
Una persona perfecta: la perfección moral de Cristo
Nancy DeMoss Wolgemuth: Los científicos han descubierto lo que afirman es el estándar de belleza universal. Es una proporción matemática simple conocida como phi o «divina proporción». También se conoce como la «proporción áurea».
Débora: Aquí estáNancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy: La proporción es 1.618:1. Esta relación se aplica a muchas áreas en las que dicen que se encuentra la belleza. Se aplica al arte, a la arquitectura, a la naturaleza y a la belleza facial.
Por ejemplo, si la anchura de la cara de mejilla a mejilla es de diez pulgadas, entonces la longitud de la cara, desde la parte superior de la cabeza hasta la parte inferior de la barbilla, debe ser de 16.18 pulgadas para estar en la proporción ideal. Esa es la belleza verdadera.
Hay un cirujano plástico que ha desarrollado una máscara phi que es un modelo para el rostro humano ideal con estas proporciones …
Nancy DeMoss Wolgemuth: Los científicos han descubierto lo que afirman es el estándar de belleza universal. Es una proporción matemática simple conocida como phi o «divina proporción». También se conoce como la «proporción áurea».
Débora: Aquí estáNancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy: La proporción es 1.618:1. Esta relación se aplica a muchas áreas en las que dicen que se encuentra la belleza. Se aplica al arte, a la arquitectura, a la naturaleza y a la belleza facial.
Por ejemplo, si la anchura de la cara de mejilla a mejilla es de diez pulgadas, entonces la longitud de la cara, desde la parte superior de la cabeza hasta la parte inferior de la barbilla, debe ser de 16.18 pulgadas para estar en la proporción ideal. Esa es la belleza verdadera.
Hay un cirujano plástico que ha desarrollado una máscara phi que es un modelo para el rostro humano ideal con estas proporciones divinas. Hay otro estudio de un psicólogo que dice que las dimensiones y proporciones de lo que se considera atractivo son asombrosamente consistentes. Este estudio dice que el rostro femenino atractivo ideal se puede describir de la siguiente manera, y de paso identifica si esto aplica para ti:
- La anchura de los ojos debe ser tres décimas de la anchura de la cara a la altura de los ojos.
- La longitud de la barbilla debe ser una quinta parte de la altura de la cara.
- La distancia del centro del ojo a la parte inferior de la ceja es una décima parte de la altura de la cara.
- La altura del globo ocular es una cuarta parte de la altura de la cara.
- La anchura de la pupila es una cuarta parte de la distancia entre los pómulos.
- La superficie total para la nariz, menos del 5 por ciento de la superficie de la cara.
¿Qué tan hermosa eres? Según este estudio, aún diferencias muy pequeñas hacen una diferencia en lo que la gente percibe como atractivo. Por ejemplo, «la boca ideal era la mitad o el 50% de la anchura de la cara a la altura de la boca; si ese porcentaje variaba en tan solo diez puntos, la cara se calificaba como menos atractiva».
Cuando lees esto te das cuenta de que el estándar de belleza perfecto es inalcanzable. Solo en raras ocasiones alguien siquiera se acerca. Algunos lo han intentado. Preparándome para esta sesión, encontré una portada de la revista Newsweek de hace varios años con el siguiente título: «El rostro perfecto: cómo está surgiendo un estándar de belleza global y qué hace la gente para alcanzarlo». Lo que la gente está haciendo para conseguirlo es mucha, mucha cirugía plástica.
Al pensar en la perfección, en la belleza, en el rostro perfecto, y en la divina proporción y en los índices áureos, me hace pensar en este estudio que acabamos de comenzar sobre el Cristo incomparable.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Incomparable», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 6 de marzo de 2025.
El día de ayer Nancy comenzó una serie que continuará hasta después del Domingo de Resurrección. Ella nos está llevando en un viaje por la vida de Cristo, que es lo que también hace en su nuevo libro devocional Incomparable. Este libro devocional es un gran recurso para leer junto con esta serie, así que te lo recomendamos.
