
No camines sola
Débora: Aquí está Dan Jarvis.
Pastor Dan Jarvis: Nos casamos y empezamos a vivir juntos como matrimonio. Siempre hemos intentado ver las cosas como si fuéramos un equipo, en todo lo que hacemos. No es que ella tenga su vida y yo la mía y seamos como barcos que pasan de largo o algo por el estilo, sino que realmente queremos hacer la vida juntos tanto como podamos, porque creemos que podemos lograr más para Cristo juntos que si intentáramos hacer todas las cosas por separado.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth autora de «Rendición: El corazón en paz con Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 27 de febrero de 2025.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Toda esta semana hemos estado explorando el tema de «Las fronteras de la fe», y hemos sido retadas a avanzar por …
Débora: Aquí está Dan Jarvis.
Pastor Dan Jarvis: Nos casamos y empezamos a vivir juntos como matrimonio. Siempre hemos intentado ver las cosas como si fuéramos un equipo, en todo lo que hacemos. No es que ella tenga su vida y yo la mía y seamos como barcos que pasan de largo o algo por el estilo, sino que realmente queremos hacer la vida juntos tanto como podamos, porque creemos que podemos lograr más para Cristo juntos que si intentáramos hacer todas las cosas por separado.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth autora de «Rendición: El corazón en paz con Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 27 de febrero de 2025.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Toda esta semana hemos estado explorando el tema de «Las fronteras de la fe», y hemos sido retadas a avanzar por fe para unirnos a Dios en lo que Él está haciendo, a pesar de cualquier obstáculo que se interponga en nuestro camino.
Dan Jarvis trabaja en Life Action Ministries y es pastor en la zona donde tiene su sede Revive Our Hearts. Esta semana, hemos escuchado a Dan hablar sobre las fronteras de la fe y a su esposa, Melissa, hablar de cómo su familia ha vivido este mensaje, incluso en algunas situaciones difíciles.
Hemos escuchado cómo avanzar hacia las fronteras de la fe puede ser un reto por el riesgo, por la falta de recursos y por la falta de determinación, de resoluciones. Hoy, al escuchar la cuarta parte de este mensaje, Dan nos hablará de otro reto al que nos enfrentamos en nuestro caminar de fe.
Dan Jarvis: Aquí está el último reto, ¡y aquí es donde creo que esto se pone interesante! Aunque ya es interesante, y me refiero a que la vida de fe, por dura, difícil y sacrificada que sea, ¡es una aventura! Es emocionante despertarse por la mañana y saber que estás caminando en una dirección que es eterna, no solo terrenal. Es emocionante saber que Dios tiene cosas en mente para ti que van mucho más allá de lo que podrías esperar o planear por ti misma.
Pero hay algo que todos necesitamos en medio de todo eso, y creo que son las relaciones. Es decir, es muy poco probable que cruces una frontera tú sola.
Imagínate que estás a principios del año 1950. Neil Armstrong se levanta por la mañana, mira la hermosa luna y dice: «¿Sabes qué? Voy a poner mi pie en ese lugar. Estoy motivado. Voy a ir allá. No necesito la ayuda de nadie; ¡voy a hacerlo yo solo!».
¿Hasta dónde habría llegado? A ninguna parte, ¿verdad? Se necesita un equipo para lograr una hazaña así. Es muy poco probable que avances en tu vida cristiana sin tener a otros caminando contigo.
Y aquí es donde se pone interesante. Te reúnes con otras personas que también tienen esta mentalidad de vivir por fe y les dices: «Caminemos juntos. Crucemos juntos la próxima frontera». Realmente creo que ese es el motivo por el que Dios nos organizó en iglesias.
Y puede que digas: «Vengo a la iglesia porque a mis hijos les gusta reunirse con otros jóvenes». Bueno, eso es genial. Otras de ustedes tal vez digan: «Vengo a la iglesia porque me gusta cantar». Eso también es estupendo. Pero la verdadera razón por la que estamos juntos no es ninguna de esas dos.
Creo que la razón por la que estamos juntos es porque podemos ser un equipo, podemos ser una familia, podemos trabajar juntos por la causa de Cristo. Juntos podemos lograr mucho más por el evangelio que si trabajamos por separado.
