
Una invitación a rendirse
Débora: Cuando Craig Owen accedió por primera vez a visitar una iglesia, este pandillero de pelo largo intentó a propósito parecer que no encajaba, pero fue recibido en la puerta por un hombre de apariencia ruda pero con un corazón tierno.
Craig Owen: Me saludó con un doble apretón de manos y me dijo lo bueno que era verme en la iglesia. Se alegró de que me arriesgara a entrar.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones, con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Rendición: El corazón en paz con Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 3 de junio de 2025.
Hoy continuaremos escuchando la conversación que Nancy grabó con Terri Owen y su esposo, Craig, quien ahora está en la presencia del Señor. Sé que ayer nuestras oyentes quedaron fascinadas con esta historia. A continuación, algunos aspectos destacados del episodio anterior.
…
Débora: Cuando Craig Owen accedió por primera vez a visitar una iglesia, este pandillero de pelo largo intentó a propósito parecer que no encajaba, pero fue recibido en la puerta por un hombre de apariencia ruda pero con un corazón tierno.
Craig Owen: Me saludó con un doble apretón de manos y me dijo lo bueno que era verme en la iglesia. Se alegró de que me arriesgara a entrar.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones, con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Rendición: El corazón en paz con Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 3 de junio de 2025.
Hoy continuaremos escuchando la conversación que Nancy grabó con Terri Owen y su esposo, Craig, quien ahora está en la presencia del Señor. Sé que ayer nuestras oyentes quedaron fascinadas con esta historia. A continuación, algunos aspectos destacados del episodio anterior.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Entonces Craig, ¿dejaste Canadá por tu cuenta?
Craig: Sí. Conseguí que me sacaran fuera de la ciudad en el maletero de un carro. Luego tomé un autobús a las afueras de las cataratas del Niágara y crucé al otro lado. Me fui a California y, a través de algunos amigos, entendí que necesitaba obtener una identidad estadounidense.
Nancy: Entonces, no estás hablando simplemente de obtener documentos estadounidenses; estás hablando de obtener una identidad completamente nueva.
Craig: Correcto, una identidad completamente nueva. Empezamos a recorrer California, Nevada, Utah, Colorado, Texas. Terminé involucrado en algunos problemas: robé algunas tarjetas de crédito, me descubrieron en uno de los robos y me dieron tres meses en la cárcel del condado.
No conocía a nadie en el estado, no tenía ninguna conexión ni un lugar donde vivir, Entonces, el día después de que me liberaron, dejé el estado y me fui a Oklahoma porque era el más cercano.
Terri Owen: Conocí a Craig en la fiesta de cumpleaños del que era mi esposo en ese momento. Poco después, mi esposo fue asesinado y yo me desmoroné, pero Craig me rescató.
Craig: Decidimos irnos al norte. Salimos de viaje con los niños en un camión con remolque. En una ocasión yo estaba limpiando una de mis armas. El resorte se soltó y el arma se disparó y me hirió justo encima de la rodilla de la pierna izquierda. La bala salió por encima de la pantorrilla del otro lado.
Débora: Ahora, retomemos la conversación entre Craig, Terri Owen y Nancy.
Nancy: Entonces Craig, eras un fugitivo huyendo de Canadá, California, Oklahoma, Arkansas, Nevada. Puede que me haya faltado un estado, no estoy segura. Pero terminaste en Indiana, que fue donde el Señor realmente cambió tu rumbo. ¿Puedes llevarnos a esa parte de la historia?
Craig: Por supuesto. Terminamos primero en Illinois, justo en la frontera de Indiana. Lamentablemente los doctores no pudieron arreglarme la pierna porque encontraron muchos problemas y no sabían lo que estaba pasando. Pero a pesar de todo, hicimos el viaje.
Cuando llegamos a Illinois me hicieron más estudios médicos y descubrieron que tenía una lesión en los nervios de la pierna.
Pensaron que podía corregirse con cirugía, así que consiguieron un préstamo del gobierno para cubrir los gastos, y en caso de que no pudiera trabajar debido a la lesión, me conseguirían otro préstamo mientras conseguía trabajo.
Entonces, me sometí a una cirugía mayor por la época navideña de ese año. Aún no teníamos ingresos.
Terri recibía fondos del seguro social para los niños, lo que nos permitía pagar la renta, pero teníamos escasez de comida y otras cosas. Así que de vez en cuando pagaba con cheques para cubrir ese tipo de cosas, pero no tenían fondos, y a medida que se iban acumulando, sabíamos que la policía llamaría a nuestra puerta y nos dirían: «Tendrán que dar la cara por estos cheques».
