
Mira a Jesús: las afirmaciones únicas de Cristo
Débora: ¡Hoy, Nancy DeMoss Wolgemuth te invita a considerar al Cristo incomparable!
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cristo no solo se deleitó en Su Padre y disfrutó de la compañía de Su Padre, sino que también estuvo en la eternidad pasada deleitándose en nosotros.
Si pudiéramos meter a Cristo en nuestras pequeñas cajas que podemos descifrar, entonces Él ya no sería asombroso; Él no sería incomparable. No deberíamos ser capaces de descifrarlo completamente. Tenemos que tomar mucho de esto por fe. Pero mientras lo hacemos, nos maravillamos y adoramos. Él es realmente el Cristo incomparable.
Débora: Apreciemos juntas a Cristo de una manera totalmente nueva en estas semanas previas al Viernes Santo y al Domingo de Resurrección.
Nancy: No podemos comprender la profundidad de los horrores a los que Cristo se enfrentó en el Getsemaní, mientras Él contemplaba la cruz.
Hubo muchas, muchas leyes que fueron violadas durante el juicio de Jesús. …
Débora: ¡Hoy, Nancy DeMoss Wolgemuth te invita a considerar al Cristo incomparable!
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cristo no solo se deleitó en Su Padre y disfrutó de la compañía de Su Padre, sino que también estuvo en la eternidad pasada deleitándose en nosotros.
Si pudiéramos meter a Cristo en nuestras pequeñas cajas que podemos descifrar, entonces Él ya no sería asombroso; Él no sería incomparable. No deberíamos ser capaces de descifrarlo completamente. Tenemos que tomar mucho de esto por fe. Pero mientras lo hacemos, nos maravillamos y adoramos. Él es realmente el Cristo incomparable.
Débora: Apreciemos juntas a Cristo de una manera totalmente nueva en estas semanas previas al Viernes Santo y al Domingo de Resurrección.
Nancy: No podemos comprender la profundidad de los horrores a los que Cristo se enfrentó en el Getsemaní, mientras Él contemplaba la cruz.
Hubo muchas, muchas leyes que fueron violadas durante el juicio de Jesús. Sin embargo, ¿no es asombroso que Jesús aun así eligiera morir por los infractores de la ley?
Débora: Para obtener el nuevo libro de Nancy, «Incomparable», y seguir la serie a la que damos inicio el día de hoy, visita AvivaNuestrosCorazones.com Te daremos más detalles sobre cómo obtener una copia al final del programa de hoy.
Nancy: Si preguntáramos cuál es la característica principal de Cristo, la raíz y la esencia de todo su carácter como nuestro Redentor, solo puede haber una respuesta.
No hay nada que tú y yo experimentaremos alguna vez en el ámbito físico, emocional, espiritual, relacional o psicológico, nada que experimentemos en el ámbito del sufrimiento que, de alguna manera, Cristo no haya vivido en nuestro lugar.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 5 de marzo de 2025.
Nancy: Bueno, como muchas de ustedes saben, hoy es el primer día de lo que muchas personas en todo el mundo celebran como la Cuaresma. Es un período de seis semanas y media que nos conduce a la Pascua.
La Cuaresma se asocia a menudo con algún tipo de ayuno. Oirás a las personas decir:
«Estoy ayunando durante la Cuaresma», chocolate o café o videojuegos o Facebook. «Estoy ayunando durante la Cuaresma». Tal vez hayas oído a las personas decir eso.
Algunas personas ayunan durante la Cuaresma solo como medio de disciplina o autocontrol y no le atribuyen ningún significado espiritual, algo así como hacer propósitos de Año Nuevo.
Pero luego hay otros que creen que observando un ayuno cuaresmal y negándose a sí mismos durante estas semanas, de alguna manera pueden merecer la gracia o el favor de Dios. Por supuesto, sabemos que las Escrituras dicen en Tito capítulo 3, en el versículo 5: «Él nos salvó, no por las obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a Su misericordia». Así que, no es malo ayunar, pero sabemos por la Palabra de Dios que el ayuno no nos ganará el favor o la gracia de Dios.
También sé de otras personas que ayunan durante la Cuaresma para recordar los sufrimientos de Cristo por nosotros. A medida que nos acercamos a la Semana de la Pasión de Cristo, en la que conmemoramos la muerte de Cristo en nuestro lugar, algunas personas ayunan como un medio de recordarse a sí mismas lo que Cristo ha hecho por ellas.
Renuncian a su carne durante estas semanas como recordatorio diario de que Cristo murió y resucitó para liberarnos de nuestra esclavitud al yo y a nuestra carne.
