
¿Por qué esperar? El ministerio de los 40 días
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth describe las apariciones que hizo Jesús después de su resurrección.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Es interesante que no fueron apariciones grandes ni llamativas. Jesús, en ese momento, no estaba tratando de aparecer en los titulares de las noticias. La mayoría de estas apariciones fueron encuentros pequeños, personales e íntimos con individuos o grupos pequeños.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Quebrantamiento: El corazón avivado por Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 22 de abril de 2025.
Nancy: He tenido que viajar mucho a lo largo de los años de ministerio. Pero soy bastante hogareña. Me gusta quedarme en casa. Muchas veces he dicho que esto de viajar no lo haría por nadie más que por Jesús. Pero he viajado mucho por su causa y Él bendice eso.
Pero cuando estoy …
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth describe las apariciones que hizo Jesús después de su resurrección.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Es interesante que no fueron apariciones grandes ni llamativas. Jesús, en ese momento, no estaba tratando de aparecer en los titulares de las noticias. La mayoría de estas apariciones fueron encuentros pequeños, personales e íntimos con individuos o grupos pequeños.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Quebrantamiento: El corazón avivado por Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 22 de abril de 2025.
Nancy: He tenido que viajar mucho a lo largo de los años de ministerio. Pero soy bastante hogareña. Me gusta quedarme en casa. Muchas veces he dicho que esto de viajar no lo haría por nadie más que por Jesús. Pero he viajado mucho por su causa y Él bendice eso.
Pero cuando estoy de viaje, fuera de la ciudad, no puedo esperar a llegar a casa. Ocasionalmente, a lo largo de los años, he tenido casos en los que me retrasan y me piden que haga una parada más o que cumpla con una responsabilidad más. Déjame decirte que es difícil, porque ya quiero llegar a casa.
Me encanta servir. Amo lo que el Señor me ha llamado a hacer. Pero me encanta dormir en mi propia cama. Quiero llegar a casa. Pensé en eso cuando llegué a este episodio de nuestra serie «Incomparable», y en cómo después de la resurrección, ¡cuán deseoso debe haber estado Jesús por regresar al cielo y ver a Su Padre!
Después de todo lo que había soportado, después de todo lo que había pasado, desde el momento en que vino a esta tierra como un bebé pequeño, sus años de crecimiento, su vida adulta, su ministerio, su juicio, crucifixión, después de todo ese largo tiempo de separación física de Su Padre, cuánto debe haber anhelado regresar a casa.
Pero las Escrituras nos dicen que Él permaneció aquí en esta tierra cuarenta días más después de la resurrección: cinco semanas y cinco días. Puede que no parezca mucho tiempo, pero cuando viajas y estás listo para llegar a casa, puede parecer mucho tiempo.
Creo que este ministerio de Cristo durante los cuarenta días entre la resurrección y su ascensión al cielo muestra el corazón tierno y compasivo de Cristo. Y el hecho de que pasara cuarenta días más en este mundo miserable, ¡imagínate!, ¿quién quiere quedarse aquí cuando podría estar en el cielo?
Pero Él se preocupaba más por Sus discípulos que por Él mismo. Él se preocupaba más por nosotros que por sí mismo. Él estaba más comprometido con la agenda y el plan de Su Padre que con Su propia comodidad y Su propia agenda. De hecho, Su agenda era la agenda de Su Padre. Él siempre decía: «Vine a hacer la voluntad de mi Padre». Debido a que este período de cuarenta días era parte de la voluntad de Su Padre, Él lo abrazó y lo cumplió.
Ahora, esta transición entre la resurrección y Su ascensión dijimos que fue de cuarenta días. Eso me parece interesante. Un escritor dijo que «el espacio de cuarenta días es siempre en las Escrituras un período de espera solemne seguido de asuntos de interés trascendental». Él señaló varios casos; estoy seguro de que algunos de ellos te vienen a la mente al pensar en cuarenta días, donde hubo una espera seguido de un asunto importante. Piensa en:
- Los cuarenta días y noches de lluvia durante el diluvio. Y luego la espera que eso terminara y que los que estaban en el arca pudieran regresar a tierra firme.