Nancy: Y a esas alturas ya te habías vuelto un experto en el engaño.
Craig: Sí. Saltas de un rol a otro según sea necesario y te adaptas. Pero nos dimos cuenta de que teníamos que salir de Illinois porque, de lo contrario, me encerrarían en la cárcel por esos cheques. Entonces, cruzamos la frontera estatal de Illinois a Indiana y llegamos a Danville.
La ciudad más cercana para cruzar fue Covington, Indiana. Allí buscamos un lugar que pudiéramos alquilar, pero no había nada disponible. Finalmente, un día, una persona nos llamó y nos dijo que tenía una casa, la cual estaba remodelando, y nos preguntó si nos interesaba alquilarla.
Terri: Eso fue el dieciséis de marzo de ese año. Estábamos con los cuatro niños y no teníamos agua, ni baño, ni cocina, ni calefacción.
Nancy: ¿Y ya estaban casados para entonces?
Terri: Sí, nos habíamos casado en noviembre del año anterior antes de llegar a Illinois. Y bueno, finalmente firmamos el contrato de alquiler y nos mudamos.
Craig: Eso nos llevó al pequeño pueblo de Covington.
Nancy: Del cual muchas personas probablemente no hayan escuchado hablar, pero en realidad fue allí donde nos vimos por primera vez. Y sin que tú lo supieras, el Señor te estaba llevando allí, y se estaba moviendo poderosamente a través de Su Espíritu en una iglesia a la que estabas a punto de integrarte.
Craig: Sí, creo que estábamos atrapados.
Nancy: Dios te estaba persiguiendo, Él iba tras de ti.
Terri: ¡Estábamos rodeados!
Craig: Buen punto. Dios me perseguía como un Sabueso Celestial me perseguía. Estábamos literalmente acorralados: de un lado de la calle vivía el diácono principal de la Primera Iglesia Bautista; del otro lado de la calle estaba la casa del pastor principal. En la otra esquina, habían demolido una casa, y después estaba la casa del pastor asociado, y tres casas más abajo estaba el otro pastor asociado.
Nancy: Entonces aterrizaste en este pequeño rincón bautista, la «comunidad» bautista. ¿Y conociste a tus vecinos?
Craig: No, al principio no. Nadie quería venir a vernos. Los niños de allí conocieron a los nuestros y Terri, a través de ellos, hizo algunas conexiones.
Terri: Sí, solíamos ir a buscar agua a la casa de la esposa del diácono, usando la manguera de su jardín. Llenábamos baldes para poder tener agua. Así se produjo el contacto inicial. Luego los niños comenzaron a asistir al club de estudio bíblico de «OANSA» y por ese tiempo la iglesia celebró un evento para madres e hijas y allí conocí a Cristo.
Nancy: ¿La primera noche que fuiste a la iglesia?
Terri: Sí, pero yo ya tenía cierto conocimiento del evangelio. Conocía el camino, pero lo había rechazado. Así que no me tomó mucho tiempo darme cuenta de que necesitaba al Señor. Sin embargo, no fui a casa para contárselo a Craig, sino que en lugar de eso, algunas de las otras mujeres y yo comenzamos a orar. Luego le dije a Craig que quería que fuera a la iglesia conmigo.
Les dije a esas mujeres que siempre había soñado con que nosotros, como familia, fuéramos a la iglesia. Yo sabía que si le decía eso a Craig, él iría, y así fue. Tres semanas después, Dios salvó a Craig.
Nancy: Y Craig, ¿esas personas te conocían, conocían tus antecedentes? ¿Sabían en lo que se estaban involucrando cuando los conocieron?
Craig: No, pero lo que sí sabían, por lo que pudieron ver de mí, era que una de las razones por las que acepté ir a la iglesia cuando Terri me lo pidió, fue para demostrar que no podía quedarme en la iglesia. No quería ir. Tenía mi pelo largo y parecía un motociclista.
Nancy: ¿Entonces podríamos decir con seguridad que en la iglesia no había nadie más que se pareciera a ti?
Craig: Nadie más. Tenía un aspecto muy perturbador. En realidad me propuse hacerlo así deliberadamente, porque pensé que llamaría la atención y sería más fácil para ellos rechazarme y, por lo tanto, no tendría que estar allí. Había estereotipado la iglesia al suponer que solo les interesaba tu dinero o lo que sea. No veía a la iglesia en el contexto personal del Dios vivo, ni nada por el estilo.
