La actitud de hospitalidad
Sarah: La autora Dannah Gresh describe una importante lección que aprendió sobre la hospitalidad.
Dannah Gresh: Cuando pienso en la hospitalidad, me acuerdo de cuando era una mujer joven y estaba en una universidad cristiana. Allí estábamos, unas jóvenes de veintitantos años, emocionadas de la vida y de encontrar esposos y de nuestras clases y estudios. La encargada de mi residencia, una anciana muy dulce, decidió que nosotras debíamos tener una lección bíblica cada semana con respecto a la hospitalidad. Todas pensábamos que había perdido la cabeza, «¿en serio? Somos jóvenes universitarias, no necesitamos la hospitalidad».
Pero mientras ella profundizaba en las Escrituras con nosotras… Bueno, antes que nada, me enamoré de su obediencia a la Palabra. Era una mujer soltera, pero madre para cientos de nosotras. Ella deseaba que nos convirtiéramos en mujeres que abrazáramos la feminidad bíblica y fuéramos de espíritu afable y apacible.
Así que ella abrió …
Sarah: La autora Dannah Gresh describe una importante lección que aprendió sobre la hospitalidad.
Dannah Gresh: Cuando pienso en la hospitalidad, me acuerdo de cuando era una mujer joven y estaba en una universidad cristiana. Allí estábamos, unas jóvenes de veintitantos años, emocionadas de la vida y de encontrar esposos y de nuestras clases y estudios. La encargada de mi residencia, una anciana muy dulce, decidió que nosotras debíamos tener una lección bíblica cada semana con respecto a la hospitalidad. Todas pensábamos que había perdido la cabeza, «¿en serio? Somos jóvenes universitarias, no necesitamos la hospitalidad».
Pero mientras ella profundizaba en las Escrituras con nosotras… Bueno, antes que nada, me enamoré de su obediencia a la Palabra. Era una mujer soltera, pero madre para cientos de nosotras. Ella deseaba que nos convirtiéramos en mujeres que abrazáramos la feminidad bíblica y fuéramos de espíritu afable y apacible.
Así que ella abrió la Escritura con nosotras y estudiamos el tema de la hospitalidad. Lo que más recuerdo de esto es que una de las semanas del estudio ella trajo palomitas de maíz. Ella dijo, «estas palomitas de maíz pueden ser una gran oportunidad para demostrar hospitalidad, si el corazón está en el lugar correcto». Para mí, que soy de personalidad tipo A (competitiva, ambiciosa), quitó toda pretensión, pues yo tenía que tener todo en orden y hacer las cosas siempre correctamente. Si vamos a tener la cena acción de gracias en mi casa, por ejemplo, vamos a tener el pavo más hermoso que jamás se haya visto, y una mesa de lujo. Tiene que ser lo mejor.
Mi corazón cambió ese día porque ella dijo, «no es lo que brindes, si no cómo lo brindes».
A través de los años he recordado esta lección. De esto hace ya más de veinte años. Ha habido momentos en los que he tenido una mesa de lujo, pero la hospitalidad no está en mi corazón. No he reflejado el evangelio, ni el servicio, ni la feminidad bíblica; ni he sido dulce o tierna de corazón.
Pero he tenido momentos en que he ordenado pizza y mi corazón ha estado en el lugar correcto, y he servido y amado a mis invitados. Todo porque una mujer en mis veinte me dijo, «oye, estas palomitas de maíz pueden ser la mejor forma de demostrar hospitalidad».
Nancy DeMoss Wolgemuth: No esperes que tu familia ame la hospitalidad si solo tratas bien a los invitados. Asegúrate de que estás tratando a tu propia familia con gracia y misericordia…así ellos gozaran de ser parte contigo en el espíritu de la hospitalidad.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 15 de abril de 2024.
Sarah: ¡Descubre la bendición de vivir rendidas a Cristo a través de la hospitalidad! Al sumergirte en la Palabra de Dios, descubrirás que la hospitalidad que debe exhibir el creyente va más allá de simples acciones; es un estilo de vida que transforma tu hogar en un testimonio del amor de Cristo. Aunque tu hogar sea imperfecto, puede señalar a otros hacia un Dios perfecto. «Bienvenido a casa: abrazando el corazón de la hospitalidad» es nuestro nuevo recurso diseñado para enseñarte y animarte a cómo tu vida cotidiana puede convertirse en una herramienta para alcanzar a los perdidos y animar a los santos. ¡Aprende, crece y vive la hospitalidad con propósito!
