
Un criminal perdonado se rinde
Débora: Craig Owen sabía que si dejaba a su familia en Indiana y regresaba a Canadá, tal vez nunca regresaría. Pero también sabía lo que daría más gloria a Dios.
Craig Owen: Tomé la decisión y dije: «Sé que tengo que irme. Tengo que tener fe en que pase lo que pase, Dios irá delante de mí y cuidará de nosotros».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Rendición: El corazón en paz con Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 4 de junio de 2025.
Esto es lo que hemos estado escuchando de Craig y Terri Owen en los últimos días.
Craig: Me sometí a una cirugía mayor por la época navideña de ese año. Aún no teníamos ingresos. Teníamos escasez de comida y otras cosas. Así que de vez en cuando pagaba con cheques …
Débora: Craig Owen sabía que si dejaba a su familia en Indiana y regresaba a Canadá, tal vez nunca regresaría. Pero también sabía lo que daría más gloria a Dios.
Craig Owen: Tomé la decisión y dije: «Sé que tengo que irme. Tengo que tener fe en que pase lo que pase, Dios irá delante de mí y cuidará de nosotros».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Rendición: El corazón en paz con Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 4 de junio de 2025.
Esto es lo que hemos estado escuchando de Craig y Terri Owen en los últimos días.
Craig: Me sometí a una cirugía mayor por la época navideña de ese año. Aún no teníamos ingresos. Teníamos escasez de comida y otras cosas. Así que de vez en cuando pagaba con cheques para cubrir ese tipo de cosas, pero no tenían fondos, y a medida que se iban acumulando,sabíamos que la policía llamaría a nuestra puerta y nos dirían: «Tendrán que dar la cara por estos cheques».
Estábamos en Danville, Illinois, y nos fuimos a la ciudad más cercana que es Covington, Indiana. Estábamos literalmente acorralados: de un lado de la calle vivía el diácono principal de la Primera Iglesia Bautista; del otro lado de la calle estaba la casa del pastor principal. En la otra esquina, habían demolido una casa, y después estaba la casa del pastor asociado, y tres casas más abajo estaba el otro pastor asociado.
Terri Owen: Los niños asistieron al club bíblico de niños «OANSA» y por ese tiempo la iglesia celebró un evento para madres e hijas y allí conocí a Cristo.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿La primera noche que fuiste a la iglesia?
Terri: Sí. Pero no se lo conté a Craig, sino que en lugar de eso, algunas de las otras mujeres y yo comenzamos a orar. Les dije que quería que él fuera a la iglesia conmigo y que yo siempre había soñado con que nuestra familia fuera a la iglesia.
Yo sabía que si le decía eso a Craig, él iría, y así fue. Tres semanas después, Dios salvó a Craig.
Nancy: Y luego, unos siete meses después, el ministerio Life Action apareció en el estacionamiento de la iglesia con uno de sus equipos. El Señor tenía mucho trabajo que hacer en ambos corazones.
Terri: Eso fue grandioso.
Débora: Hoy seguiremos escuchando una conversación que Nancy grabó con Craig y Terri Owen. En el momento de la entrevista, a Craig le habían diagnosticado cáncer y en estos momentos él ya está con el Señor.
Hemos estado escuchando cómo Dios cambió las vidas de Craig y Terri Owen. Un equipo de Life Action Ministries celebró un retiro con el tema de avivamiento en su ciudad que suele durar un par de semanas, pero a veces Dios tiene otros planes. Craig, Terri y Nancy recuerdan ese retiro en Covington, Indiana.
Nancy: Recuerdo que ese fue un evento de avivamiento muy inusual. De hecho, terminó extendiéndose más allá de las dos semanas programadas.
Terri: Así es.
Nancy: Creo que tal vez estuvimos cuatro semanas allí en la Primera Iglesia Bautista.
Craig: Y luego se trasladaron a Danville, Illinois.
Nancy: Sí, y nos quedamos en Danville por tres semanas más. Estuvimos en el área durante siete semanas y se llevaron a cabo muchos casos de restauración. Sé que esto es un poco complicado, pero ¿recuerdas cuáles fueron algunos de los problemas?
Craig: Bueno, sé que la iglesia de Covenant First Baptist era una iglesia dividida. Tomaron al grupo original de personas que estuvieron involucradas en esa división, y fueron y pidieron perdón público a la otra iglesia. Todo ese proceso fue grandioso.