- Moisés estuvo en el monte durante cuarenta días recibiendo la ley antes de bajar y dársela al pueblo.
- Los cuarenta días ofrecidos a los ninivitas para arrepentirse en los días de Jonás.
- También los cuarenta días que Jesús ayunó en el desierto y fue tentado por el diablo. Ese fue el comienzo de Su ministerio terrenal. Durante esos cuarenta días, Jesús se estuvo preparando para comenzar Su ministerio en la plenitud y el poder del Espíritu Santo.
Ahora vemos a Jesús al final de Su ministerio terrenal, preparando a Sus discípulos para llevar a cabo Su obra en la tierra, en el poder del Espíritu Santo. Entonces vemos Su vida y Su ministerio, que está entre dos períodos de cuarenta días cada uno.
Ahora tenemos que hacernos la pregunta: ¿por qué permaneció en la tierra durante esas semanas después de la resurrección? La respuesta obvia es que Su Padre así lo deseaba. Pero, ¿por qué Dios simplemente no permitió que Jesús resucitara y regresara directo al cielo, desde la tumba hasta la diestra del trono de Dios? ¿Cuál era el propósito de aquellos días? ¿Qué hizo Él?
Es interesante investigar esto. Hay mucha especulación por ahí. Hay muchos relatos ocultistas y apócrifos. Creo que esto se debe a que las Escrituras no nos dicen mucho. La gente ha usado su imaginación y ha dicho: «Esto es lo que Él hizo». La mayor parte es total especulación. Es por eso que necesitamos ir a las Escrituras y ver qué nos dicen acerca de ese ministerio de cuarenta días, y cuáles son las implicaciones para nuestras vidas.
Permíteme pedirte, que si tienes tu Biblia, busques el libro de los Hechos, el capítulo 1. En el párrafo inicial del libro de los Hechos, tenemos el más breve de los resúmenes, solo tres versículos que resumen este ministerio de cuarenta días.
Bueno, mientras lo leemos en un momento, veremos que estos cuarenta días no fueron un accidente. No fue solo un paréntesis.
Era una parte intencional del plan de Dios. Ten en cuenta que los discípulos acababan de perder a su más querido amigo y Señor; eso pensaban ellos. Él había muerto. Ellos estaban confundidos. Estaban lamentando su pérdida. Pensaron que Él era el Rey, el que iba a traer el reino de Dios. Y ahora su Rey estaba muerto.
Y entonces ahora reciben la noticia de la resurrección. ¿Pero cómo iban a creer esto? ¿Cómo iban a saber que era realmente cierto? Dos mujeres presentaron el primer informe, y en aquellos días las mujeres no podían ser utilizadas como testigos en un tribunal de justicia porque el testimonio de las mujeres no se consideraba digno de confianza ni verdadero.
De modo que ellos están recibiendo estas noticias, pero todos están emocionados y confundidos. Bueno, Jesús usó este breve período de cuarenta días para animar a sus discípulos. Lo hizo principalmente de dos maneras que se ven aquí en Hechos 1. Primero, ministró a sus dudas brindándoles pruebas, pruebas sólidas, como una roca, de Su resurrección, de que Él realmente estaba vivo. Y número 2, durante estos cuarenta días los preparó para el futuro. Les dio esperanza, una visión y órdenes de marcha para después de Su partida.
Usó este tiempo para brindarles pruebas de Su resurrección y prepararlos para su futuro.
Déjame leer ahora este párrafo en Hechos 1 y luego vamos a desmenuzarlo. Versículo 1:
«En el primer relato [refiriéndose al Evangelio de Lucas, porque tanto Lucas como el libro de los Hechos, fueron escritos por el Dr. Lucas], estimado Teófilo, escribí acerca de todo lo que Jesús comenzó a hacer y enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba en el cielo, después de que por el Espíritu Santo Él había dado instrucciones a los apóstoles que había escogido. A estos también, después de Su padecimiento, se presentó vivo con muchas pruebas convincentes, apareciéndoles durante cuarenta días y hablándoles de lo relacionado con el reino de Dios» (Hechos 1:1-3).
