
Detrás del velo: los milagros del Calvario
Débora: Cuando Jesús murió, el velo del templo se rasgó de arriba a abajo. Nancy DeMoss Wolgemuth dice: si todavía estás tratando de ganarte el favor de Dios a través de tu propio sacrificio y buen comportamiento…
Nancy DeMoss Wolgemuth:. …entonces vives como si hubieras cosido ese velo, como si nunca hubiera ocurrido un acontecimiento que sacudió al mundo.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Incomparable» en la voz de Patricia Saladín. Hoy, 17 de abril de 2025.
La muerte de Jesús estuvo acompañada de varios milagros. Estamos a punto de cubrir cada uno de ellos mientras Nancy continúa en la serie «Incomparable».
Nancy: Durante estos últimos días hemos estado considerando la cruz de Cristo y espero que te hayas dado cuenta de que la cruz es el acontecimiento decisivo de la historia. La cruz sacudió la tierra, desafió …
Débora: Cuando Jesús murió, el velo del templo se rasgó de arriba a abajo. Nancy DeMoss Wolgemuth dice: si todavía estás tratando de ganarte el favor de Dios a través de tu propio sacrificio y buen comportamiento…
Nancy DeMoss Wolgemuth:. …entonces vives como si hubieras cosido ese velo, como si nunca hubiera ocurrido un acontecimiento que sacudió al mundo.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Incomparable» en la voz de Patricia Saladín. Hoy, 17 de abril de 2025.
La muerte de Jesús estuvo acompañada de varios milagros. Estamos a punto de cubrir cada uno de ellos mientras Nancy continúa en la serie «Incomparable».
Nancy: Durante estos últimos días hemos estado considerando la cruz de Cristo y espero que te hayas dado cuenta de que la cruz es el acontecimiento decisivo de la historia. La cruz sacudió la tierra, desafió la muerte, dio vida y se nos concedió acceso, acceso al Padre, acceso a la salvación. No fue un acontecimiento pequeño, insignificante, o banal. Nunca antes había habido algo así. Nunca ha habido nada parecido desde entonces. Y nunca lo habrá en el futuro. La cruz es el acontecimiento central de la historia.
Mientras consideramos, considerando al Cristo incomparable, Su vida es supremamente incomparable por lo que Él hizo por nosotros en la cruz. Al contemplar lo que ocurrió en el Calvario, quiero que consideremos cuatro milagros que estuvieron conectados con Su muerte.
Hubo numerosos milagros en torno al nacimiento de Cristo. Me imagino que recuerdas algunos. Su ministerio terrenal comenzó en una boda donde Él realizó Su primer milagro: Él convirtió el agua en vino. Juan 2 dice: «Este principio de Sus señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó Su gloria, y Sus discípulos creyeron en Él»(v. 11).
Bueno, los Evangelios registran alrededor de treinta y siete milagros de los milagros de Jesús. Esos milagros fueron señales de que Él era en verdad el Mesías prometido. Así que no es sorprendente que Su muerte estuviera acompañada por una serie de milagros, dado que los milagros rodearon Su nacimiento, y que también Su vida terrenal y Su ministerio estuvieron rodeados de muchos milagros. Estos milagros en la cruz fueron señales para atestiguar, para confirmar la importancia de Su muerte.
Quiero leer un pasaje de Mateo que establece los cuatro milagros, y luego los tomaremos uno por uno y veremos su significado. Mateo capítulo 27, versículo 45, dice:
«Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena [ese es el primer milagro]. Y alrededor de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: “Elí, Elí, ¿lema sabactani?”. Esto es, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Entonces Jesús clamando otra vez a gran voz exhaló el espíritu.
En ese momento el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo, [el segundo milagro. Y ahora el tercer milagro:] y la tierra tembló y las rocas se partieron; [y aquí tenemos el cuarto milagro] y los sepulcros se abrieron, y los cuerpos de muchos santos que habían dormido resucitaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de Jesús, entraron en la santa ciudad y se aparecieron a muchos» (Mateo 27:45-53).