Terri: Hubo mucha sanación.
Craig: Había mucha amargura, tanto así que la gente cruzaba la calle para evitar encontrarse con alguien de esa iglesia. Y en un pueblo pequeño eso es bastante difícil.
Nancy: ¿Recuerdas esa noche cuando las iglesias se reunieron?
Craig: Por supuesto.
Nancy: Estuve allí y ustedes también. Esa fue una noche increíble. Hombres adultos que habían estado totalmente distanciados en sus relaciones unos con otros, se estaban abrazando.
Craig: Es poderoso cuando ves al Espíritu Santo obrar de esa manera, porque no es la gente haciendo esto en la carne y diciendo: «Esto es lo correcto», porque eso es lo último que harías en la carne, ya que rendirte y humillarte es totalmente contrario a nuestro instinto natural. Es todo lo contrario a lo que haríamos.
Nancy: Y recuerdo que hubo una gran convicción del Espíritu. Recuerdo que las personas se despertaban a las tres de la mañana porque Dios estaba obrando en ellos. No era un asunto puramente emocional en los servicios.
Terri: Exactamente. Era algo de todo el día.
Craig: Podías estar en la tienda de la esquina y escuchar a personas hablando sobre temas de lo que estaba sucediendo, temas de sus vidas en relación con el retiro, cómo estaban cambiando sus vidas, cómo la gente estaba haciendo las cosas en el pueblo. Lo que estaba pasando allí era que otras iglesias se estaban enterando y preguntando: «¿Podemos ser parte de esto?».
Nancy: Y creo que unas quince iglesias participaron en la reunión de Danville. Se unieron para eso. Y esas son comunidades bastante pequeñas.
Ustedes no llevaban mucho tiempo viviendo allí, pero ¿eran conscientes del impacto que eso estaba teniendo en la comunidad?
Terri: Totalmente.
Craig: Sí. El efecto dominó fue tan fuerte que, como dije, si ibas a cualquier supermercado, tienda del vecindario o a la ferretería local, la charla de la ciudad no era la charla tradicional. Se trataba de lo que Cristo estaba haciendo y lo que llamábamos un avivamiento dado por Dios.
El Espíritu Santo estaba obrando en la vida de las personas, y les gustara o no, las cosas estaban en movimiento, y eso era fascinante. Algunos estaban asustados y otros estaban intrigados. Pero la mayoría de las personas estaban asombradas de la manifestación de Dios obrando allí. No sabíamos hasta dónde llegaría, así que era espiritualmente aterrador, pero en sentido positivo.
En mi caso, el «siguiente paso» era la confesión de mi pasado y mis antecedentes. Hablé con Del y él habló con mi pastor. Le dije: «¿Qué hago con esto? ¿Cómo puedo corregir lo que hice mal en el pasado?». Eso fue difícil.
Nancy: ¿Alguna vez pensaste que ibas a tener que lidiar con todo esto o simplemente habías pensado que eso había quedado atrás?
Craig: Lo había dejado atrás. No sé si eso habría sido un pensamiento racional en retrospectiva, pero creo que en ese momento lo era. Simplemente sentí que tenía la capacidad de vivir como Craig Owen, y lo estaba haciendo. Tenía una nueva vida y creo que pensé, con cierta miopía espiritual, que eso se quedaría así.
Nancy: Entonces, ese pensamiento que luego el Espíritu trajo a tu corazón, de que necesitabas regresar y arreglar esas cosas, fue algo nuevo.
Craig: Tenía que rendirme, y eso significaba que volvería a prisión. Antes mencioné que en ese momento estaba en libertad condicional. Pero mi tiempo de libertad condicional terminaría al confesarlo todo.
Nancy: Entonces, ¿sabías que si lo confesabas a las autoridades de Canadá eso significaría encarcelamiento para ti?
Craig: Absolutamente.
Terri: Sin lugar a dudas.
Craig: Era un hecho. Con mis antecedentes aquí, los cargos que aún estaban pendientes y el hecho de que estaba en libertad condicional, libertad que había violado, la pregunta no era si estaría en prisión, sino por cuánto tiempo.
Estaba conversando con Del sobre eso, pero decidimos comunicarlo a los pastores de nuestra iglesia y la junta directiva para tratar de encontrar la manera de negociar al entregarme a las autoridades en Canadá.
