién casada con Kyle y apasionada por estudiar y enseñar la Palabra de Dios.

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