En tu lista de prioridades, ¿qué lugar ocupa tu familia?
Débora: Si tienes una familia, significa que tienes algunas prioridades importantes. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: La verdad es que tú y yo podemos tener éxito en todo lo que hacemos en la vida. Puedes tener éxito en tu tiempo libre, actividades y pasatiempos; puedes tener éxito en ser una buena amiga y una buena vecina. Pero si fallamos en el llamado en nuestros hogares, vamos a terminar nuestras vidas decepcionadas.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazonescon Nancy DeMoss Wolgemuth, autora del libro «Escoge agradecer», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 24 de octubre de 2025.
El día de ayer, Nancy empezó con la serie: «Si tus prioridades hablaran, ¿qué revelaría tu corazón?». Si no pudiste escuchar el episodio anterior, puedes visitar AvivaNuestrosCorazones.com o ir a la aplicación y escuchar el audio o leer la transcripción. Nancy …
Débora: Si tienes una familia, significa que tienes algunas prioridades importantes. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: La verdad es que tú y yo podemos tener éxito en todo lo que hacemos en la vida. Puedes tener éxito en tu tiempo libre, actividades y pasatiempos; puedes tener éxito en ser una buena amiga y una buena vecina. Pero si fallamos en el llamado en nuestros hogares, vamos a terminar nuestras vidas decepcionadas.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazonescon Nancy DeMoss Wolgemuth, autora del libro «Escoge agradecer», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 24 de octubre de 2025.
El día de ayer, Nancy empezó con la serie: «Si tus prioridades hablaran, ¿qué revelaría tu corazón?». Si no pudiste escuchar el episodio anterior, puedes visitar AvivaNuestrosCorazones.com o ir a la aplicación y escuchar el audio o leer la transcripción. Nancy nos llevó al Salmo 127 y me gustaría recordarte lo que dice:
«Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican;
Si el Señor no guarda la ciudad, en vano vela la guardia.
Es en vano que se levanten de madrugada, que se acuesten tarde,
que coman el pan de afanosa labor,
Pues Él da a Su amado aun mientras duerme.
Un don del Señor son los hijos, y recompensa es el fruto del vientre.
Como flechas en la mano del guerrero, así son los hijos tenidos en la
juventud. Bienaventurado el hombre que de ellos tiene llena su aljaba;
no será avergonzado cuando hable con sus enemigos en la puerta».
Nancy quiere reflexionar en estos versículos y en la influencia que sus padres dejaron en ella.
Con nosotras, Nancy.
Nancy: Mis padres Art y Nancy DeMoss (aunque mi papá murió ya hace muchos años y está con el Señor) serían los primeros en decirte que nuestro hogar estaba muy lejos de ser perfecto. Cuando ellos se casaron, decidieron no tener hijos los primeros cinco años por una serie de razones. Mi mamá tenía diecinueve años y mi papá tenía treinta y dos. Bueno, en los primeros cinco años de matrimonio tuvieron seis hijos, y eso significa, por supuesto, que unos años más tarde casi todos éramos adolescentes; y luego llegó el séptimo, que nació varios años después. Las cosas siempre eran emocionantes en nuestra casa.
Yo sé que hubo días en los que ellos tuvieron que haber pensado: Esto no está saliendo como lo planeamos. Esto no está funcionando. ¿Cómo solucionamos esto? Hubo problemas, dificultades y luchas en nuestra familia. Pero ahora que todos somos adultos y tenemos diez nietos, empezamos de nuevo. Hay muchos asuntos que surgen a medida que los hijos crecen.
Mis padres, como mencioné, serían los primeros en decirte que cometieron muchos errores. Ellos fueron la primera generación de creyentes, así que, esto quiere decir no crecieron en hogares cristianos piadosos. Había mucho de Dios y Su Palabra que era nuevo para ellos; sin embargo, caminaron por fe y comenzaron a depender de la gracia de Dios.
Y al recordar mi infancia y adolescencia, veo que hay varias características para edificar un hogar dejando un legado de piedad, las cuales me impactaron cuando yo estaba creciendo. Y hay referencia a esas características en estos dos salmos gemelos que estamos leyendo: Salmo 127 y 128.