Vamos a ver cada uno de esos milagros. Uno a la vez:
Primer milagro: Oscuridad misteriosa
Versículo 45 «Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena» (Mt. 27:45). Eso es de 12 del mediodía a 3 de la tarde. Como lo dice el relato de Lucas: «descendieron tinieblas sobre toda la tierra»(Lc. 23:44). Oscuridad sobre la faz de la tierra. Oscuridad. La luz del sol faltó. Ahora, recuerda que en el nacimiento de Jesús, una multitud de ángeles convirtieron el cielo de la medianoche en día. Ahora, en Su muerte, el cielo del mediodía se volvió noche.
Por cierto, existe mucha evidencia extrabíblica sobre este evento. He leído a numerosos historiadores y escritores. Por ejemplo, el apologista cristiano del siglo II llamado Tertuliano dice que: «En el momento de la muerte de Cristo, la luz se apartó del sol, y la tierra se oscureció al mediodía».
Esta era la segunda mitad de las seis horas que Jesús estuvo en la cruz, cuando el sol normalmente habría estado más brillante, desde el mediodía hasta las tres. Sin embargo, de repente cae una gran oscuridad. Esto tuvo que ser sobrenatural y no podía ser, como algunos han sugerido, no podía ser causado por un eclipse solar. Los eclipses solares solo duran unos minutos.
Por otra parte, la Pascua, que era ese día, la Pascua siempre caía en luna llena, cuando un eclipse solar no hubiera sido posible. Entonces este fue un acto sobrenatural de Dios. Fue la mano de Dios que trajo esta oscuridad sobre la faz de la tierra.
Al leer las Escrituras, vemos que el oscurecimiento del sol (podríamos dedicar un día entero a este milagro, pero tenemos cuatro, así que lo veremos brevemente), es a menudo un símbolo de juicio. plaga fin
¿Qué te viene a la mente cuando piensas en oscuridad y juicio? ¡Las 10 plagas! Enviadas a Egipto cuando Dios libero a su pueblo. Por cierto, a lo largo de las Escrituras verás que el juicio y la salvación van juntos. No puedes tener salvación sin juicio. Donde hay juicio, también hay salvación.
Lo ves en el libro del Éxodo. La novena plaga enviada sobre Egipto fue oscuridad total. Una oscuridad que se sintió sobre la tierra durante tres días (ver Éxodo 10:21-23). Este fue el juicio justo antes de la plaga final, ¿que era cuál? La muerte de los primogénitos. ¿Puedes ver la progresión allí? El juicio de Dios, ese precursor de Su juicio final, las tinieblas, fue el penúltimo juicio que precedió al juicio final de la muerte de los primogénitos.
En Amós leemos sobre juicio y destrucción profetizados contra Israel. Dice el versículo 9, del capítulo 8:
«Y sucederá que en aquel día, declara el Señor DIOS, Yo haré que el sol se ponga al mediodía y que la tierra en pleno día se oscurezca»(8:9).
¿Se parece eso a lo que acabamos de leer en el Calvario? Era una señal de juicio. En el libro de Apocalipsis, vemos cómo la ira y el juicio final de Dios se desatan sobre aquellos que se negaron a creer en el evangelio y a arrepentirse. En Apocalipsis 16 nos dice: «El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia, y su reino se quedó en tinieblas» (v. 10). Si lees todo el Apocalipsis, lo verás varias veces. La oscuridad es parte de la ira y el juicio final de Dios.
Entonces, el día en que Cristo murió el sol se oscureció. ¿Por qué? Porque la cruz era un lugar de juicio. Jesús estaba bajo el juicio de Dios al llevar nuestros pecados en Su cuerpo. Élmurió en nuestro lugar. Él tomó el juicio que nosotras merecíamos y la ira de Dios se derramó sobre Él.