La enseñanza de Nancy y su libro están inspirados en gran medida por el libro de Oswald Sanders titulado «El Cristo incomparable». El primer capítulo de este libro habla de «La perfección moral de Cristo», y eso es en lo que Nancy se enfocará el día de hoy. Escuchemos.
Nancy: De lo que realmente hablamos cuando nos referimos a su perfección, es Su belleza, Su hermosura, la belleza de Cristo.
Él es el modelo de todo lo que es atractivo, de todo lo que es verdaderamente bello. Él es el único «diez perfecto». Él es la única persona que tiene todo en perfecta simetría, equilibrio perfecto, proporción perfecta. Él es el único que no necesita ninguna mejora. No hay nada que pueda hacerlo más excelente de lo que ya es.
No hay nada que pueda hacer a Cristo más excelente de lo que es.
¿Qué tan diferente es esto a nosotras? Todas necesitamos que nos mejoren o embellezcan. Ya sea en la belleza física, la belleza de carácter o la belleza moral, todas tenemos imperfecciones. ¿No es cierto que estamos conscientes de ellas? Nos miramos en el espejo y vemos cosas que desearíamos que fueran diferentes. Los demás ven en nosotras cosas que desearían que fueran diferentes. Pero si miras a Cristo, nunca verás nada que deba ser diferente.
Vemos en los Evangelios, como escribe Oswald Sanders, «el retrato de un Hombre, un Hombre real, que muestra la perfección en cada etapa del desarrollo y en cada circunstancia de la vida».
Este mismo pensamiento se encuentra en el Salmo 45. El salmo 45 es una canción de amor, un poema de amor que dice…y creo que hablando de la venida mesiánica de Cristo. «Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; [no hay nadie como tú] la gracia se derrama en Tus labios; Por tanto, Dios te ha bendecido para siempre» (Salmo 45:2).
Y a lo largo de los siglos ha habido muchos cantautores, escritores de himnos y poetas que han intentado plasmar este retrato en palabras. Pienso en un himno antiguo escrito en los años 1700 que ha sido uno de mis favoritos durante mucho tiempo. Dice así:
Corona a nuestro Salvador
Dulzura celestial;
Sus labios fluyen rico amor
Y gracia divinal.
En todo el mundo pecador
No tiene Cristo igual,
Y nunca ha visto superior
La corte celestial.
Me vio sumido en males mil,
Él pronto me auxilió;
Por mí cargó la cruz tan vil,
Mis penas Él llevó, mis penas Él llevó.
Me ha dado de Su plenitud
La gracia, rico don;
Mi vida y alma en gratitud,
Señor, ya tuyas son, Señor, ya tuyas son.
(«Corona a nuestro Salvador» por Samuel Stennett)
Él es más maravilloso, más bello, que cualquier mortal, que cualquier ser humano. Es más atractivo y más bello que cualquiera de las huestes angelicales del cielo.
La belleza de Cristo no es tanto física, más bien son Sus gracias, las gracias de Cristo. Como hombre, y vamos a estar considerando, la vida y el ministerio de Cristo aquí en la tierra durante las siguientes semanas de Cuaresma que nos llevarán a la semana de la pasión de Cristo, pero como hombre, Él poseía toda gracia, toda virtud en perfecta tensión y equilibrio. No faltaba ninguna; ninguna estaba fuera de balance.
No tenía esas áreas que mejorar, o que trabajar, como todas nosotras, ni tenía deficiencias. A veces tienes mucho de una gracia, pero luego estás un poco desbalanceada con la contraparte de esa gracia.
Cristo las tenía todas en perfecta tensión, perfecto equilibrio y perfecta simetría. Él guardó la Ley de Dios perfectamente. No es solo que evitó cometer algún pecado, sino que vivió perfectamente de acuerdo a todo el estándar de la ley de Dios. Nunca, nunca, nunca se quedó corto en ninguna manera.
