
Recita y medita
Débora: Nancy Epperson ha memorizado cientos de versículos de la Escritura a lo largo de los años, por su experiencia, ella dice que hacerlo no requiere un talento especial.
Nancy Epperson: Lo que se necesita es tenacidad. No hace falta inteligencia. De verdad que no. Se necesita tenacidad y determinación.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth autora de «El lugar apacible», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 30 de enero de 2025.
¿Qué te impide memorizar las Escrituras? Seguramente has pensado que no tienes tiempo para hacerlo, o que simplemente no tienes la habilidad para memorizar. Nancy Epperson está hoy con nosotras para ayudarnos a combatir esas mentiras y darnos maneras prácticas para que una madre ocupada o un niño pequeño memoricen la Palabra de Dios.
Nancy compartió ayer su proceso de memorización del libro de Santiago. Sí, ¡todo el libro! Ella compartió …
Débora: Nancy Epperson ha memorizado cientos de versículos de la Escritura a lo largo de los años, por su experiencia, ella dice que hacerlo no requiere un talento especial.
Nancy Epperson: Lo que se necesita es tenacidad. No hace falta inteligencia. De verdad que no. Se necesita tenacidad y determinación.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth autora de «El lugar apacible», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 30 de enero de 2025.
¿Qué te impide memorizar las Escrituras? Seguramente has pensado que no tienes tiempo para hacerlo, o que simplemente no tienes la habilidad para memorizar. Nancy Epperson está hoy con nosotras para ayudarnos a combatir esas mentiras y darnos maneras prácticas para que una madre ocupada o un niño pequeño memoricen la Palabra de Dios.
Nancy compartió ayer su proceso de memorización del libro de Santiago. Sí, ¡todo el libro! Ella compartió el poderoso impacto de la memorización diaria de las Escrituras. Hoy retomaremos esa conversación con Nancy DeMoss Wolgemuth. Escuchemos.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Entonces, mientras memorizabas el libro de Santiago, ¿también repasabas y meditabas otros pasajes que habías memorizado antes?
Nancy Epperson: ¡Sí! Sí, sí. Constantemente.
Nancy: ¿Cuánto tiempo durante el día crees que pasas memorizando o meditando las Escrituras? Seguramente varía de un día a otro.
Nancy Epperson: Sí, varía, y es difícil decirlo, pero siempre aparto un tiempo. También por la noche medito en las Escrituras, siempre estoy memorizando algo.
Nancy: ¿Te resulta más fácil memorizar por la mañana o por la noche?
Nancy Epperson: Te diré lo que me encanta hacer. Me encanta nadar, y me llevo mi Biblia a la piscina. Dos horas diarias.
Nancy: ¿Y tienes una versión plastificada?
Nancy Epperson: No. Nunca he conseguido una, lo que hago es que no meto mi Biblia. Solo camino dentro de la piscina, y lo que hago es recitar y flotar.
Nancy: ¡Eso es estupendo!
Nancy Epperson: Mis hijos crecieron en la piscina recitando y flotando conmigo, y pueden citar cientos de versículos, incluso libros de la Biblia.
Nancy: Así que, ¿ellos hacían esto contigo?
Nancy Epperson: Sí. Mucha de la Escritura que conocen ni siquiera la habían leído en la Biblia. La escuchaban una y otra vez, y la repetían una y otra vez.
Nancy: Así que esto no era solo para ti.
Nancy Epperson: Oh, no.
Nancy: Esto es discipular también.
Nancy Epperson: Sí, y también porque no tenía mucho tiempo. Quería repasar toda mi memorización y meditar en ello, y quería estar con mis hijos. Así que lo combinábamos.
Nancy: Esto es bueno porque estoy pensando en algunas de nuestras oyentes, oyentes de Aviva Nuestros Corazones, que son madres ocupadas, con niños pequeños. Y quizás pueden pensar: «No hay manera de que tenga tiempo para memorizar las Escrituras». Pero tú dices que encontraste la manera porque era muy importante.
Nancy Epperson: Sí, y te voy a contar una de mis historias favoritas. Cuando nació mi cuarto bebé, el mayor tenía cuatro años.
Nancy: Entonces tenías cuatro hijos, y el mayor tenía cuatro años.
Nancy Epperson: Sí, y estaba muy ocupada.
Nancy: Eso suena como mi madre.
Nancy Epperson: Fue realmente descabellado.
Nancy: ¿Memorizabas durante esa temporada?
