Perspectivas de la Navidad

En mis diferentes celebraciones de Navidad, siempre le pregunto a mis invitados sobre sus recuerdos y tradiciones navideñas. ¡Algunas historias han sido muy memorables! Pero hace unos años, mis recuerdos giraban a menudo alrededor de mis tíos que acostumbraban reunirse con nosotros en la mayoría de las celebraciones familiares de la época.

Cuando era más joven, mi perspectiva de tía Catalina y tío Kevin era muy egocéntrica: ellos eran los adultos extras que aparecían trayendo más regalos para mí. En la medida en que maduraba, sentía pena por ellos porque nunca recibían tantos regalos como nosotros. Como puedes ver, todo se trataba de mí. No creo que nunca tomé en cuenta su punto de vista sobre la temporada festiva. En la medida en que pasaban los años, ellos se hacían más frágiles, llegaban con el tanque de oxígeno para mi tía, un recordatorio silencioso de su lucha con enfisema.

Un año, siendo ya una adulta, mi tía realmente me sorprendió con su regalo, un hermoso anillo de diamantes y rubíes que ella había diseñado cuando vivió en Europa en su juventud. Yo estaba anonadada por su generosidad.  Unos años más tarde, me regaló un juego de copas de champán de color granate. Esos regalos son mis recordatorios de ella porque uso el anillo todos los días y las copas de champán, cada Navidad.

Pero su verdadero legado no son las cosas materiales, sino lo que llegó durante la primera Navidad en que ella no estaba.

Esto ocurrió el año en que mi segunda sobrina, Claire, vino a la casa desde el hospital. Había nacido dos días antes, y todos estábamos deseosos de darle la bienvenida al más reciente miembro de la familia.  Su prima mayor, Natalie, fue la primera bebé en la familia. Empezaba a caminar y estaba intensamente curiosa por los gritos y el alboroto que teníamos el día de Navidad. El tío Kevin estaba con nosotros, pero un poco retirado hasta que nos dimos cuenta que lloraba en silencio. Era un valiente veterano de guerra por lo que resultó sorprendente verlo llorar. En medio de sus lágrimas, él dijo: "La extraño tanto".

¡Qué tonta fui! ¿Por qué no consideré que ésta era su primera Navidad sin la tía Catalina? Su dolor frente a nuestro gozo por la bebé era especialmente contrastante. En ese momento, decidí tratar de recordar acontecimientos significativos como ése en la vida de los demás. No siempre he tenido un éxito notable en esa área, pero el dolor palpable de mi tío en esa Navidad nunca me ha dejado.

Cuando transcurrieron los años y me encontré desempeñando el papel de ellos, como la tía que visita, he pensado en tía Catalina y tío Kevin con una nueva apreciación. A pesar de sus batallas de salud, tomaban fielmente su carro cada año y viajaban para estar con nosotros. Querían ser parte de las celebraciones familiares, aunque les resultara difícil hacerlo, o a pesar de que nosotros los niños estábamos tan ocupados en nosotros mismos que ni siquiera notábamos su presencia. Nunca se me ocurrió que prefirieran otros planes o que tuvieran esperanzas de unas navidades diferentes. Ahora pienso que conozco la respuesta, pero con esa conciencia llega el reconocimiento de que, de todas formas, ellos venían.

Aprendí esa lección, una que no hubiera querido tener que aprender, mientras continuaba siendo la tía ambulante que visitaba las familias de sus hermanas. Esto no significa que no quisiera estar con ellos, pero como todo el mundo, tenía ciertas expectativas de las fiestas.  Como expliqué en una entrevista en uno de los programas de Revive Our Hearts, esa experiencia era necesaria para que pudiera considerar las expectativas de otros a mi alrededor:  

Recuerdo la dificultad de alinear mis expectativas con lo que Dios estaba haciendo, y pensaba “Dios, esto no es bueno. ¿Cómo permitiste que esto ocurriera?” Y fue necesario que transcurrieran un par de años, en que las navidades habían sido buenas pero difíciles también, en las cuales yo rompía en llanto y luego me ponía mi maquillaje, y salía de nuevo a estar con las personas, pues no eran exactamente lo que yo esperaba.

