
Las mentiras del miedo
Débora: ¿Alguna vez has deseado que Dios cambie lo que está pasando en tu vida? Steve Canfield dice que a veces solo necesitamos una perspectiva diferente.
Steve Canfield: Dios no libró a David de sus circunstancias, ¡pero sí lo libró de sus temores!, porque David tenía una visión de Dios que era mayor que sus miedos y más grande que sus circunstancias.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Mentiras que las mujeres creen y la verdad que las hace libres», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 19 de junio de 2025.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿A qué le tienes miedo? ¿De alguna manera ese miedo dirige tu vida? Hoy vamos a retomar la enseñanza de Steve Canfield que nos habló sobre los diferentes miedos que tenemos. Y si te perdiste el episodio anterior, puedes …
Débora: ¿Alguna vez has deseado que Dios cambie lo que está pasando en tu vida? Steve Canfield dice que a veces solo necesitamos una perspectiva diferente.
Steve Canfield: Dios no libró a David de sus circunstancias, ¡pero sí lo libró de sus temores!, porque David tenía una visión de Dios que era mayor que sus miedos y más grande que sus circunstancias.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Mentiras que las mujeres creen y la verdad que las hace libres», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 19 de junio de 2025.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿A qué le tienes miedo? ¿De alguna manera ese miedo dirige tu vida? Hoy vamos a retomar la enseñanza de Steve Canfield que nos habló sobre los diferentes miedos que tenemos. Y si te perdiste el episodio anterior, puedes escucharlo en el app de Aviva Nuestros Corazones o en AvivaNuestrosCorazones.com
Steve es uno de los principales líderes y evangelistas del ministerio de Life Action. Él compartió este mensaje en un evento que incluyó al personal de Aviva Nuestros Corazones. Ahora escuchemos el resto del mensaje de Steve que se titula: «Vive más allá del miedo».
Steve: Recientemente, visité un nuevo quiropráctico. Tuve que llenar un montón de formularios y responder preguntas sobre mi historial de salud, etcétera. Algunas de sus preguntas no tienen sentido, al menos para mí son sin sentido.
Escucha esta pregunta que estaba en uno de los formularios: «¿Cuáles son tus tres objetivos de salud?». Bueno, ¡la respuesta obvia es estar sano! Esa pregunta no tenía sentido para mí, así que escribí: «¡Mi primer objetivo de salud es, ¡morir rápidamente!». No quiero morir pronto, pero quiero morir rápido; no quiero tener una muerte lenta.
Y el segundo objetivo de salud que escribí fue: «¡Comer lo que yo quiera!». Esos son mis dos objetivos de salud. Estaba siendo sincero, ¡pero al quiropráctico no le hizo ninguna gracia!
Mis tres grupos principales de alimentos son: la sal, el azúcar y el café.
He vivido lo suficiente en este mundo para ver el retiro de tres tipos de lechuga en el mercado: la romana, la espinaca y la lechuga crujiente. Pero, ¿sabes qué nunca han retirado? ¡Los palitos de queso! ¡Nunca! Nadie ha dicho jamás: «Oh, encontramos algunas vitaminas en ellos, sáquenlos del mercado». ¡Eso nunca ha pasado!
No estoy diciendo que no debas comer lechuga. Solo digo que hemos llevado nuestra preocupación por la salud a un extremo poco saludable, y ahora le tenemos miedo a todo.
Recuerdo que hace unos años, tuvimos a un miembro del equipo que tenía miedo de morir de cáncer. Él tuvo un pariente que murió de cáncer y vivía atormentado porque sabía que algún día tendría cáncer.
Ahora, ¿algunas personas contraen cáncer y mueren? Por supuesto que sí. ¿Algunas personas tienen una predisposición genética al cáncer? Claro que sí. ¿Deberíamos evitar los alimentos cancerígenos? Por supuesto. Lo que quiero decir con esto es que cuando vives con miedo, crees que el siguiente paso que des será un fracaso, o que si comes eso vas a morir, o lo que sea.