Nancy Epperson: Oh sí. Eso fue lo que me ayudó a salir adelante.
Nancy: Así que desde que tenías catorce años, ¿ahí empezaste a memorizar las Escrituras?
Nancy Epperson: Sí, nunca he parado desde entonces. Un día estaba en la cocina; mi hijo Stuart tenía unos dieciocho meses. Nunca lo olvidaré porque todos los días repetía:
«Este es el día que el Señor ha hecho; regocijémonos y alegrémonos en él» (Salmo 118:24).
Yo creo que repetía ese versículo probablemente veinticinco veces al día con gran convicción. «Este es el día que el Señor ha hecho, [me] regocijaré y alegraré en él».
Nancy: Necesitabas ese versículo.
Nancy Epperson: Lo necesitaba. Lo repetía una y otra vez, y era increíble cómo me ayudaba a llegar al punto de regocijarme en mi día.
Bueno, cuando Stuart tenía dieciocho meses, estaba en la cocina; era un día muy sombrío, lluvioso, y pensé: «Vaya, necesito recitar mi versículo». Así que empecé. Dije: «Este es el día…», y nunca lo olvidaré, escuché a este niñito de dieciocho meses decir: «que el Señor ha hecho, me regocijaré y alegraré en él».
Me quedé atónita. Miré hacia abajo a esa cabecita brillante, y me dije: «¿Cómo lo sabe? Nunca se lo enseñé. Un momento, ¿lo hice?». Entonces caí en cuenta. Cada día, esos niños escuchaban ese versículo, ¿y sabes qué? Todos lo podían recitar de memoria. Entonces descubrí que todos mis hijos podían recitar muchos versículos de memoria.
Déjame contarte lo que yo hacía. Cuando era una madre joven, escribía versículos en la mesa de la cocina con un marcador.
Nancy: ¿En la encimera de la cocina?
Nancy Epperson: Sí, en la superficie de la mesa (o encimera), solo lo escribía y lo leía por encima cuando estábamos ahí. Lo repasaba una y otra vez. Así es como lo memorizaba y así es como ellos lo aprendían. Repasábamos una y otra vez el versículo. Luego, al finalizar la semana, comenzaba a desvanecerse, y por lo general, se desvanecía…
Nancy: Esto es como dice en Deuteronomio: escríbelo en todas partes.
Nancy Epperson: Exactamente. Creo firmemente en Deuteronomio 6. Llena tu casa con la Palabra de Dios.
Así que al final de la semana se lo aprendían y luego escribíamos uno nuevo. Luego limpiaba lo que quedaba del otro versículo, y escribía uno nuevo. Lo escribía en la barra (o encimera), incluso en los espejos, y descubrí que los niños captaban todas estas Escrituras.
También buscaba cómo aplicarlo. Por ejemplo, si estábamos en el carro y era un día glorioso, recitábamos el Salmo 19:
«Los cielos proclaman la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de Sus manos. Un día transmite el mensaje al otro día, y una noche a la otra noche revela sabiduría. No hay mensaje, no hay palabras; no se oye su voz» (vv. 1-3).
Les recitaba todo el capítulo.
Nunca olvidaré cuando mi sobrino pequeño vino a vivir con nosotros a los trece años. Íbamos de camino a encontrarnos con mi esposo y mis hijos en un parque donde había que cruzar un campo como de un kilómetro y medio. Era el final del día y había una puesta de sol increíble.
Mi esposo y mi hijo estaban en el otro extremo del parque, y nosotros nos estábamos acercando. Vi esta puesta de sol, y mi sobrinito de trece años estaba conmigo. Le dije: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento muestra la obra de Sus manos».
Bueno, le cité todo ese capítulo a mi sobrino mientras veíamos esta hermosa puesta de sol. Entonces mi hijo Stuart se acercó más y más, y cuando casi había llegado hasta nosotros, estalló con el Salmo 19. ¡Nunca lo olvidaré! ¡Nunca lo olvidaré! Mi sobrinito puso la expresión de asombro en su cara, como diciendo: «¿Cómo lo sabe?».
Nancy: Estaba en su corazón, también.
Nancy Epperson: Me reí porque él sabía lo que su madre estaba recitando al ver esa puesta de sol.
Nancy: ¿No es asombroso? Tus hijos realmente fueron criados en un ambiente de la Palabra.