Es mucho lo que podemos ganar para nuestras vidas si dedicamos algún tiempo a contemplar la perfección de Cristo, la hermosura de Cristo, Su belleza Cristo, porque no hay nadie como Él.
Hay un pasaje maravilloso en el Cantar de los Cantares, esa Canción de Salomón, en el Antiguo Testamento. Cantares es una historia de amor. Es un poema sobre un rey y su novia. Es una bella imagen del matrimonio aquí en la tierra. Pero también te das cuenta de que en este libro estás viendo una revelación del esplendor, la belleza y la hermosura del mismo Señor Jesús.
En el capítulo 5 de Cantares, tenemos un relato donde el Novio viene a Su novia. Llama a la puerta de su alcoba. Le pide que le abra. Quiere estar con ella y pasar tiempo con ella. Pero ella pone excusas: está cansada. Está lista para dormir. No tiene ganas.
Él insiste y finalmente ella se levanta para abrirle la puerta y descubre que Él ya no está. Se ha ido. Está angustiada por lo que ha pasado. Sale a la ciudad y va por todas partes buscándole, preguntándole a la gente: «¿Lo han encontrado?». Se dirige entonces a las hijas de Jerusalén, a sus amigas, y les dice: «¿Saben dónde está mi Amado? ¿Lo han visto? ¿Pueden decirme adónde se ha ido?».
Luego, en el versículo 9, las hijas, las amigas, le dicen: «¿Qué clase de amado es tu amado, oh la más hermosa de las mujeres? ¿Qué clase de amado es tu amado, que así nos ruegas?». Ellas le dicen: «¿Qué tiene Él de especial para que le eches tanto de menos? Sabes que se ha ido, pero tal vez haya otros que sean como Él. Tal vez puedas encontrar a otro que lo reemplace».
Ella empieza a pensar en eso y en el versículo 10, responde a las preguntas: «¿Qué clase de amado es tu amado más que otro amado?, ¿Qué lo hace tan especial? ¿Qué lo hace tan único?». Y comienza a describir a su Amado a estas hijas de Jerusalén.
Ella dice en el versículo 10: «Mi amado es apuesto y sonrosado, distinguido entre diez mil». No hay nadie como Él. Luego, en los versículos siguientes, ella describe detalladamente su cabeza, su cabello, sus ojos, sus brazos, su cuerpo. Describe sus atributos físicos, sus características, lo que admira de Él. Ella da una descripción detallada.
Luego termina en el versículo 16, donde dice: «Su paladar es dulcísimo, y todo él, deseable. Este es mi amado y este es mi amigo, hijas de Jerusalén».
Al leer esta parte de la Escritura, nos damos cuenta de que no solo estamos leyendo sobre el matrimonio terrenal o humano, una relación de amor íntima y humana. Estamos leyendo sobre nuestro Novio celestial. Estamos viendo el esplendor y la hermosura del Señor Jesús.
John Flavel, quien fue un pastor puritano del siglo XVII, que escribió todo un sermón sobre este versículo en Cantares 5:16, «Y todo él, deseable». Llamó a este mensaje «Cristo Todo Hermoso». Él decía
«Pon tus ojos en todas las cosas creadas, examina el universo: observarás fuerza en una, belleza en otra, fidelidad en una tercera, sabiduría en una cuarta; pero no encontrarás ninguna que sobresalga en todas ellas como Cristo.
El pan tiene una cualidad, el agua otra, el vestido otra, la medicina otra; pero nada ni nadie tiene todas las cualidades en sí mismo como las tiene Cristo. Él es pan para el hambriento, agua para el sediento, vestido para el desnudo, cura para el herido; y todo lo que un alma puede desear se encuentra en Él»1.
Mientras esta novia relata a sus amigas la belleza y la singularidad de su Amado, suceden dos cosas. Al pasar al capítulo 6, vemos esto. En primer lugar, las personas con las que ella ha estado hablando acerca de su Amado, quieren conocerlo.