Creo que es valioso, independientemente de cómo observemos estas semanas, es valioso tomarse períodos de tiempo en los que limpiamos el desorden de nuestras vidas, en los que decimos «no» a cosas que pueden haber llegado a ser demasiado importantes para nosotros, y nos centramos en cultivar un corazón más grande para Cristo.
Ahora, las iglesias en las que crecí no observaban la Cuaresma, pero en los últimos años he empezado a apartar este período de cuarenta días para centrarme en Cristo de una manera más intencional, y ha sido una gran bendición para mí hacerlo.
Una de las cosas que hago ahora cada año es seleccionar uno o más libros sobre la vida y la pasión de Cristo y los leo durante mi tiempo devocional durante esa temporada. Durante estas semanas, le pido al Señor que ablande mi corazón y lo prepare para conmemorar Su muerte, Su pasión y Su resurrección.
Lamentablemente, algunos de estos días especiales del calendario cristiano que antes se celebraban como días santos, hoy se han convertido en días festivos. Como resultado, los despojamos de su significado y de su poder y de lo que podrían significar en nuestras vidas.
Así que creo que nos ayuda el ser intencionales en volver nuestros pensamientos y sintonizar nuestros corazones con la realidad y el significado de estos días especiales en el calendario cristiano.
Y ciertamente, no hay otro período más especial que el tiempo que celebramos la Pasión de Cristo: Viernes Santo, el Domingo de Resurrección.
Hace un tiempo, durante el tiempo de Cuaresma, leí un libro clásico de J. Oswald Sanders titulado El Cristo incomparable. Tiene 36 capítulos cortos, y los leí a lo largo de este período. Cada uno de esos capítulos trata sobre un aspecto diferente de la persona y de la obra de Cristo.
Así que, cada día de estas próximas semanas, vamos a analizar un aspecto o período diferente de la vida y el ministerio de Cristo aquí en la tierra. Veremos Su nacimiento, Su infancia, Su bautismo, Su tentación. Veremos la deidad de Cristo, lo que significa y por qué es importante, y también la humanidad de Cristo. Veremos Sus enseñanzas, Su humildad, Su vida de oración.
A medida que nos acerquemos a la Semana Santa, analizaremos el juicio de Cristo, Su obra expiatoria en la cruz y el significado que tiene para nosotros.
Dedicaremos un día a cada una de las siete palabras de Cristo en la cruz. Luego continuaremos esta serie durante una semana después de la Pascua, para que podamos considerar Su resurrección, Su ascensión, Su ministerio como Sumo Sacerdote en el cielo y Su segunda venida: la gran esperanza de todo hijo de Dios.
Y quiero animarte a que te centres en Cristo, a que pongas tu atención, tus afectos en Él. Deberíamos hacerlo todos los días del año, pero de manera especial durante este tiempo de Cuaresma.
Ahora, humanamente hablando, hacer una serie como esta es un poco arriesgado, es una serie larga, más larga de lo normal. Pero hacer una serie como esta da un poco de temor, de miedo. Déjenme decirles por qué.
Hoy en día, mucha gente no está muy entusiasmada con la idea de centrarse en Cristo, en Jesús, durante un día, y mucho menos durante cuarenta días.
Un programa como el nuestro, para seguir en el aire, depende de que la gente responda al programa, y nos haga saber que nos escucha, y que nos apoyen financieramente. Así que cuando hacemos series sobre temas como el matrimonio, o los trastornos alimenticios, la depresión, recibimos una gran respuesta. Las personas dicen: «Necesito eso. Quiero conseguir ese recurso. Quiero apoyar este ministerio». Pero con una serie larga, puede que ese no sea el caso.
Así que, cuando decidimos embarcarnos en esta serie, nos dimos cuenta de que humanamente era un poco arriesgado.
Pero, ¿saben qué? No creo que sea arriesgado centrarse en Cristo, porque sé que si las personas se concentran en Él, le tienen en cuenta, cultivan una relación más íntima con Él, entonces, sean cuales sean sus necesidades prácticas en la vida, estarán en sintonía con Aquel que puede ayudarles a resolverlas.
No puedes equivocarte si conoces a Cristo. Cristo es a quien necesitamos. Cristo es a quien necesitas. No importa qué tipo de crisis estés enfrentando hoy. Lo que más necesitas es encontrarte con Cristo. Eso es lo que yo más necesito, y en eso nos vamos a concentrar los próximos días.