Pablo dijo que estar ausente del cuerpo es habitar con el Señor (ver 2 Corintios 5:8). ¿Qué hay de malo en eso? ¡Es algo grandioso! Y no estoy diciendo que quiero morir…aunque en ocasiones he querido partir para estar con el Señor. Creo que todos nos hemos despertado alguna vez y deseado no haberlo hecho.
Tal vez has pasado por cosas, situaciones familiares o lo que sea, en las que piensas: «¡Ya estoy harto de esto!». Yo también he pasado por esas cosas. A medida que mi madre envejecía, ella era cada vez más frágil. En una ocasión, ella me dijo: «Steve, ¿podrías conseguir un arma y dispararme?». Tenía ochenta y seis años cuando me dijo eso.
Yo le dije: «¡Mamá! ¡Dios te tiene aquí por una razón!». Mi madre era una gran guerrera en oración. Pero había llegado a un punto en el que ya no podía más. Y todos llegamos a esos días, pero Dios te tiene aquí por una razón. Y hasta que Dios termine contigo, no hay nada que pueda impedirte vivir, y nada que pueda impedirte morir, porque Dios está en control de eso. ¡El nuevo hombre que Dios puso dentro de nosotros no fue hecho para tener miedo!
Vivir paralizados por el miedo no es la vida avivada que Dios quiere para nosotros. Por eso, lo primero que Pablo le dijo a Timoteo fue: «¡Quiero que seas valiente! ¡Quiero que no tengas miedo! Tienes un nuevo hombre dentro de ti. Te hemos impuesto las manos y te hemos comisionado para esta tarea, ¡así que no tengas miedo!» (2 Ti. 1:6-7). Y la realidad es que en aquella cultura las personas tenían muchas razones para tener miedo.
Alguien dijo que el miedo, la preocupación y la ansiedad son la arena en la maquinaria de la vida, y la fe es el aceite. Para algunos de nosotros, esos engranajes están rechinando porque albergamos toda esta arena de miedo, preocupación y ansiedad.
Volvamos a nuestra pregunta inicial: «¿A qué le temes?». Puede que en tu lista hayas puesto: «temo envejecer». Ese es un miedo que las personas tienen; incluso yo me estoy enfrentando a esos años.
Hace apenas un mes, fui al médico para hacerme un examen y tuve que llenar un nuevo formulario, porque ahora entré a un nuevo seguro de salud. Una vez más, me topé con preguntas sin sentido como esta: «¿Las personas te dicen que estás olvidando cosas?».
Yo contesté: «No, que yo recuerde». Las preguntas sin sentido necesitan respuestas acorde a ellas; esa es mi filosofía al respecto.
Luego esta fue la siguiente pregunta: «¿La gente ha estado criticando su forma de conducir?». A lo que yo contesté: «Sí, desde hace cuarenta y cuatro años, que es cuando me casé». Básicamente la pregunta es: «¿Te estás volviendo senil?».
Hay un sinfín de miedos que la gente tiene en nuestra cultura. Anótalas. La vejez puede ser tu temor; eso está bien. Ahora bien, aquí tienes otro miedo: el peligro. Y lo repito, no está mal sentir miedo, pues hay miedos saludables.
Entonces, el miedo al peligro, en su justa medida, está bien, porque nos ayuda a tomar decisiones acertadas. A veces, la falta de miedo solo proviene de la estupidez.
Cuando estaba en la secundaria, recuerdo una ocasión en la que decidí no ir a clases. Tomé la camioneta de mis padres y, con algunos amigos, nos fuimos a la costa de Oregón. Recuerdo que conducíamos por una carretera de dos carriles a 200 kilómetros por hora. Yo realmente quería probar el indicador de velocidad de la furgoneta de mis padres porque me parecía divertido. Pero mis amigos estaban muertos de miedo.