Nancy: Entonces, ¿qué derribó tu resistencia?
Craig: En mi primera visita, un anciano me recibió, Claude. Era un jubilado que había trabajado en el sector ferroviario. Parecía duro como una roca, tenía un aspecto rudo, excepto sus ojos. Se notaba que tenía un amor tan profundo en sus ojos. Me saludó con un doble apretón de manos y me dijo lo maravilloso que era verme en la iglesia, y se alegró de que yo me arriesgara a entrar.
Reconoció que sabía que yo no quería estar allí, pero fue sincero. En realidad lo que me dijo fue: «Me alegro de que estés aquí». Hubo una conexión entre comprender que él tenía una dureza por su pasado, lo cual era válido, pero, por otro lado, tenía compasión y amor en sus ojos mientras me decía: «Me alegro mucho de que estés aquí». Fue genuino; realmente lo dijo en serio.
Y en realidad no hay manera de describir cómo lo dijo. Pero lo que dijo salió de lo más profundo de él, y fue lo más transparente y genuino posible. Yo sabía cómo me veía y que no encajaba en ningún lugar. La gente incluso mantenía a sus hijos a distancia.
Tuve una fuerte sensación de: «¿Qué hago ahora?». Eso me desconcertó a pesar de que solo fue un saludo, pero significó mucho. Luego, al entrar al servicio, me senté en la segunda fila del frente. Pensé que si podía encontrarle faltas al pastor y que él simplemente estaba hablando y que no tenía nada relevante que decir, entonces ya no tendríamos que quedarnos allí y podríamos seguir adelante.
El primer servicio no fue realmente memorable porque me concentré más en el pastor Curtis, para escuchar lo que decía. ¿Logré ponerlo nervioso? ¿Lo intimidé? Yo estaba buscando cualquier cosa que pudiera para encontrar una grieta en la armadura, para contribuir a mi causa de por qué no tenía que estar allí. Sin embargo, no pude encontrar nada.
Claude me saludó cuando el servicio terminó. Algunas personas también me saludaron, me estrecharon la mano y me dijeron: «Qué bueno verte». Pero fue Claude quien rompió el hielo de una forma muy singular. La segunda semana acepté ir porque, en realidad, mi intención era intentar desacreditar todo, y entonces ese sería el final de la historia, ya no iríamos más.
Esta vez, Claude estaba allí de nuevo y me saludó tanto al entrar como al salir. Un par de personas más lo hicieron y parecían tener un interés genuino en verme allí; estaban mirando más allá de mi apariencia.
Ese era un pueblo pequeño, una zona cristiana conservadora que yo veía en ese momento como algo fuera de lugar, como retroceder en el tiempo. En el segundo sermón el pastor dijo cosas que no recuerdo hasta el día de hoy, pero recuerdo que me sentí retado por algunas de las cosas que dijo.
Él habló acerca de ser aceptados en Cristo y de quiénes somos en Cristo, y el hecho de que existe un Dios personal, un Dios vivo. Esas fueron cosas que no había escuchado antes. Entonces pasamos de hablar de la iglesia a hablar de una relación. Creo que eso fue lo que hizo que dejara de buscar grietas en sus mensajes, porque dijo algo que nunca había escuchado.
Así que ahora ya no estábamos hablando de la historia de la iglesia, ni de cómo se debía vivir según los mandamientos. Estábamos hablando de un Salvador presente, vivo, que quiere ser parte de tu vida de una manera proactiva y viva. Y ese es el Dios Todopoderoso, el Ser Supremo.
En ese momento reconocí que si eso era cierto, si realmente había algo o alguien que tenía autoridad sobre mi vida, entonces debía prestar atención. Me di cuenta de que si Dios es real y me creó, entonces tiene autoridad por ser quien Él es. Sin embargo, toda mi vida había luchado con la autoridad. Para mí todo se trataba de quién pudiera tener el control.
La semana siguiente, no sé si estaba ansioso, pero quería volver porque me sentí realmente retado. Luego, la tercera semana, fue como si Dios me hubiera dicho: «Estoy aquí. Te guste o no, me aceptes o no, eso no cambia el hecho de que estoy aquí. Soy tu Dios». Fue entonces cuando Él me quebrantó.
