Ya no vivo yo

Una mañana me despertó el llanto de mi hijita de un año. Todavía estaba muy somnolienta, no me paré de la cama inmediatamente, con la esperanza de que volviera a dormirse. Pero cuando miré el reloj, me di cuenta que era su hora de despertar. Vinieron a mi corazón sentimientos de tristeza; pues, estaba exhausta y adolorida…Necesitaba dormir más. Luego de varias malas noches no me sentía con las fuerzas para enfrentar el día, y mucho menos hacerlo con gozo.

¿Te ha pasado algo parecido? Quizás no sean las malas noches pero te encuentras en una situación que va más allá de tus fuerzas. Quizás es una persona que sientes que “saca lo peor de ti.” O, puede ser que hayas estado en una aflicción por mucho tiempo y no sabes cuánto más podrás aguantar.

En ese momento, Jesús, en Su amor usó las verdades de Gálatas 2:20 para alentar mi corazón: “Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a Sí mismo por mí.”

El Evangelio impacta nuestro día a día. Desde malas noches a aflicciones largas, el Evangelio siempre nos trae esperanza. ¿Qué significa vivir por fe cuando tenemos una semana atrasada de lavado y nos sentimos un fracaso porque nuestros hijos no tienen ropa limpia? ¿Qué significa “ya no vivo yo” cuando lidiamos con nuestra soltería? ¿Cuáles son las implicaciones de que “Cristo vive en nosotras” cuando enfrentamos desilusión en nuestro matrimonio? 

Nosotras estamos en Cristo. Cuando El murió en la cruz, nosotras, en un sentido muy real, también morimos. Nuestro viejo yo ansioso, temeroso, egoísta y orgulloso murió con Cristo. Cuando El resucitó, un nuevo “yo” resucitó con El. Cada día que debemos vivir en nuestra carne, ya sea después de una mala noche o en medio de un problema de salud, lo podemos vivir por fe; es decir, no confiando en nuestra habilidad de resistir la tentación, ni descansando en una buena salud.

Nuestra confianza se encuentra en la obediencia perfecta de Jesús que ahora es nuestra. Cuando Dios nos mira en nuestros débiles esfuerzos de agradarle, El ve la obediencia de Jesús y queda satisfecho. Creamos hoy que el mismo poder que resucitó a Jesús de los muertos, es el que opera en nosotras. Aunque somos débiles, Jesús es fuerte y confiando en Su poder, podemos obedecer y no caer ante la tentación.

Nosotras ya no vivimos por lo que vemos con nuestros ojos físicos, sino por lo que Dios nos dice que es real. Es cierto que, quizás hoy estamos exhaustas, tristes, desanimadas o desilusionadas. Puede ser que estemos hoy mucho más vulnerables a la irritabilidad, ansiedad, ira y temor. Pero debido a que ya nuestro “yo” murió y es Jesús Quien vive, no tenemos que enfrentar el día en derrota. 

Para reflexionar: ¿Realmente creo que ya no soy yo  la que vive? ¿Vivo a la luz de que mi yo ansioso, temeroso y airado murió? Vive hoy creyendo en el poder de Jesús. Descansa en Aquel que siendo Dios nos amó y se entregó a Sí mismo por nosotras. Jesús vive y porque Él vive, nosotras podemos vivir…realmente vivir. 

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Este artículo procede del Ministerio Aviva Nuestros Corazones ® www.avivanuestroscorazones.com

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Sobre el autor

Aylín Michelén de Merck

Aylín Michelén de Merck

Aylín Michelén de Merck es esposa y mamá de tres hijos. Vive con su familia en el Medio Oriente. Aylín disfruta el guacamole, el café con leche de menta y todas las cosas que incluyen chocolate. La característica más importante … leer más …


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