Nancy: Y probablemente fue algo con lo que ni tu pastor ni la junta habían tenido que lidiar antes.
Craig: Para nada. Ellos contactaron a uno de los miembros de nuestra iglesia que era abogado municipal de Covington. De hecho, le pidieron ayuda profesional para navegar a través de este proceso de cómo contactar a las autoridades canadienses y ver si podíamos negociar algún tipo de acuerdo para entregarme.
Nancy: Entonces ustedes llegaron al punto en que dijeron: «Lo que sea que tengamos que hacer para estar bien con Dios, eso es lo que vamos a hacer».
Craig: Por eso tomamos esa decisión. Se trataba más bien de qué hacer después; aunque era bastante obvio. La convicción estaba ahí.
Terri: Y pesaba mucho.
Craig: La convicción nos seguía recordando que tenía esas transgresiones del pasado y debía lidiar con ellas. Tuve la convicción de que necesitaba confiar en que Dios trabajaría conmigo al enfrentarlas.
Nancy: Independientemente de lo que pasara.
Craig: Sí. Y obviamente, era confiar plenamente.
Nancy: ¿Y ambos estaban de acuerdo en eso?
Terri: Sí, completamente.
Craig: Absolutamente.
Nancy: ¿Y cómo hiciste contacto con las autoridades canadienses?
Craig: El fiscal de la ciudad hizo los contactos y básicamente se acercó a través de un abogado externo en Canadá, y le pidió que fuera el representante de lo que llamamos el fiscal del Distrito en Canadá, que es como un fiscal de distrito aquí.
Él se dio cuenta de que yo quería hacer las paces y ser sincero, pero que también quería tener algunas garantías de qué tipo de acuerdo podíamos realizar.
La respuesta inicial fue: «Cuando se entregue, ya lo veremos». No quisieron negociar nada por adelantado.
Entonces les dijimos: «Si volviera y aceptara todos los cargos tal como están y me declaro culpable de todos ellos, ¿aceptarían una pena de prisión de dos años?».
Y ellos dijeron: «No. No queremos negociar hasta que te entregues. Si te entregas, veremos la sentencia después».
Y si la memoria no me falla, llegamos a ocho o diez años.
Terri: Diez años fue lo máximo que ofrecimos.
Craig: Como conocía los delitos que había cometido, sabía que si me hubieran arrestado en Canadá, mi pena de prisión habría sido de alrededor de diez años, o, más o menos un par de años, más mi tiempo de libertad condicional. Así que conocíamos el rango de tiempo, pero aun así lo rechazaron.
Nancy: ¿Incluso con la propuesta de diez años?
Craig: Sí. En ese momento teníamos mucho miedo.
Nancy: Entonces pensaste que regresar significaría una condena de al menos diez años.
Craig: Sí. Pensamos que en realidad serían quince años. No lo sabíamos, pero esa era nuestra mentalidad. El abogado dijo que era inútil continuar las negociaciones, porque no lo aceptarían.
En ese momento nos dimos cuenta, tras mucha oración, que al comienzo del proceso, cuando Dios trajo la convicción para lidiar con esto, me dijo que tenía que confiar en Él. Esta era un área de confianza.
No recuerdo quién mencionó el tema, pero alguien planteó la idea de que si hablamos de confianza, tal vez lo estemos haciendo de manera equivocada. Porque estamos tratando de negociar el acuerdo por adelantado, y hacer eso no permite que la providencia de Dios se haga evidente, sino que estamos diciendo: «Bueno, Dios, confiamos en Ti, pero permítenos establecer este acuerdo con anticipación para saber lo que va a pasar».
Nancy: ¿Y no es así como tratamos vivir?
Terri: Oh, sí.
Nancy: Decimos: «Señor, muéstranos lo que va a pasar y entonces, lo haremos».
Craig: «Señor, permíteme ver todos los rincones y grietas de lo que va a pasar, y entonces diré: “Sí, puedo hacerlo”».
Terri: Pero Dios no obra de esa manera.
Craig: Eso no deja espacio para la confianza en Él. Intentamos organizarlo y controlarlo. Entonces fue en ese momento que tomé la decisión y dije: «Sé que tengo que irme. Tengo que confiar en que pase lo que pase, Dios irá delante de mí y Él se encargará de esto».