Así que en el capítulo 6, versículo 1, las hijas de Jerusalén le dicen a esta novia:«¿Adónde se ha ido tu amado, oh la más hermosa de las mujeres? ¿Adónde se ha dirigido tu Amado, para que lo busquemos contigo?».
Cuando escuchan esta descripción, piensan: «Vaya, realmente Él es único. Realmente no hay nadie como Él. Queremos conocerlo. Queremos buscarlo contigo».
Luego, cuando vamos al versículo 2, vemos algo más que sucede cuando ella relata la hermosura, la belleza y las maravillas de su Amado. Esa intimidad que una vez experimentó, pero que había perdido, es restaurada. Ella se da cuenta de que Él realmente no se ha ido. Él todavía está con ella y ella todavía puede tener esa relación con Él.
Así que ella dice en el versículo 2: «Mi amado ha descendido a su huerto, a las eras de bálsamo, a apacentar su rebaño en los huertos y recoger lirios». Es un lenguaje pintoresco y simbólico en este poema de amor para decir: «Mi amado ha venido a mí». Ha bajado a sus jardines.
Y luego dice en el versículo 3: «Yo soy de mi amado y mi amado es mío». Hay esta preciosa y dulce satisfacción del alma de experimentar una vez más la intimidad y la unidad con el Amado de quien ella pensaba que había sido separada, con quien ella pensaba que había perdido esa intimidad. Entonces otros quieren conocerlo. Entonces la intimidad que una vez experimentó es restaurada.
Por eso, cuando pensamos en la belleza y la hermosura de Cristo, nos decimos a nosotras mismas sobre Sus maravillas y se las contamos a las demás, y entonces crece en esas personas el deseo de conocerlo, y descubrimos que nosotras mismas entramos en una experiencia más íntima de relación con Él.
Ahora, al centrarnos en la belleza y la maravilla de Cristo, nos daremos cuenta de que Él no es solo nuestro Salvador y nuestroSeñor, Él es todo eso, y hay mucho de lo que hablaremos en las próximas semanas, pero también nos daremos cuenta de que Él es nuestro tesoro más preciado.
Él es hermoso. Él no es solo correcto; Él es bueno. Él es amoroso. Él es perfecto. No hay nada en esta tierra más deseable que Él. Al tener a Cristo, tenemos lo más hermoso, lo más bello, lo más grande, la posesión más maravillosa, la relación más maravillosa que un ser humano puede tener en este planeta.
Y cuando nos damos cuenta del tesoro que es Cristo, eso hará que vivamos nuestras vidas de manera diferente.
- No gastaremos toda nuestra vida en la búsqueda de cosas o personas que nunca podrán satisfacernos plenamente.
- Centraremos nuestra atención y nuestros esfuerzos en Cristo.
- Querremos tener una devoción sin distracciones hacia Él.
- Querremos pasar tiempo con Él.
No necesitaremos tener a alguien que nos diga: «Debes tener un tiempo de quietud, devocional. Debes leer la Biblia. Necesitas orar». Querremos estar con Él. Querremos conocerle. Querremos decir «no» a otras cosas que son distracciones para seguir a Cristo porque hemos llegado a ver que Él es tan hermoso.
Y déjenme hacer aquí una aclaración: Cristo solamente es hermoso, atractivo y bello para aquellos cuyos ojos han sido abiertos para ver Su belleza. Hasta que el Espíritu Santo abre nuestros ojos para ver a Cristo por quien Él es, hasta ese momento, nuestros ojos están cegados. Cristo es indeseable para aquellos que nunca han visto Su belleza.
De hecho, leemos en Isaías 53, que es un pasaje profético del Antiguo Testamento sobre Cristo el Mesías. El pasaje dice:
«No tiene aspecto hermoso ni majestad para que lo miremos, ni apariencia para que lo deseemos. Fue despreciado y desechado de los hombres, varón de dolores y experimentado en aflicción; y como uno de quien los hombres esconden el rostro, fue despreciado, y no lo estimamos» (vv. 2-3).
