
Colaboradores con Dios
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth dice que trabajamos con y para Dios, y que también dependemos de Él.
Nancy DeMoss Wolgemuth: No podemos hacer que un bosque seco vuelva a la vida. No podemos hacer que edificios que una vez fueron santos para Dios vuelvan a serlo, sin la gracia que Él nos ha dado.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Mentiras que las mujeres creen y la verdad que las hace libres», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 20 de junio de 2025.
Si te preguntara por tus compañeros de trabajo, creo que probablemente mencionarías a las personas con las que te relacionas en tu puesto trabajo, tal vez me hablarías de las personas con las que más te relacionas día tras día, o quizá mencionarías a los más pequeños de tu casa.
…
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth dice que trabajamos con y para Dios, y que también dependemos de Él.
Nancy DeMoss Wolgemuth: No podemos hacer que un bosque seco vuelva a la vida. No podemos hacer que edificios que una vez fueron santos para Dios vuelvan a serlo, sin la gracia que Él nos ha dado.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Mentiras que las mujeres creen y la verdad que las hace libres», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 20 de junio de 2025.
Si te preguntara por tus compañeros de trabajo, creo que probablemente mencionarías a las personas con las que te relacionas en tu puesto trabajo, tal vez me hablarías de las personas con las que más te relacionas día tras día, o quizá mencionarías a los más pequeños de tu casa.
Por otro lado, quizá a muchas de nosotras no se nos ocurriría mencionar al Señor como nuestro compañero de trabajo o colaborador. Bueno, pues el día de hoy Nancy nos enseña cómo y por qué podemos hacerlo. Ella originalmente dio este mensaje en una capilla de Revive Our Hearts dirigido a las Embajadoras del ministerio en Michigan. Fue de tanto ánimo que queremos compartir este mensaje contigo. ¡Escuchemos!
Nancy: Vamos a abrir nuestras Biblias en 1 de Corintios capítulo 3 para dar un vistazo a este pasaje tan rico en contenido. Y he estado pensando y reflexionando mucho en lo que Dios ha hecho en mi vida.
Estuve revisando algunos diarios viejos y encontré unas notas de un mensaje del 27 de agosto del 2001, exactamente una semana antes de lanzar Revive Our Hearts el 3 de septiembre del 2001. En aquella ocasión me invitaron a hablar en una conferencia regional del(La Asociación nacional de radiodifusores religiosos, y el Señor me dirigió a enseñar sobre este pasaje.
En el día de hoy no les voy a compartir lo que enseñé en aquella ocasión, pero hubo cosas en ese momento que el Señor estaba poniendo en mi corazón en los inicios de Revive Our Hearts. El Señor me habló acerca de ser una mensajera en un tiempo como este.
Y quiero ver todo este tema desde un ángulo un poco diferente en el día de hoy. En el contexto de este pasaje vemos que las personas estaban comparando a diferentes siervos del Señor; Pablo y Apolos eran los más conocidos. Por lo que, Pablo, hablando de esto, usa dos metáforas en este pasaje. Y en el día de hoy que veamos solo una pequeña parte de este pasaje tan profundo que les mostrará algunas cosas sobre las cuales pensar y orar.
La primera metáfora es agrícola y la segunda metáfora es arquitectónica. Primero hace referencia a la agricultura y después a la arquitectura.
Comencemos primero en el versículo 5, donde Pablo dice: «¿Qué es, pues, Apolos? ¿Y qué es Pablo? Servidores…».
Ahora, más adelante, en Segunda de Corintios capítulo 4, en el versículo 1, Pablo vuelve a usar esa palabra, pero es una palabra griega diferente que hace referencia a los esclavos que remaban en la parte inferior de un barco de aquella época.
Esa palabra se usaría para describir a un mesero, un ayudante, el que recoge los platos; alguien que no tiene una posición importante.
Así que Pablo dice: «¿Quién es Apolos? ¿Quién es Pablo?». Ellos eran los líderes espirituales más famosos de su tiempo, y, sin embargo, él dice, son:
«Servidores, [meseros, ayudantes], mediante los cuales ustedes han creído, según el Señor dio oportunidad a cada uno. Yo planté, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Así que ni el que planta ni el que riega es algo, sino Dios que da el crecimiento» (1 Cor. 3:5-7).