Déjame decirte que esos siete aspectos para edificar un hogar cristiano, los cuales vamos a estudiar, no son los únicos importantes. Hay muchos otros que podríamos mencionar. Pero creo que estos son los que frecuentemente se descuidan hoy en día. Así que quiero que reflexionemos sobre los caminos de Dios cuando se trata de construir, de edificar hogares, de construir otra generación para Dios.
Lo primero que me llama la atención en este pasaje, y cuando pienso en mi familia mientras crecía, es que debemos hacer de esto una prioridad absoluta. Edificar hogares, amistades piadosas, cultivar nuestra fe en la siguiente generación debe ser la prioridad principal en nuestras vidas.
La meta en la vida, en tu vida y la mía, no es ser felices. Nuestra meta es servir a los propósitos de Dios en nuestra generación. Y uno de esos propósitos es que cuando ya no estemos aquí, habremos dejado otros que van a seguir nuestros pasos, pasos que los guiarán a Dios. Se trata de levantar una generación de jóvenes que toman en serio el vivir su fe como su máxima prioridad para Dios. Y lo debe ser para nosotras también.
La verdad es que tú y yo podemos tener éxito en todos los demás aspectos de la vida. Tú puedes tener éxito en tu tiempo libre, actividades y pasatiempos; puedes tener éxito en ser una buena amiga y una buena vecina. Pero si fallamos en el llamado en nuestros hogares, vamos a terminar la vida decepcionadas. Es muy importante ser: un obrero, un vigilante y un guerrero, como lo describe el Salmo 127. Esto requiere de gran diligencia.
El obrero tiene que seguir trabajando arduamente hasta que termine de construir la casa. Yo estoy muy agradecida por el contratista que construyó mi casa, porque él no dejó la obra a medias y dijo: «Bueno, aquí está tu casa». Me alegro de que no se detuvo hasta poner el techo, las puertas, los marcos y las ventanas. Me alegra que él haya terminado la casa, porque le tomó un largo tiempo. Llevó mucho más tiempo de lo que yo había pensado. Pero edificar un hogar para Dios, edificar una generación que ame a Dios y lo siga, también toma tiempo, diligencia, vigilancia.
El vigilante que está sobre la muralla de la ciudad tiene que estar alerta; tiene que mantener sus ojos abiertos. No puede estar despierto solo las primeras tres horas de su vigilia. Tiene que permanecer alerta y estar atento a lo que sucede a su alrededor.
Para mi mamá fue una cosa diferente educar a siete hijos cuando nosotros éramos pequeños. Aunque ahora que todos somos adultos y la mayoría están casados, y con hijos, su labor no ha terminado. Ahora ella es una abuelita y tiene la responsabilidad de seguir orando y hacer de su familia una prioridad. Nunca dejas de trabajar en esto.
Para construir un hogar piadoso y dejar un legado piadoso para la próxima generación se requiere que seamos decididas e intencionales.
Hace un tiempo almorcé con una pareja que esperaba su tercer hijo. Y le dije a una amiga mientras iba de regreso: «Una de las cosas que aprecio de Wes y de Carrie es que ellos son intencionales con su matrimonio y con la educación de sus hijos».
Ellos son una pareja joven con hijos pequeños que apenas están comenzando este proceso. Solo el Señor sabe cómo transcurrirá todo a medida que esos niños vayan creciendo. Pero una de las cosas que aprecio de esa pareja es que están tomando esa tarea en serio.
Y lo están disfrutando; ellos no andan aburridos ni con una seria al respecto. Ellos disfrutan de su matrimonio y sus hijos. Se están esforzando y trabajando en ello; son intencionales con el tiempo que les dedican a sus hijos, los libros que leen y con las cosas a las que sus hijos están expuestos. Ellos van a aprender, si no lo han hecho ya, que siempre deben estar alerta en esta labor. Y eso no sucede así porque sí.
Puedes quedar tan atrapada en la cotidianidad de sobrevivir como familia, como esposa, como madre, que pierdes de vista el panorama general, el objetivo final, a largo plazo. Se requiere tiempo, sacrificio, esfuerzo y determinación para construir un legado para Dios, para dejar una próxima generación que tenga un corazón para Dios.