Vamos a necesitar un equipo si vamos a cruzar una frontera. No querrás estar sola en esto, no querrás dar pasos sola. En este punto es donde quieres involucrar a otras personas en la historia. Eclesiastés 4:10 dice: «Porque si uno de ellos cae, el otro levantará a su compañero». Pero las personas que están solas cuando caen tienen verdaderos problemas.
«Y si alguien puede prevalecer contra el que está solo, dos lo resistirán. Un cordel de tres hilos no se rompe fácilmente» (Ecl. 4:12).
Entonces, tenemos cinco retos delante nosotros. ¿Cómo avanzamos? Creo que hemos pasado la mayor parte del tiempo estudiando la vida de fe y lo que Dios ha hecho por nosotros, y todo lo que Dios ha hecho posible para nosotros. De eso nos habla el libro de Romanos.
¡Hemos hablado mucho de vivir por fe! Hemos hablado mucho de la necesidad de decir «sí» a Dios. Y puede que digas: «Creo que estoy lista. Creo que quiero seguir adelante y avanzar. No sé a dónde me llevará esto ni lo que significa». Esa es la idea, esa es la fe que dice: «Sí, Señor. Me apunto; ¡voy a ir!».
Permíteme darte algunas palabras de ánimo, de despedida, si ese es tu corazón.
Primero, mira las instrucciones que Dios ya nos ha dado. Puedes abrir la Biblia y ver que Dios ya ha establecido prioridades para nuestras vidas por las que todos podemos trabajar. Es muy posible que Dios ya te haya dirigido, de alguna manera específica, a hacer algo. O tal vez no, y estás detenida porque tienes miedo.
Escúchame, ¡da el paso! ¡Avanza! Toma las direcciones que Él ya te ha dado y lánzate confiando en Él. Pídele a Dios que te guíe y a los demás que te aconsejen. Por eso es tan importante el equipo, las relaciones personales.
No creo que sea prudente lanzarse solo a un terreno completamente nuevo, a una gran frontera de la fe. Busca la sabiduría y el consejo de otras personas. Únete a un equipo y caminen juntos. De este modo, no solo conseguirás más de lo que podrías hacer sola, sino que probablemente también evitarás algunos errores, mientras te apoyas en la sabiduría de los demás.
La tercera cosa que debes hacer es seguir adelante y hacer tu plan de acción. Si solo vives en los números uno y dos, sigues orando sobre ello, sigues aprendiendo sobre ello, sigues hablando con la gente sobre ellos, vivirás toda una vida de buenas intenciones, pero en realidad nunca sucederá nada grandioso.
Aquí es donde el número tres es importante: tienes que ponerlo en práctica. Una cosa que he aprendido acerca de dar pasos, en cualquier aspecto de la vida, es que si lo pongo en mi calendario, entonces empieza a ser una realidad; como si realmente fuera a suceder.
«Señor, me siento llamado a este tipo de ministerio en particular, y creo que debo ir a probarlo. Pienso que debería ir a reunirme con esa persona, o hacer esto, o aquello, o dar un paso en esa nueva área».
Bueno, todo eso es una buena intención, pero ¿por qué no anotas en tu calendario cuándo va a suceder esto? De repente, esa frontera de la fe tiene una fecha y un lugar, y empiezas a moverte en esa dirección. A mí me ha resultado muy útil hacerlo.
Pero si ni siquiera eso te permite cruzar la línea de meta. Tienes que dar el paso de hacerlo. Neil Armstrong tuvo que subirse al cohete con miles de galones de oxígeno líquido y todo lo demás que había debajo de él y dejar que lo encendieran si quería llegar a la luna.
¡Tienes que dar el paso! Nunca sabes qué resultará y dónde acabarás, pero estás en las manos de Dios. ¡De eso se trata! Vives por fe y no con todo resuelto de antemano. ¡Vives por fe!
Las personas que esperan condiciones perfectas o circunstancias pacíficas nunca cruzarán fronteras, simplemente no lo harán. Es como la gente que se queda en casa en la Costa Este en vez de ir a California o las personas que se detienen en Denver o las personas que se sientan al margen y piensan: Siempre quise ser astronauta, pero nunca me inscribí en el programa.
No queremos hacer lo mismo como cristianos. Dios nos ha permitido a todos ser parte de este asombroso camino de fe si tan solo le decimos «sí» a Él. Si confiamos en Él más de lo que confiamos en nosotros mismos, entonces estamos listos para correr ese camino. ¡Es un lugar emocionante para vivir!