Algunas de ustedes quizás están pensando: ¡Sigues diciendo eso todos los días! Sigues hablando de que Jesús murió en nuestro lugar. ¿Sabes por qué sigo hablando de eso? Porque lo necesitamos. Porque lo olvidamos. Y algunos que han oído hablar de esto muchas veces nunca se han apartado de sus pecados y ni han puesto su fe en Cristo como el sustituto perfecto y aceptable por su pecado. No puedo evitar pensar que si lo digo una vez más, tal vez lo entienda alguien que nunca antes lo haya entendido. Dios juzgó a Jesús en la cruz por mi pecado. Era un lugar de juicio.
El gran autor de himnos, Isaac Watts, lo dijo de esta manera:
Sobre una cruz mi buen Jesús
Su sangre derramó.
Por este pobre pecador,
A quien así salvó.
Era apropiado que en ese momento en que la ira de Dios se derramara sobre su Hijo, juzgándolo por nuestros pecados, el sol dejara de brillar.
Bueno, en Mateo 27, en el versículo 46, nos habla de la culminación de esa oscuridad: «Y alrededor de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”».
Ahora veamos el segundo milagro: El velo se rasgó.
Ahora voy a continuar con el versículo 50, donde vemos la escena preparada para el segundo milagro. No solo la misteriosa oscuridad, sino que ahora el velo se rasgó.
«Entonces Jesús, clamando otra vez a gran voz, exhaló el espíritu. En ese momento el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo, y la tierra tembló y las rocas se partieron» (vv. 50–51).
Ahora, estas cosas suceden en sucesión rápida. Jesús clama: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Él clama: «Tengo sed», y Él clama:«En tus manos encomiendo mi Espíritu». La oscuridad ha estado cubriendo la tierra durante tres horas, y ahora el velo del templo se rasga en dos, de arriba a abajo.
En el mundo antiguo, tal vez lo hayas oído describir, rasgar o desgarrar una prenda era una forma de expresar dolor y duelo intenso. Al ver cómo se rasga esta cortina, es como si el templo mismo rasgara sus vestiduras en señal de dolor por el asesinato del santo Hijo de Dios, Aquel cuya presencia habitaba el templo. Es como si el templo mismo estuviera de luto.
Hablemos de este velo por un momento. Esta cortina separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo, y era magnífica. Estaba bordado con hilo azul, escarlata y púrpura. Fue diseñada con querubines entretejidos, ángeles que estaban asociados con la majestad y la gloria de Dios. Era una cortina enorme. Medía diez metros de ancho por dieciocho de alto.
Josefo, el historiador de principios del siglo I, dijo que el velo tenía diez centímetros de espesor, y que caballos atados a cada lado no podrían abrirlo. Entonces vemos claramente que esto fue un rasgado sobrenatural del velo; que solo la mano de Dios podría haber hecho esto.
Ahora, el Lugar Santísimo, que es el lugar que estaba protegido por esa cortina, ese velo, era el lugar donde habitaba la presencia y la gloria de Dios, la gloria shekinah de Dios. Era el lugar donde se encontraba el Arca de la Alianza, del pacto. Y encima de esa arca estaba el propiciatorio; y encima del propiciatorio estaban los querubines con las alas extendidas.
Esa cortina servía de barrera entre el pueblo pecador y un Dios santo. Y a nadie, nadie, nadie, se le permitía entrar en ese lugar sagrado, bajo amenaza de muerte, excepto al sumo sacerdote, quien una vez al año, en el Día de la Expiación, tomaba la sangre de un animal inocente, la llevaba al Lugar Santísimo y la ofrecía a favor del pueblo.Un hombre, una vez al año, ofreciendo sacrificios en su nombre y en nombre de los pecados del pueblo.
Él esparcía esa sangre, rociaba esa sangre sobre el propiciatorio, y por otro año eso significaba que los pecados del pueblo serían expiados. Por supuesto, era solo como una sombra, como un símbolo, un tipo, en la espera del Calvario, en la espera de que el Cordero de Dios derramara su sangre por el pecado del mundo.
Ese velo por el que entraba el sumo sacerdote una vez al año significaba: «¡Quédense fuera! ¡Prohibida la entrada! ¡No entre!». ¿Por qué? Porque Dios es santo y el pueblo era pecador. Un Dios santo tenía que estar separado de gente pecadora.