Hubo un llamado a pasar al frente. Dejé mis muletas allí y por primera vez en un año pude dar un primer paso; tal vez un poco melodramático, pero se sintió muy edificante y liberador. Pasé al frente y dije: «Si este Dios me está hablando y es real, entonces tengo que ceder ante esto. Lo reconozco».
El pastor asociado me llevó a la sala de oración, me explicó el evangelio, me mostró las Escrituras y acepté a Cristo en mi vida.
Nancy: ¿Tenías la sensación o el conocimiento de que eso iba a ser un cambio importante y radical en tu vida? ¿Creías que podrías seguir viviendo el estilo de vida que llevabas hasta ese momento?
Craig: Para ser honesto, en ese momento ni siquiera había considerado eso. Había tantas emociones. Volvía una y otra vez a reconocer: «Este Dios es real. Hay un Dios del cielo y está vivo. Aquí está Cristo; está vivo. Hay un Espíritu Santo que mora en mí». En ese momento me sentí abrumado al pensar en todas esas cosas.
No fue simplemente decir: «Está bien, ¿qué tengo que hacer ahora?».
Nancy: ¿Tenías la sensación de estar rindiéndote a una autoridad aparte de ti mismo?
Craig: ¡Oh, sí! En un noventa y nueve por ciento.
Nancy: Y al parecer por primera vez en tu vida.
Craig: Así es. Nunca me había rendido así ante nadie en mi vida. Quiero decir, puedes rendirte en una pelea o algo así, donde estás inmovilizado, pero este no era el caso.
Nancy: Y nunca habías reconocido realmente a otra autoridad.
Craig: No, definitivamente no.
Nancy: Y con las relaciones que estableciste allí en la iglesia, y con algo de guía y consejo, comenzaste a lidiar con algunos de tus problemas del pasado.
Craig: Sí, con los pequeños problemas, como los cheques con los que había “pagado” en Illinois. Les hablé sobre eso y ellos me ayudaron como iglesia. Nos ayudaron a regresar para que yo pudiera entregarme y lidiar con eso. Y me entregué en el sentido de que no era un caso importante, no era un delito grave ni nada parecido, era más bien un asunto de restitución.
Nancy: Entonces empezaste el proceso.
Craig: Sí, porque eran cosas que habían sucedido allí mismo. No les hablé de lo que había ocurrido en Canadá, por lo que inicialmente esto no se solucionó. Se trataba más de integrarme como un nuevo cristiano. La iglesia comenzó a rodearme de una forma positiva y solidaria; me preguntaban: «¿Qué cosas necesitas?».
También hubo algunas cosas tangibles con los niños. Vivíamos el día a día con mucha escasez, así que también nos ayudaron en términos prácticos.
Claude se convirtió en un amigo y mentor muy cercano. Otras personas como él también se acercaron, y algunos hombres me ofrecieron trabajo en la zona para intentar ayudarme.
Hubo mucho discipulado personal. El pastor Curtis tenía una clase para nuevos creyentes que enseñaba desde su casa para ayudarme a entender a este «nuevo» Dios. Dios era algo totalmente nuevo para mí al ser un nuevo creyente.
Nancy: Entonces realmente te acogieron, te hicieron parte de la familia.
Terri: Totalmente.
Nancy: Y luego unos siete meses después, el ministerio de Life Action apareció en el estacionamiento de la iglesia con uno de sus equipos.
Terri: Eso fue grandioso.
Nancy: Ustedes eran nuevos creyentes. Y Terri, ¿tenías alguna idea de lo que llamaban «cruzadas» en aquellos días? Ahora las llaman «retiros». ¿Sabías de qué se iba a tratar?
Creo que originalmente estaba programado para durar dos semanas. ¿Recuerdas haber escuchado hablar de eso, o qué pensaste al respecto?
Terri: Estaba muy emocionada porque cuando era niña, había asistido a cruzadas de avivamiento en Chicago y siempre eran emocionantes. Así que esa fue mi razón para estar entusiasmada con esto.
Nancy: ¿Tus hijos en ese momento estaban en la escuela primaria?
Terri: Sí, tenían cinco, seis, siete y ocho años.
Nancy: Y hubo programas especiales para los niños.
Terri: Sí, así que podíamos sentarnos tranquilos en los servicios, lo cual fue agradable. Eso también me animó a ir.