Eso no fue valentía, ¡fue una estupidez! No te hagas el valiente, porque terminarás haciendo estupideces. A algunos de ustedes no les va a gustar esto, pero si pudiera elegir, francamente preferiría morir de estupidez que de preocupación. Entonces, hay miedos saludables. El miedo te advierte a no acercarte demasiado al borde de un precipicio, eso es algo bueno.
Permíteme decirlo de esta manera: «El miedo es un buen pasajero, pero no un buen conductor». Está bien tener precaución, está bien sentirse inquieto, pero cuando dejas que el miedo se ponga en el asiento del conductor, puedes estar seguro que cosas malas están por suceder. Y algunos de nosotros estamos viviendo con el miedo al volante de nuestras vidas.
Aquí hay otro miedo que puedes anotar en tu lista: «Dios». Ese temor es el correcto. Hay cosas correctas a las cuales temer. Y a la Persona correcta que debes temer, ¡es a Dios! Temer a Dios no es lo mismo que tenerle miedo.
Dios no castiga a Su pueblo por su pecado, sino que castigó a Cristo en la cruz en beneficio de Su pueblo. Sin embargo, Él nos disciplina; Él cuida de nosotros; Él nos ama, y por eso le tenemos respeto, un temor reverencial.
El miedo no saludable proviene de una visión elevada de mí mismo y una visión inferior de Dios. Pero el miedo que es saludable y útil, viene de una visión elevada de Dios y una visión inferior de mí. A quien sea que estés viendo, a quien sea que estés exaltando o estés viendo como la persona más importante en tu vida, esa es la persona a quien vas a temer. Y si Dios está en ese lugar y tú le temes, ¡eso es maravilloso! Pero si tú eres el que está en ese lugar, si tú estás en el trono, todo irá mal.
La lista de miedos podría ser interminable. Incluso otro miedo que puede estar incluido es el «abuso sexual». Otro puede ser el «miedo al hombre». Ese podría ser un miedo a considerar para anotar en tu lista. Algunos de nosotros le tememos al hombre.
Y desafortunadamente, ese es un gran problema para mí, porque temo decepcionar a la gente. Temo fallarle a la gente. Temo avergonzarme a mí mismo. Y la mayor parte de mi miedo proviene de la inseguridad y el orgullo. Cuando analizo las cosas de las que tengo miedo, veo solo mi orgullo quedando mal.
Durante diez años, mi esposa Debby y yo viajamos con Del Fehsenfeld, Jr., quien es el fundador del ministerio de Life Action. Si alguna vez hubo alguien que no tuvo miedo y fue valiente, ¡ese fue Del Fehsenfeld! En ese entonces yo simplemente pensaba: «Este hombre no tiene inseguridades, ¡él no le teme a nada!».
Un día, en una reunión con el personal, él comenzó a compartir con nosotros acerca de sus temores e inseguridades, y nos expresaba por qué tenía temor al hombre. De hecho, el último mensaje que predicó fue sobre el miedo a los hombres, y es el único sermón que tenemos en video de él. ¡Tienes que verlo!, porque es un gran testimonio de cómo, en su vida, él temía al hombre y cómo luchaba por no temer a lo incorrecto.
El miedo al hombre es la ausencia de confianza en Dios. El temor de Dios es la ausencia de confianza en el hombre. Entonces, o tu confianza está en Dios o está en el hombre, y si está en el hombre, ¡estarás en problemas!
Creo que muchos de nuestros miedos tienen su origen en la comparación. Nos comparamos con los dones y habilidades de otras personas. Todos aquí tenemos una variedad de dones, pero Dios nos ha dotado a cada uno de manera única. Por ejemplo, el hecho de que tengas miedo porque no cantas tan bien como la otra persona, o no puedes enseñar tan bien, o hacer lo que sea que la otra persona en tu equipo sí hace bien, o en tu ministerio, o en tu iglesia o en tu familia, eso no significa que tengas que vivir con miedo a nada de eso.