Analicemos esto un poco.
Él proporcionó pruebas o evidencias de Su resurrección durante estos cuarenta días. La Escritura dice «muchas pruebas». Él se presentó a ellos, apareciéndoseles durante cuarenta días. Esa palabra «pruebas» es una palabra fuerte en el idioma original. Significa «prueba positiva», o, «una señal segura». Algunas de sus traducciones dicen «muchas pruebas convincentes» o «muchas pruebas infalibles».
Usó esas semanas para edificar la fe de sus discípulos. Él los iba a dejar. Todo el futuro de Su misión iba a depender de que ellos tuvieran confianza en que Él estaba vivo, que había vencido la tumba. Y no solo tenían que tener confianza, sino que iban a tener que convencer a otros de que este supuesto criminal crucificado era en realidad el Hijo de Dios que había resucitado de entre los muertos.
Esta no iba a ser una tarea fácil. Así que, primero tenían que estar seguros ellos mismos. Así que durante esos días, Jesús les presentó pruebas que no podían refutar.
Lo hizo apareciéndose ante ellos, dice este pasaje. Qué mayor prueba de la resurrección que ver en vivo y en persona al que creías muerto. Él les dio pruebas físicas. Ellos vieron Su cuerpo físico. Era Su cuerpo glorificado. No es lo mismo, pero sí es reconocible. Podían ver las cicatrices de los clavos en las manos y en los pies. Lo vieron, lo tocaron, comieron con Él, hablaron con Él. Él les dio evidencias físicas de su resurrección.
Lo hizo mediante múltiples apariciones, apariciones posteriores a la resurrección, a múltiples personas, en múltiples circunstancias. Tienes que juntar los cuatro evangelios para obtener la lista completa de apariciones, y no es fácil armonizarlas, porque cada uno de ellos habla de algunas de las apariciones, pero no de todas. Cuando lo pones todo junto, al parecer hay unas diez u once de estas apariciones posteriores a la resurrección en las Escrituras.
Estas apariciones fueron impresionantes, porque ellos pensaban que Él estaba muerto, pero es interesante que no fueron apariciones grandes ni llamativas. Jesús, en ese momento, no estaba tratando de aparecer en los titulares de las noticias. La mayoría de estas apariciones fueron encuentros pequeños, personales e íntimos con individuos o grupos pequeños. Por cierto, la mayoría, si no todos, eran creyentes en Cristo. Vamos a recordar algunas de las apariciones:
- La primera aparición registrada después de la resurrección fue a María Magdalena en la tumba, quien estaba angustiada y llorando afuera de la tumba. Como ocurre con muchas de las apariciones, se ve allí un tierno intercambio y un aliento personal que Jesús le dio a esta mujer que lo amaba tan profundamente y había sido tan profundamente impactada por Su vida y ministerio, pero que estaba afligida por haberlo perdido. Él viene y le ministra con mucha ternura en su dolor (ver Marcos 16:9-10, Juan 20:11).
- Luego tenemos la aparición a María Magdalena y a la otra María que regresaban de la tumba vacía el Día de la Resurrección (ver Mateo 28:9-10).
- Luego a los dos discípulos camino a Emaús (ver Lucas 24:13; Marcos 16:12).
- Luego el sorprendente encuentro con Pedro en Jerusalén, que fue parte del proceso restaurador en la vida de Pedro (ver Lucas 24:34).
- Otra aparición fue a los discípulos que estaban encerrados en Jerusalén. ¿Recuerdas En aquella ocasión uno de los discípulos, Tomás, estaba ausente?, y cuando se enteró de esto le costó mucho creer (ver Juan 20:19–23).
- La siguiente vez que Jesús se apareció fue a los once apóstoles en una casa. Lo hizo por amor a Tomás, para asegurarse de que Tomás tuviera la misma evidencia, la prueba de Su resurrección (ver Juan 20:26).
- Entonces recuerdas que se le apareció a siete apóstoles que estaban pescando en el mar de Galilea (ver Juan 21:1).