El Señor ha estado usando este estudio en mi propia vida mientras me preparaba para hacerlo, y estoy muy emocionada por la forma en que Él lo va a usar en las vidas de nuestras oyentes mientras buscamos conocer a Cristo de una manera más íntima y real.
Ahora, permítanme hablar brevemente sobre el título de esta serie: «Incomparable». Esa palabra sugiere que no hay nadie como Él. Y no hay nadie como Él, pero el hecho es que la mayoría de las personas del mundo o en el día de hoy no están de acuerdo con lo que acabo de decir.
La mayor parte del mundo no afirma que Cristo sea incomparable y, sí, en nuestro mundo multicultural del siglo XXI, hay un sinfín de religiones que pretenden tener un rincón en la verdad. Muchas de las afirmaciones de estas religiones son mutuamente excluyentes con el cristianismo. Ambas cosas no pueden ser verdad.
- Entonces, ¿a quién y qué debemos creer?
- ¿Cómo debemos responder como cristianos a quienes insisten en que su fe es igual o más válida que la nuestra?
- ¿Cómo vamos a presentar el evangelio de Cristo a un mundo que lo ve como algo diferente o inferior a lo que nosotras creemos que es? No es más que otra religión en un panteón de líderes religiosos. ¿Cómo vamos a presentar a Cristo en ese tipo de mundo?
Pues bien, permítanme sugerir que la credibilidad y la validez del mensaje de Cristo giran en torno a Su identidad. ¿Quién es Jesucristo? ¿Es Él realmente incomparable? Porque si no lo es, entonces todas estas cosas que estamos enseñando sobre el evangelio de Cristo, la Palabra de Cristo, son cuestionables si Cristo no es quien dice ser.
En un momento de su ministerio terrenal, Cristo le preguntó a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que soy Yo?» (Marcos 8:27). Hubo una variedad de respuestas, como las esperaríamos hoy si hiciéramos la misma pregunta. Algunos dirían que Jesús era un hombre bueno, o que era un filósofo, o que es un ejemplo moral; que es un maestro. En el otro extremo, estarían los que consideran a Cristo un fraude. Incluso algunos dirían que es una amenaza para la sociedad actual.
Pues bien, la siguiente pregunta que Jesús hizo a sus discípulos es aún más aguda y crucial que la primera, y esa pregunta es: «¿Quién dicen ustedes que soy Yo?» (Mc. 8:29). No solo quién creen los demás que soy Yo, sino ¿quién dicen ustedes que soy Yo?
Yo sugeriría que esta es una pregunta que cada persona tiene que responder. ¿Es Cristo quien dice ser? Y si lo es, ¿cuáles son las implicaciones para nuestras vidas? Lo que creemos sobre Cristo determina nuestro destino final.
En su libro, El discípulo radical, John Stott habla del mundo pluralista en el que vivimos. Subraya la importancia de afirmar la unicidad de Cristo. Permítanme leerles un fragmento del libro de John Stott sobre este tema. Él dice:
«El pluralismo afirma que cada “ismo” tiene su propia validez independiente y el mismo derecho a nuestro respeto. Por tanto, rechaza las pretensiones cristianas de finalidad y singularidad, y condena como pura arrogancia el intento de convertir a cualquiera (por no hablar de todo el mundo) a lo que considera meramente nuestras opiniones.
¿Cómo debemos responder a este espíritu de pluralismo? Con gran humildad, espero, y sin ningún atisbo de superioridad personal. Pero debemos seguir afirmando la exclusividad y la finalidad de Jesucristo. Porque es único en Su encarnación (el único Dios-hombre), es único en Su expiación (sólo Él ha muerto por los pecados del mundo), y es único en Su resurrección (sólo Él ha vencido a la muerte).
Y puesto que en ninguna otra persona, sino en Jesús de Nazaret, Dios se hizo primero hombre (en Su nacimiento), luego cargó con nuestros pecados (en Su muerte) y después triunfó sobre la muerte (en Su resurrección), Él es el único competente para salvar a los pecadores. Nadie más posee sus cualidades».
Él sigue diciendo: «Podemos hablar de Alejandro el grande, Carlos el grande y Napoleón el grande, pero no de Cristo el grande. Él no es el Grande, Él es el Único. No hay nadie como Él. No tiene rival ni sucesor».
¿Alguien quiere decir amén a eso?
Realmente no hay nadie como Cristo, ni siquiera cerca. Pero quiero recordarnos que no basta con afirmar intelectualmente su singularidad. Si Cristo es realmente incomparable, merece ser el objeto supremo de nuestro afecto y nuestra atención. No basta con saber que Cristo es incomparable. Tenemos que fijar nuestros ojos en Él y nuestra esperanza. La Escritura nos dice que:
- Solo Él puede salvarnos de nuestro pecado.