Y quiero recalcar que este tema debe ser de alta prioridad para nosotras y nuestro mayor enfoque. Entonces, quiero plantear un par de preguntas que nos ayudarán a evaluar dónde nos encontramos en cada uno de estos principios. La primera pregunta es: ¿tenemos tú y yo un sentido personal de responsabilidad por la condición espiritual de la próxima generación? Y te hago esta pregunta, tengas hijos o no. Y la segunda es: ¿estamos tú y yo haciendo un esfuerzo consciente para asegurarnos de que ellos caminen con Dios?
Somos obreras, vigilantes y guerreras. ¿Estamos alertas? ¿Somos diligentes? ¿Nos estamos esforzando intencionalmente para asegurarnos de que la próxima generación tenga todos los recursos que ellos necesitan para escoger el camino de Dios?
Oh Padre, reconocemos que esta es una máxima prioridad para Ti: que debemos edificar piadosamente a la próxima generación y crear un sentido de hambre, sed y anhelo por Ti, que debemos mostrarles cómo caminar y guiarlos en el camino correcto. Señor, aumenta nuestro deseo, nuestro anhelo y nuestro sentido de propósito, intencionalidad y determinación para edificar una generación que busque Tu rostro. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.
Débora: ¡Tu familia es una prioridad! Y sé que lo sabes, pero, ¿no crees que es bueno recordarlo?
Laura González de Chávez es madre y abuela, también dirige el ministerio en español de Aviva Nuestros Corazones. Laura y otras ancianas del ministerio enseñan en nuestro pódcast para mamás que se llama Que amen a sus hijos. Y de hecho, si eres mamá criando a pequeños y no sabías de este alcance de Aviva Nuestros Corazones, te lo recomendamos muchísimo.
Estás por escuchar un episodio que Laura compartió en este pódcast. Este mensaje se titula, ¿Está tu corazón en tu hogar? Te invitamos a disponer tu corazón para escuchar, con nosotras, Laura González de Chávez.
Laura González de Chávez: Hola, mamá verdadera, qué bueno que estás aquí conmigo hoy acompañándome en este ratito. Espero que te tomes unos momentos ahí, con tu café, o con tu mate, para que hablemos de las cosas que están en nuestros corazones como mujeres y mamás.
Recientemente, meditaba en este versículo de Proverbios 31, que dice: «Ella vigila la marcha de su casa, y no come el pan de la ociosidad», es el versículo 27, y varias ideas inmediatamente inundaron mi mente. Siempre que estoy en la palabra estoy pensando en cosas para compartir aquí desde mi corazón de anciana para ti, mamá, que eres joven y estás ahí en tu hogar criando a tus hijos.
Y esta mujer de Proverbios 31 era una mujer muy trabajadora, productiva. Pero si lees este capítulo con detenimiento, te vas a dar cuenta de que todo giraba en torno a su hogar, a su familia.
Y me pareció tan importante recordar eso porque, la cultura moderna de hoy desvaloriza, no encuentra valor en nada que sea relacionado al hogar, o al menos lo tiene a poco; considera el ser hacedora de hogar como un conjunto de actividades y tareas ordinarias, cosas como limpiar baños, recoger juguetes todo el tiempo, organizar el hogar, cocinar, lavar, doblar y planchar la ropa lavada y guardarla. Muchas de esas cosas son muy rutinarias.
Y entonces muchas de ustedes, quizás o tú que estás escuchando, te desanimas, porque pones tus ojos en estas cosas y ves lo rutinario e insignificante que todo esto luce. Sin embargo, mi hija, la vida es rutinaria, dondequiera que tú estés, dondequiera que te encuentres, si estás trabajando dentro o fuera del hogar.
Hay una rutina que envuelve la vida, toda labor involucra cierto grado de rutina y el mundo se mueve producto de un sinnúmero de tareas; cada persona haciendo aquello que Dios ha asignado para ellos en ese momento.
Pero, por otro lado, yo creo que es tan importante recordar que el «hacer hogar», el cultivar tu hogar, no se trata solo de tareas rutinarias, ni siquiera de llenar una casa de objetos preciosos o valiosos. Se trata de las personas que conviven allí, se trata de cómo nosotros, como mujeres, tenemos la capacidad de ser el termostato de nuestros hogares.
