
Deja ir a alguien que amas
Débora: Hay algo importante que debes recordar cuando acompañas a un amigo o familiar durante la etapa final de su vida. Deborah Howard dice que este recordatorio es…
Deborah Howard: Dios ama a nuestro ser querido más de lo que nosotras podemos amarlo. Dios lo ama mucho más.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 2 de julio de 2025.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Muchas de nuestras oyentes me han escuchado compartir aquí en Aviva Nuestros Corazones, que a mediados de los 80, mi hermano menor murió en un accidente automovilístico. Aunque, cuando crees en la providencia, sabes que no fue un accidente.
Mi hermano David tenía veintidós años cuando murió, era estudiante universitario y era muy querido, no solo por nuestra familia, sino también por muchas personas. Y recuerdo que en su funeral uno …
Débora: Hay algo importante que debes recordar cuando acompañas a un amigo o familiar durante la etapa final de su vida. Deborah Howard dice que este recordatorio es…
Deborah Howard: Dios ama a nuestro ser querido más de lo que nosotras podemos amarlo. Dios lo ama mucho más.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 2 de julio de 2025.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Muchas de nuestras oyentes me han escuchado compartir aquí en Aviva Nuestros Corazones, que a mediados de los 80, mi hermano menor murió en un accidente automovilístico. Aunque, cuando crees en la providencia, sabes que no fue un accidente.
Mi hermano David tenía veintidós años cuando murió, era estudiante universitario y era muy querido, no solo por nuestra familia, sino también por muchas personas. Y recuerdo que en su funeral uno de los pastores nos recordó que él no se había ido de la tierra de los vivos a la tierra de los muertos, como podríamos haber pensado, sino que había dejado la tierra de los muertos para ir a la tierra de los vivos.
Nuestros corazones fueron animados y fortalecidos al escuchar la perspectiva de Dios sobre la muerte en lo que muchos llamarían, una muerte prematura. Al contemplar la soberanía de Dios, la providencia de Dios, se nos recordó que con Dios no hay nada prematuro y que todas las cosas están en Sus manos y bajo Su cuidado.
Y mientras leía el libro Sunsets (Ocasos), escrito por Deborah Howard, pude pensar en la pérdida de mi hermano, o más bien, la partida a casa de mi hermano. Deborah es enfermera de cuidados paliativos y ella ha atendido a muchas personas que están pasando por el proceso de la muerte y también ha ayudado a aquellos que los cuidan, a sus cuidadores.
Así que, Deborah, muchas gracias por estar hoy con nosotros en Aviva Nuestros Corazones para ministrarnos y ayudarnos a aprender a cómo ministrar a otras personas en este importante tema del viaje final de la vida.
Deborah: Gracias Nancy. Es un gozo estar aquí.
Nancy: Y Deborah quiero agradecerte por haber escrito este libro. En el prólogo, el Dr. Donald Carson, que es un destacado teólogo y escritor, menciona que este libro es para «cualquiera que se esté muriendo, cualquiera que sepa que alguien está muriendo, o cualquiera que quiera aprender a cómo ayudar y consolar a los que se están muriendo». Leí eso y pensé que abarca a casi a todo el mundo en algún momento de nuestras vidas.
Este libro realmente es una ayuda práctica y bíblica para las personas que se enfrentan a la muerte y a morir de cualquier manera en diferentes etapas.
Y todo este mensaje no es solo teoría para ti. De hecho, me decías que cuando el libro estaba a punto de imprimirse, recibiste la noticia de que tu hermano había sido diagnosticado con cáncer. ¿Cómo te afectó esa noticia, cuando apenas acababas de escribir este libro sobre el tema de enfrentar el final de la vida, como una enfermera de cuidados paliativos?
Deborah: Bueno, la verdad es que no me sorprendió menos que a cualquier otra persona. Cuando escuché la noticia, mi hermano tenía 48 años. Me quedé muy conmocionada y sorprendida. Y Nancy, no puedo decirte lo agradecida que estaba de haber terminado de escribir este libro. Mi mente ya se había empapado de las promesas de Dios, y de las verdades que las Escrituras tienen para que las entendamos.