Pero, debido a ese miedo, que es producto de la comparación, tememos que no se nos proporcione lo que necesitamos porque pensamos que otras personas tienen más que nosotros. Y creemos que si pudiéramos tener esas cosas, ¡entonces podríamos hacer algo! Y así vivimos en constante miedo.
Puede que hayas escrito en tu lista «miedo a los aviones». Algunas personas le tienen miedo de eso. También está el «miedo de compartir tu fe». Hace veinte años Debby y yo viajamos a una conferencia en Colorado Springs. A Debby no le gustan los aviones, aunque lo que realmente no le gusta es ni despegar ni aterrizar. Si el avión tan solo se mantuviera en el aire, eso estaría bien, pero despegar y aterrizar es el problema.
Recuerdo que subimos al avión, yo estaba leyendo el periódico, y de repente sentí que me apretaron el brazo. Fue entonces cuando me di cuenta de que ya estábamos rodando por la pista. Así que tomé de la mano a Debby y oré por ella. Finalmente, el avión despegó y en el proceso traqueteó un poco, y Debby me apretó el brazo de nuevo. Cuando el avión por fin estaba en el aire, ella se calmó.
Llegamos a Colorado Springs, y empezamos a descender y a atravesar las nubes. Hubo un poco de turbulencia, y nuevamente sentí un fuerte agarre en mi brazo. Y mientras estaba sentado allí, solo pensaba: «Según las estadísticas, mueren más personas en accidentes de carro que en accidentes de avión». Simplemente podía decirle a mi esposa: «Todo esto es seguro, no te preocupes». Y para mí realmente es un poco tonto que alguien tenga miedo de volar en un avión.
Bueno, llegamos a esta conferencia, y luego tuvimos un poco de tiempo libre. Fuimos a un centro comercial y acompañé a Debby a algunas tiendas. Después de un buen rato, me senté donde todos los hombres se sientan.
Y mientras estaba sentado en una banca esperando a Debby, un hombre vino y se sentó en el otro extremo de la banca. Pude sentir que el Espíritu de Dios me dijo: «Steve, tienes que entablar una conversación y hablar con este hombre sobre el Señor».
Y yo le dije: «Pero Señor, no creo que él esté interesado».
Y Dios me dijo: «Steve, solo tienes que hablar con él».
Entonces miré al hombre y le dije al Señor: «No creo que él sea uno de los escogidos…» ¡Por supuesto que no dije eso! Pero estaba discutiendo con Dios. Yo decía: «No parece que quiera hablar», y al siguiente momento dije: «Está bien, Señor». Luego me di la vuelta, pero el hombre se levantó y se fue.
Mientras estuve sentado en esa banca, pude sentir que Dios me dijo: «Steve, estás tan frustrado porque tu esposa tiene miedo de volar en un avión, pero tú tienes miedo de hablar con ese hombre acerca de Jesús. ¿Qué es peor?». Definitivamente no quiero volver a criticar los miedos de los demás.
No critiques el que otra persona le tenga miedo o no a algo que tú no temes. Tienes que ir a Dios y decirle: «Señor, ¿a qué le temo? Cuando miras mi vida, qué miedo estoy ignorando en mí porque soy más rápido en decir de otros: “Tu miedo es tonto, ¿en serio le tienes miedo a una araña?”», o lo que sea.
Permíteme hacerte esta pregunta: ¿qué fue lo último que Dios te pidió que hicieras, pero tú respondiste: «No estoy muy seguro de ello. No estoy seguro qué pensarían de mí si hiciera eso. ¿Qué pasará si los confronto? ¿Qué pasará si los cuestiono?». No te rías de los miedos de los demás.
Por otro lado, puede que necesites dejar a un lado tu «miedo al futuro», y todas esas preguntas de: «¿Qué va a pasar con mis hijos o con mis nietos?». O quizás tengas «miedo a que te lastimen».
Y, por cierto, la mayor parte de la ira tiene su origen en el miedo. En ocasiones, el miedo se manifiesta en ira. A veces, las personas que son muy miedosas, no quieren que las vean así, entonces simplemente desparraman y vomitan ira y temor. Entonces, gran parte de la ira tiene sus raíces en ese tipo de miedo.