Piensa en este término de siervo, servidores. Nadie le pone el nombre de un restaurante en honor a un mesero. Nadie nombra un estadio de béisbol en honor a un ayudante. No eriges un monumento en nombre de un siervo, ni se hacen movimientos en honor de los siervos. La meta de nuestro trabajo como colaboradores es poner el reflector en el Maestro, en Dios.
Y como sus siervas, estamos plantando semillas (utilizando la referencia a la agricultura). Estamos regando, estamos fertilizando esas semillas, pero solamente Dios puede dar el crecimiento. Y Él da ese crecimiento mientras nosotras, sus siervas, paciente y fielmente, cumplimos con el trabajo que Él nos ha dado dentro de Su gran plan.
Y luego vemos la promesa, al llegar al versículo 8, que Él recompensará a cada siervo por su labor fiel. No tenemos los mismos roles, tenemos funciones diferentes, llamados distintos, posiciones diferentes, y responsabilidades diferentes. Pero, el Señor dará recompensa a cada uno por haber hecho el trabajo que le fue encomendado con fidelidad.
Veamos el versículo 8:
«Ahora bien, el que planta y el que riega son una misma cosa, [no me importa tu título o tu descripción de puesto de trabajo en el ministerio, somos uno] pero cada uno recibirá su propia recompensaconforme a su propio trabajo. Porque nosotros somos colaboradores en la labor de Dios» (v. 8-9).
Es difícil para mí no detenerme en cada una de estas palabras porque son tan preciosas y tan importantes. Pero solo vamos a dar un vistazo general. ¿Cuál es la recompensa que Él dará a cada una de nosotras por cumplir nuestra labor fielmente dentro del cuerpo de Cristo y dentro de este ministerio? ¿Cuál es la recompensa?
Bueno, la recompensa es el fruto de nuestro trabajo. Él nos dará esa recompensa. Y no estamos buscando recompensa terrenal o monetaria; esa no es la razón por la que estamos en el ministerio. Tú no estás aquí para hacerte rica en términos de este mundo, sino que somos ricas en términos espirituales al ver vidas transformadas por el poder del evangelio.
Yo no sabía nada de golf hasta que me casé con Robert Wolgemuth y ahora soy una aficionada. Si eres una aficionada del golf, sabes acerca del campeonato de la PGA, Este campeonato se realizó el año pasado en un lugar llamado Oak Hill Country Club o Club de Golf del Roble.
El yerno de uno de nuestros amigos en el ministerio participa en ese campeonato y hace un tiempo me envió un artículo que hablaba acerca de este club de golf, y hay un párrafo muy interesante relacionado con lo que estamos estudiando. Habla de la historia de este club y dice lo siguiente:
«Cuando se inauguró en 1926, el Club de Golf de Oak Hill no tenía ningún roble. No tenía muchos árboles de ningún tipo».
Y si ves fotos actuales, es un lugar muy hermoso y tiene estos preciosos y enormes robles alineados en las… ¿pistas, así se llaman? Todavía soy una aprendiz del golf.
Y bueno el artículo continúa diciendo:
«Su estética boscosa se arraigó gracias a los esfuerzos de uno de sus miembros, John R. Williams, que era médico y un entusiasta de la horticultura, él proclamaba su creencia en el Todopoderoso como: “El mayor arquitecto paisajista de todos”, y los planes de este hombre exigían que Oak Hill hiciera honor a su nombre».
Y sigue diciendo: «Dios quiere que este lugar haga honor a su nombre». John R. Williams asumió el papel de Johnny Appleseed. Johnny Appleseed fue un pionero en la siembra de cientos de semillas, él esparció tantas semillas por el suelo que afirmó haber perdido la cuenta al llegar a las 75.000 semillas plantadas, y este artículo dice:
«Los robles gigantes siguen siendo una característica que define Oak Hill».
Cuando John Williams estaba plantando esas 75,000 semillas o más, no pudo haber imaginado, más que con los ojos de su mente, el aspecto que tendría algún día este Club. Pero eso no sucedió de la noche a la mañana. La recompensa no llegó de la noche a la mañana y probablemente no vivió para ver el fruto de las semillas que plantó, pero nosotros podemos hoy disfrutarlo.