Nancy: ¿Y fue entonces cuando hablaste con tus hijos?
Craig: Sí.
Nancy: ¿Les dijiste realmente qué podía ser lo peor?
Terri: No, no lo hicimos. Solo les dijimos que lo dejábamos en manos de Dios, que Dios se preocupa por nosotros, y que Él nos cuidaría y no permitiría que nos pasara nada malo. Nuestros hijos todavía eran pequeños, por lo que realmente no entendían la profundidad de esto. Pero sabían que teníamos paz.
Nancy: ¿Entonces fueron contigo, o tú y los niños se quedaron?
Terri: Los niños y yo nos quedamos en Covington. Craig y el pastor Glen viajaron a Canadá.
Nancy: ¿Y cómo fue esa despedida?
Terri: Bueno, yo estaba muy enojada. Mientras Craig se marchaba, me tiré al suelo y lloré. Realmente estaba muy enojada.
Nancy: ¿Enojada por…?
Terri: Enojada porque él se iba. Sabía que tenía que irse, pero una parte de mí sentía que no iba a volver a verlo y la ira se apoderó de mí. Me tomó un par de días recuperarme y confiar en Dios nuevamente. Fue difícil, muy difícil.
Nancy: Sé que la iglesia te apoyó y los cuido en este momento.
Terri: Sí. Lo hicieron y mucho.
Craig: En realidad, cuando la iglesia llegó a entender, fue justo antes de irnos, fue otra manifestación de que Dios estaba en control. Cuando supe que tenía que irme y regresar a Canadá, recuerdo haberle dicho al pastor Curtis: «Sabemos que estoy comprometido a regresar para hacer restitución y rendirme allí. Sé que esta es una decisión guiada por Dios. Pero Dios no me dijo nada de lo que pasará con mi familia».
No pude llevar a Terri y a los niños conmigo. No tenía dinero, ni el apoyo logístico y tampoco sabía qué hacer con ellos. Pero sabía que esta era mi familia y no podía simplemente abandonarlos y decir: «Tengo que ir a hacer esto, pero ustedes quédense aquí y resuelvan como puedan».
El pastor Curtis oró conmigo al respecto y dijo que sentía que la iglesia se uniría. Y entonces me dijo: «Les diré que oren un tiempo e investiguen un poco sobre esto». Luego un domingo él regresó y me dijo: «La iglesia va a tener una reunión. Y ese fin de semana queremos que vengas al hotel», que era el lugar que los miembros de la iglesia tenían preparado para que nosotros y los niños tuviéramos un momento de tranquilidad juntos, un momento de despedida, para estrechar lazos antes de que yo me fuera.
La iglesia completa se iba a reunir para tratar este tema de apoyar a mi familia. Entonces, mientras yo no estuviera, los apoyarían y elaborarían un plan.
Y así lo hicieron. Ellos recogieron una ofrenda de amor única ese fin de semana después de discutir lo que harían. El plan era que, a medida que ese fondo se agotara, tendrían otro fondo y mantendrían las cosas funcionando hasta el momento en que tuviéramos una respuesta sobre cuánto tiempo yo pasaría en la cárcel y si sería factible o no tomar una ofrenda de amor para que mi esposa y los niños se reubicaran en Canadá, o cualquiera que fuera el caso.
Ese fue el último obstáculo para mi tranquilidad en el que dije: «Bueno, ahora ya sé que existe un plan para mi familia y que no los estoy abandonando». Fue importante recordarlo porque desempeñó un papel muy importante.
Nancy: Entonces fuiste a Canadá con tu amigo y pastor y cruzaron la frontera. ¿Tuviste miedo? ¿Quisiste terminar con eso de una vez? ¿Lo enfrentaste? ¿Cuáles emociones o pensamientos pasaban por tu mente?
Craig: Al recordar todas las emociones que sentí, sé que me sentí muy aprehensivo. Pero aun así, había una compresión de que estábamos haciendo las cosas porque confiábamos en Dios. Y realmente sentimos que Dios me estaba diciendo: «Confía en Mí».
Nancy: ¿Hubo alguna sensación de libertad a pesar de que no sabías lo que iba a pasar?
Craig: En ese momento no, porque no estaba seguro de cuánto tiempo me darían.