Y me encantaría decirle a las oyentes que comprender las Escrituras hace que una situación, sin importar cuán emocional pueda ser, sea factible y manejable. Perder a mi hermano fue lo más difícil que he tenido que hacer. Fue extremadamente duro para mí. Ser enfermera de cuidados paliativos no me excluye de no tener que experimentar ese tipo de angustia.
Mi hermano era mi mejor amigo. Solo era casi dos años menor que yo; nos separaba un año de diferencia en la escuela. Fuimos los mejores amigos y también éramos hermanos espirituales. Hablamos mucho y vivimos muchas experiencias juntos.
Mi hermano, que siempre había sido una persona muy privada, descubrió que, en esencia, se estaba muriendo. Pero algo inusual y maravilloso sucedió. De repente, no podía dejar de hablar de la bondad de Dios, incluso ante la adversidad.
Así que esperaba ser un gran ejemplo para mi hermano, un gran estímulo para él y un recurso para él mientras atravesaba este proceso. Él, a su vez, se convirtió en un gran ejemplo para mí de lo dulce que es hablar a la gente de la bondad de Dios frente a la adversidad.
Una de las cosas que hice fue quedarme con él en el cuarto de quimioterapias durante esos días. Las enfermeras me lo permitieron, por cortesía profesional o por lo que fuera. Me quedaba con él y mi trabajo durante esas cuatro horas una vez a la semana era hacer que el tiempo pasara más rápido.
Yo siempre he sido una persona muy bromista y de las que llama la atención. Cuando éramos pequeños, John era siempre el que estaba detrás aplaudiendo. Sin embargo, esta situación me dio la oportunidad de verlo brillar. Los demás pacientes que estaban en el cuarto de quimioterapia durante los mismos días que John, se acercaban a él y le decían lo mucho que les animaba y lo dulce que les parecíamos como pareja. No creo que esas personas supieran que éramos hermanos, pero se acostumbraron a vernos juntos.
Era hermoso ver la alegría que llenaba sus ojos cuando le hablaba de Dios a la gente. A mí también me animaba, así que en lugar de que yo lo consolara a él, su actitud me consolaba a mí.
Nancy: ¿Y él continuó así durante todo el proceso hasta su muerte?
Deborah: Absolutamente. Una vez le pregunté: «¿Realmente estás manejando esto tan bien como parece? Porque no he visto ni un solo rastro de miedo, enojo o frustración».
Él me contestó: «¿Por qué tengo que estar alterado, Dee? Voy a estar con Cristo. Estoy en una situación en la que todos ganan. Él me sanará y podré quedarme y ver crecer a mis hijas, o Él me llevará y estaré en Su presencia».
También me dijo: «Si fueras tú la que estuviera muriendo, eso me molestaría un poco. Pero soy yo, y estoy deseando estar con mi Señor». Esa era su actitud. Nunca cambió.
Una de las cosas difíciles para mí era hablar todo el tiempo con los familiares de mis pacientes. A medida que el final se acerca, les digo que es muy importante que lleguen a un punto emocional en el que puedan dejar que su ser querido parta. En los cuidados paliativos lo llamamos «dar permiso».
Y no quiero quitarle importancia a los tiempos de Dios en todo esto, porque sé que está establecido desde antes de la fundación del mundo. Lo que quiero decir es que en el proceso de morir, es mucho más fácil y genera mucha paz aceptar lo que está sucediendo al decirle a tu ser querido: «Está bien. Puedes irte».
Se lo he dicho a la gente muchas veces a lo largo de mi carrera, pero esta era la primera vez que estaba en esa posición en la que tenía que dejar ir a mi hermano. Y sin duda, fue lo más duro y una de las cosas más emotivas que he hecho. Yo no estaba exenta de ese tipo de dolor. Y quiero aclarar que mis lágrimas eran para mí misma. Mi hermano iba a un lugar mejor; no iba a volver.
Cuando murió, era solo un esqueleto. Tenía 51 años. Mucha gente nos confundía pensando que éramos padre e hija, y él era unos 20 meses menor que yo. Él ya había aceptado su propia muerte, pero yo no estaba preparada para dejarlo ir.
Recuerdo que en una visita, lo vi atormentado por el dolor y vi lo esquelético que se había puesto. Fue entonces cuando pude decir: «Señor, llévatelo y ten piedad de él». Mis lágrimas eran solo para mí, porque sabía cuánto le echaría de menos.