- 1.ª Corintios 15 dice que luego se apareció a Su hermano Santiago, quien antes no había creído, pero se convirtió en un creyente firme: en uno de los líderes de la iglesia y autor de la Epístola de Santiago en el Nuevo Testamento (ver 1.ª Cor. 15:7).
- Luego nos dice que más de 500 personas lo vieron a la vez. Su encuentro con ese grupo fue el evento más grande que conocemos. Pero la mayoría de estos encuentros fueron mucho más personales e íntimos (ver 1 Cor. 15:6).
En estos encuentros vemos que Jesús trató con mucha ternura, y directamente, las dudas y temores de Sus seguidores. Por ejemplo, Lucas 24 dice:
«Mientras ellos relataban estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: “Paz a ustedes”. Pero ellos, aterrorizados y asustados, pensaron que veían un espíritu, y Él les dijo: “¿Por qué están turbados, y por qué surgen dudas en sus corazones? Miren Mis manos y Mis pies, que Yo mismo soy; tóquenme y vean, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como ustedes ven que Yo tengo”.
Cuando dijo esto, les mostró las manos y los pies. Como ellos todavía no lo creían a causa de la alegría y porque estaban asombrados, les dijo: “¿Tienen aquí algo de comer?”. Ellos le presentaron parte de un pescado asado, y Él lo tomó en las manos y comió delante de ellos». (vv. 36-43)
¡Más evidencias! Prueba de evidencia positiva de que Jesús realmente estaba vivo.
La evidencia fue persuasiva. Fue convincente. Era indiscutible. Tanto es así que aquellos apóstoles nunca más dudaron, desde el momento en que Jesús ascendió al cielo. Cuando lees el libro de los Hechos, ves esta predicación poderosa, convincente y persuasiva de la resurrección de Cristo. Nunca lo dudaron. Lo predicaron con convicción porque Jesús permaneció el tiempo suficiente para darles prueba de Su resurrección.
Es interesante que «después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas»(Hch. 1:3). El hecho de que Él se mostrara a ellos después de Su sufrimiento fue un recordatorio y la garantía a sus discípulos de que el sufrimiento y la muerte no son el final. Verás, ellos también iban a sufrir. Jesús los había llamado a «tomar su cruz y seguirlo» (ver Mateo 10:38). Pero también participarían, después de sus sufrimientos, de Su resurrección.
Por lo tanto, podían proclamar a Cristo con valentía y sin temor, incluso cuando se volvió ilegal hacerlo bajo el opresivo gobierno romano. Porque lo peor que les podía pasar, lo sabían, es que los mataran. ¡Pero aquí estaba Jesús delante de ellos como evidencia de que hay vida después de la muerte! La muerte no es el fin.
Estoy muy agradecida de que Jesús les haya dado esta prueba, esta evidencia de Su resurrección, no solo para Sus discípulos, sino como evidencia para futuras generaciones de escépticos; los relatos de testigos presenciales del Cristo resucitado son una de las mayores pruebas de la resurrección. Tenemos esos relatos de testigos presenciales.
Entonces, al hacerlo personal en nuestros corazones, ¡simplemente recordamos que Jesús está vivo! Estamos llamadas a apartar las dudas y los miedos. Él se mostró durante este período de cuarenta días. Nuestra parte es creer en la evidencia y recibir Su paz. Él dio pruebas de Su resurrección y luego:
Él preparó a Sus discípulos para el ministerio después de Su partida. ¿Cómo preparó Jesús a Sus discípulos para lo que les esperaba? Permíteme sugerir tres cosas que me llaman la atención en estos relatos posteriores a la resurrección.
Él les dio instrucción. Hablaba del reino de Dios. Posiblemente eran cosas que Él había dicho antes, pero que ellos no habían comprendido ni captado. Verás, a medida que avanzas en el libro de los Hechos, todavía estaban buscando un reino político terrenal que expulsaría a los romanos.
Pero Jesús les habló sobre el reino de Dios, Su reinado y gobierno en los corazones de Su pueblo que transformaría vidas y hogares e impactaría este mundo con Su reino. Estaba tratando de instruirlos en el verdadero significado del reino de Dios.