Ahora, ¿cómo podría la gente despreciar a alguien que es tan hermoso, tan bello, tan perfecto? ¿Cómo podemos nosotras a veces y en un momento de nuestras vidas despreciarlo y no haberlo estimado? ¿Cómo es posible que no le hayamos apreciado? ¿Cómo hemos podido ignorarlo? ¿Cómo es posible que tanta gente en este mundo todavía lo desprecie y no lo estime y no lo considere amoroso y hermoso? ¿Cómo es posible?
Es porque en un tiempo nuestros ojos no estaban abiertos para saber quién es Él. Y a muchos en este planeta todavía no se les han abierto los ojos para ver que Él es hermoso. Si Él no es del todo hermoso para ti, si Él no es tu principal tesoro, si no lo ves como una posesión invaluable, si no te maravillas ante Su belleza y hermosura, entonces necesitas preguntarte: «¿Realmente lo conozco? ¿Se han abierto mis ojos para ver quién es Él realmente?».
Si la respuesta a esa pregunta es «no», entonces permíteme animarte a ir al Señor en oración y decirle: «Señor, quiero conocerte. Abre mis ojos para ver a Cristo, para conocerle, para ver quién es Él realmente. Preséntamelo. Ayúdame a verlo, a conocerlo como realmente es Él».
Después, tenemos que recordarnos a nosotras mismas que la perfección solo se encuentra en Cristo. No se encuentra en los demás ni en uno mismo. Si buscas en otra parte la perfección, la belleza, la belleza absoluta, la perfección sin defectos, te sentirás decepcionada.
Eso es lo que lleva a tanta depresión y desánimo en este mundo. Es que estamos mirando a personas y cosas aparte de Cristo para satisfacer los anhelos más profundos de nuestro corazón. Mira cualquier cosa, tu marido, tu casa, tu trabajo, a ti misma, y te decepcionarás. Pero míralo a Él, Él siempre excederá y superará tus más altas esperanzas y expectativas. Los que le miran a Él nunca quedan decepcionados.
El darte cuenta de que la perfección solo se encuentra en Él es llegar al final de la lucha, al final del esfuerzo humano por llegar a ser perfectas por nosotras mismas. Pronto nos damos cuenta de que no podemos ser perfectas. Conozco a muchas mujeres cristianas que se esfuerzan mucho por ser grandes mujeres cristianas. Se desaniman y se desalientan en el proceso. ¿Por qué? Porque no podemos ser perfectas. Fracasamos; somos pecadoras. No tenemos esa proporción perfecta de la que hablamos que define la belleza.
- No la tenemos físicamente.
- No la tenemos espiritualmente.
- No la tenemos moralmente
- Somos fracasos que necesitan desesperadamente de un Salvador.
Así entonces, el llamado a la vida cristiana no es un llamado a «pasar la página» o a esforzarse por ser mejor persona. Nuestro llamado es a reconocer nuestra imperfección y decir: «Soy imperfecta», y dejar que el Espíritu de Cristo que mora en nosotras nos transforme a Su semejanza mientras lo contemplamos a Él.
Me desperté esta mañana sintiéndome muy pecadora. Pensando en mi día de ayer, no salí y cometí pecados atroces, pero me desperté esta mañana pensando en mi falta de autocontrol, y en diferentes aspectos de mis respuestas, de mi espíritu. Esto me pasa a menudo por las mañanas. ¿Seré yo la única? Quizás soy la única pecadora.
Me desperté sintiéndome tan necesitada. Entonces me acordé de lo que iba a estar enseñando hoy: solo Cristo es perfecto. Cristo es perfecto. Fue ese gran predicador de antaño, Robert Murray M’Cheyne quien dijo: «Por cada mirada a ti mismo, echa diez miradas a Cristo».