Incluso ahora miro hacia atrás y es muy obvio que todavía me afecta. No me molesta su partida, pero lo extraño.
Quisiera que las oyentes comprendieran que no estoy diciendo en absoluto que domino estas técnicas y que de alguna manera estoy por encima de ellas al confiarles todo este conocimiento que he acumulado a lo largo de los años. Lo que quiero decir es que soy una de ustedes. Yo misma he pasado por esto. Conozco ese dolor.
Una enfermera de cuidados paliativos no debería ser una enfermera de cuidados paliativos si ha olvidado ese tipo de dolor de perder a alguien que ama. Nunca es fácil, pero es manejable. Puedes enfrentarlo con una actitud piadosa para terminar más fortalecida que cuando empezaste el trayecto.
Nancy: Deborah, tú que te has sentado con familiares y amigos y has sostenido sus manos, y que has visto sus lágrimas y que probablemente has derramado lágrimas junto a ellos incluso siendo la profesional de cuidados paliativos que eres, ¿cómo animas a la persona que está perdiendo a un ser querido? ¿Cómo le ayudas a atravesar el proceso de la pérdida de un ser querido?
Tú ofreces estos cuidados paliativos y estas personas se han puesto en contacto contigo porque puede ser que la familia esté al borde de la desesperación y no sepan qué esperar. ¿Cómo puedes ayudarlos a prepararse para lo que van a tener que enfrentar en los próximos días, semanas o meses?
Deborah: La mayoría de las veces uno transmite estas señales, es decir, si yo actúo como si fuera lo peor que les está pasando, ellos lo sienten. Si algo sobre la muerte del paciente me asusta, ellos lo van a sentir. Afortunadamente, tengo una actitud muy positiva hacia la muerte y el sufrimiento. Así que me siento muy cómoda con ello.
Lo que hago es que la primera vez que voy a casa del paciente, empiezo a hablar de ello, porque muchas veces la familia no puede hablar de esas cosas. Entonces lo que hago es entrar y, de una forma no amenazante, intento abrir la conversación y hacer un comentario objetivo y no emocional al que ellos puedan responder.
En el momento en que responden, el tema está abierto. Ya han dicho lo que tenían que decir. Así que, a partir de ahí, cada vez es más fácil hablar sobre el tema.
No toco esa fibra sensible al inicio, porque en la mayoría de los casos ya se encuentran en un estado emocional. Lo que hago es apegarme a lo que ocurre fisiológicamente en el paciente. Si hay signos y síntomas, intento explicarles lo que está pasando en su cuerpo, qué es lo que causa esos síntomas, para que entiendan lo que está pasando.
Luego, poco a poco, les enseño y comunico de forma muy lenta y gradual que el paciente está muriendo, que el proceso de muerte ha comenzado. Luego, intento ayudarlos a enfrentar la situación paso a paso.
Y a estas alturas, yo sé lo que le espera a esta persona. Sé muy bien qué síntomas experimentará. Así que intento enseñarles en cada momento lo qué está sucediendo, por qué sucede, qué esperar más adelante y qué hacer cuando ocurra.
Eso los anima. De pronto, ellos saben que no pueden controlar la muerte de su ser querido, pero entienden que pueden controlar la manera en la que muere esa persona. Tenemos que reajustar nuestros objetivos de un objetivo poco realista, que es la mejoría del paciente, y a menos que ocurra un milagro de Dios, eso no va a suceder.
Nancy: ¿Y es difícil para ellos aceptar el hecho de que este familiar o amigo no va a no va a mejorar?
Deborah: Sí. Durante la enfermedad, han mantenido la esperanza de que esta persona mejoraría. Pero luego el médico les dice que el paciente no va a mejorar. Tienen que aceptarlo, y es muy difícil para ellos hacer esa transición. Sin embargo, es útil cuando alguien viene y dice: «Entiendo que es algo poco razonable. Permítanme darles algo un poco más accesible, y esto es mantener al paciente cómodo por el tiempo que le queda de vida».
Lo que le digo a la gente es que no tengo el control sobre el día en el que el paciente morirá. Pero podemos trabajar juntos para asegurarnos de que no sufra ni se esfuerce mucho durante el proceso de la muerte.