Quiero concluir con este versículo: «Porque el reino de Dios no consiste en palabras, se trata de vivir por el poder de Dios» (1 Cor. 4:20 parafraseado). Tú fuiste creado para vivir esa vida. Yo fui creado para vivir esa vida. Juntos, podemos hacer esa vida. Empieza cuando dices «sí», cuando das un paso hacia esa próxima frontera.
Nancy: Acabas de escuchar la conclusión de un mensaje que Dan Jarvis predicó hace un tiempo en una iglesia cercana a nuestro ministerio, en nuestra área local. Estoy tan agradecida por cómo Dios habló a mi corazón a través de ese mensaje.
Y hoy tenemos a Dan y a Melissa aquí con nosotros en el estudio para hablar de cómo han llevado todo esto a la práctica, este paseo de fe, estas fronteras de la fe en sus propias vidas.
Dan y Melissa, muchas gracias por acompañarnos una vez más. Y gracias, Melissa, por sacar tiempo de tu día con tus seis hijos en casa, y Dan por estar aquí a pesar de ser un día de trabajo y hablar con nosotras sobre esto.
Creo que las oyentes de Aviva Nuestros Corazones se han animado mucho al escucharte. Tú, Dan, eres muy realista y es fácil identificarse contigo. Las circunstancias de nuestras oyentes pueden ser muy diferentes a las tuyas, pero nos has ayudado a ver algunos principios básicos y fundamentales que tienen que estar subyacentes en el camino de la fe.
Y todo este tema de las relaciones personales que tocaste hoy, es enorme. Creo que no nos damos cuenta de lo importante que es necesitar a los demás en este camino de la fe. Lograremos más juntos, evitaremos errores costosos muchas veces, si hacemos las cosas con otras personas.
Lo hemos visto en nuestro ministerio y ustedes lo han visto en sus propias vidas. Y cuando pienso en el momento en que iniciaron su matrimonio, esa ha sido una relación clave en la que el Señor ha traído mucho fruto (no solo muchos hijos), sino muchas misiones y esfuerzos evangelísticos.
Entonces, Dan quiero preguntarte ¿cómo les ha ayudado realmente su matrimonio a ser más fructíferos, más productivos? ¿Cómo te ha ayudado esta relación en tu vida de fe?
Dan: Bien, antes de casarnos, tuvimos esa conversación. Habíamos cenado y luego salimos para llevar a Melissa a su casa. Yo realmente no quería dejarla en casa todavía, porque quería seguir hablando con ella. Así que estábamos dando vueltas.
Le hacía todas estas preguntas a Melissa sobre su propósito en la vida. Yo estaba realmente tratando de descifrar: «¿Es ella la persona correcta…?». La Biblia habla de no estar unidos en yugo desigual. Así que yo quería saber con seguridad si ella sería la persona con la que yo estaría unido de igual a igual, con la que realmente estaría haciendo equipo y me conduciría en la misma dirección.
Todo lo que Melissa decía coincidía mucho con la dirección que yo quería tomar en la vida. Desde entonces, y después de que nos casamos y empezamos a vivir como pareja, siempre hemos intentado ver las cosas como si fuéramos un equipo en todo lo que hacemos.
No es que ella tenga su vida y yo la mía y seamos barcos que pasan de largo o algo por el estilo, sino que realmente queremos hacer vida juntos tanto como podamos, porque creo que podemos lograr más para Cristo juntos que si tratáramos de hacer las cosas por separado.
Creo que nuestro matrimonio me ha permitido, como individuo, tener un gran impacto en la vida de las personas y en el reino, tal vez más que si hubiera seguido soltero y por mi cuenta.
Melissa Jarvis: Sí. Y creo que a mí también me ha brindado nuevas oportunidades de relacionarme con personas que probablemente nunca habría conocido. Al estar casada con Dan, obviamente, tenemos que hablar a veces en todo el país y, a veces, en diferentes lugares del mundo también.
Conocí a alguien que se nos acercó después de que Dan predicó y nos preguntó: «Entonces, ¿qué es realmente ser padres de acogida?». Tuve que compartirle sobre ese tema. Y después de eso, nos hemos comunicado con esta persona a través de mensajes de texto desde hace dos años; a veces lo hacemos todas las semanas. Y ahora ella es madre de crianza.