Pude haberme sentado y decir, “Dios, no me gusta esto, y no voy a hacerte una celebración" lo cual era un terrible pensamiento de autocompasión —el día de Navidad. ¡Eso es ridículo! O podía decir, “¿Por qué Dios ha permitido este asunto en mi vida? ¿Podría ser para que ponga mi enfoque fuera de mí misma?”

Nunca antes me había percatado que otras personas estuvieran en la misma situación el día de Navidad. Había muchas personas que se encontraban solos por múltiples razones lo cual me daba la oportunidad de pensar “¿Qué quiere Dios con esto? ¿Hacia dónde podría estar dirigiendo mi atención”?

La ironía de la primera Navidad es que nadie esperaba que ocurriera de la manera en que lo hizo. Nadie esperaba que Dios nos rescatara haciéndose como nosotros, viviendo en nuestra carne débil, y experimentando todo tipo de experiencias y emociones humanas ... pero sin pecado. Y ese día humilde ahora se ha engalanado con tanto consumismo, teologías alternas (sonido aclarando la garganta…Santa), y capas crujientes de tradiciones que son difíciles de reconocer. A los seres humanos siempre nos ha resultado difícil reconocer a Dios actuar.

El Evangelio de Lucas inicia con la inesperada visita del Señor a dos parejas llevándoles noticias impactantes sobre concepción, una compuesta por personas mayores, y la otra, por dos prometidos; y concluye, con el Jesús resucitado que se presentó a Sus sorprendidos discípulos quienes estaban asustados por Su aparición. La obra de Dios nunca parece evidente a las criaturas finitas.

Por eso durante estas navidades, oro por aquellas personas que tienen en sus mentes un guión de la Navidad que no es el que sucede en la realidad. Oro por mi amiga que recién enviudó. Por otra amiga que aún está en duelo por su madre. Por aquellas amigas que luchan con la infertilidad o que esperan que Dios traiga de nuevo a su hijo pródigo. También por aquellas amigas felices que planean sus bodas, compran sus nuevos hogares, empiezan nuevas relaciones, o esperan que inicien las contracciones- personas que en esta época están felices, pero quienes también, un día, conocerán la decepción.  Cada gozo y cada dolor son el lienzo de la obra de arte de fe del Señor en nuestras vidas, para la alabanza de Su gloria.

El ángel Gabriel le dijo a María que no había nada imposible para Dios (Lucas 1:37). Luego su prima, Elizabeht le dijo, "Y bienaventurada la que creyó que tendrá cumplimiento lo que le fue dicho de parte del Señor” (Lucas 1:45). Esas dos declaraciones son ciertas hoy como lo fueron la primera Navidad.  

Cualquier cosa que nos parezca imposible, es nada para un Dios soberano, poderoso Quien no está limitado por el tiempo ni el espacio. Y aún más importante, somos bendecidas cuando ponemos nuestra fe y confianza por completo en lo que el Señor ha dicho que será hecho. Esas increíbles promesas de misericordia, amor eterno, comunión plena y constante, son más sólidas y confiables que cualquier otra cosa que podamos experimentar en estas fiestas.

¡Aleluya! ¡Porque se nos ha dado un Hijo, el Príncipe de Paz!

 

Feliz Navidad.

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Sobre el autor

Carolyn McCulley

Carolyn McCulley

En el 2009, Carolyn comenzó Citygate Films, una compañía de cine documental en donde ella es productora/directora. Antes de eso, Carolyn servía como especialista en el área de media para Sovereign Grace Ministries, trabajando en comunidad corporativa, y era productora … leer más …


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