No soy el tipo de mujer cristiana que esperas que yo sea

Nací en Beirut, Líbano, en una familia tradicional donde mi padre traía el pan y mi madre a pesar de haber tenido altos estudios académicos, se hizo experta en todo lo concerniente a las cosas del hogar y de los hijos.

Cada tarde a las 5 pm, mis padres bebían café turco en el balcón de nuestro apartamento y hablaban sobre  la vida, la familia y el futuro. Aun sin el impacto de la radio cristiana y los blogs modernos de hoy en día, rápidamente capté la imagen de lo que significaba estar en una relación entre iguales, pero con roles diferentes.  No recuerdo haber sido enseñada en ninguna clase de escuela dominical de cómo debía lucir una típica mujer cristiana, pero lo vi modelado en mi hogar en el este de Beirut a mediados de los ’70.  

Luego al transcurrir los años, evidentemente no leí el memo que me informaba que las jóvenes crecían para convertirse en esposas y perdí el tren por una milla. Mi padre, un hombre libanés tradicional entendía que la educación era la clave para la libertad y para conseguir la tarjeta de residencia de Estados Unidos, y nos impulsó a ser todo lo que pudiéramos ser en este mundo.

Así que, en lugar de planificar una boda, planifiqué una carrera en medicina.

Un día desperté y me di cuenta de que, ya tenía 40 años, era una pediatra que trabajaba en la sala de emergencias en la cuarta ciudad más grande de los Estados Unidos, escribiendo sobre la vida cristiana en un blog seguido por muchas.  

No, no soy el tipo de mujer cristiana que esperas que yo sea.

Hace dos años acepté dirigir el ministerio de mujeres en mi iglesia. Un trabajo que demanda mucho tiempo y atención de mi parte, y sobre todo, mucha más oración. La iglesia a la que pertenezco, supongo que es una iglesia más conservadora. No soy parte del liderazgo de la iglesia ni predico los domingos.

En la cultura moderna de hoy en día, se ha acusado a iglesias como la mía, de no reconocer a las mujeres su espacio y voz legítima en el liderazgo. Se quejan de que la iglesia debe ponerse a tono con los tiempos, y de que la igualdad de género no está presente en la iglesia.

La primera vez que me encontré con estas fuertes opiniones feministas defendidas con vehemencia, me llené de ira.  Luego me creó confusión. ¿Tengo suficiente voz en mi iglesia? ¿Soy tratada con justicia? Mientras más tiempo pasaba preocupándome por mi rol en la iglesia, menos tiempo dedicaba a atender realmente del rebaño que Dios había puesto bajo mi cuidado.

Y entonces descubrí algo: aunque podía manejar la sala de emergencias con mis ojos cerrados, no me interesaba estar al mando, y a pesar de que soy una soltera a mis 40 años, me gustaría tener un esposo a mi lado si Dios en Su gracia, lo provee. Y aunque el mundo me diga que soy tan fuerte como el hombre, agradecería tener a un hombre a mi lado para ayudarme a cargar la compra del supermercado.

Estoy cansada de permitirle al mundo –aún a aquellos que se proclaman como cristianos– que dicte quién soy yo y qué debo hacer. Hay una sola fuente de verdad que me define como la mujer cristiana que soy. Esa verdad se encuentra en la Palabra de Dios.

En Su Palabra, Cristo dicta mi identidad. Él revela mi necesidad. Él me enseña paciencia, dependencia y sumisión cuando siento que no estoy recibiendo lo que quiero cuando lo quiero, mientras espero que Él me revele Su voluntad a Su tiempo y a Su manera.  

Puede que yo no sea la típica mujer cristiana que quisieras que yo fuera, pero sé quién soy. Soy una mujer cristiana que sigue a Cristo y cree en la Biblia, y rechazo aceptar cualquier cosa que sea menos que Su Palabra y lo mejor de Él para mi vida.  

Me gustaría conocer más sobre ti ¿eres la «típica mujer cristiana»? ¿Por qué sí? o ¿Por qué no? 

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Sobre el autor

Lina Abujamra

Lina Abujamra

Lina es doctora pediatrica en sala de emergencias en Chicago y directora del ministerio de mujeres en su iglesia, Harvest Bible Chapel, Rolling Meadows Campus. Ella es la autora de LivingWithPower.org donde proporciona verdades bíblicas para la vida cotidiana.


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