Nancy: Así que el Señor los envió a ti y a Dan a una vida de fe. Ahora Él los está usando a ustedes y su amistad y aliento para ayudar a otros a entrar en una vida de fe.
Melissa: Sí, claro. Conocer personas nuevas y darnos cuenta de que esas relaciones que Dios está trayendo a nuestras vidas pueden tener un propósito más allá de encontrarnos ese día, puede también tener un propósito para el futuro y para su impacto en otras personas. Ha sido muy bueno ver cómo, con solo estar juntos y hacer ministerio juntos, nos convierte en un equipo.
Dan hace su parte y yo la mía. Mi trabajo es más fácil para mí, porque solo tengo que amar a la gente y hablar con ella. Dan tiene que preparar los mensajes, que de hecho son muy buenos. Pero en mi caso simplemente puedo ser yo misma y amar a la gente. Así que me ha animado mucho el hecho de seguir formando parte del ministerio, porque no es un ministerio, es el ministerio de Dios, y es nuestro ministerio juntos.
Nancy: Esto me recuerda mucho a mis padres. Mi padre murió cuando ellos llevaban casados veintitantos años, pero en esas dos décadas buscaron juntos el reino de Dios. Mi padre era un hombre de negocios, no era un profesional del ministerio. Pero hicieron más ministerio juntos que probablemente muchas personas a las que se les paga por hacer ministerio.
Lo arriesgaron todo. Sirvieron juntos. Usaron sus dones de manera individual, pero eso los unió, incluso con un hogar ocupado por siete hijos. Todos formamos parte de eso, de su ministerio, en muchos aspectos. Pienso en todas las personas que han nacido en el reino de Dios, en los matrimonios que se han salvado, en los ministerios que se han iniciado o se han fomentado, o financiado, gracias a su corazón para hacer ministerio juntos. Qué gran ilustración de ese principio de Eclesiastés.
Si mi papá o mi mamá hubieran tratado de hacer esto por su cuenta, cada uno por su cuenta, no es que Dios no pueda y no use a personas solteras para hacer grandes cosas para Su reino, pero si estás soltero o casada, necesitas a otras personas en el cuerpo de Cristo para ser tan eficaz como sea posible.
Entonces, Melissa, Dios ha usado su matrimonio, tú y Dan, el uno con el otro para producir mucho fruto para Su gloria, para ayudarlos en su caminar de fe. Así que déjame hacerte otra pregunta Melissa, ¿hay otras personas que el Señor ha usado en tu caminar para ayudarte a dar más pasos de fe, como esposa y como madre, en el llamado que Dios tiene para tu vida?
Melissa: Sí, hay específicamente cuatro personas en las que puedo pensar en este momento: Tim, Billy, Carrie, y Jamie. Cuando estábamos empezando como padres de acogida temporal, ellos nos animaron, vinieron a nuestro lado y nos dijeron: «No podemos ser padres de acogida, pero vamos a ayudarlos».
Y recuerdo muchas veces, Tim nos llamaba y nos decía: «Escuchen, tengo un sábado libre. Me haré cargo de sus hijos. Déjenlos conmigo. Salgan tú y Dan a alguna una cita». Tim es padre soltero y él hacía eso por nosotros.
Nancy: ¡El poder de las relaciones!
Melissa: Sí, y luego mis otros amigos a veces nos decían: «Oigan, hace tiempo que no tienen una cita. Traigan a sus hijos que los cuidaremos». Billy decía: «Vamos a tomar un café. Trae a tus hijos, y encontramos en un lugar donde haya juegos para ellos».
Personas así se unieron a nosotros en nuestro viaje como padres de acogida temporal y realmente lo hicieron posible. No podríamos haberlo hecho sin ellos.
Nancy: Y has tenido una verdadera carga por discipular a otras mujeres más jóvenes. Y nuestras oyentes saben que tengo un corazón apasionado por esto y es precisamente el mensaje de mi libro, Adornadas: Viviendo juntas la belleza del evangelio. ¿Cómo has visto que ese tipo de relaciones entre mujeres sean fructíferas para el evangelio?
Melissa: Yo diría que, en los últimos tiempos, he visto a Dios obrar en las vidas de mujeres mayores que sirven como mentoras de mujeres más jóvenes y cómo eso influye en el futuro en la forma en que educan a sus propios hijos.