Hace poco leí otro artículo con un tema similar que me intrigó. Se trata de un artículo sobre un famoso fotorreportero brasileño que pasó años documentando el genocidio de Ruanda. Cuando regresó a Brasil, donde había él crecido, estaba física y emocionalmente agotado por todas las atrocidades que había visto durante la guerra.
Y cuando llegó a casa, se sorprendió al ver que, el lugar donde había crecido, donde había vivido, el lugar al que llamaba hogar, que antes había sido un exuberante bosque húmedo tropical, ahora estaba totalmente destruido debido a un proceso de deforestación. Se talaron los árboles y todo el entorno cambió. Casi no había árboles y la vida salvaje había desaparecido. Fue devastador.
Y este artículo decía: «¿Qué hacer ante semejante masacre del medio ambiente? Esto puede hacer que el individuo se sienta pequeño e impotente al reflexionar sobre el impacto que realmente podemos tener». (Y hay tantos paralelismos aquí con lo que intentamos hacer al vivir en la masacre medioambiental espiritual que nos rodea). El autor del artículo continuó diciendo: «¿Algo de lo que hagamos hará la más mínima diferencia?».
Y bueno, el fotorreportero brasileño Sebastião Salgado, y su esposa Leila, decidieron demostrar lo que puede hacer un pequeño grupo de personas apasionadas y entregadas a su trabajo de cambiar el proceso de deforestación por el de reforestación, revivir por así decirlo. Salgado dijo:
«La tierra estaba tan enferma como yo. Todo estaba destruido. Solo el 0.5% de la tierra estaba cubierta de árboles. Y entonces mi esposa tuvo la fabulosa idea de replantar este bosque. Ella creía que la tierra podía ser restaurada a su antigua gloria».
Entonces ¿qué hicieron? Bueno, empezaron a plantar árboles; un árbol a la vez. Y en los siguientes 20 años plantaron 2 millones de árboles.
Las fotografías aéreas muestran desde el momento en que ellos regresaron a Brasil y cómo estaban destruidos los árboles, y la ausencia de vida salvaje, y después muestra la secuencia a lo largo de los años hasta el día de hoy. El lugar está prácticamente irreconocible, totalmente cambiado: la tierra árida se había convertido en una tierra fructífera. Y este hombre dijo:
«Cuando empezamos a plantar árboles regresaron los insectos, los pájaros y los peces, y gracias a este proceso en los árboles yo también renací».
Él había regresado enfermo, exhausto, débil y frágil por lo que había experimentado en la guerra. Y al involucrarse en este ejercicio de reforestación, él mismo experimentó un tipo de avivamiento.
«Esta pareja fundó una pequeña organización que desde entonces ha plantado 4 millones de árboles más que han revivido a este bosque tropical. Un árbol a la vez plantado a lo largo de muchos años».
Volví a leer este artículo esta mañana y pensé en Aviva Nuestros Corazones. Y pienso en lo que estamos haciendo y en las vidas de tantas mujeres a través de estos veintitantos años en los que hemos plantado semillas, una semilla a la vez, invirtiendo en las vidas de mujeres, y solo puedo decir: «Solamente Dios sabe cuántos árboles, cuántos retoños han sido plantados y ahora son robustos». Hay muchos de los que no sabremos hasta que lleguemos al cielo, y eso probablemente es algo bueno.
Piensa en los próximos 20 años, cuántos retoños más podrían ser plantados, cuántas vidas más podrían ser impactadas, y cómo este mundo seco y destruido en el que vivimos podría regresar a la vida, eso es avivamiento.
Hay un pasaje que Dios ha usado en mi vida muchas veces, especialmente cuando era soltera y sin tener hijos. Y me encanta este pasaje que está Isaías 54, los versículos 1 al 3; dice:
«“Grita de júbilo, oh estéril, la que no ha dado a luz;
Prorrumpe en gritos de júbilo y clama en alta voz,
la que no ha estado de parto;
Porque son más los hijos de la desolada
Que los hijos de la casada”, dice el Señor».