Nancy: Entonces ese fue un acto de fe y obediencia.
Craig: Sí. Realmente anticipé que me iría por mucho tiempo. Básicamente, en mi mente estaba calculando y diciendo: «Está bien, si no me conceden algún trato, entonces todavía tengo una oportunidad. Aunque no tengo ningún trato, eso no significa que no puedo exponer mi caso ante el tribunal».
Yo esperaba que tal vez pudiera obtener una condena de cinco años o algo así. Así que mi mente continuaba mirando lo tangible, las posibilidades, los «qué pasaría si…». Pero en ese momento no me sentía aliviado. Creo que el temor iba más en aumento y no disminuía.
Bueno, llegamos a Toronto y de hecho fuimos a visitar a mis padres. Ese fue un trato arreglado que me permitió ir a visitarlos.
Nancy: ¿Y ellos sabían por qué ibas?
Craig: Sí.
Nancy: ¿Estaban a favor de que lo hicieras?
Craig: Para nada.
Nancy: Entonces no recibiste ánimo de parte de ellos.
Craig: Bueno, no estaban enojados. Lo que sucedió fue que mi padre sintió que si finalmente yo había cambiado mi vida, ¿por qué volver y agitar todo eso y lidiar con ello? Él pensaba que era mejor dejarlo así. De hecho, una vez que supo que íbamos a hacerlo, intercedió en nuestro nombre debido a su reputación.
Le pidió un favor al jefe de policía diciéndole que cuando yo me entregara, me entregara a alguien en la sede, en lugar de simplemente ir a una estación de policía local donde nadie sabía lo que estaba ocurriendo. Eso fue un acuerdo.
De hecho, me entregué en la oficina de un abogado. Luego, estos dos detectives de la jefatura nos recibieron en la oficina del fiscal y allí me detuvieron. Primero me llevaron a una comisaría local para hacer la tramitación. Los agentes de policía son detectives del cuartel general, así que en realidad no pertenecen a esa división.
Me llevaron a una división local y luego me interrogaron. Revisaron todos los archivos que estaban a mi nombre desde hace años y me dijeron: «Bien, esto es lo que creemos que tenemos. Estos son los cargos que hemos presentado contra ti. Esto es lo que tenemos en nuestros archivos acerca de lo que sospechamos de ti».
Pasamos medio día analizando todos estos casos. Si yo recordaba algún detalle y era algo que había hecho, yo les decía: «Sí, lo hice». Pero cuando mencionaban algunos que no me resultaban familiares, entonces les decía: «No, esos no son míos».
Nancy: Y a diferencia de los primeros años de tu vida, en ese momento estabas diciendo la verdad.
Craig: Exacto. De hecho, los estaba ayudando.
Nancy: ¡Qué gran evidencia de que eres una nueva criatura en Cristo!
Craig: Ellos querían saber por qué estaba haciendo esto. Estuvimos allí probablemente al menos seis horas de interrogatorio, conversando. Y durante dos de esas horas les dije por qué hice lo que hice. Todo el proceso estuvo entrelazado con esto, porque ellos volvían una y otra vez a preguntarme: «Pero no tenías que hacer eso. ¿Por qué lo hiciste? Si tienes tu nombre aquí y tienes esta identificación con otro nombre, ¿por qué lo hiciste?». Y yo realmente ya les había respondido, pero era como si les costara creerlo; ellos simplemente decían: «Esto es raro».
Nancy: Nunca antes habías actuado así.
Terri: Exacto.
Craig: Sí. No era yo. No eran mis antecedentes. Mi perfil era todo lo contrario a lo que estaba pasando allí. Estos eran oficiales de policía profesionales, y con eso no estoy diciendo que un oficial de policía regular en una división no lo sea, sino que estos hombres tenían mucha experiencia en su carrera. Ellos habían visto muchas cosas, pero no esto.
Fueron muy amables conmigo y tuvimos charlas muy informativas, pero al mismo tiempo abordamos las realidades de los casos penales que teníamos ante nosotros.
Nancy: Entonces, al final de ese día, ¿tenías alguna idea de hacia dónde iba todo aquello?
Craig: No, no en términos del tribunal.
Nancy: ¿Te detuvieron?
Craig: Oh, sí. Me pusieron en una celda y pasé la noche allí.
