Posiblemente tuve el mejor trabajo de verano que puede tener una estudiante universitaria. Me pagaban por conseguir un bronceado fantástico (¡y unas líneas de bronceado épicas!). Durante cinco veranos trabajé como «florista» para la Universidad de Wyoming. Nuestro equipo pasaba un par de semanas labrando varias docenas de lechos de flores, un mes entero plantando más de 40,000 plantas llamadas anuales y los dos meses siguientes cuidándolas, todo esto mientras disfrutaba de los rayos del sol. Aunque los veranos en Laramie, Wyoming, no son calurosos ni húmedos, las floristas empezábamos nuestra jornada laboral bastante temprano. Nos metíamos en nuestra gran camioneta color marrón a las 6 de la mañana para que la mayor parte del trabajo estuviera hecha antes de las horas más calurosas del día. Por esa misma razón, en el caluroso desierto del antiguo Medio Oriente, las mujeres iban por agua durante la mañana y no al mediodía.
Salvo una excepción notable.
Leemos su relato en Juan 4. Las Escrituras no nos dan su nombre, pero conocemos su historia, ella era una mujer samaritana promiscua. Ella pertenecia a una etnia odiada por los judíos, y sus decisiones de vida la habían convertido en una rechazada/marginada, aun entre los suyos. Por esta razón, ella iba al pozo cuando nadie más estaba ahí, pero todo cambió cuando se encontró con un extranjero.
«Dame de beber», dijo el extranjero.
La mujer no podía creer lo que había escuchado ¿Éste judío le estaba pidiendo ayuda?
La conversación continuó por un minuto, y el extranjero dijo algo sorprendente:
«Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna». -Juan 4:13-14
Más o menos tres años después, ese mismo extranjero está colgando de una cruz romana, símbolo máximo de deshonra. Con la poca fuerza que le quedaba, el hombre débilmente dijo: «tengo sed» (Jn 19:28). En un acto burlón de caridad, los romanos le dieron vinagre para calmar Su sed, en un momento más, la vida de este hombre habría terminado.
Mientras Jesús colgaba sediento y moribundo de aquella cruz, estaba cumpliendo cada palabra que dijo a la mujer samaritana, comprando para ella, y para nosotras, el agua que realmente satisface toda nuestra sed.
Él sacia nuestra sed
La mujer samaritana sabía sobre sed, y no solo la que te manda a la cocina por un sorbo de agua. Durante su conversación con Jesús, la verdad sobre su pasado salió a la luz. Ella se había divorciado cinco veces, y actualmente vivía con un hombre que no era su esposo. No sabemos el porqué de sus divorcios, pero ciertamente podemos notar un patrón en su vida. Parece que ella siempre estaba buscando al siguiente hombre que pudiera darle lo que ella estaba buscando, y cuando esa sed no se satisfacía, buscaba al siguiente.
Quizás sea tentador juzgar a esta mujer: «¿Cómo pudo? Yo jamás haría algo así», pensamos. La realidad es que, nosotras tenemos el mismo corazón idólatra y aferrado, que sin Cristo siempre estará buscando más de algo.
- Más novelas románticas.
- Más zapatos.
- Más carbohidratos.
- Más cafeina.
- Más alcohol.
- Más dinero.
- Más poder.
- Más… más… más.
Como los israelitas descritos en Jeremías 2, hemos abandonado la «fuente de aguas vivas» y hemos «cavado cisternas agrietadas que no retienen el agua» (v.13). El sangriento Salvador que colgaba sediento en el Calvario tomó sobre Sí nuestra insaciable sed para que pudiéramos encontrar en Él la verdadera satisfacción.
Él satisface nuestra sed de descanso
¿Cómo se ve tu lista de cosas por hacer? Si se parece un poco a la mía, se alarga frente a ti como un océano. Desde tareas y diligencias, hasta proyectos y compromisos sociales; tenemos mucho que hacer, y aun si no tienes un calendario ocupado, quizás estás cansada por razones distintas: un bebé que no ha aprendido la diferencia entre el día y la noche, padres de edad avanzada que requieren mucha atención, una hija rebelde tomando decisiones poco sabias, algún dolor físico que te impide dormir; dificultades económicas que se acumulan, miedo al futuro… Cualquiera que sea la razón por la que te sientes hoy cansada, presta atención a esta invitación del Salvador:
«Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar. Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas.Porque Mi yugo es fácil y Mi carga ligera». -Mateo 11:28-30
Todas tenemos una sed inherente de descanso, pero también parece que somos alérgicas a eso. Algunas veces nuestro interior nos susurra: «Tienes que seguir adelante, ¿qué pasará con todo si te detienes?». Jesús nos llama con otras palabras, Él promete descanso al cansado. Cambia el duro yugo del trabajo y la autosuficiencia por el yugo fácil de un maestro humilde y bondadoso. Esto no significa que prometa una vida fácil y cómoda a todos los que se sometan a Su yugo, pero sí promete descanso.
- Descanso en lo ajetreado.
- Descanso en lo duro.
- Descanso en el estrés.
- Descanso en lo ordinario.
- Descanso en lo devastador.
El Salvador sangriento que clamó por algo de beber tomó sobre Sí tu sed y ofrece a cambio el verdadero descanso.
Él satisface nuestra sed de aprobación y aceptación.
Aunque la sed de aprobación no es más nueva que el deseo de más o el deseo de descanso, sin duda se ha visto exacerbada por las redes sociales. Ahora los adictos a la aprobación podemos tener pruebas cuantificables de lo aprobados que estamos (o no). Podemos contar las visitas, los «me gusta», los amigos, los seguidores, los corazones y las etiquetas. Podemos filtrar nuestras fotos y nuestras vidas para que adquieran el matiz justo para obtener la mayor aprobación del público adecuado. Puede que los adolescentes experimenten esta atracción con más intensidad que los adultos, pero los mayores no somos inmunes. Simplemente sabemos disimular mejor nuestra lucha.
Queremos aprobación, así que nos acobardamos en lugar de hablar.
- Queremos aprobación, así que evitamos la confrontación bíblica.
- Queremos aprobación, así que nos unimos a los chismes en el trabajo.
- Queremos aprobación, así que probamos otra dieta para finalmente tener esa talla.
- Queremos aprobación, así que nos reímos de los chistes subidos de tono.
- Queremos aprobación, así que no hablamos del evangelio con nuestros vecinos.
Proverbios nos advierte que la sed por aprobación es una trampa: «El temor al hombre es un lazo, pero el que confía en el Señor estará seguro» (Prov. 29:25).
La mentira es que la aprobación verdaderamente satisfará tu sed, la verdad es que la aprobación es más como las papas fritas, «no puedes comer solo una». Un golpe de aprobación te dejará sedienta de más. Nunca estarás verdaderamente satisfecha hasta que recuerdes el evangelio.
Si has probado el agua viva, no dejarás de beberla, has sido aceptada: «Por tanto, acéptense los unos a los otros, como también Cristo nosaceptó para la gloria de Dios» (Ro. 15:7).
Aceptar esto en Cristo significa que no necesitamos la aprobación de nadie más. Tu identidad está segura, tu esperanza es cierta, tu sed es saciada.
¿Estás sedienta hoy? si es así, encuentra satisfacción en la fuente de agua viva, quizás puedes empezar bebiendo un poco de este himno Agua de vida de Keith y Krystin Getty
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