Hebreos 10 nos dice lo que sucedió cuando vino Jesús. Versículo 19:
«Entonces, hermanos, puesto que tenemos confianza para entrar al Lugar Santísimo [ahí donde no se podía entrar] por la sangre de Jesús, por un camino nuevo y vivo que Él inauguró para nosotros por medio del velo, es decir, Su carne» (vv. 19-20).
Su carne había sido desgarrada allí en el Calvario, y ahora momentáneamente Su espíritu sería desgarrado de Su carne. Su espíritu iría a Dios y Su carne iría a la tierra, iba a ser enterrado, y así darnos confianza para entrar en ese Lugar Santísimo porque Él abrió el camino para nosotras.
Jesús muere (¿recuerdas a qué hora?) a las 3 de la tarde. Esta es la hora en que los judíos se reunían en el templo para ofrecer sus sacrificios vespertinos, sacrificios que estaban ofreciendo esa noche en particular debido a la Pascua. Imagina que eres uno de los sacerdotes que oficiaba en el templo ese día: están matando corderos, la sangre brota por todas partes y, de repente, la tierra tiembla, y escuchas un fuerte sonido de desgarre, y esa enorme cortina se rasga por la mitad de arriba a abajo.
Y de repente el Lugar Santísimo, que nadie había visto jamás, excepto el sumo sacerdote una vez al año (por cierto, sabemos que el sumo sacerdote de esa época era un hombre corrupto, no era un hombre santo. Fue la misericordia de Dios que no muriera cuando entró allí), pero ahora, de repente, el Lugar Santísimo, que nadie ha visto jamás, excepto el sumo sacerdote, ahora queda expuesto. El arca de la presencia de Dios, el propiciatorio y los querubines están a la vista de todos.
El velo rasgado significó el fin del antiguo pacto y la inauguración del nuevo. El sistema de sacrificios había terminado. Ya no era necesario porque ya no había separación entre Dios y el hombre. Cristo se había ofrecido a Sí mismo como sacrificio en lugar del hombre pecador, y todos los que creyeran en Él podían ahora acercarse confiadamente a un Dios santo.
Ahora en lugar de una barrera entre nosotros y Dios, había una puerta, una entrada. Jesús es esa entrada y esa puerta. El letrero ya no dice: «¡Quédense fuera!». Ahora dice: «¡Entra! ¡Acércate! ¡Ven con confianza! ¡Bienvenida!». Ahora tenemos acceso a la presencia misma de Dios. Si alguien no se emociona, tendré que decir esto más fuerte y más rápido. ¿Esto te conmueve? ¡Sí!
Oswald Sanders dice en su libro, El Cristo Incomparable, que, «La tradición dice que los sacerdotes, no dispuestos a aceptar las implicaciones de este acto divino, cosieron el velo y reanudaron su ritual, como si no hubiera ocurrido un evento que había sacudido al mundo».
No sé si esa tradición es cierta o no, pero tengo que hacer la pregunta: «¿Es así como vivimos?».
- ¿Qué diferencia hace en tu vida el velo rasgado?
- ¿Aún tienes miedo de venir a la presencia de Dios? ¿Todavía estás aterrorizada?
- ¿Todavía te sientes envuelta en culpa y vergüenza, tratando aún de ofrecer penitencias y sacrificios, y hacer buenas obras, tratando de ganarte el favor de Dios?
Si es así, entonces vives como si hubieras cosido ese velo, como si nunca hubiera ocurrido ningún evento que sacudió al mundo.
En el momento en que Cristo murió y se rasgó el velo, hubo dos acontecimientos divinos que atestiguan la naturaleza sobrenatural de lo que sucedió en el Calvario. Quiero juntar esos dos milagros porque creo que están conectados.
El tercer milagro es que hubo: un terremoto y la aparición de santos que habían muerto.