Ahora, como dije antes, la lista podría continuar. Pero veamos la solución.
La solución es: «¡No temas a las cosas equivocadas!». No temas a las cosas de esa lista que no deberías temer, en cambio, ¡teme a las cosas correctas! No hagas caso a los miedos equivocados.
En la Segunda Guerra Mundial, el General Patton estaba siendo elogiado por un líder militar en Sicilia. Este hombre le estaba diciendo lo maravilloso y valiente que era Patton. Entonces George Patton, que era un líder militar excepcional, dijo esto:
«Señor, no soy un hombre valiente. La verdad es que soy un completo cobarde. Nunca en toda mi vida he estado cerca de un tiroteo o de una batalla cuando estaba tan asustado que me sudaban las palmas de las manos».
Años más tarde, Patton escribió su autobiografía y esto es lo que dijo:
«Muy temprano en mi vida, aprendí a nunca dejarme llevar por mis miedos».
Nunca te dejes llevar por tus miedos. ¿Sabes por qué? ¡Porque el miedo es un mentiroso! Hay una canción de un cantante cristiano que no puedo sacarme de la cabeza, y dice: «¡El miedo es un mentiroso!».
El miedo te robará el descanso y te robará el gozo. ¡El miedo es un mentiroso! Las personas que son valientes no viven sin miedos, simplemente han aprendido a no dejarse llevar de sus miedos. Necesitamos aprender a decir: «¡No voy a escuchar esto!».
La ausencia de miedo proviene de vivir en la seguridad de saber quién es Dios y en la certeza de una relación personal con Él.
Y si eres una persona que siempre está temerosa, entonces necesitas evaluar tu relación personal con Dios. En 1 Juan 4, versículo 18, dice: «El perfecto amor echa fuera todo temor». Estoy seguro en el amor de Dios porque conozco Su carácter y tengo una relación con Él, así no voy a escuchar las mentiras del miedo, ¡porque el temor es un mentiroso!
Lo opuesto a vivir con temor es vivir con valentía, poder, amor y dominio propio, como Pablo exhorta a Timoteo en 2 Timoteo 1:7. En el Salmo 34, David dijo: «Busqué al Señor, y Él me respondió, y me libró de todos mis temores» (v. 4). David no dijo: «El Señor me libró de mis circunstancias». No. El Señor no nos saca de la batalla ni de nuestras situaciones, sino que nos libra de nuestros temores.
Le decimos a Dios: «¡Dios, sácame de esta situación!».
Pero Dios nos está diciendo: «Quitaré tus temores, si confías en Mí».
¿Hay esperanza en este momento tan difícil? ¡Absolutamente! Toda esperanza bíblica proviene de un enfoque en la eternidad. Hay algo más allá de esta vida.
Hubo una mujer llamada Florence Chadwick. Ella fue una nadadora de larga distancia que cruzó el Canal de la Mancha; casi 34 kilómetros. Estaba tan emocionada por este logro que esperaba el próximo reto con ansias.
El siguiente reto para ella fue nadar hasta la Isla Catalina. Frente a la costa del sur de California hay algunas islas, y una de ellas es la isla Catalina, que está a casi 42 kilómetros de la playa de Huntington.
Yo vivía en el condado de Orange, no muy lejos de la playa de Huntington. Si vas allí, puedes nadar casi 42 kilómetros para llegar a la Isla Catalina. Yo nunca lo he hecho, pero si te animas puedes hacerlo. Esta mujer lo hizo. Ella quería ser la primera mujer en hacerlo. Así que entrenó y se preparó para esto. Luego, se puso en marcha.
Catorce horas después de comenzar a nadar, (¡Guau! ¡Catorce horas nadando!), se formó una niebla. Al cabo de unas quince horas, le dijo a las personas que iban en un pequeño barco a su lado para protegerla de los tiburones: «No creo que pueda lograrlo; me rindo».