- Solo Él puede santificarnos, hacernos santos.
- Solo Él puede saciar nuestras almas sedientas.
- Solo Él puede sostenernos y fortalecernos cuando nos cansamos de correr la carrera y estamos tentadas a tirar la toalla.
Y, Creo que esto es asombroso. Al contemplar a Cristo es que somos transformadas a su imagen, es que llegamos a ser como Él.
Segunda Corintios capítulo 3, nos dice que nosotros «con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria a Su imagen» (v. 18). Y un día esa transformación será completa.
Primera de Juan capítulo 3, nos da esta asombrosa promesa que dice: «Pero sabemos que cuando Cristo se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos como Él es» (v. 2). Ver a Cristo, contemplarlo, fijar nuestra mirada en Él es ser transformadas a su semejanza.
Así que durante estos próximos cuarenta días, queremos contemplarle. Queremos considerarlo, fijar nuestra atención en Él. Y eso requiere tiempo. Somos personas ocupadas. Estamos siempre ocupadas. Tenemos demasiadas cosas que hacer. Puede significar menos tiempo en Instagram, o menos tiempo en Facebook durante los próximos cuarenta días. Puede significar menos juegos de ordenador. Puede significar menos televisión por la noche. Puede significar decir «no» a algunas otras cosas para que podamos fijar nuestra atención en Él.
Pero a medida que lo hagamos, llegaremos a conocerlo, y entonces conocerlo es adorarlo, amarlo, confiar en Él, y entonces nos encontraremos queriendo obedecerlo y seguirlo. Estaremos llegando a ser más como Él. Entonces tendremos el deseo de ayudar a otros a conocerlo, de darlo a conocer a otros, nuestra meta es que Él pueda esparcir a través de nosotras lo que el apóstol Pablo llama «la fragancia del conocimiento de Cristo», esparcir esa fragancia por todas partes (2 Cor. 2:14).
Pero todo comienza con considerarlo a Él. Y esto me recuerda ese pasaje en Hebreos 12, donde el escritor dice:
«… despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, [¿Cómo hacemos esto?], puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios» (vv. 1-3).
Considéralo a Él, considera a Aquel que soportó de los pecadores tal hostilidad contra Sí mismo para que ustedes no se cansen ni desmayen.
Sé que estoy hablando a algunas oyentes que están cansadas y han desmayado. Están luchando para permanecer en la carrera. Tienen dificultades para resistir. Quieren tirar la toalla.
¿Qué puedes hacer? Considéralo a Él. Miren a Cristo. Míralo: Él está en la meta. Nos está esperando. Él es el Autor y el Perfeccionador, el Consumador de nuestra fe. Él es quien puede sostenernos y mantenernos en la carrera. Mira a Jesús. Considéralo.
William Burns fue un evangelista escocés del siglo XIX. En 1840 escribió una carta a los adolescentes de su iglesia. Quiero dejarles con un párrafo de esa carta. A esos adolescentes les dijo algo que es un buen consejo para todas las edades. Les dijo:
«“¡Miren a Cristo!”, es todo el evangelio. Miren y maravíllense, miren y vivan, miren y amen, mireny adoren, miren y admiren, miren y sean bendecidos, miren y sean glorificados, miren eternamente, ysus corazones se llenarán de amor eterno y sus bocas de un aleluya interminable».
Señor, te pedimos que durante estas próximas semanas nos ayudes a mirar a Cristo, a considerarlo, a fijar nuestros ojos firmemente en Él. Mientras miramos, mientras contemplamos, mientras te contemplamos a ti, el Cristo incomparable, que seamos transformadas a Tu semejanza. Te lo ruego en el nombre de Jesús, amén.
Débora: ¡No hay nadie como Jesús! Eso suena como una declaración simple, pero en el mundo de hoy, también es radical. Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado mostrando la singularidad de Cristo.
Recibimos un correo electrónico de una oyente de Aviva Nuestros Corazones que está descubriendo que conocer de verdad a Jesús lo cambia todo. Después de escuchar programas sobre Cristo, similares al que acabas de escuchar, ella nos escribió para decirnos:
«Siendo una joven inmadura, creía que podía solucionar por mi cuenta las situaciones en mi vida y en mi matrimonio. Al ver que no era así, me frustraba y me deprimía. Dios me trajo a sus pies y desde entonces comprendí que por Su gracia, si nos sometemos a Cristo, si confiamos, descansamos y reconocemos que Él nos amó primero, y que en medio de cualquier situación Él puede ayudarnos: siempre hay y habrá esperanza en Cristo Jesús. ¡Gloria a Dios!».