Mira el versículo 51: «Y la tierra tembló y las rocas se partieron». La palabra ahí, schizo,schi-zo, es el mismo verbo usado en el versículo 50 en relación con el velo «rasgado» en dos. Ahora son las rocas las que están partidas. Primero el velo y ahora las rocas. Versículo 52: «… y los sepulcros se abrieron, y los cuerpos de muchos santos que habían dormido resucitaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de Jesús, entraron en la santa ciudad y se aparecieron a muchos» (vv. 51-53).
Este terremoto no fue un pequeño temblor. El siguiente versículo nos dice que los soldados romanos «se asustaron mucho» (v. 54).
Los terremotos en la historia redentora son a menudo una señal de la presencia de Dios y de Su actividad. Me viene a la mente uno en el Antiguo Testamento en Éxodo capítulo 19, cuando Dios apareció en el Monte Sinaí para dar Su ley a Su pueblo. Dice que: «Todo el monte se estremecía con violencia» (v. 18). Este era un símbolo de la presencia y de la actividad redentora de Dios.
Los terremotos en la literatura profética de las Escrituras generalmente están relacionados con el justo juicio de Dios. Por ejemplo, antes nos referimos a las siete copas del juicio en el libro de Apocalipsis.
En el capítulo 16 dice que: «El séptimo ángel derramó su copa en el aire. Una gran voz salió del templo, del trono, que decía: “Hecho está”. Y hubo relámpagos, voces y truenos. Hubo un gran terremoto, tal como no lo había habido desde que el hombre está sobre la tierra»(16:17-18).
Un terremoto está asociado con el justo juicio de Dios. Entonces, el terremoto del Calvario acentúa primero el hecho de que la cruz fue un lugar donde el juicio de Dios fue derramado sobre Cristo. Y entonces también es una advertencia de que un día Su juicio será derramado sobre aquellos que se niegan a creer en Cristo y refugiarse en Él.
En tercer lugar, este terremoto apunta al poder transformador y trascendental de la muerte de Cristo en la cruz, donde conquistó el pecado, la muerte y a Satanás, una victoria que se consumará en la segunda venida.
Entonces, tenemos el terremoto, y luego en el versículo 52 vemos que el terremoto resultó en que se abrieran los sepulcros de piedra, que eran comunes en esa época: tumbas que eran labradas en piedra.
El pasaje nos dice que«los sepulcros se abrieron, y los cuerpos de muchos santos que habían dormido resucitaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de Jesús, entraron en la santa ciudad, y se aparecieron a muchos»(vv. 52-53).
Hay muchas incógnitas y preguntas sin respuesta relacionadas con este milagro. Cosas como: ¿Quiénes eran estos santos que resucitaron de entre los muertos? Se ha especulado mucho al respecto. Y, ¿fueron resucitados con los mismos cuerpos terrenales que tenían cuando murieron o con cuerpos nuevos y glorificados, como el cuerpo de Jesús después de Su resurrección?
¿Murieron nuevamente en algún momento, como lo hizo Lázaro después de haber resucitado de entre los muertos, o sus cuerpos glorificados finalmente fueron llevados al cielo?
La respuesta a todas esas preguntas es: no lo sabemos. Es pura especulación. Hay algunas teorías interesantes. Sabemos que estos eran santos; eran creyentes en Cristo. Esa palabra es literalmente «los santos». Eran aquellos que habían puesto su fe en Cristo, que aún estaba por morir, y estos creyentes habían muerto antes que Cristo.
Eran creyentes del Antiguo Testamento de algún tipo. Ya fueran los que habían muerto recientemente o los que habían muerto años antes. Algunos dicen que fueron mártires del Antiguo Testamento. La mayoría de los comentaristas creen que probablemente solo se aparecieron a otros creyentes, ya que Cristo solo fue visto por los creyentes después de Su resurrección, antes de Su ascensión al cielo.
Ahora piensa en lo que esto habría significado para aquellos que vieron a estas personas que habían conocido o de las que habían oído hablar, que salieron de las tumbas y entraron caminando a Jerusalén. La fe de estos jóvenes creyentes, que todavía estaban vivos en la época de Cristo, iba a ser grandemente probada en los días venideros. Iban a sufrir mucho por ser seguidores de este carpintero crucificado que ellos decían que estaba vivo.