Y recuerdo haber escrito hace años este pasaje en mi diario (antes de que naciera Aviva Nuestros Corazones) y esto es lo que dice:
«Ensancha el lugar de tu tienda,
Extiende las cortinas de tus moradas, no escatimes;
Alarga tus cuerdas
Y refuerza tus estacas».
(Debes tener estacas profundas si vas a extender las cortinas de tu morada)
«Porque te extenderás hacia la derecha y hacia la izquierda;
Tu descendenciaposeerá naciones,
Y poblarán ciudades desoladas».
Luego de leer esos versículos, solamente pude decir «amén» a esas promesas de Dios. Y antes de que existiera Aviva Nuestros Corazones, le dije al Señor: «No sé qué lugar tienes para mí, no sé qué parte quieres que tenga. No tengo hijos, no tengo un esposo (en ese punto en mi vida todavía no estaba casada), pero creo, Señor, que puedes hacerme fructífera. Creo que puedes obrar de una manera sobrenatural multiplicando los panes y los peces para alimentar multitudes» (y puedes usar otra metáfora en tu vida).
Así que, empecé a orar: «Señor, quiero caminar por fe. Quiero ensanchar el lugar de tu tienda, que tus cortinas se extiendan, que tus cuerdas se alarguen, que tus estacas se refuercen». Arráigate en la palabra de Dios y en Sus caminos, y la promesa de que tus descendientes, y tendrás descendientes, múltiples generaciones poseerán naciones y habitarán en ciudades desoladas.
Y Dios está haciendo eso no solo a través de nosotras, sino a través de muchas otras personas: pastores, líderes de iglesias, mujeres, cristianos con múltiples vocaciones, iglesias. Dios está usándonos para plantar semillas donde antes había una tierra estéril, pero que algún día será una tierra llena de vida.
Y podemos ver destellos de eso. Aquellas de ustedes que reciben y leen los correos electrónicos y escuchan las historias, pueden ver lo que Dios está haciendo. Y esta mañana escuché algunas historias que entran en esa categoría. Permíteme compartir algunas que me han llegado por correo recientemente.
Recibí una nota la semana pasada dentro de un sobre con anotaciones de un grupo de mujeres. No mencionaron de dónde son, ni de qué iglesia o donde están, pero una de ellas dijo:
«Para Nancy y todo el equipo: acabamos de tener nuestro retiro anual de damas en nuestra iglesia. Somos un grupo pequeño, 8 de nosotras fuimos a ese retiro. Para nuestras lecciones escuchamos tus enseñanzas de “quebrantamiento” que enseñaste hace unos meses.
No puedo expresar lo mucho que nos bendijo. Hubo lágrimas, adoración, confesión, verdadero quebrantamiento y un hermoso espíritu de humildad. Cada una de nosotras llevó todo esto a casa y a nuestras familias también. Que Dios te bendiga a ti y a tu ministerio».
Ahí está ese árbol: 8 árboles, 8 retoños en esa iglesia. Y aquí está otra:
«Gracias por compartir la serie de “Maternidad redimida”. Llegó en el tiempo perfecto. Soy madre de cuatro hijos en edades de 1 a 7 años. Esta mañana luché, batallé para vestirme con la imagen en mi mente de un cuerpo postparto. Me vestí y bajé con poco ánimo para mi rutina de tiempo devocional. Empecé a escuchar el pódcast y el tema que tocaron esa mañana fue precisamente la imagen del cuerpo postparto. Gracias Dios y gracias Aviva Nuestros Corazones».
Y esta mujer siguió diciendo: «Este último mes me he sentido muy agotada y sentimientos de fracaso han surgido dentro de mí. Sé que la crianza de estos bebés es invaluable, pero algunas veces trato de llevar la carga sola en vez de dársela a Jesús. Gracias por estos recordatorios. Que Dios les bendiga con un corazón agradecido».
Ese es un árbol, un árbol plantado que está cobrando vida. Y permítanme leer solo una nota más que recibí la semana pasada de una de las líderes de nuestros equipos internacionales, ella dijo:
«Querida Nancy:
Mientras me preparo para celebrar mi aniversario de bodas número 25, me siento llena de gratitud hacia ti por tu fiel enseñanza a lo largo de los años y por dejar que el Señor te use.