Lo vi como una mujer soltera y pensé: ¿Qué puedo hacer como soltera? Así que empecé a acercarme a algunas adolescentes y pensé: Todavía necesitan ánimo. Todavía necesitan que las animen en su caminar con Cristo. Yo puedo ser esa influencia para ellas, o puedo ayudar a sus padres haciendo eso al tener otra persona en su vida que quiere vivir para Cristo y ser influyente de esa manera.
Ahora, como mujer casada, quiero que las madres jóvenes hagan lo mismo, pero anhelo que una mujer mayor sea mi mentora. Pienso en eso y digo: «Yo también estoy envejeciendo. Necesito ser mentora de madres más jóvenes».
En una de las iglesias en las que trabajamos, no había realmente un programa de mentoría para mujeres mentoreando a otras mujeres. Había un estudio bíblico al que yo asistía. Pero sentí que era la única menor de ochenta años.
Pensé: «Bueno, aún puedo aprender de ellas y puedo seguir sentada aquí». Pero me entristeció un poco que no hubiera más personas. Oré al respecto y seguí preguntando a las mujeres mayores: «¿Comenzarían un estudio bíblico? ¿Serían mentoras de algunas madres jóvenes de nuestra iglesia?». Todo el mundo seguía diciendo: «No». «No». «No».
Durante dos años oré sobre eso, y seguía pensando: ¿Por qué no están dispuestas a hacerlo? Entonces Dios me dijo: «Bueno, ¿por qué no estás dispuesta a hacerlo?». Y así fue como decidí empezar.
Pasó de un pequeño grupo en una casa con nueve madres jóvenes a ochenta mujeres con cinco estudios bíblicos diferentes. Todo lo que hice fue organizarlo y Dios hizo el resto. Fue realmente asombroso ver cómo Dios empezaba a obrar en sus corazones.
La gente me llamaba y me decía: «Fui a tomar un café con una señora con la que nunca había hablado en la iglesia. Ella me dio ánimo sobre qué hacer con mis hijos, porque yo no sabía».
Y pensé: Es por eso que las mujeres mayores necesitan ser mentoras de las más jóvenes, porque necesitamos ese aliento para seguir haciendo las cosas cotidianas. También necesitamos la sabiduría que Dios les ha dado a través de años de perseverancia como esposa y madre y en su relación con Cristo.
Necesitamos esa sabiduría que ellas tienen y que nosotras todavía no tenemos.
Nancy: El crecimiento surge de esas relaciones. Y como digo en el libro Adornadas, no tiene por qué ser algo muy estructurado, formal o un programa oficial. Puede ser simplemente de vida a vida.
Estoy agradecida de estar en una iglesia donde hay personas de muchas generaciones, y estamos todos juntos en el mismo servicio. En nuestra iglesia tenemos algunos nonagenarios (creo que así es como se le dice a las personas de noventa y tantos años), y a algunas de esas personas las he observado caminar durante años, y me han animado.
Ahora, soy una de las mujeres mayores, todavía no llego a los noventa, pero soy una de las mujeres mayores de nuestra iglesia. Me encanta hablar con las mujeres más jóvenes y hacer vida juntas, intercambiar oraciones, sabiduría, conversaciones, y ver cómo crecemos.
Y Dan, sé que como pastor tiene que ser alentador para ti ver ese tipo de relaciones que surgen dentro de una iglesia por el bien del ministerio.
Dan: ¡Sí, por supuesto! Imagínate por un momento que estás a punto de cruzar tu propia frontera de fe para hacer algo audaz para Dios, ¡qué alentador sería que alguien que ya ha recorrido un camino como ese viniera a tu lado (y tal alguien que es diez años mayor, treinta años mayor) y te dijera: «Déjame orar contigo; déjame darte un consejo; déjame aconsejarte». He tenido personas así en mi vida a las que considero mentores. A veces esas relaciones no son tan estructuradas, como decías.
Creo que la estructura puede ser muy útil porque proporciona un contexto. Si tengo que tomar una decisión difícil, ¿a quién llamo? Tengo la suerte de que mis padres siguen vivos, así que los llamo a ellos.
Pero también hay otras personas a las que observo. Son aquellos hombres mayores que me han mentoreado (supongo que aún puedo considerarme un hombre joven, ¡pero no por mucho tiempo!). Quiero transmitir eso a la siguiente persona y mirar a los chicos que son un poco más jóvenes que yo e intentar animarlos.