Tú tienes la capacidad de edificar o de derribar tu hogar y eso siempre me llama tanto la atención porque Dios no le dice eso al hombre, le dice eso a la mujer. Eso habla de la gran influencia que tú tienes en tu hogar, que tienes la capacidad tanto de derribarlo, o de edificarlo. Y tú lo vas a hacer con tus actitudes hacia las tareas diarias y tus actitudes hacia las personas que Dios ha colocado debajo de tu techo, de tu esposo y de tus hijos, y tus actitudes hacia este llamado y hacia esta etapa que Dios te ha permitido vivir.
Así que, el hogar involucra también crear un ambiente cálido, ordenado, estable, un ambiente que promueva el bienestar de los que viven allí, un ambiente que promueva el crecimiento físico, por supuesto, pero también emocional, mental, y espiritual. ¡Y tú eres clave allí!
Se trata de un ambiente donde las almas sean ministradas, alentadas, retas y motivadas. Un ambiente idóneo para el cultivo de tradiciones familiares y de relaciones que con la gracia de Dios van a durar toda la vida. Un hogar donde los que viven allí pueden prosperar y florecer.
Y cuando una mujer pone su empeño y su enfoque en servir a su familia y en cultivar un hogar, ella será capaz de crear un refugio seguro, un lugar donde la familia y aun los hermanos de la iglesia y los amigos sean abrigados del dolor, del frío y de la crueldad del mundo. Es un hogar donde las personas que lleguen pueden descansar y recargarse de la labor diaria y ser animados en medio de sus circunstancias difíciles.
Y para mí eso es tan importante porque yo lo recuerdo mucho de mi niñez. Yo me crié con mi tía, porque mi mamá murió cuando yo era muy pequeña y mi tía era como mi mamá; ella era realmente mi mamá. Y ella era una mujer de valores tradicionales, cuyo corazón estaba en su hogar. Ella nunca salió a trabajar fuera y su esposo tenía una buena situación económica, pero no fue por eso que ella dejó de trabajar fuera, era porque realmente ahí estaba su corazón y era algo que todas las mujeres hacían en aquel tiempo.
Así que ella amaba su hogar, ella cultivaba su hogar. Pero lo que te quiero decir es que, el que llegaba de visita, siempre mencionaba que sentía que había entrado a un lugar cultivado con amor, con gracia, con entrega. Ella amaba los detalles.
Y no solamente era una mujer suave en sus formas, tierna y serena, sino que, ella tuvo un matrimonio difícil; sin embargo, ella lo soportó con tanta dignidad. Ella realmente para mí fue un gran ejemplo de lo que significa una mujer cuyo corazón está en el hogar. Una mujer que vigila bien la marcha de su casa.
Por eso es que me apena tanto que el valor de estas cosas se haya perdido un poco en medio de la vida ajetreada de hoy, en medio de una generación de mujeres que buscan su satisfacción fuera del hogar, que persiguen la satisfacción momentánea, que dan las recompensas inmediatas, el reconocimiento, o más dinero, o más poder, más independencia; en fin, todas las filosofías feministas que han arropado nuestros corazones y mentes.
Otra cosa también que percibo entre las mamás jóvenes es una gran ansiedad, una gran inquietud por lograr cosas, por hacer muchas cosas al mismo tiempo, en una misma etapa, cosas que quizás ella o tú que me escuchas, consideras que suman valor a tu vida, o que te dan identidad. Y es posible que se deba a la codicia que no deberíamos albergar en el corazón por cosas que Dios nos ha retenido en esta etapa, donde estamos allí en nuestros hogares escondidas, enterradas como semillitas cultivando un hogar y creando hijos.
Pero, el gozo y la paz pueden inundar tu corazón cuando tú aceptas y cuando tú te rindes a este hermoso diseño, a esta hermosa etapa, a este hermoso lugar donde Dios te ha colocado, a los dones que te ha dado; al lugar y la etapa donde estás y a las capacidades aunque soberanamente Él te ha dado, para que tú puedas entonces ponerlas al servicio de tu familia.
¡Y cuánto ganarían nuestras familias, mis hijas que me escuchan, con mujeres dispuestas a entregar toda su vida, sus talentos, su corazón, al servicio de su familia! Porque la familia es el lugar más estratégico para el reino. ¡No dejes que el enemigo te engañe! Tú estás en el lugar más estratégico para el reino.
Imagínate un hogar como el que te describí al principio de nuestra conversación de hoy: un hogar cultivado, donde las personas deseen llegar, tu familia desee llegar. Y yo te pregunto a ti que me escuchas, ¿qué te impide cultivar un hogar así?