No vivas en desánimo. No vivas en fracaso. Sí, reconocemos que somos un fracaso. El punto es no convencernos de que somos buenas personas. El punto es darnos cuenta y recordarnos unas a otras que realmente somos un fracaso. Eres una pecadora. Eres imperfecta; tienes defectos. Pero mira a Cristo. Él es perfecto.
Al considerar y mirar la perfección moral, la belleza de Cristo, lo respetaremos, lo admiraremos, lo adoraremos, lo amaremos más. Querremos conocerlo más íntimamente. Querremos hablarles a otros de Él, como lo hizo la novia en Cantares.
Mientras nos hacemos más y más como Él, entonces reflejaremos Su belleza, Su perfección moral y Su belleza a otros. Al reflejar Su belleza, otros lo desearán. Él se volverá deseable para ellos, y la tierra será llena de la gloria de Cristo.
Débora: Ella es Nancy DeMoss Wolgemuth en la serie «Incomparable» y regresará en un momento con nosotras.
En el episodio de hoy aprendimos sobre la belleza de Cristo. Cada día hasta el Domingo de Resurrección y un poquito más, seguiremos viendo más características poderosas de Jesús.
Estoy convencida de que conocerlo a través de Su Palabra cambiará radicalmente tu vida. En Aviva Nuestros Corazones, estamos muy agradecidas por la oportunidad de traerles esta serie acerca de Cristo.
Algunas oyentes han llegado a conocer a Cristo de una manera fresca y real después de escuchar las enseñanzas de este episodio. Una mujer nos compartió: «Siento que estoy experimentando a mi Salvador como nunca antes». ¿No es eso grandioso? Otra escribió: «Gracias por sus enseñanzas sobre Cristo. Siento que me estoy enamorando de Él».
El programa de hoy y años de enseñanza pueden llegar a ti gracias al apoyo de nuestras oyentes. Puedes escucharnos en el día de hoy por su apoyo. ¿Considerarías unirte al grupo de personas que donan para el ministerio, de modo que podamos continuar avanzando en lo que Dios está haciendo, mientras continuamos alcanzando a mujeres en necesidad alrededor del mundo? Tus oraciones y apoyo financiero hacen la diferencia en la vida de muchas mujeres.
Si aún no has adquirido «Incomparable», el nuevo libro de Nancy, puedes obtenerlo visitando avivanuestroscorazones.com. Es un devocional de lectura de cincuenta días que te enseña sobre la persona, obra y palabras de Cristo.
Puedes leerlo en cualquier momento del día, y es una gran manera de enfocar tu corazón en Cristo durante este tiempo que nos lleva a la Cuaresma. También puedes obtener la guía de lectura exclusiva para caminar a través de este libro en esta temporada.
¿Has pensado alguna vez qué hacía Jesús antes de venir a la tierra como un bebé? Es una pregunta fascinante. Nancy la explorará mañana en Aviva Nuestros Corazones. Ahora, Nancy cerrará en oración.
Nancy: Señor, te pido que hagas esa obra en nosotras; que nuestras vidas muestren la belleza de Cristo. El Suyo es el único rostro perfecto.
Así que te adoramos Señor Jesús. Tú eres hermoso. Eres bueno. Estás en perfecta simetría y armonía. Estás en perfecto equilibrio, la proporción áurea es tuya. Te amamos, Señor. Te pedimos que nuestras vidas reflejen y muestren tu belleza a nuestro mundo, a nuestro mundo que tan desesperadamente necesita ver la gloria de quien Tú eres.
Que nuestras vidas hagan que otras tengan sed de Ti. Que dirija a otras hacia ti. Que se sientan atraídas a decir: «Sí, lo amamos. Nosotras también queremos conocerle». Oramos en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Ayudándote a contemplar la belleza de Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
1 http://www.puritansermons.com/sermons/flavel1.htm.
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