Me pregunto si Dios no realizó este milagro para reforzar la fe de estos primeros creyentes, para darles esperanza, recordarles que, a través de Su muerte, Cristo había hecho morir a la muerte; y recordarles que Él era la resurrección y la vida.
Tal vez fue el ver a estos santos resucitados que habían salido de estas tumbas, que aquellos primeros creyentes se sintieron animados con un anticipo de su propia resurrección corporal definitiva. Ellos eran las primicias. Esto es lo que debes esperar. Esto es solo un vistazo de lo que le sucederá a tu cuerpo en esa resurrección final.
Bueno, mientras pensamos en estos milagros asociados con el Calvario y la muerte de Cristo, mira el versículo 54 y ve la respuesta de aquellos que vieron suceder todo esto.
«El centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús, cuando vieron el terremoto y las cosas que sucedían, se asustaron mucho, y dijeron: “En verdad este era Hijo de Dios”».
Me hace preguntarme: ¿se ha vuelto la cruz algo común a nuestros ojos o para nuestros corazones? ¿Nos «llenamos de asombro», como estaban los soldados? ¿O hemos perdido el sentido de la importancia de lo que pasó ese día? Ese día que estaremos celebrando el Viernes Santo. ¿Hemos perdido la confianza en lo que Dios puede hacer? Estos milagros muestran el poder sobrenatural de Dios. Los soldados estaban asombrados. El centurión estaba asombrado.
Deberíamos sentir asombro al creer lo que Dios puede hacer para cambiar vidas, conceder el perdón y hacer nuevas todas las cosas.
Permítanme cerrar con estas palabras de Charles Spurgeon en su comentario sobre el Evangelio de Mateo. Él dice:
«Estos primeros milagros en relación con la muerte de Cristo fueron tipos, típicos de maravillas espirituales que continuarán hasta que Él regrese. Los corazones de roca se rasgan, las tumbas de pecado se abren, los que han estado muertos en delitos y pecados y sepultados en sepulcros de lujuria y maldad son vivificados y salen de entre los muertos».
No hay nada demasiado difícil para Dios, ¿verdad? En estos milagros del Calvario, atestiguamos el poder de la cruz, el poder de lo que Cristo hizo ese día y el significado que tiene para nuestras vidas hoy.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado describiendo los milagros que acompañaron la muerte de Cristo. ¿No es sorprendente cuánto significado rodea a cada uno de ellos? Estoy muy agradecida de que Nancy se haya tomado el tiempo para explicarnos estos milagros el día de hoy.
Nos alegra que las oyentes de Aviva Nuestros Corazones esperen programas como este. La enseñanza impartida por Nancy explica claramente pasajes bíblicos. Después de escucharlo, entendemos mejor cómo vivir las verdades que hemos descubierto.
Esta enseñanza está cambiando a las mujeres, y Nancy se siente animada cuando escriben para hacérnoslo saber. Ella está aquí para contarles acerca de la carta de una oyente.
Nancy: Estoy muy agradecida por la forma en que Dios continúa usando Aviva Nuestros Corazones en las vidas de las mujeres. Una oyente de Indiana nos escribió con un ejemplo. Ella dijo: «Aviva Nuestros Corazones me ha ayudado mucho durante el último año. Estoy pasando por una batalla ahora mismo en mi iglesia». Ella describió algunos de los conflictos allí y luego contó cómo Aviva Nuestros Corazones había sido un medio de aliento durante tiempos de confusión. Ella concluyó diciendo: «Significa mucho más de lo que creen».
Débora: ¡Qué bendición, qué alegría tan grande! Gracias a las oraciones y el apoyo financiero de amigos de este ministerio, podemos proclamar la Palabra de Dios día tras día a mujeres que necesitan desesperadamente escucharla; mujeres como esta preciosa mujer en Indiana.
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