Nancy: Es posible que algunas de nuestras oyentes no estén familiarizadas con el formato de estas reuniones, pero básicamente estás en la iglesia durante dos semanas, todas las noches, y hay programas para los niños. Se hace un énfasis en nuestra relación vertical con el Señor y en cómo esto afecta nuestras relaciones horizontales con las personas.
Al día de hoy, la idea de ir a la iglesia todas las noches durante dos semanas no creo que sea muy popular.
Craig: Bueno, recuerdo que hubo mucha preparación, se dedicó mucho tiempo a la oración. Estábamos aprendiendo sobre todo eso.
Terri: Durante semanas.
Nancy: ¿Así que participaron?
Craig: Sí. Al ser recién convertidos éramos como «esponjas» absorbiendo todo. No sabíamos qué era lo normal o anormal. La idea de cada noche no era abrumadora, pero sí diferente y única.
Fue un sacrificio, porque en la noche estás cansado del trabajo y cosas así.
Nancy: ¿Entonces fueron a todos los servicios?
Terri: Oh, sí, no creo que nos hayamos perdido ninguno de ellos.
Nancy: Y sé que han pasado muchos años, pero ¿recuerdas la impresión que te causó? ¿Qué estaba tratando Dios en sus corazones cuando iban a esas reuniones?
Craig: Recuerdo más las analogías utilizadas con la comunidad agrícola: la agricultura, el cultivo, el relleno, y el terreno baldío. Estaba aprendiendo sobre ese aspecto en el sentido normal de la siembra. Luego los equipos usaron esas analogías para explicar cómo Dios hace lo mismo en nuestros corazones para romper ese terreno duro y entrar, y cómo necesitamos trabajar en esas áreas estériles de nuestras vidas.
No recuerdo todos los detalles específicos, pero sí recuerdo haber hecho esas conexiones en un sentido muy real.
Nancy: ¿Y en ese momento respondías mucho a la verdad o a cualquier cosa que Dios dijera?
Terri: Absolutamente.
Craig: Sin cuestionar.
Nancy: Entonces realmente pasaste de ser rebelde con una causa, o sin causa, a ser una persona sumisa a Dios.
Terri: Estábamos hambrientos espiritualmente.
Craig: Dios ya nos había salvado y queríamos seguir aprendiendo más de Él.
Nancy: En ese momento yo estaba con el equipo y recuerdo que ahí fue donde nos conectamos por primera vez. Yo dirigía los tiempos de oración de las mujeres por las mañanas. ¿Pudiste estar en alguno de esos tiempos Terri?
Terri: Sí, estuve ahí.
Nancy: ¿Qué cosas en particular llamaron tu atención?
Terri: El perdón fue algo muy importante en mi vida, debido a mi pasado. Había mucho dolor, mucho enojo hacia mi familia y necesitaba aprender a perdonar. De hecho, fui a tu hotel, y me aconsejaste al respecto.
Ese fue un punto de inflexión en mi vida; tenía que aprender a perdonar, y no podía seguir adelante hasta que lo hiciera. Fue como si me hubieran parado en seco. La amargura era tan grande que me dominaba. Así que eso fue lo más importante en mi vida en ese momento: aprender a perdonar, y lo hice.
Nancy: Terri, ¿qué diferencia hizo todo esto en tus relaciones?
Terri: Hizo una gran diferencia. Llevé a los niños después del retiro a conocer a su abuela (mi madre) en Tennessee. Ella nunca había conocido a los niños. Creo que eso fue en 1986. Para ese entonces, los niños tenían diez, nueve, ocho y siete años, y ella nunca los había visto. Fue algo inolvidable. Probablemente habían pasado quince años desde la última vez que había visto a mi mamá.
Nancy: Y prácticamente no tenían ninguna comunicación.
Terri: No, absolutamente ninguna.
Hicimos el viaje hasta allí, la encontramos, llamé a su puerta y le dije que la perdonaba.
Nancy: ¿Puedes darnos una idea de cuáles fueron las razones que crearon los problemas?
Terri: Bueno, mis padres se habían divorciado y mi mamá se casó con el esposo de mi hermana, él me maltrataba mucho, y mi mamá lo sabía. Éramos una familia disfuncional y teníamos mucha ira y amargura. Nos maltrataba a todos. Yo no podía perdonarla al saber que ella lo sabía y aún así no hacía nada al respecto.
Eso destruyó mi vida literalmente. Tenía pesadillas, no podía dormir y simplemente no podía pasarlo por alto. Entonces, regresar a Tennessee, enfrentar eso y decirles que los perdonaba, fue muy liberador. Cambió totalmente mi vida.