Estoy tan agradecida de que al mirar mi matrimonio puedo ver la promesa cumplida del Salmo 1, versículo 3, y mucho de ello es resultado de las enseñanzas que he recibido de ti durante los últimos 9 años.
Cuando conocí Aviva Nuestros Corazones, Dios confrontó los rastros de pensamiento feminista que tenía, y desde entonces ha estado trabajando en mí. Ni siquiera me había dado cuenta de cuántas cosas Dios tenía que trabajar en mi vida, pero en Su gracia me las ha ido mostrando una a una.
Primero ha confrontado mi agenda y prioridades. Después mi problema de control para, posteriormente, moverse a mis miedos con respecto a mis hijos y las ambiciones de éxito que tenía para ellos y lo que realmente significaba a los ojos de Dios. La lista continúa. En estos momentos le ruego a Dios que me dé un corazón humilde que sea más paciente y compasivo.
Alabo a Dios por Su absoluta fidelidad y por la tuya, con mucho amor en Cristo».
Ahora, esta mujer es líder de un equipo en un país que está siguiendo las mismas pisadas de lo que ha sucedido en otros lugares del mundo hispanohablante. Otra semilla, otro árbol. Estas vidas, y muchas más como ellas, muchas hoy en nuestra audiencia, son la recompensa de nuestro trabajo. Son la recompensa por nuestro servicio.
Entonces Pablo continúa diciendo en el siguiente versículo, 1.ª de Corintios 3, en el versículo 9: «Porque nosotros somos colaboradores en la labor de Dios». ¿No es increíble que Dios nos llame colaboradoras cuando en realidad somos como una mesera o una ayudante?
Luego Pablo hace referencia a estas dos metáforas. Ya vimos la primera que hace referencia a la agricultura. Él dice: «Ustedes son el campo de cultivo de Dios», pero ahora cambia a una ilustración diferente, «ustedes son el edificio de Dios», ahí está la referencia a la arquitectura y nos vamos a detener aquí por un momento.
El versículo 10 dice: «Conforme a la gracia de Dios que me fue dada». No se te ocurra tratar de vivir estas metáforas aparte de la gracia de Dios. No puedes hacerlo. No podemos hacer que un bosque seco o muerto vuelva a la vida. No podemos hacer que edificios que una vez fueron santos para Dios lo vuelvan a ser, a no ser por la gracia que Dios nos ha dado.
«Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como sabio arquitecto, puse el fundamento, y otro edifica sobre él. Pero cada uno tenga cuidado cómo edifica encima» (v.10).
Ahora, lo que primero me llevó a este pasaje hace un par de semanas, cuando empecé a pensar acerca de la capilla de hoy, fue el hecho de que Robert y yo estábamos remodelando nuestra casa. Yo no me dedico a la construcción, no sé nada de construcción, solo veo paredes y no tengo ni idea de qué hay detrás de esas paredes. Pero durante ese tiempo pude ver un poco más, porque las cosas en mi casa estaban cambiando.
Y déjame mencionarte algunas de ellas mientras he estado pensando en esta imagen de que somos constructores con Dios partiendo del proceso de remodelación que hubo en mi casa. Estas son algunas observaciones muy obvias.
Primero que nada, la construcción es un proceso largo. Se necesita hacer planes, toma muchísimo más tiempo de lo que había imaginado.
Número dos, requiere paciencia, mucha más paciencia de lo que pude haber imaginado. En un momento pensé: «Ya llevan 2 semanas en este pequeño cuarto. ¿Por qué están tardando tanto tiempo?».
Número tres, es trabajo pesado; es trabajo duro. Podía ver a estos hombres sudando y trabajando fuertemente, y terminaban el día exhaustos.
Número 4, es un trabajo sucio. Quise traer algunas fotografías, pero no me dio tiempo. ¡Había un desorden en el lugar donde estaban trabajando!
Número 5, también interrumpe la rutina diaria. Tuvimos que cambiar nuestras rutinas dentro de casa porque los lugares que normalmente usábamos eran un desastre y no podíamos entrar.