Nancy Epperson: Absolutamente, cada día de sus vidas, ¿y sabes qué? Cada uno de ellos ama al Señor, viven para el Señor y enseñan a sus hijos la Palabra de Dios.
Ahora volvamos al método que utilizo.
- Encuentras a tu compañera.
- Eliges un pasaje.
- Te pones de acuerdo en el número de versos.
- Te pones de acuerdo en la versión.
- Acuerdan cuándo se van a encontrar.
- Luego se reúnen y recitan mutuamente.
Ahora, la clave es repasar los versículos durante la semana, una y otra y otra vez. Yo diría que quince, veinte veces al día, una y otra vez, cuidadosamente, cada día. La repetición es lo que hace que funcione, y les garantizo que no hay ser humano que no pueda memorizar las Escrituras.
Nancy: Ahora, no nos adelantemos en esto porque creo que hay mucha gente que dirá: «No puedo memorizar las Escrituras».
Nancy Epperson: Puede que digan eso, pero ¿puedo decirte algo?, eso no es verdad. Es cierto que la gente lo dice, pero realmente es una mentira que a Satanás le encanta que pensemos. Lo cierto es que todo el mundo puede.
Nancy: Tus hijos saben muchos versículos de memoria.
Nancy Epperson: Exactamente. La mayoría de la gente puede cantar «Sublime Gracia», o cuando llega la Navidad, podemos cantar villancicos. Y lo sabemos de memoria por la repetición.
Nancy: Y conocen los anuncios porque los oyen mucho.
Nancy Epperson: Los comerciales, cierto, porque realmente es increíble cómo funciona la repetición.
Te voy a decir algo y no me vas a creer porque la gente no me cree. Tengo muy mala memoria. Probablemente, me llevaría el doble de tiempo memorizar algo que tú podrías memorizar en mucho menos tiempo, pero trabajo en ello.
Eso es tenacidad, y es lo que hace falta. No hace falta inteligencia. De verdad que no. Se necesita tenacidad y determinación.
Nancy: Y creer que es lo suficientemente importante como para quitarle tiempo a otra cosa que puedas estar haciendo.
Nancy Epperson: Exactamente. Así que si una persona puede leer un versículo veinte veces al día, yo probablemente tengo que leerlo treinta o cuarenta veces al día. Si estás determinada, cualquiera puede memorizar las Escrituras por la gracia de Dios.
Te contaré la historia de una amiga preciosa. Ella ama la Palabra de Dios, y ella iba conmigo a la piscina y las dos recitábamos y flotábamos. Dábamos vueltas en la piscina; hacíamos brazadas laterales para poder estar frente a frente, yo recitaba. Ella tenía tanto amor por el Señor. Solo quería escuchar. Era maravilloso porque podía repasar todas mis Escrituras, pensar en ellas, meditarlas y compartirlas con ella.
Ella tenía hambre y sed de oír la Palabra de Dios. Así que, yo repasaba con ella pasajes y libros, todo tipo de pasajes y versículos. Esto duró meses y meses y meses; todos los días.
Bueno, me pidieron que enseñara en una iglesia local. De hecho, era mi iglesia y su iglesia. Esta chica es muy ágil y disciplinada, pero una chica querida y preciosa. Ella fue conmigo. Yo estaba hablándoles a las mujeres, y me dirigí a ella y le dije: «Levántate y muéstrales que puedes memorizar las Escrituras, que cualquiera puede. Levántate y recita la armadura de Dios en Efesios 6:10-13». Ella se quedó pasmada. Le dije: «Vamos, levántate y hazlo».
No tuvo tiempo de pensar, pero se levantó y lo recitó. Las mujeres que la rodeaban se quedaron sorprendidas. No podían creerlo. Entonces le dije que citara otros pasajes, y lo hizo. ¿Y sabes qué? Esas mujeres estaban absolutamente atónitas.
Nancy: Y probablemente se dieron cuenta de que sí se puede memorizar las Escrituras.
Nancy Epperson: Así es. Y te diré algo más: mi amiguita estaba atónita, porque ni siquiera ella sabía que podía hacerlo. Pero yo sabía que podía porque sabía que me había oído citar esos pasajes cientos y cientos de veces. Sabía que podía hacerlo.
No solo fue una revelación para las mujeres del grupo, sino también para ella. Ella continúa memorizando las Escrituras. Ahora se ha mudado y no nos vemos con mucha frecuencia. Pero ha seguido memorizando. Así que, sí, es posible.