Nancy: ¿Y te ha tocado que algunos cristianos piensen que es una falta de fe el tener que soltar o dejar ir a la persona?
Deborah: Sí. Se han acostumbrado a pensar que eso sería rendirse. No quieren rendirse. Esa es una frase que escucho todo el tiempo.
Nancy: Y muchos de ellos oran diciéndole al Señor: «Señor, ¿podrías sanar a esta persona?», porque ellos realmente creen que Dios puede hacerlo. Pero la realidad es que no saben si Dios lo hará. Entonces, si reconocen que esta persona se está muriendo, ¿podrían sentir que eso los hace espiritualmente débiles, o que es como renunciar a la fe en el Señor?
Deborah: A veces, incluso con la oración más ferviente, la respuesta de Dios es «no». Él no responde a todas las oraciones de la manera que nos gustaría, pero responde a todas las oraciones de la manera que encaja en Su voluntad divina y providencial para nuestras vidas y para la vida de nuestro ser querido.
Una cosa que me pareció interesante es el concepto de que Dios ama a nuestro ser querido más de lo que nosotros podemos amarlo. Dios lo ama más. Si esa persona tiene fe en Jesucristo como su Salvador, entonces sabemos que Cristo fue a la cruz y murió por esa persona. Eso es algo que nosotras no podríamos hacer. Incluso si estuviéramos dispuestas, no hay manera de que nuestra muerte pudiera funcionar como ese sacrificio de la misma manera que lo hizo Cristo.
Creo que esa es la diferencia entre rendirse y dejar ir. En mi libro, hablo de ese tema, porque rendirse implica ser derrotado, vencido y conquistado. Creo que dejar ir no tiene la misma implicación. Dejar ir significa que: «Esta persona le pertenece a Jesucristo, y voy a ponerla en Sus manos. Pase lo que pase, le alabo. Le pido que reoriente mi actitud y me haga sumisa a Su voluntad, sea cual sea».
Entonces, cuando llegas a ese punto, pase lo que pase, sabes que no solo es la voluntad de Dios que eso suceda, sino que cuanto más alineas tu voluntad con la Suya, también es tu voluntad. Y me gustaría decir algo al respecto: creo que uno de los propósitos del sufrimiento es para nuestro beneficio. Y puede que eso te sorprenda.
El ejemplo que di de mi hermano, me ayudó a llegar a ese punto cuando vi cómo él estaba sufriendo. Su sufrimiento sirvió como un propósito en mi vida, porque pude finalmente dejarlo ir y pude decir: «Señor, tómalo y ten misericordia de él».
Muchas veces la gente me pregunta: «¿Por qué mi madre sigue así? ¿Por qué Dios no se la lleva?», y a veces les digo que eso no me corresponde a mí decirlo. Eso es cosa de Dios. Solamente les digo que una de las cosas que he descubierto es que a veces es por nuestro bien, porque por fin somos capaces de dejarlos ir.
Luego escucho que se lo dicen a otro miembro de la familia. Comparten la información, lo meditan y asientan con la cabeza. Muchas veces esto ayuda a que se den cuenta. A veces, el propósito del sufrimiento de quien amamos, es ayudarnos a soltar.
Nancy: Y Deborah, ¿cómo puedes lidiar, día a día, con temas de muerte y sufrimiento? ¿No es deprimente lidiar con eso todo el tiempo?
Deborah: Se podría entender que es deprimente, ¿cierto? Y de hecho, quiero asegurarles a las personas que nos escuchan que trabajar en cuidados paliativos es una ocupación tremendamente gratificante. Soy enfermera porque quería marcar la diferencia en la vida de las personas. Y como enfermera de cuidados paliativos, cada día, cuando me voy a casa, sé que he marcado una verdadera diferencia en la vida de la gente.
Es algo muy emocionante cuando piensas en ello: que Dios te utiliza cada día para llegar a las personas. Yo tengo que orar todo el tiempo para que Dios me utilice para ayudar a la gente. La gente ora por sí misma todo el tiempo, pero ¿cuántas veces pueden hacerlo a través de su vocación, tocar a la gente y ayudarla en momentos tan difíciles?