Número 6, es un trabajo costoso. Es mucho más caro de lo que pude haber imaginado porque primero te dan el presupuesto original y después te das cuenta de que había cosas que el presupuesto no incluía. Y cuando termina la remodelación dices: «¡Guau! ¡Esto salió muy caro! ¿Cómo es posible que haya sido tan costoso?».
Y número 7, hay muchísimas decisiones que tomar sobre las cosas grandes y pequeñas, porque vivirás con esas decisiones por mucho más tiempo del que probablemente pensaste con la esperanza de que esta será la última remodelación.
Este proceso de construcción involucra a muchas personas con diferentes talentos y profesiones distintas. Y tuvimos a muchas de estas personas entrando y saliendo de la casa; algunos eran constructores, otros hicieron los planos, otros diseñaron, personas que entraban y salían revisaban las cosas. Y al verlos, todos ellos tienen diferentes talentos, diferentes fortalezas y eran expertos en diferentes áreas.
Es muy importante escoger al contratista adecuado y qué alegría da el mirar alrededor de esta sala y pensar en las personas que también nos acompañan por medio del internet en el día de hoy, y que son parte de este equipo que Dios ha levantado, mientras construimos algo hermoso para el Señor.
Hay errores que se cometen en el proceso, y necesitamos continuar inhalando gracia y exhalando gracia.
Y hay algo más que también me impactó: cuando estás remodelando tienes que deshacerte de lo viejo antes de construir algo nuevo. Demoler. Tuvimos que demoler áreas en nuestra casa.
El contratista me contó que cuando quitaron parte del techo de uno de los baños encontraron cuatro ratones muertos. Y yo estaba segura de que debía haber más, incluyendo la suciedad que viene con ellos.
Tienes que deshacerte de lo que está dañado, de lo viejo, de lo que ya no sirve. Y no me refiero solo al edificio o a la casa en general, sino también a las cosas que guardas en las gavetas. De hecho, eso fue lo que hice como si estuviera en algún tipo de misión.
Tenía esta carpeta enorme en el cuarto de lavado con toda clase de garantías e información acerca de diferentes cosas en mi casa. Me deshice de la mayoría de ellas, pero guardé algunas porque pensé que serían interesantes.
Por ejemplo, había dos juegos de instrucciones para dos modelos diferentes de teléfonos inalámbricos con altavoz. Ya no los necesito. Había instrucciones para un radiocasete. Ya no las necesito. Pero sí conservo las instrucciones sobre cómo usar una plancha, esa la conservo. Para una tabla de planchar, que todavía tengo. Para una cafetera que ya no tenemos, pero que usamos mucho. Ya no necesito esas instrucciones.
Y todavía tengo más aquí: tengo instrucciones para un aro de baloncesto que solíamos tener en nuestra entrada, que ya no existe. Instrucciones para montarlo y el manual del propietario. Ya no necesito eso. Tostadoras de dos y de cuatro rebanadas. Si necesitas instrucciones, ven por ellas.
Y también había en esa carpeta un manual para una máquina de sacar malezas. Bueno, pero este es el punto: ya no necesito esas cosas, entonces ¿por qué las tenía guardadas en mi casa? Porque necesitaba tomar tiempo para limpiar, para deshacerme de las cosas que ya no sirven.Y eso es precisamente lo que estamos haciendo en las vidas de las personas y es lo que necesitamos hacer en nuestras propias vidas. Parte del proceso de construcción es deshacerte de lo viejo, lo inútil o lo dañado, antes de poder construir algo nuevo. Versículo 10:
«Pero cada uno tenga cuidado cómo edifica encima. Pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, el cual es Jesucristo. Ahora bien, si sobre este fundamento alguien edifica con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja [2 tipos de materiales muy diferentes] la obra de cada uno se hará evidente» (vv. 10b-12a).
Durante el proceso de remodelación de mi casa, estuvimos conversando con el contratista que trabajó para nosotros, él nos explicaba que algunos constructores tratan de economizar usando materiales de menor calidad. Pero él nos dijo que tarde o temprano esas decisiones tienen consecuencias y luego tienes que arreglarlas, lo que hace el proceso de remodelación más difícil. «La obra de cada uno se hace evidente».