Nancy: Y probablemente has escuchado a algunas personas decir: «No puedo memorizar las Escrituras ahora que soy mayor». ¿Has notado que se vuelve más difícil a medida que envejeces? Yo he descubierto que sí.
Nancy Epperson: Voy a tener que ser honesta contigo. Sí lo es. Lo siento. Ojalá pudiera asegurarlo porque tengo tal costumbre que es como caerse de un tronco. Es mucho más fácil.
Pero no lo es. Es más difícil, pero de nuevo, tenacidad. Simplemente hazlo.
Nancy: Así que, ¿el hecho de que has envejecido no te hace renunciar?
Nancy Epperson: No, pero tengo que esforzarme mucho más, solo tienes que hacer lo necesario. Creo que realmente me lleva más tiempo. Y cada vez estoy más ocupada. Siempre he estado ocupada criando a mis hijos, luego en la universidad y el posgrado, y enseñando en las cosas en las que estoy involucrada.
Solo hace falta algo de tiempo y disciplina. Todas tenemos calendarios. Todas tenemos citas. Reserva un poco de tiempo en tu calendario. Dedica quince minutos al día. Reserva cinco minutos y toma un versículo y repásalo una y otra vez, conscientemente, cinco minutos.
Puede tomarte una semana, así como puede que te lleve dos semanas, pero te garantizo que aprenderás ese versículo si te comprometes fielmente a dedicarle cinco minutos al día. A algunas personas les puede tomar cuatro o cinco semanas, pero lo aprenderás si te mantienes fiel a ello.
La bendición de meditar en las Escrituras, como dije antes, es que llegas a conocer al Señor más íntimamente. Te ves obligada a pasar tiempo en la Palabra, y la Palabra de Dios es la sabiduría de Dios.
Una bendición de meditar en las Escrituras es que llegas a conocer al Señor más íntimamente.
Alguien dijo: «Sabiduría es ver la vida a través del marco de referencia de Dios». Queremos ver la vida a través del marco de referencia de Dios. Queremos mirar la vida a través de la perspectiva de la Palabra de Dios.
Si recuerdan, cuando Moisés subió al Monte Sinaí y pasó ese tiempo en la presencia de Dios, cuando bajó de la montaña, estaba radiante. De hecho, la Biblia dice que su rostro estaba tan resplandeciente, que Moisés no sabía que su rostro resplandecía, pero estaba radiante. Había estado con el Señor. Finalmente, tuvo que ponerse un velo sobre la cara porque la gente ni siquiera podía mirarlo.
Cuando pasas tiempo en la presencia de Dios, algo sucede internamente que se aprecia externamente. Volviendo a 1 Timoteo 4:15 que dice así: «Reflexiona sobre estas cosas; dedícate a ellas, para que tu aprovechamiento sea evidente a todos».
La gente verá que hay algo ahí. En Hechos 4 se nos dice, de los primeros discípulos, que: «Reconocían que ellos habían estado con Jesús». Es decir, habrá algo en ti que reflejará eso.
La Biblia dice que somos la sal de la tierra. ¿Qué hace la sal? Causa sed, y lo que queremos es que la gente a nuestro alrededor tenga sed. Queremos crear una sed en otros, y eso solo viene cuando pasas tiempo con el Señor en Su presencia. Te ves obligada a hacerlo cuando memorizas las Escrituras y meditas en ellas. Se convierte en un tiempo precioso en la presencia de nuestro glorioso Dios.
Nancy: ¿Encuentras que el Señor trae esas Escrituras a tu mente en momentos de desánimo o tentación?
Nancy Epperson: Esa es una gran pregunta. ¡Sí! Absolutamente, eso es lo maravilloso de guardar la Palabra de Dios en tu corazón. Cualquiera que sea la situación, Dios trae esos maravillosos versículos. Siempre digo: «Si haces tu tarea, Él hará el resto». Si escondes la Palabra de Dios en tu corazón, el Espíritu de Dios la traerá a tu mente.
No sabes la cantidad de estudios bíblicos que he impartido en los que una mujer se me acerca después y me dice: «¿Quién te lo ha dicho? ¿Quién te habló de mis problemas?». Y yo le digo: «Nadie, te lo aseguro. El Espíritu de Dios me guio a citar esos versículos, y eso fue totalmente de parte del Señor». Eso ha sucedido más veces de las que puedo recordar, ¡y eso es asombroso!