No se trata solo de pasar el día. Juntos lograremos más para Cristo y veremos cómo se cumple la Gran Comisión cuando todos demos lo mejor de nosotros a Cristo. Podemos ayudarnos a hacerlo unos a otros a través de relaciones de mentoría.
Nancy: Así es. Y ahora quiero pasar a otra parte de la conversación aquí con Dan y Melissa, porque he visto el evangelio extenderse desde su propia relación y su propio matrimonio y familia a las iglesias donde han servido, el ministerio donde sirven, las relaciones que tienen. Los he visto dar un paso más allá en la fe, yendo a nuevas fronteras de la fe; ¡incluso tener un corazón para lo que Dios está haciendo alrededor del mundo! Por ejemplo, sé que la India es un país que realmente ha cautivado sus corazones.
¿Podrían darnos un breve resumen de cómo Dios ha unido personas y relaciones para hacer algo en otra parte del mundo que ustedes no podrían haber hecho como individuos, o incluso juntos como pareja?
Dan: Claro. Cada vez que hablas con gente que participa en el trabajo de misiones globales o en cualquier tipo de trabajo ministerial, sueles escuchar la palabra «asociación». Creo que, para mí, he llegado a una nueva comprensión de lo que eso significa realmente.
Hay cosas en las que a cualquiera de nosotros nos encantaría participar por el evangelio y que físicamente no podemos hacer. O no podemos hacerlo o no podemos hacerlo solos. Si tuvieras una carga en tu corazón para llegar a alguna otra parte del mundo, con toda probabilidad, no eres tú quien puede ir allí y hacer todo lo que está en tu corazón, pero muy seguramente podrías asociarte con personas que están allí y hacerlo.
Yo tenía ese corazón. Otro pastor me presentó un ministerio en la India en el que me involucré. Acabé haciendo algunos viajes y escribí un libro sobre la India para intentar motivar a la gente a compartir recursos para patrocinar a pastores e iglesias de aquel lugar. Hay un gran movimiento de crecimiento de iglesias que es muy emocionante.
Pero creo que para Melissa y para mí, el paso de fe involucrado es que eso está muy fuera de nuestro procedimiento operativo normal. Con una familia joven, niños pequeños en casa, ¿cómo podemos hacer tiempo para la India?
En mi caso, he podido estar en primera fila. A mí me tocó tomar las fotos, viajar en avión y conocer a todos los pastores allá en el terreno. Melissa ha tenido que quedarse en casa y soportar las tormentas de nuestra familia mientras yo estaba fuera.
Sé que mucha gente viaja, así que no es nada raro que la gente corra ese riesgo y dé la vuelta al mundo. Yo diría que incluso en ese caso, para nosotros fue un paso de fe iniciar ese viaje. Pudimos conectar con otras personas que tenían ese corazón, tanto en la India como aquí, y que forman parte de esa misión.
Como resultado, hemos podido tener un impacto en lugares cuyo nombre ni siquiera puedo pronunciar. Es una manera apasionada de vivir. En realidad, nuestro primer proyecto en la India fue cuando estábamos conociendo aquel país y oímos hablar de un programa para adoptar un pueblo.
Había una iglesia y un pastor que acababan de empezar a trabajar en una aldea. Algunas de estas aldeas son muy pobres y necesitan agua potable y educación. Este ministerio había asumido un compromiso financiero bastante grande para hacer todo el trabajo. El compromiso estaba fuera de nuestro alcance.
Mientras lo analizábamos y orábamos al respecto, pensamos: «Realmente queremos participar en esto». Entonces se nos ocurrió una idea obvia: ¿Por qué no preguntamos a nuestros amigos si quieren unirse a nosotros? Reclutamos a unos cuantos amigos, pusimos nuestros recursos en común y nos comprometimos a apoyar esta labor durante cinco años.
Pudimos adoptar una aldea al otro lado del mundo. Y al final acabé visitando al pastor. Fue muy, muy bonito ver cómo Dios lo utilizaba.
Melissa: En realidad, fue un paso de fe para mí, porque entonces no había videollamada ni una forma de comunicarte con tus seres queridos al otro lado del mundo. Dan iba a estar fuera durante diez días, y yo no iba a poder hablar con él. No íbamos a poder comunicarnos.