Nancy: ¿Y cómo manejó tu mamá todo eso?
Terri: Bueno, en ese momento ella dijo: «¿Perdonarme por qué?». Pero ahora lo entiende, porque han sucedido muchas cosas desde entonces. Sin embargo, en ese momento ella no veía por qué necesitaba ser perdonada; no le parecía mal. Entonces fui yo quien fue liberada por el perdón.
Nancy: El Señor hizo Su obra en ambos corazones. Y recuerdo que el énfasis de los mensajes durante ese tiempo fue acerca de tener una conciencia limpia: asegurarse de que tuvieras una conciencia tranquila con Dios y con todos los demás. Así que Craig, ¿qué pasaba por tu mente mientras escuchabas eso?
Craig: Bueno, los mensajes de conciencia limpia trataban acerca de limpiar nuestras vidas de las cosas que podrían ser obstáculos para nuestro crecimiento espiritual u otras áreas de nuestra vida que, en última instancia, afectan al crecimiento. Mencioné que ya habíamos tratado el tema de los cheques y cosas por el estilo.
Y creo que fue con Del con quien primero hablé sobre el tema que más cargado me hacía sentir: el de mi verdadera identidad, quién era yo en Canadá.
Nancy: Del Fehsenfeld, Jr., (que ahora está con el Señor) fue el fundador de Life Action Ministries. En ese tiempo él predicaba los mensajes.
Terri: Sí, fue con Del con quien hablaste primero.
Craig: Sí. Hablé con él y le di una descripción general. Le dije: «Mi nombre es Craig Owen; así es como me conoces, pero tengo otra identidad. He vivido aquí en Estados Unidos durante estos años. Déjame contarte de dónde vengo».
Nancy: ¿Y hablaste con Terri antes de hablar con Del? ¿Le dijiste: «Necesito hacer algo al respecto»?
Craig: Sí. Lo discutimos. Sabíamos que esta era un área donde Dios estaba trabajando en nosotros. Como cristiano, no podía ocultar esto. Tenía que afrontarlo de una forma u otra. Aunque realmente no sabía qué hacer. Me sentía atrapado porque parecía algo insuperable.
Nancy: ¿Cuánto tiempo llevabas fuera de Canadá en ese momento?
Craig: Unos seis años. Mis padres sabían dónde estaba y periódicamente teníamos contacto con ellos, pero eso era todo, con nadie más. Había cortado prácticamente todos esos lazos.
Nancy: ¿Estabas aterrorizado de ver a dónde te llevaría todo esto?
Craig: Bastante…
Terri: ¡Yo también lo estaba!
Nancy: ¿En qué pensabas Terri?
Terri: Que se iría a Canadá y no regresaría.
Nancy: ¿Pensaron en la idea de «mejor dejémoslo así»?
Terri: Una parte de mi corazón pensó eso, pero la otra parte me decía: «Tenemos que hacer lo que Dios nos dice que hagamos y dejar que Él tome el control». Ya habíamos visto la soberanía de Dios en muchas cosas, así que cuando sabes que Dios está en control, te rindes a Él.
Débora: La mayoría de nosotras no enfrentamos circunstancias tan dramáticas como las de Craig, pero hay un problema que si es muy real para cada una de nosotras, y este es luchar con la pregunta: ¿Quién tiene el control? Espero que te tomes un tiempo para pensar en esa pregunta, incluso cuando termine este episodio.
Hemos estado escuchando una conversación que Nancy grabó con Craig y Terri Owen, antes de que Craig falleciera de cáncer. Seguiremos escuchando su historia durante toda la semana.
Para comprender mejor este tema, Nancy escribió hace muchos años, un libro titulado: Rendición: el corazón en paz con Dios. Ella te ayudará a desarrollar una comprensión bíblica de la rendición al Señor y te mostrará pasos prácticos que debes seguir para rendirte.
Aprovecho para decirte que este mes de junio, al apoyar Aviva Nuestros Corazones con una donación, te enviaremos una copia del libro «Rendición». Visita nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com, para más información.
Entonces, ¿qué pasó después? ¿Regresó Craig a Canadá y se entregó? Continuaremos su historia el día de mañana. Te esperamos para un episodio más de Aviva Nuestros Corazones.
Llamándote a libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la series de podcast.
Únete a la conversación