Te diré una cosa, personalmente creo que hay una razón, nunca he tenido que luchar con la depresión, todos tenemos cosas con las que luchamos, pero la depresión nunca ha sido un problema para mí. Realmente creo que una de las razones es por la Palabra de Dios en mi corazón.
Si me deprimo un poco, solo un poco, ¿sabes lo que hago? Inmediatamente, el Salmo 103, lo recito:
«Bendice, alma mía, al SEÑOR, y bendiga todo mi ser Su santo nombre. Bendice, alma mía, al SEÑOR, y no olvides ninguno de Sus beneficios. Él es el que perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus enfermedades; el que rescata de la fosa tu vida, el que te corona de bondad y compasión; el que colma de bienes tus años, para que tu juventud se renueve como el águila.
El SEÑOR hace justicia, y juicio a favor de todos los oprimidos. A Moisés dio a conocer Sus caminos, y a los israelitas Sus obras.
Compasivo y clemente es el SEÑOR, lento para la ira y grande en misericordia. No luchará con nosotros para siempre, ni para siempre guardará Su enojo. No nos ha tratado según nuestros pecados, ni nos ha pagado conforme a nuestras iniquidades.
Porque como están de altos los cielos sobre la tierra, así es de grande Su misericordia para los que le temen. Como está de lejos el oriente del occidente, así alejó de nosotros nuestras transgresiones.
Como un padre se compadece de sus hijos, así se compadece el SEÑOR de los que le temen. Porque Él sabe de qué estamos hechos, se acuerda de que solo somos polvo. El hombre, como la hierba son sus días; como la flor del campo, así florece; cuando el viento pasa sobre ella, deja de ser, y su lugar ya no la reconoce.
Pero la misericordia del SEÑOR es desde la eternidad hasta la eternidad, para los que le temen, y su justicia para los hijos de los hijos, para los que guardan Su pacto y se acuerdan de Sus preceptos para cumplirlos. El Señor ha establecido Su trono en los cielos, y Su reino domina sobre todo.
Bendigan al SEÑOR, ustedes Sus ángeles, poderosos en fortaleza, que ejecutan Su mandato, obedeciendo la voz de Su palabra. Bendigan al SEÑOR, ustedes todos Sus ejércitos, que le sirven haciendo Su voluntad. Bendigan al SEÑOR, ustedes todas Sus obras, en todos los lugares de Su dominio. Bendice, alma mía, al SEÑOR» (Salmo 103).
Nancy: Lo que acabas de hacer es no dar lugar a la depresión.
Nancy Epperson: Absolutamente. ¿Cómo puedes estar deprimido cuando piensas en la bondad de Dios y en todas Sus bendiciones?
Nancy: Realmente acabas de renovar tu mente con la Palabra de Dios.
Nancy Epperson: Así es, totalmente de acuerdo, y te digo que he cortado de raíz la depresión siempre con el Salmo 103. Probablemente, es mi salmo favorito, aunque me encantan todos los salmos.
Cuando cuentas todas tus bendiciones y alabas a Dios, desaparece la autocompasión y la depresión.
Estás contando tus bendiciones y alabando a Dios; simplemente eliminas cualquier autocompasión o depresión, y eso es poderoso. Es una herramienta poderosa. Honestamente, creo, y he tenido todo tipo de cosas que suceden en mi vida, todo el mundo tiene dolores en el corazón, tristezas, tragedias, pero inmediatamente voy al Salmo 103, y todo se corta de raíz, totalmente.
Nancy: Creo que muchas de nuestras oyentes querrán memorizar el Salmo 103 hoy mismo.
Nancy Epperson: Espero que sí.
Nancy: No se memoriza de la noche a la mañana de la forma en la que tú lo acabas de hacer, pero obviamente esto ha estado en ti durante mucho tiempo. Se ha convertido en parte de tu corazón, así que ahora puedes usarlo para aconsejar tu corazón.
Nancy Epperson: Sí, sí, definitivamente.
Débora: Cuando meditamos en la Palabra de Dios, esta se infiltra en nuestros corazones y cambia nuestra perspectiva de las situaciones cotidianas. Acabamos de escuchar a Nancy Epperson, quien dice que no tiene una habilidad natural para memorizar. Sin embargo, su prioridad de memorizar las Escrituras la ha llevado a una relación más profunda con el Señor. Esperamos haberte animado a memorizar la Palabra de Dios en tu corazón y a dejar que esta te cambie.
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Sin más por hoy, nos vemos mañana para un episodio más de Aviva Nuestros Corazones.
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