Las personas le dijeron: «Está bien, ¿quieres subir al bote?».
Ella dijo: «No», pero lo intentó.
Después de dieciséis horas, ella dijo: «No puedo hacerlo», así que la subieron al bote. Había tanta niebla que no sabían realmente lo lejos que estaban. Cuando se alejaron un poco, se dieron cuenta de que estaban a menos de 2 kilómetros de la orilla. Pero como estaba tan envuelta en la niebla, se dio por vencida.
Dos meses después, volvió a intentarlo. Y nuevamente, cuando estaba por llegar, la niebla la envolvió, ¡pero esta vez terminó! Entonces le preguntaron: «¿Cómo lo hiciste?».
Ella dijo: «Tenía en mente la costa. Vi la costa, y más allá una isla hermosa. La vi en mi mente y seguí adelante».
Escucha, ¡la muerte es solo una costa que conduce al Paraíso! Si estás sentado ahí, y estás en un momento difícil, nadando a través de eso, y te dices: «¡No puedo ver nada más que niebla!», recuerda que hay una costa. ¡Y más allá hay una vida increíble que Dios tiene para ti! Nuestro problema es que nos centramos en la niebla en lugar de decir: «Dios, confío en Ti; creo en Ti».
Lo que pasa con un mentiroso es que no solo te dice una mentira una vez, sino que sigue diciendo y repitiendo la misma mentira una y otra vez. ¡Ten en cuenta la costa! Recuerda lo que Dios tiene. Recuerda lo que te espera y deja de vivir en la frustración del día.
Ahora, creo que hoy puede haber algunos de ustedes que están sumergidos en el miedo, y puede ser que no tengan una relación personal con Jesucristo. He visto decenas y decenas de personas venir a este ministerio, crecer en la iglesia y conocer de Cristo, pero nunca han tenido una relación personal con Él.
Y puede que estés escuchando hoy y diciendo: «Todo lo que hemos hablado en estos días es maravilloso, ¿pero sabes qué? Realmente no lo sé; no lo estoy interiorizando. No tengo una relación con el Señor».
Bueno, te animo a que dejes de vivir en la falsa seguridad de haber crecido en una iglesia, de orar cierta oración, cuando en realidad no tienes una relación con Jesucristo.
Si no conoces a Cristo, si no tienes una relación con Dios, ¡entonces deberías estar viviendo en temor! No sé cómo la gente que no conoce a Cristo sobrevive a los funerales. Pero, escucha, ¡tenemos una esperanza más allá de eso!
Erwin Lutzer dijo que la esperanza de Cristo está siempre ligada a la eternidad. ¡Vivimos para la eternidad! Si no tienes esa esperanza, entonces necesitas cambiar.
Y para aquellos de ustedes que conocen al Señor Jesucristo, quiero que escriban en la lista que hicieron, los tres miedos más grandes que tienen, esos miedos que no son saludables. Escribe las tres cosas por las que te despiertas preocupado en la noche, esas tres cosas de las que puedes decir: «Estos son los temores más preocupantes en mi vida».
Ahora quiero que hables con Dios en oración por unos minutos. Y si puedes busca en tu Biblia los versículos que vayan de acuerdo con cada uno de esos temores. Necesitamos tener algunas municiones para que, cuando llegue ese temor, podamos decir: «¡De ninguna manera! Eso es mentira. ¡Aquí está la verdad de la Palabra de Dios!».
Antes de que sigas con los asuntos de tu día, escribe tus tres miedos principales y busca versículos en las Escrituras que contrarresten esos temores, de manera que cuando esos miedos o esos pensamientos lleguen, puedas decir: «¡Voy a correr a la Palabra de Dios! Temo a Dios y no a ese temor, La Palabra de Dios dice esto…». ¡Hay tantos versículos! ¡Búscalos y anótalos!
Escucha lo que dijo David en el salmo 23:
«El Señor es mi pastor; nada me faltará. En lugares de verdes pastos me hace descansar; junto a aguas de reposo me conduce. Él restaura mi alma; me guía por senderos de justicia por amor de Su nombre.