A lo mejor te ha pasado que tienes planificado tener invitados en casa para cenar. Quieres que se sientan cómodos y quieres mostrarles el amor de Cristo. Pero en el proceso estás discutiendo con tus hijos, o quejándote, y en general haciendo de la vida algo miserable. Bueno, esto no tiene que ser la norma cuando muestras hospitalidad. Hoy escucharemos sobre esto y también escucharás las historias de algunas mujeres.
Nancy: Esta semana queremos tomar un tiempo para ver algunos principios prácticos de la hospitalidad y cómo cultivar una actitud y una atmósfera de hospitalidad. Hoy vamos a hablar acerca de la actitud de la hospitalidad.
Primero, y creo que esto es muy importante, necesitamos enfocarnos en las personas más que en la preparación. Ahora, los preparativos son necesarios. Es difícil ser hospitalaria de una manera consistente si no haces los preparativos. Uno de estos preparativos es mantener tu casa recogida para que puedas tener invitados. Preparar una comida toma tiempo. Así que no es que los preparativos no son importantes, pero fíjate que dije que te enfoques en las personas más que en los preparativos.
Una vez que hayas hecho los preparativos, y de verdad, no tienen que ser tan complejos como muchas veces pensamos y hacemos, pero una vez que termines con todo eso, pídele a Dios que te enseñe cómo enfocarte en las personas. Te voy a decir esto: a menos que tu casa sea un desastre, las personas no están fijándose en qué tan limpio está el piso o las mesetas de tu cocina, o si has pasado la aspiradora recientemente.
Lo que ellas notarán es el espíritu con que las recibes en la puerta y el espíritu con que las invitas a pasar a tu hogar. Si estás relajada y disfrutando de ellas, escuchándolas y enfocándote en ellas, entonces tendrán un buen tiempo, y serán bendecidas.
Todas conocemos la historia de hospitalidad que se encuentra en Lucas capítulo 10, donde la Escritura dice: «Mientras iban ellos de camino, Jesús entró en cierta aldea; y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa» (v.38). Hasta la semana pasada no había notado que el pasaje no dice, «María y Marta lo recibieron en su casa». Aparentemente era la casa de Marta. Esto nos hace suponer que ella era la mayor en su familia, la mayor de sus hermanos.
Pero Marta lo recibió en su casa, y tú dirás, «¡sí, Marta! ¡Qué mujer tan hospitalaria!» Esa palabra recibió, significa recibir hospitalariamente y amablemente. Ella hizo lo correcto. Invitó a Jesús, y acuérdate que cuando Jesús venía a cenar, no solo era Jesús. Era Jesús y Sus discípulos. Ella tuvo este grupo de por lo menos trece hombres que vinieron a su casa, y ella los invitó.
Pero aquí es donde ella cometió un error. Ella rompió la regla esencial de la hospitalidad y es el prestar atención a los invitados. Marta perdió el enfoque con todo el trabajo y los preparativos, y se olvidó de sus invitados.
Así que Marta estaba agitada, frustrada y tensa con todos los preparativos, ¿y quién es la persona en esta historia que realmente mostró verdadera hospitalidad? María. ¿Qué estaba haciendo? Ella estaba prestando atención a los invitados, estaba enfocada en ellos.
Lo que Jesús le dijo a Marta fue, en efecto, «mira, toda esta preparación, es opcional. Lo único que es necesario es enfocarte en tus invitados». Jesús está diciendo, «Marta, yo no quiero una presentación doméstica. Yo te quiero a ti. Yo quiero una relación contigo». De eso se trata la hospitalidad, de enfocarte en las personas.
Ahora, permíteme decirte que la hospitalidad no es solo un evento. Tiene que ver con nuestra forma de pensar, con nuestra actitud hacia la hospitalidad. No es solo, «invitaré veinte personas a cenar el jueves, y todo mi mundo girará alrededor de realizar este evento».
Existen eventos en los que se necesita la hospitalidad. Pero la hospitalidad, más que eso, es un estilo de vida. Es un corazón abierto. Así que en vez de solo llevar a cabo el evento, necesitamos aprender a disfrutar un estilo de vida de hospitalidad. Cuando se trata de tu casa, recuerda, y una vez más esto tiene que ver con nuestra actitud, no todo tiene que estar perfecto.
Nunca voy a olvidar una de las primeras veces que recibí invitados cuando mi casa era bastante nueva. Fue una mujer con la que estábamos conversando acerca de la posibilidad de unirse a nuestro personal y a nuestro ministerio. Nuestro director estaba ahí con su esposa y esta mujer que queríamos contratar.