También nos dijo: «Soy de la vieja escuela. Aparecen nuevos productos para la construcción y los vendedores convencen a los constructores de que los compren. El problema es que algunos de esos materiales cuestan el doble, pero eso no significa que sean mejores». Y nos explicó acerca de algunos de ellos: «Algunos de los productos nuevos que se usan hoy en día son unas envolturas rosas llamadas Tyvek, (que es un material sintético hecho de fibras) pero no dura mucho tiempo; no dura lo que los materiales antiguos duran».
Pensemos por un momento en cómo estamos construyendo y qué materiales estamos usando; materiales que van a durar como el oro, plata y piedras preciosas o materiales que se consumen en el fuego como la madera, heno y hojarasca.
«La obra de cada uno se hará evidente; porque el día [¿a qué día se refiere aquí? El día final. Ese día. El día del Juicio final] dará a conocer, pues con fuego será revelada.
El fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno [No solo la mía, sino la tuya y la de todos].Si permanece la obra de alguien que ha edificado sobre el fundamento, recibirá recompensa. [Y aquí está la promesa una vez más. Ya sea que uses la metáfora de agricultura o de arquitectura, un campo o un edificio, habrá una recompensa].
Si la obra de alguien es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; sin embargo, él será salvo, aunque así como a través del fuego» (vv. 13-15).
En la temporada en que nuestra casa era un desorden y cosas por todos lados, las personas que estaban trabajando allí lo hacían con bastante cuidado, pero había mucho ruido. Recuerdo que debíamos grabar un video en la casa, pero no hubo manera de que pudiéramos hacerlo. Había personas entrando y saliendo; era muy incómodo. Sin embargo, eso era lo que nos ayudaba a enfocarnos en el resultado, lo que esperábamos que fuera el producto final.
Así que, mantén tu mirada puesta en la recompensa mientras servimos al Señor. Mantén tu mirada puesta en la meta.
George Whitefield, el evangelista Británico que fue usado grandemente por Dios en el Primer Gran Avivamiento, dijo que el único epitafio que quería en su tumba era: «Aquí yace George Whitefield. ¿Qué tipo de hombre fue? El Gran Día lo descubrirá».
Cualquier persona que haya estudiado acerca del avivamiento puede pensar que sabe mucho acerca de George Whitefield. La gente pensaba que sabía mucho acerca de él. Fue muy famoso en su época; sin embargo, él dijo: «El verdadero hombre que soy lo revelará ese día».
Y continuando en el versículo 16, de 1.ª Corintios 3, Pablo dice:
«¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? [y podríamos detenernos aquí un buen tiempo, ¿verdad?]. Si alguno destruye el templode Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templode Dios es santo, y eso es lo que ustedes son» (vv. 16-17).
Ustedes son santos. Ustedes son el templo de Dios.
Pablo dice que somos colaboradores con Dios. Trabajamos con Él, sembrando y regando semillas en un campo, y como constructores, edificando sobre el fundamento que es Cristo. Él nos dice: «En ese trabajo, en esa labor (y es ciertamente una labor), cada uno debe cuidar la forma de cómo construye, de cómo edifica, sobre ese fundamento». No con descuido, ni con dejadez, no tomando atajos, no reduciendo costos espiritualmente hablando, sino teniendo cuidado de cómo lo construimos.
Así que, colaboramos con Dios plantando semillas y construyendo el edificio. Pero no solamente somos colaboradores de Dios al trabajar con Él, sino que también somos el proyecto de Dios. Pablo dice: «No solo estás plantando y regando, sino que tú eres el campo de Dios. Tú eres ese campo que Él quiere ver lleno de hermosos frutos. Y también eres el edificio de Dios. Eres el templo de Dios qué está siendo construido para ser un templo santo para Dios».
Si perdemos eso de vista, podemos quedarnos atascadas en el trabajo que debemos estar haciendo: trabajar en el campo, trabajar para edificar. Y eso es algo que hacemos en nuestro día a día. Debemos tener cuidado cómo lo hacemos y qué materiales usamos.
Pero si solo vemos este lado del mensaje, nos olvidaremos de que no solamente estamos trabajando con Dios y para Dios y para servir a otros, sino que Dios también está trabajando en nosotras y a través de nosotras. Tú eres el campo de Dios. Tú eres el edificio de Dios: un templo santo siendo construido para la gloria de la Shekinah, Dios mismo llenándonos.