Yo solo pensaba: «¡Va a volar alrededor del mundo! ¿Y si le pasa algo y tengo que criar sola a seis hijos?», o «¿Y si…?». Me pasaban muchas cosas por la cabeza. Cosas como: Ese no es un país totalmente abierto al evangelio en todas partes.Hay gente que es perseguida por su fe. ¿Y si eso le pasa a Dan? ¡Oh no, Dios! Me estás pidiendo que haga esto; que deje ir a mi esposo y que haga esto.
Cuando Dan regresó (de hecho llegó a ese pueblo), tomaron la foto de todos nuestros amigos y de nosotros y la colgaron en la pared de esa pequeña iglesia. Oraron por nosotros por nombre, y ahora tenemos una conexión con esta aldea: las personas allí conocen a Jesús porque nosotros dijimos «sí» y preguntamos a nuestros amigos y ellos dijeron «¡sí!».
Es algo maravilloso poder recordar cuando el pastor y su familia oraron por nuestros hijos y nosotros por los suyos. Ahí está la conexión que Dios puso en nuestros corazones. Es algo increíble cuando te unes a otras personas para llevar a cabo una misión para Cristo.
Nancy: ¡Y me encanta eso, Melissa! Me encanta cómo Dios ha usado a Dan y sus vidas juntos para ilustrar este mensaje de fe que hemos estado escuchando toda esta semana. Una vez más, quiero animar a nuestras oyentes a preguntarle al Señor: «¿Hay una nueva frontera de la fe en la que Tú quieres que yo entre? ¿Cómo se vería eso, y cómo puedo unirme a otros creyentes de corazón y mente similares para que esto sea posible?».
Quiero animarte a que te unas a nosotros mañana, ya que un miembro de nuestro equipo en Aviva Nuestros Corazones y yo tendremos una conversación informal sobre algunos de los hitos de la fe en la historia de Aviva Nuestros Corazones y de Revive Our Hearts; algunas de las cosas que Dios ha hecho, los retos y los momentos en los que queríamos tirar la toalla, pero cómo hemos visto a Dios proveer, cómo le hemos visto darnos la solución, y cómo Él ha utilizado asociaciones y relaciones para ayudar a hacer posible este ministerio en todo el mundo.
Asegúrate de escuchar esa conversación mañana, que no será más que otra ilustración de este mensaje que hemos estado escuchando toda esta semana en esta serie titulada «Las fronteras de la fe».
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado hablando con Dan y Melissa Jarvis sobre la forma en que puedes ayudar a otras personas a vivir el llamado de Dios en sus vidas. Tú podrías ser un recurso invaluable para personas que necesitan el cuerpo de Cristo a su alrededor.
Toda la semana hemos escuchado a Dan Jarvis en una serie titulada «Las fronteras de la fe». Él ha abordado uno de los retos que pueden tentarnos y frenarnos. Y ese reto es la falta de recursos. Y Nancy, sé que puedes identificarte con eso.
Nancy: Así es, la falta de recursos realmente puede ser un reto. Creo que todos en algún momento, incluyendo nuestro ministerio, hemos pasado por esto.
Pero estoy tan agradecida de que, en el cuerpo de Cristo, ¡tenemos relaciones! Mientras Dan y Melissa hablaron hoy de la importancia de las relaciones en nuestro camino de la fe, en nuestro caminar de la fe, estoy muy agradecida por oyentes como tú, que tienen un corazón para este mensaje y este ministerio y quieren verlo continuar por muchos años más.
Por favor considera ser colaboradora mensual de Aviva Nuestros Corazones. Encontrarás más información al respecto en nuestra página web AvivaNuestrosCorazones.com, y allí, arriba a la derecha, podrás ver sobre el menú «Donar» y la opción «colaboradores».
Muchas gracias por ser una amiga de este ministerio. ¡Esa relación significa para mí, y para el equipo de Aviva Nuestros Corazones, más de lo que podrías imaginar!
Débora: Nuestro invitado de mañana ha visto a Dios obrar a través de muchos altibajos, y él te animará si no sabes cómo el Señor proveerá lo siguiente. Te esperamos aquí, en Aviva Nuestros Corazones
Ayudándote a avanzar hacia las nuevas fronteras de la fe, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la series de podcast.
Únete a la conversación