La sumisión - Segunda parte

Las Escrituras son muy claras con respecto al tema de la sumisión. Entonces, deberíamos preguntarnos: ¿Cuál es el problema que tenemos con la sumisión? ¿La sumisión dentro del matrimonio?

Para no entrar en opiniones personales, veamos lo que Dios dice en Su Palabra. Para esto quiero que vayamos al huerto del Edén, donde encontraremos la respuesta a nuestra interrogante.

En Génesis 2:18, 20-25 leemos que al crear al hombre, Dios los hizo varón y hembra, uniéndolos en «una sola carne» y asignándoles roles específicos dentro de esa unión.

Por lo tanto, vemos que, Dios creó a Eva con el propósito de que fuera el complemento, la ayuda idónea de Adán, puesto que Él dijo: «no es bueno que el hombre esté solo, le haré una ayuda adecuada». Y en ese momento de la creación, Dios formó dos seres a Su imagen, iguales en valor y dignidad, pero con roles distintos, llamados a unirse y ser una sola carne.

El rol del hombre era de autoridad, liderazgo y amor y la mujer estaba sujeta a él como su complemento y ayuda idónea.

Entonces, volvemos a hacer la pregunta: ¿cuál es el problema?

El problema surgió con la caída del hombre, cuando el pecado entró en el mundo y distorsionó la idea que tenemos de los roles. De ahí en adelante nos molesta lo que significa ser ayuda idónea y la sujeción al marido. Luego de la caída, en Génesis 3, Dios le dijo a la mujer: «tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti».

Existen altas probabilidades de que en este punto la pregunta surja de nuevo en tu corazón: pero ¿por qué tengo que someterme?

La respuesta es sencilla, aunque no fácil. Tengo que someterme voluntariamente porque es un asunto de obediencia y posición. En Su diseño divino, Dios designó que el hombre fuera la cabeza de la mujer, así como Cristo es la cabeza del varón. La palabra sumisión es un término militar que significa «ponerse debajo de». En el caso de la esposa, ella decide voluntariamente colocarse debajo de la autoridad de su esposo y reverenciarlo. Es decir, de manera intencional ella decide seguir su liderazgo y apoyar sus iniciativas. 

La sumisión consiste en la disposición a seguir la autoridad del esposo, honrando y afirmando su liderazgo y ayudándolo a llevar a cabo ese liderazgo a través de sus dones. Se trata de trabajar juntos hacia una meta común.

La sumisión implica la decisión de confiar en Dios, cediéndole a Él el gobierno y las riendas de nuestras vidas con una actitud de rendición, auto-negación y humildad al ceder muchas veces lo que considero que son mis derechos, para obedecer y glorificar a Dios.

Desde Génesis 3 existe en cada una de nosotras un deseo de control, independencia, orgullo y manipulación. Por otro lado, también un temor que nos lleva a pensar: «si no hago esto… va a pasar aquello que temo». Pero como Dios conoce nuestros temores, nos llama a someternos sin «temer» ninguna amenaza (1 Pedro 3).

Habiendo revisado las diversas facetas del significado de la sumisión; es importante que veamos lo que NO es la sumisión:

  • No significa que la mujer sea inferior.
  • No significa que la autoridad es infalible. 
  • No se debe realizar por coerción, sino que es un acto voluntario.
  • No es esclavitud.
  • No es obediencia ciega.
  • No es obediencia externa.

Es fácil creernos que somos sumisas cuando estamos de acuerdo con las decisiones de nuestros esposos; pero la verdadera sumisión se refleja cuando estamos en desacuerdo y aun ahi manifestamos una actitud respetuosa y humilde.

¿Luchas en tu corazón porque deseas que las cosas se hagan a tu manera?

¿Cuál fue tu reacción la última vez que las cosas no se hicieron como tú decías?

¿Estás dispuesta a seguir el diseño de Dios, sometiéndote voluntariamente al liderazgo de tu marido?

Haz una lista de las áreas en que se te hace difícil someterte, y pídele a Dios que obre en tu corazón y te dé un deseo fresco de agradarle.

Para más recursos como este visita www.avivanuestroscorazones.com


 

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Sobre el autor

Patricia Acebal de Saladín

Patricia Acebal de Saladín

Patricia vive en Santo Domingo, República Dominicana. Está casada con Eduardo Saladín, pastor de Iglesia Bíblica del Sola Gracia en Santo Domingo. Le apasiona llevar el mensaje de la feminidad bíblica a las mujeres de habla hispana. Su anhelo es … leer más …


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