Ese hermoso bosque húmedo tropical brasileño que ha sido restaurado, es magnífico. Ese magnífico Club de Golf donde ese médico plantó 75,000 árboles, o esa pareja en Brasil que plantó 2 millones de árboles, son fabulosos. Pero no se compara con lo que Dios está haciendo en y a través de nosotras, en un tiempo como este y en este mundo. Oremos.
Padre, gracias por estas palabras que han refrescado mi propio corazón. Palabras que son eternas, palabras antiguas, pero a la vez nuevas y frescas para mí hoy, oro que así sea para cada una de nosotras y de las que escuchan.
Gracias por el increíble privilegio de ser Tus colaboradoras, de ser obreras en Tu campo. Te pido que podamos trabajar en Tu edificio, en el templo en el que Tú estás construyendo, Tu iglesia, para que sea un lugar donde more Tu gloria.
Gracias, gracias porque no solo estás trabajando a través de nosotras, y nosotras no solo estamos trabajando para Ti. Ayúdanos a hacerlo bien. Ayúdanos a tener cuidado de cómo construimos. En este pasaje que hemos visto hoy, hay un sentir de unidad. Somos un solo cuerpo y de ninguna manera una es más importante que la otra, pero al mismo tiempo hay una responsabilidad individual. «Cada uno recibirá recompensas por su propio trabajo».
Oro por mis hermanos y hermanas que están trabajando hoy. Dales gracia, danos gracia, concédenos dependencia y humildad para depender de Ti y que jamás pensemos que podemos hacer esto sin Ti.
Danos fe para ver cuál puede ser y cuál será el resultado. Amén y amén.
Y luego, mientras trabajamos, recuérdanos que nosotras mismas somos un campo, somos un edificio en el que Tú estás trabajando. Gracias, Señor, porque después de más de sesenta preciosos años de caminar Contigo, de servirte, de crecer en Ti, gracias porque todavía estás trabajando sobre mí y en mí. Todavía quieres producir un mejor campo, una tierra más fructífera, y eso conlleva desenterrar cosas viejas, y reemplazarlas con cosas nuevas.
Gracias Señor porque todavía estás remodelando, rehaciendo y reconstruyendo mi corazón y mi vida, para que pueda ser un hogar para Ti donde Tu gloria pueda morar.
Así que, Señor, mientras servimos a otros este día en tantos lugares diferentes de la viña o el campo o el lugar de construcción, cualquier metáfora que queramos usar, oh Dios, ¿podrías sacar de todo esto algo que no pueda ser explicado en términos humanos, en términos de nosotras?
Todas nuestras labores, todo nuestro tiempo, todo nuestro trabajo, todos los fondos que los colaboradores generosamente nos envían, todo eso junto no podría hacer ni puede comenzar a hacer lo que estamos creyendo que Tú harás en las mujeres alrededor del mundo y que llevarán Tu presencia y Tu gloria a sus hogares, a sus iglesias, a sus comunidades, a sus países, y a este mundo.
Oh Señor, y todo esto es para que Tú recibas el honor y la gloria por los siglos de los siglos. Amén y amén.
Débora: Amén. Gracias Nancy por estos útiles y alentadores pensamientos del capítulo 3 de 1.ª los Corintios. Somos colaboradoras con Dios. ¡Qué concepto tan fantástico!
Y quiero decirte que así es como nos vemos aquí en Aviva Nuestros Corazones. Nuestra misión, nuestro campo, nuestro viñedo, nuestro lugar de construcción es llamar a las mujeres de todo el mundo a libertad, plenitud y abundancia en Cristo. Y lo hacemos a través de nuestros programas de radio, pódcasts, eventos y recursos. Sin embargo, no podemos hacer nada de lo que hacemos sin tus oraciones y tu apoyo financiero. Así que, ¡muchas gracias por colaborar con nosotros!
La próxima semana iniciaremos la semana 2 de nuestro estudio En busca de Dios, en donde estaremos hablando sobre humildad. Dispón tu corazón para este tiempo que tendremos juntas, hasta luego.
Llamándote a libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la series de podcast.
Únete a la conversación