Nancy: ¿Y pudiste hablar con Terri o mantenerte en contacto con ella?
Craig: No. Una vez que me entregué, quedé incomunicado con el exterior.
Nancy: ¿Y Glen se quedó allí contigo?
Craig: No estuvo conmigo durante la entrevista. Tuvo que regresar a la casa de mis padres para quedarse allí. Ni siquiera el abogado se quedó para eso. Opté por tratar directamente con la policía porque no buscaba protección y simplemente quería que todo se resolviera. La forma más rápida de hacerlo era ir directamente, así que lo hicimos de esa manera.
Me pusieron bajo custodia después de las entrevistas de ese día, el día después de mi comparecencia ante el tribunal; la audiencia inicial. Normalmente, no pasa nada más que una audiencia, sino que inmediatamente programan otra audiencia. Pero debido a cuestiones de tiempo y al hecho de que Glen Ray, Jr. estaba allí conmigo y quería ser parte de este proceso, dijimos: «Queremos pasar a una declaración inmediata de culpabilidad de todos los cargos». Eso sorprendió un poco al tribunal y el fiscal no esperaba eso.
Nancy: No todos los días escuchan algo parecido.
Craig: Así es, y sobre todo, con la gravedad de los cargos. Realmente los desconcertó. Entonces el fiscal pidió un aplazamiento de una o dos semanas. Glen preguntó si podía leer el expediente del tribunal porque él quería entregar la documentación proveniente de nuestros líderes comunitarios en nuestra área de apoyo. Recibimos un montón de cartas de apoyo comunitario de congresistas, líderes empresariales, líderes de iglesias y de varios familiares y amigos que estaban en el área.
Él leyó en el acta su declaración en mi nombre. Todo eso se hizo durante ese día. El tribunal le permitió hacerlo, lo cual fue bueno porque ni siquiera tenían por qué permitirlo. Y, básicamente, así terminó el día. Me pusieron bajo custodia nuevamente y después de eso Glen regresó a los Estados Unidos, y yo me quedé solo.
Nancy: Y Terri, tú estabas en casa con los niños, conteniendo la respiración, orando, y otros también estaban orando por todo esto. ¿Había alguien que te mantenía informada sobre lo que estaba pasando?
Terri: En realidad Craig no me pudo llamar hasta el momento en que fue sentenciado.
Nancy: Entonces realmente no sabías nada, pero todavía seguías confiando en el Señor.
Terri: Así es.
Nancy: ¿Y la iglesia te estaba apoyando?
Terri: Mucho, estaba recibiendo mucho apoyo de la iglesia. De hecho, Nancy, el día después de que Craig se fue, nos dirigimos a Buchanan, Michigan, para asistir a uno de tus retiros. Allí enseñaste sobre el libro de Rut.
Nancy: El libro de Rut fue el tema de uno de esos retiros de mujeres que hicimos.
Terri: Yo estuve allí en ese retiro de damas.
Nancy: Wow, ¡lo había olvidado!
Terri: Eso me distrajo durante unos días. Luego volví a casa y esperé a tener noticias.
Débora: Hemos estado escuchando una conversación que se grabó con Nancy y Craig y Terri Owen, sobre un increíble proceso de rendición, y no solo entregarse a la policía en Canadá, sino algo mucho más profundo, rendir todo al Señor y confiar en Él para el resultado.
Puede que la mayoría de nuestras oyentes no se estén enfrentando a una posible sentencia de cárcel, aunque puede que otras sí. Independientemente de los detalles, todas debemos lidiar con esto y entregar todo al control del Señor.
En el libro de Nancy, Rendición: El Corazón en paz con Dios, ella abarca todo este tema sobre la rendición. ¿Qué dicen las Escrituras al respecto? ¿Cómo es un corazón rendido? ¿Cómo manejas el temor de ceder el control?
Aprovecho para recordarte que este mes de junio, al apoyar Aviva Nuestros Corazones con una donación, te enviaremos una copia del libro «Rendición». Visita nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com para más información.
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Y bueno. Craig estaba bajo custodia en Canadá sorprendiendo al tribunal con sus respuestas brutalmente honestas. Terri se encontraba en Estados Unidos y se preguntaba cuándo volvería a ver a su esposo. Mañana descubriremos qué pasó después. ¡Te esperamos aquí, en Aviva Nuestros Corazones!
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