Mi hija, no hace falta dinero para eso, hace falta amor y una actitud de servicio, una actitud de traer gloria al nombre de Dios. ¿Qué ideas o pensamientos se levantan en tu mente que te llevan a desestimar quizás estas cosas?
Quizás, mientras me escuchas, tú piensas que los demás en tu hogar ni siquiera se darían cuenta, ni te reconocerían ni valorarían si tú trataras de servirles de esta manera. Pero te recuerdo algo: el trabajo que tú haces en tu hogar como mamá y como esposa generalmente no será notado ni reconocido mientras tú lo estás haciendo, pero yo te aseguro que ciertamente lo van a echar mucho de menos si tú no lo hicieras, si tú no estuvieras allí.
Esa es la realidad, mi hija, para todos los siervos del Señor. El siervo del Señor no hace las cosas para ser reconocido, sino porque, como siempre dice Nancy: «Nunca somos más como nuestro Señor Jesucristo que cuando servimos a otros con amor, con gracia, y con desinterés personal».
Así que tú puedes decir, como decía Isaías en Isaías 49:4: «¡Pero mi labor parece tan inútil! He gastado mis fuerzas en vano, y sin ningún propósito. No obstante, lo dejo todo en manos del Señor; confiaré en que Dios me recompense» (NTV). Tu recompensa, mi hija, de estar allí en tu hogar, sirviendo a tu familia, cultivando tu hogar, haciéndolo un lugar de refugio, tu recompensa está en las manos del Señor, y Él te va a recompensar a su debido tiempo.
No es una recompensa inmediata, no es una recompensa económica, no es una recompensa de popularidad, no es una recompensa de aplausos, es una recompensa que solo Dios tiene para ti y que es la mejor de las recompensas.
Así que pide a Dios que te dé amor por tu hogar, pídele sabiduría para cultivar un hogar que sea un refugio para los tuyos, un hogar donde tu esposo y tus hijos deseen llegar y ser recordados del amor y la gracia de Dios a través de tus actitudes, de tu corazón y de tu servicio. Del amor, del servicio de una mujer que teme y ama a Dios por sobre todas las cosas. No hay llamado, mi hija, más alto que este.
Débora: Acabas de escuchar lo que Laura González de Chávez compartió con nuestras seguidoras del pódcast Que amen a sus hijos. Qué importante es tener nuestras mentes y nuestros corazones en nuestro hogar, creando de él un refugio seguro para todos aquellos que están en casa.
Nuestra influencia, amada, en nuestros hogares, es más grande de la que imaginamos, seamos intencionales en ir a Aquel que puede darnos, el amor, la paciencia y el corazón para edificar nuestro hogar, nuestro Señor Jesús.
Dos personas escuchan el mismo sermón y, mientras una se aburre, la otra recibe convicción y es transformada por el mensaje. ¿Qué hace la diferencia? Lo más fácil podría ser culpar al pastor, sin embargo, a menudo el problema es la condición del corazón de la persona que escuchó ese sermón. Incluso el predicador más hábil tendrá dificultades para impactar un corazón que no es receptivo. Pero un corazón bien preparado y dispuesto cambia cada vez que se encuentra con la Palabra de Dios.
¿Te gustaría tener un corazón bien preparado y dispuesto para escuchar la Palabra de Dios? Te invitamos a considerar nuestro recurso: ¡Vamos a la iglesia! Esta guía tiene el objetivo de ayudarte a crecer en tu amor por la Iglesia de Dios y acompañar a los que lideran en tu iglesia, convirtiéndote en una «oyente» y «hacedora» activa, dispuesta a crecer y a ser más como Jesús.
Sé bendecida y sé una bendición en la casa de Dios… ¡Vamos a la iglesia!
Y bueno, amadas, la próxima semana daremos inicio a la semana 8 de nuestra serie «En busca de Dios». Ya hemos aprendido en esta serie sobre la humildad, la honestidad, el arrepentimiento, la gracia y la santidad. Ahora veremos la importancia de tener una conciencia limpia. Te invitamos a unirte a nosotras el lunes en un episodio más de Aviva Nuestros Corazones.
Ayudándote a mantener tus prioridades en orden y descubrir así la libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos se indique lo contrario.
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