“¡Muchas mujeres han hecho el bien, pero tú las sobrepasas a todas!” Prov. 31:29
En estos días mientras meditaba en lo convulsionado que está el mundo, me sobrevino temor por mis hijos. En medio nuestro se está librando una batalla cuyo punto principal de ataque es la MENTE de los niños.
¿Por qué la mente de los niños? Esta pregunta no es difícil de responder. Su mente es moldeable y fácilmente influenciable. Lo creen todo. Es muy fácil ganar terreno en sus mentes y corazones a temprana edad.
La agenda del diablo ha sido muy sagaz y peor aún, eficaz. Hasta creyentes han caído en su trampa.
A través de la revolución femenina, Satanás sacó las mujeres de sus casas dejando así este espacio desolado y a merced de ideologías engañosas.
¿Cuáles han sido los resultados? Entre otros: muchos niños criados, por todo, menos por sus madres: la televisión, personas de ayuda doméstica, los vecinos, el colegio, la realidad que viven a diario: madres ausentes.
Ellos crecen y son capaces de ver la realidad. Aunque podamos decirles otra cosa, nuestros hechos -que hablan más fuerte- les comunican: en verdad tú tienes otro lugar en mis prioridades.
En este mundo caído -y cada vez más autodestructivo- se requiere de un ejército de padres y madres comprometidos con la crianza de sus hijos; para ganar la batalla, primeramente, dentro de casa. Un hogar de tres dobleces no puede romperse fácilmente: Dios –Padres-Hijos.
La Biblia nos manda a “Instruir a nuestros hijos en el camino y aun cuando fueren viejos no se apartaran de él”. Cuál es el camino? La verdad de Dios.
Así mismo, nos ordena a hacer de esta instrucción algo continuo, en todo momento y en todo lugar: “Y hablarás de estas cosas estando por el camino, al acostarte y cuando te levantes”. Deut.6:6-8
¿Cómo lograrlo si nuestros hijos no están, la mayor parte del tiempo, cerca de nosotros? En estos días se habla mucho de “calidad” no tanto de “cantidad”. Pero por lo expresado en la Palabra de Dios vemos que no es una u otra sino ambas: cantidad y calidad.
Quiera Dios mover el corazón de muchas a recapacitar y escoger un camino más excelente aunque implique ciertas carencias materiales pero con abundantes recompensas al ver nuestros hijos, con la gracia de Dios, andando en la Verdad.
Y así cuando vengan los embates de filosofías mundanas y diabólicas, ellos a su vez puedan decir: “NO! Solamente seguiremos lo que Dios dice en Su Palabra”. La obra es de Dios pero Él nos dio la responsabilidad de criarlos e instruirlos en Su enseñanza y amonestación.
¿Pueden levantarse nuestros esposos e hijos y llamarnos “Bienaventurada”? Y decir: “Muchas mujeres hicieron el bien pero tú sobrepasas a todas”? Que el Señor nos ayude a que así sea. . Si no, aún estamos a tiempo!
Como el salmista, pidámosle que nos enseñe el camino a escoger: “Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis inquietudes. Y ve si hay en mí camino malo y guíame en el camino eterno” (Salmo 139:23-24).
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