Mientras lo hacía, les enseñaba a partir de las Escrituras. ¿Recuerdan a los dos hombres en el camino a Emaús que al principio no reconocieron a Jesús el día de Su resurrección? Dice: «Comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les explicó lo referente a Él en todas las Escrituras» (Lc. 24:27). Los llevó a la Palabra de Dios para instruirlos y prepararlos para proclamar el evangelio después de Su partida.
Nuevamente lo ves en Lucas 24 cuando se apareció a los discípulos:
«Después Jesús les dijo: “Esto es lo que Yo les decía cuando todavía estaba con ustedes: que era necesario que se cumpliera todo lo que sobre Mí está escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos. Entonces les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: “Así está escrito, que el Cristo padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día”» (Lucas 24:44-46).
Aquí están, viéndolo con sus propios ojos, pero Él les está diciendo que lo más seguro que tienen, la evidencia más convincente, es lo que está escrito en las Escrituras. Estoy tan contenta de que nosotras mismas tengamos esa Palabra y de que Él nos haya dado Su Espíritu Santo para iluminar nuestro entendimiento y enseñarnos cómo debemos hacer el ministerio, cómo debemos participar en la instauración de Su reino en esta tierra. De modo que la instrucción es parte de Su preparación para el ministerio futuro.
Les dio también una misión: en estos cuarenta días Él les confirmó lo que debían hacer después de que Él se fuera. Él les dijo:«Como el Padre me ha enviado, así también Yo los envío» (Jn. 20:21). Él los estaba enviando de la misma manera que el Padre le había enviado a Él. Entonces, ¿cómo los estaba enviando?
- A vivir vidas humildes, santas y obedientes como Él lo había hecho.
- A proclamar el reino de Dios como Él lo había hecho
- A llamar a las personas a arrepentirse y creer en el evangelio como Él lo había hecho.
- A vivir en dependencia consciente de su Padre celestial y del Espíritu Santo como lo había hecho Jesús.
- A vivir una vida de oración, sacrificio y servicio como Jesús lo había hecho.
No debían simplemente sentarse y hablar de los viejos tiempos tan buenos, y disfrutar de las bendiciones de su relación con el Señor cuando Él estuvo aquí en la tierra. Porque entonces, ¿por qué no simplemente llevarlos al cielo con Él? Él los estaba dejando en la tierra con un propósito. Y les explicó esa misión. Mateo 28:
«Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado (Mt. 28:19-20).
Él dejó clara la misión. Él les dijo en Lucas 24:
«Y que en Su nombre se predicará el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Ustedes son testigos de estas cosas» (vv. 47-48).
Esa era su misión, ser testigos. Debían salir de sus zonas de comodidad. Había un duro trabajo que hacer y un mensaje que proclamar.
Bueno, Jesús nos ha dejado una misión, un mandato, un mensaje. Él regresará algún día, y en ese momento nos hará responsables de qué tan bien hemos llevado a cabo nuestra misión en Su ausencia. Como dijo Jesús en Lucas 12:«Dichoso aquel siervo a quien, cuando su señor venga, lo encuentre haciendo así» (v. 43). ¿Seremos encontradas fieles cumpliendo la misión que Él nos ha encomendado?
Jesús nos hará responsables de lo bien que hayamos llevado a cabo nuestra misión.
Durante ese período de cuarenta días, Jesús instruyó a sus discípulos sobre el reino de Dios, les encargó su misión y les hizo saber qué hacer. Luego hizo provisión para ellos mientras se dirigían a ese ministerio.
¿Cómo iban a cumplir esta misión de proclamar Su Reino? Ellos debían estar preguntándoselo: «¿Cómo vamos a hacer esto sin ti, Jesús? Eso parece imposible». El gobierno romano era tan grande y tan poderoso y tan opuesto a Cristo. Bueno, en las últimas horas antes de Su crucifixión, Jesús había prometido a los discípulos que cuando ascendiera al cielo le pediría al Padre que enviara el Espíritu Santo. Ahora, durante este período de cuarenta días, les recordó esa promesa y la provisión que les enviaría.