Sé que muchas de ustedes son grandes cocineras, y les voy a decir esto a pesar de que me da un poco de vergüenza. Compré una lasaña congelada en una tienda. Lo que no sabía, porque no tenía mucha experiencia en esto todavía, era que cuando la lasaña está congelada, el envase se pone rígido, duro, y puedes agarrarlo por las esquinas. Pero cuando se cuece y se calienta, ya no está así.
Así que la tomé. Y mientras caminaba para colocarla sobre la mesa, y estando parada donde comienza la alfombra, el envase con la lasaña se zafó de mis manos. El recipiente de aluminio junto con la lasaña fueron a parar a mi nueva alfombra blanca.
Lo siguiente que recuerdo, fue que todos estábamos de rodillas, recogiendo la lasaña derramada en la alfombra, pero tuve una idea brillante. Pensé, «tengo hamburguesas en el congelador. Voy a sacar algunas para asarlas en la parrilla». Mi parrilla estalló en llamas debajo de estas hamburguesas congeladas. Los llamé para que me ayudaran a apagar el fuego de la parrilla.
Fue un desastre. No fue perfecto, pero sabes, todavía hablamos de ese día. Hicimos historia para recordar. Les digo a las personas, «cuando se trata de hospitalidad, si te juntas conmigo, tendrás recuerdos». Esta mujer se convirtió en una amiga muy querida, y ¿sabes qué?, tuvimos una gran noche. Amigas, las cosas no tienen que quedar perfectas.
La actitud de hospitalidad, empieza en el hogar. No esperes que tu familia ame la hospitalidad si solo tratas bien a los invitados. Asegúrate de que estás tratando a tu propia familia con gracia y misericordia.
Quizás no prepares las mismas comidas todos los días para tu familia como cuando tienes invitados. Pero es importante para tu esposo e hijos saber que son bienvenidos en tu hogar y que amas que ellos estén ahí, y así ellos gozarán de ser parte contigo en el espíritu de la hospitalidad.
Recibí una pareja que son amigos muy queridos, y que han sido huéspedes muchas veces en mi casa. Ellos viven un poco lejos de mí, pero sé que ellos tienen un gran corazón por la hospitalidad. Les acababa de preguntar por correo, «¿qué significa la hospitalidad para ustedes?»
Ambos, el esposo y la esposa, escribieron una respuesta y déjame leerte un poco de lo que ellos escribieron. Dana dijo:
«Para mí la hospitalidad significa hacer que las personas se sientan amadas y como si estuvieran en su casa. Existen dos tipos de huéspedes, los que esperamos y los que no. Tratamos de estar preparados para ambos tipos. De hecho, Tom yo vivimos esperando huéspedes y esperando en el Señor que los traiga.
Los hacemos sentir como en su casa, estando súper contentos de verlos, teniendo conversaciones inquisitivas, sirviéndoles postres especiales, y proveyéndoles un lugar cómodo y cálido para descansar y relajarse. Ella dijo: Nos ha bendecido sin medida el dedicar tiempo a nuestros invitados, entrar en sus corazones, reírnos y llorar con ellos, y más importante, orar por y con ellos».
Luego Tom añadió a este pensamiento. Él dijo:
«Cuando pienso en la hospitalidad, pienso en sentirse a gusto, lo cual tiene que ver con ambos, el ambiente y la sensación de que eres bienvenido y que se preocupan por ti. El espíritu del hogar y de quienes viven allí es igualmente importante. Una casa puede estar limpia y ordenada sin sentirse estéril o muy formal.
Uno debe tener la libertad de relajarse y no tener que sentarse derecho todo el tiempo. Es importante ser nutrido físicamente al igual que espiritualmente. Una comida simple y saludable, tranquilidad, la Escritura, música tranquila, alguien que escucha, y palabras de aliento pueden ministrar un alma cargada. Para poder hacer eso, se comienza con una actitud de hospitalidad. «Estoy feliz de verte. Me da gusto que hayas venido a visitarme, y estoy aquí para amarte, servirte y animarte como pueda».
Padre, oramos para que cultives en nosotras una actitud de amor y unos corazones de siervas que nos den la oportunidad de extender hospitalidad a los demás. Oro en el nombre de Jesús, amén.
Sarah: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado hablando de lo que es tener una verdadera actitud de hospitalidad. Creo que la mayoría de nosotras, al escuchar la historia de Marta y María, nos identificamos con Marta. Y esto puede ser porque nos esforzamos y trabajamos para atender invitados especiales, o a lo mejor porque nos enfocamos más en las tareas que en las personas.