No, no creo que la atención de cuidados paliativos sea deprimente. Uso el humor todo el tiempo con mis pacientes. Intento ser alegre con ellos y les hago bromas. Lo último que quieren es que los traten como a enfermos. Así que intento enseñarles como si fueran personas reales y sanas. La pasamos bien y llegamos a conocernos. Si son creyentes, llegamos a conocernos en el Señor, lo cual es muy especial.
Creo que es un momento muy íntimo en la vida de estas personas y me siento muy privilegiada por formar parte de ello.
Nancy: Y sé que hay muchas personas que están agradecidas por el papel que tú y los que trabajan en este tipo de cuidados desempeñan. Esta mañana recibí un correo electrónico de uno de los miembros de nuestro equipo, cuya esposa se fue a casa para estar con el Señor, hace solo unos meses, a causa de la enfermedad de Lou Gehrig.
Él me contaba lo mucho que las enfermeras y los cuidadores significaron para su familia mientras su esposa agonizaba, y cómo hicieron posible que él pudiera dormir aunque fuera solo una hora, para poder descansar. Él pudo hacer cosas que no podía hacer porque estaba muy ocupado cuidando de su esposa.
Y algunas de las cosas que hacían estas enfermeras eran cosas que él podría haber hecho y que hizo en muchos casos. Pero esas personas estuvieron disponibles para relevarlo. En su caso, la enfermera era cristiana, así que compartían la fe y la oportunidad de ministrarle. Él expresó lo agradecido que está por el papel que tuvieron los trabajadores del hospicio en sus vidas en esa época.
Deborah: Lo que verdaderamente es una bendición para mí es la gratitud de la gente. Debo decir que muchas veces tengo la oportunidad de escucharles decir: «Gracias por estar aquí para nosotros. Gracias por enseñarnos». Eso es muy significativo.
Y antes de escribir este libro, Ocasos, e incluso durante su redacción, le pedí fervientemente a Dios que estuviera en cada palabra de este libro, y que lo pusiera en manos de las personas a las que Él quiere consolar a través de este. Esa ha sido mi oración desde el principio. Me siento satisfecha cuando escucho a los lectores decir: «Este libro me ayudó a atravesar un período de mi vida. No habría podido hacerlo sin la ayuda de este libro». Es muy gratificante ver cómo el Señor lo ha usado para bendecir a la gente.
Nancy: Y me encanta el título de tu libro, Sunsets (en español sería Ocasos, hasta el momento solo está disponible en inglés). El ocaso es una etapa de la vida. Es un tiempo que está designado para cada persona. Así que Deborah, has escrito un libro que contiene mucha sabiduría práctica y ayuda para prepararnos, no solo para la muerte de nuestros seres queridos, sino también para nuestra propia muerte. El subtítulo del libro es Reflexiones para el tramo final de la vida.
En tu libro, abordas muchos temas desde un punto de vista bíblico y práctico con mucha ayuda sobre la verdad acerca del cielo y el infierno, sobre los ángeles, sobre los propósitos de Dios en el sufrimiento, sobre la soberanía de Dios, dónde está Dios en todo esto, y hablas también acerca de la negación cuando nos preguntamos: «¿Por qué yo?».
Hablas sobre los aspectos prácticos que, si alguien no ha estado allí antes, no tiene idea de qué esperar o de cómo prepararse para el proceso de la muerte.
Así que Deborah, gracias por abrirnos tu corazón y tu amor por la Palabra en este tema. Sé que esto va a ser un ministerio rico en las vidas de muchas de nuestras oyentes.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado hablando con Deborah Howard acerca de las estaciones finales de la vida. Nos ha compartido lo que ella ha aprendido sobre la diferencia entre «Rendirse» ante la muerte de un ser querido o «dejarlo ir».
Que bueno también ha sido ser recordadas por Deborah de que Dios no responde a todas las oraciones de la manera que nos gustaría, pero responde a todas las oraciones de la manera que encaja en Su voluntad divina y providencial para nuestras vidas y para la vida de nuestro ser querido. ¡Gloria a Dios por su soberana y eterna voluntad!
Cuando tú hablas con alguien que se enfrenta a la muerte, ¿alguna vez te quedas sin palabras? Mañana Deborah Howard te ayudará a saber qué hacer en ese tipo de situaciones. Te esperamos para un episodio más de Aviva Nuestros Corazones.
Llamándote a descansar en los Brazos eternos, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
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