Leíste sobre esto en el último capítulo del Evangelio de Lucas y en el primer capítulo del libro de los Hechos. Ambos libros fueron escritos por el Dr. Lucas. Lucas 24 dice:
«Así está escrito, que el Cristo padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día; y que en Su nombre se predicará el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Ustedes son testigos de estas cosas. Por tanto, Yo enviaré sobre ustedes la promesa de Mi Padre; pero ustedes permanezcan en la ciudad hasta que sean investidos con poder de lo alto» (vv. 46-49).
¿Cuál era ese poder? El poder del Espíritu Santo. Ves lo mismo en Hechos 1:
«… les mandó que no salieran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre: “La cual”, les dijo, “oyeron de Mí”; porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días … Pero recibirán poder, cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, y Samaria, y hasta los confines de la tierra» (vv. 4-5, 8).
La venida del Espíritu Santo, la provisión prometida del Espíritu, significaba que Jesús siempre estaría con ellos mediante el Espíritu Santo que moraba en ellos. ¿No es eso lo que dijo al final de Mateo 28?: «Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo» (v. 20). Así se estaba preparando para partir. Pero Él dice: «Siempre estaré contigo». Eso fue debido a la provisión prometida del Espíritu Santo. No los estaba enviando a hacer eso por su cuenta. Él no nos envía a servirle por nuestra cuenta.
¿No estás consciente, al igual que yo, cuando el Señor me pide que le sirva de diferentes maneras, de lo débil e inadecuada que soy y de lo mucho que necesito la provisión y el poder de su Espíritu Santo, y el estímulo de que Dios tiene los recursos para cumplir Su misión y Su mandato en mi vida, en nuestras vidas, en el Espíritu Santo y la presencia de Cristo?
A lo largo de estos cuarenta días, recordó a sus discípulos que la ventana de oportunidad no iba a ser eterna, que había un tiempo limitado en el cual le servirían y extenderían Su reino de esta manera. Él les dijo: hagan esto «hasta que yo venga» (Jn. 21:22); «hasta el fin [consumación] de los tiempos» (Mt. 28:20). Les hizo saber que había un período de tiempo definido en el que tendrían que cumplir su llamamiento.
El desafío para aquellos discípulos, y para nosotras hoy, es vivir para lo que importa. No lo que nos importa, sino lo que importa a Cristo. No nuestro programa, metas, agenda, sino Su programa, Su agenda, Sus metas, redimiendo el tiempo, porque como dijo Jesús, llega la noche en que nadie podrá trabajar.
Y esos cuarenta días, qué agradecidas podemos estar de que Jesús se tomó esos días para proporcionar prueba de Su resurrección y para preparar a Sus discípulos para lo que les esperaba, dándoles instrucción, un sentido de misión y comisión, lo que debían hacer, y luego Su divina provisión para cumplir ese llamado.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado dando respuesta a una pregunta importante: «¿Por qué Jesús permaneció en esta tierra cuarenta días después de resucitar de entre los muertos?» ¡Qué cosa tan importante a considerar! Al igual que el resto de toda esta serie, «Incomparable», ha sido muy rica.
Tal vez Nancy haya estado haciendo preguntas que tú nunca antes habías considerado, y las respuestas te están llevando mucho más profundamente a considerar quién es Cristo.
No olvides que si te perdiste algún episodio de la serie, puedes escucharlos todos en AvivaNuestrosCorazones.com o en la aplicación Aviva Nuestros Corazones. Espero que esta enseñanza te haya ayudado a ver la maravillosa obra de Jesús de una manera completamente nueva.
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Bueno, cuarenta días después de haber resucitado de entre los muertos, Jesús ascendió al cielo. La mayoría de las iglesias no le dan mucha importancia a este evento. ¿Realmente importa? Mañana Nancy abordará este asunto. Por favor regresa con nosotras aquí, a Aviva Nuestros Corazones.
Llamando a las mujeres a libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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