Mi oración para ti, hijo, al cerrar esta etapa: termina con fe

Escribí esta carta para mi hijo cuando se graduó de su carrera y quiero compartirla contigo porque el deseo de una madre es que sus hijos estén bien, pero aún debe ser más grande el anhelo de que reconozcan a Dios en todos sus caminos:

Termina hijo, pero termina bien.


Termina con gratitud, primero a Dios, pues Él fue quien te proveyó todo para que hoy concluyas está importante etapa en la vida que te da.

Él te dio la fuerza para levantarte cada mañana, aun cuando estuviste enfermo, sin ganas, triste o desanimado.
Él fue quien te capacitó para afrontar los retos de cada día.
Él fue quien te dio sabiduría para tomar decisiones rápidas y que te fuera bien.
Él fue quien te dio gracia ante los hombres, para ser bien recibido.
Él fue quien guardó tu sentir, para soportar ofensas y malos tratos, mientras les atendías y no respondías mal.
Él fue quien te dio inteligencia para saber cómo dirigir cuando te pidieron hacerlo.
Él fue quien hizo que pudieras sacar el trabajo en el área que te ponían y escuchar de los hombres que lo hiciste bien. Más no olvides, que todo lo que hagas para el Señor, tiene recompensa eterna. De Él espera y por Él trabaja.
Fue Él quien te guardó de peligros, ¿lo recuerdas? ¿Recuerdas hijo, ésa marcada vez, cuando Dios movió todo, incluso a mí para ir por ti? ¡Tanto qué agradecer, mi muchacho!
Cada día el Señor envió Su ángel alrededor tuyo y te defendió (Sal. 34:7).

Termina dando las gracias a todos.
Termina siendo luz de Cristo.
Termina teniendo un buen testimonio.
Termina perdonando toda ofensa.
Termina con amabilidad.
Termina con palabras de aliento al que se queda en lugar tuyo.
Termina sirviendo.
Termina a tiempo y si es posible, corre la segunda milla. Siempre haz más.
Termina dejando todo mejor de como lo recibiste. Deja huella, no tu huella; deja las huellas de Cristo.
Reconoce al Señor en todos tus caminos (Prov.3:5-6).

Después de escribir esta carta, me pregunté: «¿Acaso no es lo mismo para mí? ¡Sí! Dios me ha dejado una carta tan alentadora, Su preciosa Palabra».
Esa Palabra que es viva y eficaz (Heb. 4.12).
Esa Palabra que nos enseña para nuestro beneficio (Is. 48:17).
Esa Palabra que trae vida, vivifica el alma, despierta corazones, es luz, es rectitud, alumbra, alegra, sana, limpia, restaura, consuela, quebranta (Sal. 19, 103 y 119).
Esa Palabra que es justicia y es eterna (Mt. 24:35).
Esa Palabra completa, llena de sabiduría y consejos para que, al obedecerlos, pueda terminar mi carrera en fe, con anhelo y con esperanza (Flp. 3:14).
¡¡¡Bendita Palabra que me habla de Mi Redentor y Salvador Jesucristo!!! (Jn. 5:39).

«Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es Aquel que prometió. Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras». -Hebreos 10:23-24

«Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe». -Hebreos 12:1

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