Pero hemos visto que el corazón de la hospitalidad es el evangelio. Una mujer que ha vivido el poder de la hospitalidad de forma tangible compartió su experiencia con nosotras. Escucha su historia narrada por Carmen Espaillat.
Carmen Espaillat: Esta mujer pudo ver el evangelio por medio de las acciones de una familia que estuvo dispuesta a abrir las puertas de su hogar. Escuchemos su historia.
Mujer: Yo no me crié en un hogar cristiano. Acepté a Cristo en mis primeros años de adultez y fui discipulada. En ese periodo, a pesar de que estaba creciendo en el Señor y en el conocimiento de Su Palabra y aprendiendo lo que significaba caminar con Él, había muchos aspectos prácticos con respecto al hogar, la familia, y lo que era ser una mujer, que la cultura en la que fui criada no me enseñó.
Carmen: Esto empezó a cambiar cuando una familia de su iglesia local le abrió su hogar y sus vidas a esta joven mujer.
Mujer: Ellos no estaban buscando a alguien a quien invitar a su casa. Era una familia muy unida. Pero por alguna razón esta familia sintió la inquietud de que debían abrir un lugar en sus vidas para mí.
Carmen: Esta relación le ayudó a aclarar lo que es la hospitalidad bíblica.
Mujer: Pienso que muchas veces consideramos esto; en el sentido de que vamos a permitir que alguien entre en nuestro espacio o en nuestro hogar temporalmente. Pero la manera en que lo hacemos es crucial. Para mí, cada vez que iba a cenar a la casa de ellos, se acordaban de las comidas que me gustaban y de las que no. Ellos no ponían cosas en mi sándwich que sabían que no me gustaban.
Esto fue importante para mí. Nunca había tenido a alguien en mi vida que prestara atención a ese tipo de detalles, relacionados a quién yo era. Esto me mostró un mayor valor de quien Dios me creó para ser, en comparación con lo que había visto en el pasado.
Carmen: Al pasar tiempo con esta familia, esta mujer pudo observar ejemplos bíblicos y prácticos de cómo los miembros de una familia trabajan juntos.
Mujer: Pude observar cómo modelaban sus respectivos roles bíblicamente en su hogar. También aprendí de forma práctica cómo ellos hacían de su hogar un lugar encantador, algo que no había experimentado anteriormente.
Una de las cosas básicas era arreglar la mesa. Esta familia tenía una hija que era muchos años más joven que yo. Ella era una adolescente en ese entonces. Estuvimos juntas en un viaje misionero y nos sentábamos juntas para cenar, y todo era muy casual porque era un viaje misionero. Pero noté que ella había colocado su servilleta y sus cubiertos en un lugar particular.
Ella me vio que la estaba viendo e hizo un comentario con respecto a dónde deberían ir, y que yo no sabía donde colocar la servilleta, el tenedor, el cuchillo y la cuchara. Me di cuenta de eso y ambas nos reímos porque yo no sabía esto siendo una adulta.
Luego meses más tarde fui a su casa para cenar, y Mary me pidió que arreglara la mesa. Cuando me pidió eso, me di cuenta de que había una forma correcta para hacerlo, y que yo no estaba segura de cuál era esa forma.
A pesar de que mi personalidad es de querer hacer las cosas por mi propia cuenta, lucho algunas veces con el orgullo y no quiero pedir ayuda, especialmente para arreglar la mesa cuando eres adulta… Me di cuenta de que el pedir ayuda los iba a honrar, al igual que me daría las herramientas para hacer de mi hogar un mejor lugar.
Así que le pregunté a Mary cómo arreglar la mesa, y ella me enseñó y me mostró dónde iban los cuchillos, los tenedores, las servilletas y todo lo demás. Ciertamente no hay nada bíblico con respecto a cómo arreglar la mesa, y una mesa puede ser arreglada de diferentes maneras, y estoy segura de que muchas familias arreglan sus mesas de diferentes maneras; pero fue la atención a los detalles, el orden, el crear un espacio y un ambiente, que es propicio para una familia que comparte junta, come junta y honra al Señor junta.
Lo más importante para mí fue una mujer mayor que reconoció que yo era como un pez fuera del agua, y que iba a estar en muchas situaciones donde habría expectativas sociales de mi parte para las que quizás no estaba preparada. Ella no estaba sentada haciendo un estudio bíblico conmigo, ella estaba caminando a mi lado y diciendo, «yo me preocupo por ti, y aquí hay algunas herramientas que te puedo dar para que te sientas más cómoda en estas cosas, para que Cristo brille más en otras cosas».