Amén, como mencionaste Nancy, conocer a Cristo es adorarlo, amarlo, confiar en Él, y entonces nos encontraremos queriendo obedecerlo y seguirlo. Como ministerio queremos ayudar a nuestras oyentes a perseguir esto.
Nancy: Así es. Le pedimos al Señor que use este ministerio para llamar a las mujeres a la libertad, la plenitud y la abundancia en Cristo. Ese «en Cristo» es la parte más importante porque lo une todo y hace posible la libertad, la plenitud y la abundancia.
Débora: Si aún no has adquirido «Incomparable», el nuevo libro de Nancy, puedes obtenerlo visitando avivanuestroscorazones.com. Este libro es un gran complemento para esta serie y te ayudará a poner tu corazón en Jesús en todos los días previos al Domingo de Resurrección.
El subtítulo es 50 días con Jesús. A través de cincuenta lecturas sobre la vida, obra y palabras de Cristo, empezarás a verle como: incomparable; la palabra que estamos estudiando a través de esta serie. Puedes obtenerlo visitando AvivaNuestrosCorazones.com
Queremos también comentarte que tenemos una guía de lectura que te guiará a través del libro Incomparable mientras preparas tu corazón para la Semana Santa. Visita AvivaNuestrosCorazones.com para tener más información del libro y la guía de lectura que lo acompaña.
Cuando escuchas la palabra «hermoso», ¿qué te viene a la mente? En el próximo episodio nos centraremos en la Persona que más perfectamente representa la belleza. La serie «Incomparable» continúa mañana aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Aquí está Nancy para terminar.
Nancy: S. M. Lockridge fue un predicador afroamericano del siglo XX, más conocido por su descripción de Cristo en seis minutos y medio conocida como: «¡Ese es mi Rey!».
Hemos encontrado una grabación de ese mensaje. Hay que escuchar con atención, pero realmente creo que merece la pena.
Quiero compartir solo un fragmento de ese mensaje que espero les abra el apetito para esta serie sobre el incomparable Cristo. Este es S. M. Lockridge con «¡Ese es mi Rey!».
- M. Lockridge: La Biblia dice que Él es el rey de los judíos. Él es el rey de Israel. Es el rey de la justicia. Es el rey de los siglos. Es el rey del cielo. Es el rey de la gloria. Él es el Rey de reyes, y Él es el Señor de señores. ¡Ese es mi Rey!
David dijo que los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento muestra la obra de Sus manos. Ningún parámetro de medida puede definir Su amor sin límites. Ningún periscopio puede hacer visible la costa de Sus suministros. No hay barreras que le impidan derramar Sus bendiciones.
Bueno, Él es perdurablemente fuerte. Es totalmente sincero. Es eternamente firme. Es inmortalmente elegante. Es imperialmente poderoso. Y es imparcialmente misericordioso. ¡Ese es mi Rey!
Es el Hijo de Dios. Es el Salvador del pecador. Él es el centro de la civilización. Él existe solo en Sí mismo. Es augusto. Es único. Es incomparable. No tiene precedentes. Es supremo. Es preeminente. Es la idea más elevada de la literatura. Es la personalidad más elevada de la filosofía. Y Él es el problema supremo en la crítica superior. Es la doctrina fundamental de la verdadera teología. Él es la necesidad fundamental de la religión espiritual. ¡Y ese es mi Rey!
Él es el milagro de la era. Él es el superlativo de todo lo bueno que decidas llamarle. Él es el único capaz de suplir todas nuestras necesidades simultáneamente. Él es fuerza a los débiles. Está disponible para los tentados y los probados. Se compadece y salva.
Él guarda y guía. Cura a los enfermos. Limpia a los leprosos. Perdona a los pecadores. Él libera de la muerte. Libera a los cautivos. Defiende a los débiles.
Bendice a los jóvenes. Defiende a los desafortunados. Cuida a los ancianos. Recompensa a los diligentes y embellece a los mansos. ¿Lo conoces?
Pues mi Rey es la llave del conocimiento. Él es el manantial de la sabiduría. Él es la puerta de la liberación. Toda gloria es Suya. Tuyo es el reino y el poder y la gloria por los siglos de los siglos, y cuando termines con todos los siglos…, entonces amén.
Débora: Ayudándote a contemplar la belleza de Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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