Aunque pase por el valle de sombra de muerte, [dilo conmigo desde donde te encuentres, por favor:] no temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo… Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos; has ungido mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor moraré por largos días» (vv. 1-6).
David tenía la costa a la vista: «¡En la casa del Señor moraré por largos días!». Dios no libró a David de sus circunstancias, ¡pero sí lo libró de sus temores!, porque David tenía una visión de Dios que era mayor que sus miedos y más grande que sus circunstancias.
El miedo es un mentiroso. Entonces, ¿vas a escuchar la mentira del diablo, o vas a escuchar la verdad de Dios?
Ahora quiero animarte a que vayas y estés a solas con Dios y le digas: «Señor, he tenido miedo, pero ya no quiero tener más temor. Aquí está lo que dice Tu Palabra, y cuando ese miedo venga, voy a citar Tu Palabra. Voy a vivir en la valentía, en el poder, en el amor y en el dominio propio que el nuevo creyente, el nuevo hombre que vive dentro de mí, fue creado para vivir. Quiero que aquellos que me rodean puedan, no solo oír, sino ver en mí la vida cristiana normal, la vida a la que me has llamado. Oh Señor, no voy a vivir con miedo».
Allí donde estés, inclina tu cabeza y cierra tus ojos, y dile:
Oh Padre, toma estas verdades y grábalas en nuestros corazones. Te pedimos que nos des gracia para obedecer. ¡Te alabamos Señor! Te rogamos todo esto en el nombre del Señor Jesús, amén.
Para concluir este tiempo, permíteme leerte la letra de esta canción:
Oh Señor, que Tu fuego descienda y ahuyente todos mis miedos
Que Tu fuego descienda, para que tu amor sea todo lo que sienta.
El miedo es un mentiroso;
Quita mi aliento,
Detiene mis pasos,
Roba mi descanso y roba mi gozo.
Echo mis miedos al fuego;
Porque el miedo es un mentiroso.
Nancy: Hemos estado escuchando a Steve Canfield hablar acerca de vivir más allá del miedo. Steve nos pidió que pensáramos en nuestros tres miedos más preocupantes y que buscáramos en las Escrituras versículos para combatir cada uno de esos miedos.
Y espero que puedas sacar un tiempo hoy para encontrar algunos versículos de la Biblia para ti. Luego escríbelos para que, cuando esos temores comiencen a abrirse camino en tu mente, en tus pensamientos o en tu corazón, puedas correr a la Palabra de Dios y puedas recordar que, porque el cielo gobierna y por las promesas de Dios, ¡no tienes razón para temer!
Débora: Así es, Nancy. No importa lo que venga más adelante, necesitamos pasar tiempo en la Palabra de Dios para darnos perspectiva de quién es Él y fortaleza para enfrentar cualquier circunstancia.
Un recurso que te ayudará a profundizar más en las mentiras que el enemigo y el mundo nos gritan, es el libro de Nancy Mentiras que las mujeres creen y la verdad que las hace libres. Todas las mujeres sufren miedos, frustraciones, fracasos, ira, envidia y amargura. En este libro, Nancy DeMoss Wolgemuth arroja luz en cuanto a traer libertad a las mujeres de las mentiras de Satanás para que anden en una nueva vida llena de la gracia de Dios. Este libro expone las mentiras que las mujeres comúnmente creen, como:
- Mentiras acerca de sí mismas.
- Mentiras acerca del pecado.
- Mentiras acerca del matrimonio.
- Mentiras acerca de las emociones.
- Mentiras acerca de las circunstancias.
Te animamos a que puedas obtener una copia de este libro y oramos que sea de ánimo y aliento para ti. Visita AvivaNuestrosCorazones.com para adquirir tu copia.
Sin más para el episodio de hoy, nos vemos el día de mañana para una nueva serie de Aviva Nuestros Corazones.
Llamando a las mujeres a libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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