Tuve una relación con esta familia piadosa por varios meses, pero en menos de un año, llegó la Navidad. Yo estaba en su hogar y estábamos decorando para Navidad. Y llegó el momento de colocar las medias navideñas.
Me sentí un poco incómoda porque era la primera vez que estaba alrededor de ellos en medio de su tradición familiar. No quería asumir ni hacer nada inapropiado o rudo. Recuerdo que estuve medio retraída. Luego uno de ellos abrió una caja y me sorprendieron al sacar una media con mi nombre para colocar en la chimenea también.
Recuerdo tratar de no demostrar gran emoción, solo estar lo suficientemente emocionada y agradecida con ellos, y colocar la media en la chimenea. Después fui tan tocada por el Señor, estaba muy agradecida. Sabía que esto era un reflejo de la redención y la restauración que tenemos en el evangelio, algo que no sabía que era posible de esta manera.
A la edad de veinticinco o veintiséis años, estaba en medio de esta familia que en todas las áreas posibles se identificaron conmigo, me aceptaron, y lo hicieron público. Fue un reflejo de la gracia de Dios, dándome un regalo que nunca habría pensado que era posible recibir.
He aprendido lo que es una familia piadosa, lo que es un matrimonio piadoso, y ha transformado por completo mi entendimiento de quién es Dios. Todo lo concerniente a mi caminar con el Señor fue verdaderamente moldeado y formado porque hubo una familia piadosa que abrió su corazón y su hogar, y estuvo dispuesta a hacer sacrificios para aceptar a otra persona en sus vidas.
Pienso que a veces todas nos sentimos cargadas por las responsabilidades y por las personas, y a veces puedes ver en tu iglesia o en tu comunidad, o quizás en las amistades de tus hijos, y ves a alguien, y tu espíritu se inquieta con que ahí hay una necesidad que puedes satisfacer.
Puede ser que esa necesidad sea física, pero quizás es emocional, quizás es espiritual. Quizás ellos necesiten a alguien que venga a su lado y les enseñe cómo comportarse, o quizás necesiten que alguien camine con ellos y los discipulé más intencionalmente, o les enseñe cómo manejar su hogar y cómo proveer para sus hijos y cómo cuidarlos.
Cualquiera que sea la necesidad que estás viendo, te animo a que no te intimides. Más bien reconoce que en realidad no existe ninguna necesidad que nosotras podamos satisfacer por nosotras mismas. Toda necesidad que buscamos fielmente satisfacer, si es satisfecha, es a través del Espíritu Santo y dentro de la voluntad del Padre.
Nunca debemos tener miedo de tomar pasos de obediencia. Puede resultar caótico, puede que sea difícil, pero en mi experiencia, lo caótico y la dificultad es exactamente lo que Dios usa para santificarnos. Estoy convencida de que el mayor propósito de Dios no es tener familias o individuos excelentes en todas las tareas.
El propósito mayor de Dios es conformarnos a la imagen de Cristo, y Él usa personas y circunstancias para conformarnos a la imagen de Cristo. Si existe alguien en tu vida, que crees que al caminar a su lado, ministrarla y animarla, haciéndole las preguntas difíciles, va a ser movida a acercarse y a ser transformada a la imagen de Cristo, sospecho que Dios también usará esto para conformarte a ti más a la imagen de Cristo.
Sarah: Espero que el programa de hoy haya sido de edificación para ti. Anímate y abre las puertas de tu hogar. Y mañana, no te pierdas la continuación de esta serie para recibir algunos consejos sobre cómo hacer de tu hogar un lugar acogedor para tus invitados.
Nancy: ¿Cómo trataría Dios a esas personas si ellos vinieran a Su hogar? ¿Cómo trataría Jesús a estas personas si fuera Su hogar y ellos fueran Sus invitados? Yo quiero buscar la manera de tratar a las personas como Dios lo haría.
Y pienso que también significa tratarlos, como yo trataría al SEÑOR si Él fuera el invitado, tratarlos de una manera digna. Si Jesús entrara en mi casa, ¿me molestaría si Él dejara lodo en el piso recién trapeado de mi cocina? ¿O esperaría que Él todo lo hiciera perfecto?
Me pondría tensa, o mejor diría: «Bienvenido, es un honor. Qué alegría tenerte con nosotros. ¿Cómo puedo servirte?» ¿Consideraría una invasión a mi vida el prepararle una comida a Jesús?
¿Me quejaría porque tengo que hacer los preparativos?
Sarah: ¡Asegúrate de acompañarnos para este próximo episodio!
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